sábado, 28 de noviembre de 2015

¿SOMOS UN PAÍS DE BANDIDOS?


                      

                                       Alberto Buela 

Somos un país de bandidos nos preguntamos en el titulo. Y todo parece decir que sí porque, según las últimas y sucesivas elecciones (las primarias abiertas, las a presidente y el ballotage), mostraron a las claras que al menos en el dominio de la política somos una sociedad dividida en dos. Parece ser que somos dos bandos. Ayer nomás Macri llegó a presidente por solo tres puntos en el porcentaje de votos; 51 y pico a 48 y pico por ciento.[1]
También es cierto que luego de doce años de gobierno de los Kirchner el pueblo votó por hartazgo en contra de su postulante a sucederlo.

Pero no fue por tanto, lo cual muestra que la tarea de los tres gobiernos sucesivos de los Kirchner (marido y mujer) fue en la conciencia popular argentina demoledora. Lograron venderle, gato por liebre a la conciencia masiva del pueblo argentino pobre, que ellos representaban la liberación nacional. Cuando en realidad todo el gobierno de doce años no fue otra cosa que la entrega de los recursos del país el imperialismo internacional del dinero. Y a los grupos concentrados de nuestra economía. Y sinó que lo digan los Elztain, los Ezkenazi, los Werthein, los Mindlin, e tutti quanti.

Nunca en la breve historia de doscientos años de la República Argentina tuvimos un gobierno más corrupto que el del matrimonio austral. Esta corrupción termina coronando a Cristina Kirchner como la mujer más rica de la Argentina y, probablemente, una de las más ricas del mundo.
Es que su marido inventó a partir del 2003, cuando asumió como presidente, solo con el 22% de los votos, la corrupción estructural que vino a reemplazar a la corrupción circunstancial. Nos explicamos. La corrupción circunstancial es, se hace un negocio y se cobra “coima” (cohecho). La corrupción estructural exige y solicita la participación en las empresas “coimeadas”.

Así los Kirchner terminaron siendo socios de todas las grandes empresas y miembros de lo que ellos mismos demonizaban: los grupos concentrados de la economía.
Las tres fuentes tradicionales de poder en Argentina: Iglesia, Ejercito y Sindicatos fueron reemplazados respectivamente por el laicismo progresista de corte hebreo, por los medios de comunicación (acumularon 29 adictos entre TV, radios y diarios) y por las organizaciones sociales (piqueteros, madres, etc.)
Cómo desarmar todo este entramado social que tiene además un andamiaje de cientos de justificativos morales para existir. “El relato” kirchnerista se encargó de justificar moralmente lo injustificable. Hay once millones y medio de planes sociales muchos de los cuales son utilizados como cajas políticas o de enriquecimiento personal. Hay casi tres millones de empleados públicos que no pueden justificar su trabajo ni su sueldo. Hay jubilaciones de privilegio que sobrepasan los $150.000 mensuales, cuando la media es de $ 6.700.

Por otra parte, Macri no es un nene de pecho ni un inocente comerciante. Es hijo de Franco Macri uno de los más corruptos empresarios extranjeros que amasó su enorme fortuna gracias a los negocios y negociados con el Estado argentino. Que cuando vislumbró que no había más leche en la teta del Estado, se mudó al Brasil.
Es decir que Macri conoce, desde naranjo y muy bien, cómo hacen, los sátrapas, para robarle al Estado. Y esperemos, entonces, que como cabeza de gobierno actúe con los miles de ladrones, como cuña del mismo palo, y los desaloje de las arcas, prebendas y canonjías que usufructuaron durante doce largos años.
Qué utilice la facultad presidencial de declarar apátrida a aquellos que no devuelvan lo robado.

Sabemos que él no va a leer esto, pero el presidente tiene todas las facultades como echar a todos los ñoquis del Estado, poner a disposición del poder ejecutivo de un plumazo a todos los ladrones de los dineros públicos, anular todos los subsidios mal otorgados y sanear, al menos en 48 hs., las casi inexistentes arcas del Estado viciadas por el kirchnerismo.
El primer combate es contra la corrupción instalada en todos los aparatos del Estado (nacional, provincial y municipal). Y eso lo puede hacer en las primeras 48hs. Puede y tiene que poner a disposición del poder ejecutivo a los últimos cinco ministros, secretarios, subsecretarios, directores y subdirectores de cada área para que rindan cuentas ante un tribunal ad hoc de toda su gestión.
En cuanto a otros dos tipos de corrupción “la circunstancial”(de Menem y tantos otros)  y la “estructural” (inventada por N. Kirchner) son de mucho más difícil combate pues las dos están arraigadas en la conciencia moral del hombre malvado. Y esto es ya un problema ético filosófico de profundidad.   





[1] Existe una firme denuncia de fraude según la cual los votos en blanco fueron computados para el oficialismo. Esto se ventilará con el escrutinio definitivo, vaya a saber cuándo.