Denes
Martos
8-12-13
El mejor argumento contra la democracia
es una conversación de cinco minutos
con el votante promedio.
Winston Churchill
La democracia sustituye la designación
de los pocos corruptos por la elección
de los muchos incompetentes.
George Bernard Shaw
La democracia es el proceso mediante el cual
el pueblo elige a la persona a quién le echará la culpa.
Bertrand Russell
El próximo 10 de
Diciembre – aniversario de la asunción como presidente de Raul Alfonsín en 1983
– se cumplirán 30 años de gobiernos democráticos en la República Argentina.
Constituye el período más prolongado de continuidad de la democracia desde la Ley Sáenz Peña de
sufragio universal dictada en 1912. Sin embargo, si uno se toma el trabajo de
analizar un par de números y de nombres, los resultados no dejan de ser
curiosos y, al menos en parte, opuestos a lo que registra el imaginario
popular.
Pongamos un poco los
números en orden.
Por de pronto, desde 1955 a la fecha, la cuenta en números
redondos da que durante esos 58 años – vale decir: medio siglo largo – los
militares con sus gobiernos de facto solo gobernaron durante 19 años (contando
como gobierno de facto incluso el año y medio aproximado de José María Guido).
Los otros 39 años fueron de gobiernos civiles. Dicho en otras palabras: durante
el último medio siglo los civiles gobernaron algo más del doble de tiempo que
los militares.
Durante ese período,
al frente del Estado argentino se sucedieron 12 militares (contando al General
Perón entre ellos) y 15 civiles; o sea 27 personas en total. De ellos, el que
más duró en el cargo fue Menem (10,42 años) y los de más corta duración fueron
Ramón Puerta y Eduardo Camaño con 2 días cada uno. Los Kirchner, Néstor y
Cristina, a Diciembre de 2013 llevaban en la presidencia prácticamente el mismo
tiempo que Menem: 10.54 años.
De estos últimos 30
años – desde Diciembre de 1983 hasta Diciembre de 2013 – 7.61 años corresponden
a los radicales (Alfonsín y de la
Rúa ) y 22.39 años a los peronistas (Menem: 10.42 años,
Puerta-Rodriguez Saá-Camaño: 0.03 años, Eduardo Duhalde: 1.4 años y los dos
Kirchner: 10.54 años).
O sea que los
peronistas gobernaron el 74.63% del tiempo contra un 25.37% de los radicales. Digamos que, en números
redondos, una cuarta parte del tiempo gobernaron los radicales y durante tres
cuartas partes del tiempo los peronistas.
Veamos el desempeño
de unos y otros.
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Hace 30 años asumía
la presidencia de la nación, con el aval del 51.7% de los votos, una persona
cuyo lema de campaña había sido "con la democracia se come, con la
democracia de cura, con la democracia se
educa" y remataba recitando el preámbulo de la Constitución de 1853.
Hoy, después de 30 años, la democracia sigue teniendo
sus serios problemas para cumplir con esa afirmación-promesa. Según la última
medición del Barómetro de la
Deuda Social Argentina de la UCA en las ciudades de la Argentina viven 10.8
millones de pobres de los cuales 2.1 millones son indigentes. Lo cual, sobre 41
millones de habitantes, hace al 26,34% de la población del país. En otras
palabras: más de la cuarta parte de la población no tiene lo mínimo para vivir
decentemente en materia de ingresos, empleo, vivienda y salud. Con un agravante
adicional: tenemos al menos 900.000 jóvenes "ni-ni"; es decir: que ni
estudian ni trabajan.
Como siempre, no hay
que perder de vista el brulote de George Bernard Shaw quien decía que la
estadística es el arte de mentir con números. Si bien los números del INDEC
mienten (groseramente) también es de tener en cuenta que los números de otras
instancias también pueden mentir (quizás algo menos groseramente). Pero basta
con salir a la calle y recorrer un poco la Argentina desde La Quiaca hasta Tierra del
Fuego para darse cuenta de que ni los planes asistenciales, ni la Asignación Universal
por Hijo (que sigue siendo otorgada por decreto porque los señores legisladores
no la convirtieron en ley hasta el día de hoy), ni los parches de una política
de subsidios improvisada para tapar agujeros han conseguido resolver un
problema que existía hace 30 años atrás y que sigue existiendo.
Lamentablemente.
Decir que con la
democracia que supimos conseguir hace 30 años no se come, no se cura y no se
educa sería, en verdad, exagerado. Pero decir que, con esta democracia,
millones de argentinos comen mal, se curan mal y se educan mal no estaría muy
alejado de la verdad.
Probablemente,
teniendo en cuenta a Martínez de Hoz y a la más que objetable gestión económica
de los gobiernos militares en general, más cerca de lo correcto sería decir que
en la Argentina , el problema
de millones de personas es que siguen comiendo mal, siguen curándose mal y se
educan cada vez peor.
Sin embargo, más allá
de que el problema – y sobre todo las raíces profundas del problema – son de
larga data, la pregunta que cabe hacer es: ¿por qué en 30 años la democracia no
ha conseguido resolverlo?
La respuesta, por
supuesto, es compleja.
