POR RICARDO ROA
La del hangar o del
hangarcito, como lo llamó Kicillof, es una historia pequeña dentro de una
historia grande: la pésima gestión en Aerolíneas Argentinas.
A veces no queda más
remedio que usar números, y ésta es una de ellas: entre julio de 2008 y junio
pasado la empresa devoró unos 3.600 millones de dólares en subsidios, casi tres
veces lo que reclama el fondo buitre que pleitea contra el país en Nueva York.
El dato no es oficial
sino de ASAP, un instituto especializado en el análisis de las cuentas
públicas. Desde 2008 Aerolíneas no presenta balances y no aparece ninguna otra
razón para eso que no sea la de ocultar el descalabro.
Otra forma de
explicar lo que en estos años ha pasado es que pese a tener gruesas pérdidas,
la compañía tendría unos dos mil empleados más desde que fue estatizada.
Estatizada es una forma de llamar a lo que todavía está pendiente: cuatro años
después de que el Congreso votara la ley, aún la Justicia no fijó acá el
valor de Aerolíneas y afuera, en el Ciadi, el tribunal del Banco Mundial, hay
un reclamo por nada menos que 1.200 millones de dólares. Se pudo estar a favor
o en contra de la estatización, pero ¿alguien puede justificar semejante
despilfarro?
La historia pequeña
del conflicto con LAN está detrás de la gran historia de los números. Era
evidente que el Gobierno quería sacarla de la cancha para mejorar las cuentas
de Aerolíneas. Pero esto también fue escondido hasta que una compadreada de
Mariano Recalde puso todo al descubierto. En una charla en 2010 con militantes,
dijo: “Le pedí a la
Presidente que le quite rutas a LAN ”. Y canchereó con que si
eso trascendía, lo iba a negar.
Trascendió ahora, y
¿qué se le ocurrió decir a Recalde? Acertó: echarle la culpa a Clarín del video.
Hay gente a la que cuesta tomar en serio. Ayer, el presidente de Aerolíneas se
mostró sorprendido por “la reacción en defensa de LAN, una empresa privada que
le va bien”. ¿Por qué le va bien la aprietan? ¿O la aprietan porque le va mal a
Aerolíneas? (ver pág. 16).
En medio del
batifondo, el Gobierno descubrió otra idea genial: pedirle a LAN que le
consiguiera a Aerolíneas rutas en Chile y Brasil, aunque eso no depende de LAN
sino de las autoridades de los dos países. El canciller chileno respondió que
Aerolíneas ya había estado allí y que puede volver cuando quiera.
Quizás la confusión,
o al menos parte de la confusión, se deba al desorden dentro del propio
Gobierno. El pedido lo hizo Randazzo, que es ministro de Transporte y encargado
de subsidiar a Aerolíneas, y el que reclama el hangar o hangarcito a LAN es el
ORSNA, un organismo que depende del ministro De Vido. Y el que negocia es
Kiciloff, de Economía. Sólo falta que se metan Timerman y Moreno.
Recalde es de La Cámpora y también Kicillof
y Lipovich, el que corta el bacalao en el ORSNA. Es otra historia dentro de la
historia y no es una historia pequeña.
Clarín, 31-8-13