por Rodolfo Patricio Florido
Informador Público, • 17/07/2015
“Nadie en el mundo logró disminuir el narcotráfico”. Ésas fueron las palabras de la Ministra de Seguridad, María Cecilia Rodríguez. A poca gente le importó ese reconocimiento de una batalla perdida sin haberla librado. Repito… cobardes, corruptos, cómplices o inútiles. Cualquiera de estas cuatro categorías, el resultado es el mismo: los delincuentes ganan una batalla que el Gobierno Nacional no quiere o no sabe cómo darla. La excusa de la Ministra debería haber sido el prólogo de su renuncia. Pero no lo fue.
Reconoce su más absoluta inutilidad y sigue como si nada. Le echa la culpa al mundo con una frase que es una absoluta falacia. Primero porque es totalmente mentira y segundo porque no han hecho nada para cambiar los modos legales y represivos para evitar que una delincuencia marginal y violenta no se apodere del país y de sus ciudadanos sin siquiera haber intentado torcer el destino de políticas fallidas. En rigor de verdad ni siquiera se puede hablar de una “política” de lucha contra el narcotráfico porque no la hay. Einstein decía que; “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Otro concepto de este genio reconocido que transitó por lo que otros habrían considerado imposible fue… “La debilidad de actitud se vuelve debilidad de carácter”. Y aquí se aplica.
El pueblo está muy angustiado por la falta de seguridad en las calles, en sus vidas, en sus casas. Pero no todos saben o descubren que gran parte de esa inseguridad es producto de todos los efectos secundarios del narcotráfico y el consumo de una delincuencia mayormente adicta, desbordada y a la que no se le mueve un pelo a la hora de matar por un celular o golpear brutalmente a una mujer o a un abuelo de 80 años para sacarle con los golpes el dinero que pudo haber ahorrado para intentar sobrevivir más allá de su jubilación miserable, para luego salir a cambiar ese dinero por drogas.
Los vendedores lo saben y, obviamente no les importa nada.
No les importa la muerte que compró su droga vendida.
No les importa la víctima, no les importa el victimario.
No les importa la edad del asesinado ni la edad del asesino.
No les importa nada más que su dinero para comprarse vidas fallidas en casas importantes, autos importados y corromper funcionarios políticos, policiales y judiciales.
No son brillantes. Simplemente son absolutamente inescrupulosos. En su más absoluta y gran mayoría son hijos de la cárcel y del permisivismo legal. De un sistema que tiene penas irrisorias para los vendedores y para los narcotraficantes.
La ministra, el Secretario de Seguridad (Teniente Coronel Médico Berni) y el titular del Sedronar, Gabriel Lerner, sólo se preocupan como ellos mismo lo dicen, de… “evitar la criminalización de los usuarios de sustancias”. En lo personal puedo estar de acuerdo, pero en algún momento deberíamos pensar seriamente que también existe una suerte de complicidad tácita entre el vendedor y el consumidor.
No muy distinta a la que existe entre un reducidor de partes robadas y el ciudadano que las compra a precio bajísimo sabiendo que es robada, o a la de un testigo de un crimen respecto al criminal. En otras palabras. El consumidor, o sea la víctima del vendedor, debería ser enmarcado en un proceso del Estado para recuperarlo de su adicción y, al mismo tiempo, se lo debería conminar bajo reserva de identidad, a identificar a su proveedor. Obviamente esto implica dinero. Pues bien deberá ponerse, o buscar parte del mismo en la disposición del dinero, propiedades, alhajas, coches, lanchas, aviones, etc., para el combate contra las drogas y la recuperación de los adictos.
De acuerdo a la agencia DyN, la Ministra Rodríguez advirtió que “encontrar un camino para desarmar las redes de tráfico implica un esfuerzo multiagencial. Perseguir el menudeo tiene escasos resultados a la hora de desbandar a las redes de narcotráfico”. Es cierto y al mismo tiempo es una falacia.
Las bandas de narcotraficantes se destruyen tirando de la cuerda de los distribuidores, investigándolos y siguiéndolos hasta ver cuáles son sus proveedores intermedios y luego investigando y siguiendo a esos proveedores intermedios para ver quiénes son sus mayoristas. Llegada la investigación de esos mayoristas hay que desandar el camino del dinero lavado para ver que operaciones empresarias presuntamente “legítimas” se realizaron para lavar la cara de los narcotraficantes. ¿El motivo? Muy simple. Para producir de vuelta el mismo número de drogas que se vendieron, solo se necesita un porcentaje que en ningún caso supera el 20% del total del dinero recaudado, de hecho en general es el 10%. O sea, gasto $ 20, obtengo $ 100 y luego necesito otros 20 para producir otros 100 y dispongo de 80 pesos para usar en supuestos emprendimientos legítimos. “Emprendimientos Empresarios” espurios que deberían ser decomisados en su totalidad por el Estado Nacional para ser redirigidos hacia la comunidad y hace la lucha misma contra el tráfico de drogas.
Claro que para poder hacer esto se necesita modificar las legislaciones existentes para facilitar las investigaciones sin que los delincuentes abusen de la llamada “doctrina del Fruto del árbol envenenado” ya que el proceso de investigación para acceder a toda la cadena de producción y comercialización de drogas es complejo y exige formas investigativas nuevas con el absoluto y total conocimiento del Juez que esté a cargo, en un nuevo marco legal. Obviamente también se debería crear una nueva fuerza centralizadora de esta lucha y un nuevo marco legal punitorio mucho más duro, sin la consideración del 2 X 1 y sin excarcelaciones durante el proceso. ¿Se puede hacer todo esto? Definitivamente SI. Ni siquiera es complejo. Solo se necesita decisión política, convicciones y valor. En resumen, aceptar que de continuar esta mal llamada “Política”, los muertos van a ser más responsabilidad de la inacción de los inútiles o cómplices que del propio narcotráfico.