Por Diego Cabot
| LA NACION, 13-8-15
No hubo mucho presupuesto y, para peor, no se ejecutó
en tiempo y forma. Se recaudaron millones, pero las urgencias y el corto plazo
ganaron. Las partidas presupuestarias nacionales destinadas a las obras
hídricas muestran retardo en el gasto pautado, improvisación a la hora de
afectar dinero y falta de planificación.
Según datos oficiales que surgen del presupuesto
nacional, la Subsecretaría de Recursos Hídricos tiene recursos por 476 millones
de pesos para todo 2015. Sólo para ponerlo en perspectiva, Aerolíneas
Argentinas, para el mismo período, cuenta con 4544 millones de pesos, es decir,
casi 10 veces más y con perspectivas de tener que pedir refuerzos para cerrar
el año.
Además, hay un dato adicional: la Subsecretaría que
tiene como objetivo aconsejar y resolver los problemas hídricos, y que depende
del Ministerio de Planificación Federal, que dirige Julio De Vido, sólo ejecutó
43% del presupuesto. Es decir, en siete meses del año gastó 43 pesos por cada
100 que tenía autorizado. Podría haber gastado alrededor de 60 pesos en ese
período.
Sin embargo, el principal aporte de dinero a la
infraestructura hídrica no lo hace el Gobierno destinando partidas, sino cada
argentino cuando carga un litro de combustible -sea nafta, gasoil o gas natural
comprimido- en su vehículo. Por esta vía se recaudaron 1057 millones de pesos
desde el primer día de 2015 hasta el 30 de julio.
Ésa es la principal caja con la que el Gobierno
debería atender las inundaciones, financiada por un impuesto específico y no
coparticipable que la Casa Rosada gasta como prefiera.
Este sistema de recaudación se aprobó durante la
presidencia de Fernando De la Rúa, pero empezó a recaudarse en enero de 2002.
Según la norma original, por cada litro o metro cúbico de combustible se
retenían 0,05 peso que se depositaban en el entonces creado Fondo Fiduciario de
Infraestructura Hídrica. Con la llegada de Néstor Kirchner, ese fondo pasó a
ser manejado por Julio De Vido.
Además, inflación mediante, se pasó de aquel valor
fijo a un 5% del precio del combustible en el surtidor o de un 9% para el caso
del gas natural comprimido con destino a uso vehicular. De esa manera, el
Gobierno indexaba por inflación su ingreso. Desde entonces, cual colecta a
través de la nafta, los argentinos depositaron en la cuenta del fideicomiso
hídrico 10.388 millones de pesos (que se hicieron 16.288 millones de pesos con
intereses y aportes del Tesoro), prácticamente lo mismo que tiene autorizado a
gastar este 2015 el Ministerio de Justicia.
Dentro de esa millonaria cuenta, pasó de todo. Por
ejemplo, en 2012, con dinero destinado a la ejecución de obras para prevenir
inundaciones se solventó la "ejecución del contenido y funcionamiento de
las actividades a realizar en el stand de la Subsecretaría de Recursos Hídricos
en el parque temático Tecnópolis".
Se contrató a la Universidad de San Martín, a cambio
de 5,27 millones de pesos. Un poco mejor le fue a la Universidad de Tres de
Febrero, ya que por un contrato similar, siempre con dinero aportado por los
contribuyentes para obras hídricas, se llevó 10,9 millones de pesos.
El año pasado, por caso, desde ese fondo se autorizaron
cinco proyectos en la provincia de Buenos Aires. Uno en Isidro Casanova y
Gregorio Laferrere (43 millones de pesos), un terraplén en la localidad de
Navarro (27 millones de pesos), desagües pluviales en General Rodríguez y
Carlos Casares (48,7 millones de pesos entre los dos) y finalmente una estación
de bombeo en Arroyo del Rey (15 millones de pesos). Ninguna obra se hizo en las
localidades afectadas por las inundaciones de estos días.
Pero los apuros políticos metieron la cola en el
fideicomiso hídrico. El 20 de agosto de 2013, mediante la resolución 760/2013
del Ministerio de Planificación Federal, el Gobierno adjudicó la contratación
para construir las represas Néstor Carlos Kirchner y Jorge Cepernic, en la
provincia de Santa Cruz. "El gasto que demande el cumplimiento de la
resolución será con cargo al Fideicomiso de Infraestructura Hídrica", dice
aquella norma.
Entonces, y por primera vez desde la creación, la Casa
Rosada aportó dinero fresco al fondo. En marzo depositó 1956 millones de pesos
y en julio, otros 742 millones.
Según dijeron dos fuentes, todo se destinó a los
primeros pagos para la construcción de las represas, la obra pública más
importante que inició el kirchnerismo. Jamás hubo un peso del presupuesto para
las inundaciones en esa cuenta bancaria. Pequeñas ventajas de la provincia
kirchnerista.
Finalmente, la política volvió a restarles dinero a
las obras hídricas. El 31 de diciembre del año pasado, el ministro de Economía,
Axel Kicillof, anunció una baja en el precio de los combustibles, presionado
por la caída del valor del crudo en el mundo, principal insumo para la
producción de naftas y gasoil. Entre el combo de rebajas había un ítem que
ahora toma trascendencia: se redujo 20% el cargo que cada ciudadano pagaba con
el combustible y que era destinado a las obras hídricas.
Se podría haber optado por recortar las ganancias de
las empresas petroleras, que reciben por cada barril mucho más de lo que se
paga afuera. Pero se decidió por mantener los buenos márgenes de las esas
empresas, en especial de la estatal YPF. Finalmente llegó el agua, que no
repara en los apuros políticos de corto plazo.