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Por un lado, los
militares nunca dejaron que los políticos argentinos fracasaran como se
merecían. El resultado fue que, después de cada fracaso de los militares – de
quienes se suponía que venían para salvarnos del fracaso de los políticos
ineptos – volvimos siempre, "salida electoral" mediante, a lo mismo
de antes. Es decir: a un Estado ocupado por la misma camarilla de políticos
ineptos que había desencadenado el proceso en primer lugar. En no pocos casos,
golpeando la puerta de los cuarteles para luego ocupar cargos de gobernadores,
intendentes, ministros, secretarios y otras funciones varias. Algunas de ellas
decididamente "non sanctas"…
Con eso, mientras los militares se renovaban –
gracias a los pases a retiro, a las camándulas internas de las FF.AA. y a los
ascensos varios – los políticos profesionales siguieron siendo la misma
cofradía de siempre y, en términos generales, con cuadros que se renovaban solo
por defunción. Muy rara vez por desprestigio.
Por el otro lado, las
alternativas económicas adoptadas por los sucesivos gobiernos – tanto militares
como civiles – no consiguieron salir de los esquemas que aun hoy siguen
aprisionando la mente de los economistas profesionales formados en las
universidades del sistema. Desde los "Chicago Boys" de Milton
Friedman y Martínez de Hoz, pasando por el "rodrigazo" de Celestino
Rodrigo, siguiendo por las privatizaciones salvajes del "Harvard
Gang" de Domingo Cavallo, hasta el actual oxímoron del marxismo keynesiano
de Kicillof, aquí tuvimos y seguimos teniendo de todo.
Si desde 1955 a 2013
tuvimos 27 personas al frente del Estado, durante ese mismo lapso tuvimos 42
personas al frente de la economía. Algunos de ellos varias veces como, por
ejemplo, Álvaro Alsogaray que estuvo más de un año y medio con Frondizi y luego
100 días con José María Guido. O José Martínez de Hoz, que estuvo casi 5 meses
con Guido y luego 5 años con Videla. O José Ber Gelbard que tiene el raro
privilegio de haber funcionado bajo 4 presidentes: Cámpora, Lastiri, Perón y
María Estela Martínez de Perón. O
Roberto Alemann que estuvo tanto con gobiernos civiles como con militares; con
Frondizi primero y con Galtieri después.
Pero, naturalmente,
el que se lleva todos los premios de permanencia es el inefable Domingo
Cavallo, con 6.18 años de gestión económica en total: 5.43 años con Menem y
luego 0.75 años con de la Rúa.
Y eso sin computar su tiempo como presidente del Banco
Central bajo el militar Bignone ni su tiempo como Ministro de Relaciones
Exteriores bajo el civil Menem.
Si tomamos los
últimos 30 años de democracia tenemos una lista de 20 ministros de economía que
va desde Bernardo Grinspun a Axel Kicillof.
La lista es algo
larga pero vale la pena recordarla: Bernardo Grinspun, Juan Vital Sourrouille,
Juan Carlos Pugliese, Jesús Rodriguez, Miguel Angel Roig, Néstor Rapanelli,
Erman Gonzalez, Domingo Cavallo (con Menem), Roque Fernández, José Machinea,
Ricardo López Murphy, Domingo Cavallo (con de la Rúa ), Jorge Remes Lenicov, Roberto Lavagna
(primero con Duhalde y luego con Néstor Kirchner), Felisa Miceli, Miguel G.
Peirano, Martin Lousteau, Carlos Fernandez, Amado Boudou, Hernán Lorenzino y
finalmente Axel Kicillof.
O sea que, desde
liberales absolutos, pasando por neoliberales de distintas escuelas y hasta por
simples improvisados para terminar finalmente en un marxista, la democracia de
las tres últimas décadas lo ha intentado todo.
En parte, la
incapacidad de la democracia para resolver el problema básico de millones de
argentinos puede rastrearse justamente en este historial.
Porque en ese
historial no hay continuidad; no hay consistencia; no hay un plan estratégico
racional y coherente; no hay políticas de Estado sostenidas en el tiempo. En
estos 58 años, el tiempo promedio de permanencia de un ministro de economía en
el cargo (calculado por media aritmética simple) no llega a un año y hay varios
que no duraron más que un par de días.
En resumen: durante más de medio siglo el Estado
argentino estuvo ocupado por personas que demostraron ser incapaces de cumplir
con dos de las tres funciones esenciales de todo Estado: planificar de cara al
futuro y lograr la armonía de las fuerzas divergentes presentes en la sociedad.
Consecuentemente, tampoco supieron cumplir con la
tercera función básica del Estado que es la de conducir. Porque, no habiendo un
plan coherente a largo plazo y no existiendo una armonía generadora de
consensos, no hay mucho para conducir tampoco.
La historia económica
de los 30 años de democracia, va desde el Plan Austral de Sourrouille pasa por
las privatizaciones y el 1 a 1 de Cavallo para desembocar en el
"modelo" de los Kirchner que empezó siendo medianamente liberal con
Lavagna para terminar siendo heterogéneamente marxista con Kicillof.
Con esa trayectoria
no hay política que funcione.
No se puede hacer
funcionar la incoherencia.