"No
detuvimos ni matamos a nadie"
Clarín, 3-9-17
El comandante Juan Pablo Escola, segundo al mando del
Escuadrón 36 de Esquel de Gendarmería Nacional, fue quien lideró el grupo de 31
gendarmes que ingresaron a Cushamen el 1 de agosto pasado alrededor de las 11
de la mañana. Es el día en que, según testigos, se vio por última vez a
Santiago Maldonado.
Bajo su supervisión transcurrieron las acciones que
más de 20 horas después desembocaron en la denuncia que hoy conmueve al país.
Hay quien lo señala como el principal responsable de haber capturado a
Maldonado, para después meterlo en una camioneta que se marchó del Pu Lof con
dirección a Esquel. Su testimonio revela algo muy distinto. “Nunca estuvimos ni
cerca de detener a alguien”, le dice a Clarín.
El gendarme aceptó hablar por primera vez desde que
estuvo en el campo que ocupa un grupo radicalizado indígena, donde también
conviven miembros de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM). “El 1 de agosto no
detuvimos a nadie, no matamos a nadie, no estuvimos ni cerca de detener a
alguien. Duermo tranquilo, actuamos correctamente”, señala. De acuerdo a su
versión, él y un equipo de diez gendarmes de Esquel, a los que conocía, y 21 de
El Bolsón, de los cuales no sabía sus nombres, entraron a Cushamen. Tomó la
decisión después de que dos agentes resultaron heridos de gravedad sobre la
ruta 40 ante una lluvia de piedrazos impulsada por unas 20 personas.
“Fracturado, sangrando y todo, un gendarme avanzó
conmigo, no se dio cuenta de sus heridas de la tensión que teníamos. Eso fue
como a las 11,30. Ibamos lento y muy pesado, con el chaleco antibalas, con los
cascos, los borceguíes. El suelo era arcilloso, muy incómodo”, detalla.
El comandante explica que al tiempo que arremetían,
lanzaban gases y proyectiles antimotín. “No íbamos armados con armas 9
milímetros, ningún arma de guerra fue usada”, dice. Ante la embestida, los
miembros del Pu Lof corrieron hacia el río. La distancia y la velocidad entre
unos y otros era amplia, apunta. “Nunca estuvimos a menos de 40 metros. Tampoco
me esperaba que corrieran hacia el río, pensé que se iban a escapar por los
costados. Iban rápido, no le seguíamos el paso. Nuestro equipo pesa unos 7
kilos en total ¿cómo íbamos a hacer para capturarlos?”, dice.
De acuerdo al comandante, los militantes indígenas
bajaron por un pronunciado declive que conduce al río. Dice que no sabe si los
que escapaban cruzaron el río Chubut, pero que él decidió que era peligroso
para su gente seguirlos en ese sector escarpado y barroso. “Quedamos a varios
metros de la costa del río, pensé que podían sorprendernos, no los veíamos. No
alcanzamos el río. Ordené el repliegue hasta la zona de la casilla, en la
entrada del predio”, explica.
Escola afirma que la imagen de Maldonado a la vera del
río, capturado por dos o tres gendarmes que lo golpeaban, es falsa. “No
ocurrió, no estaban las condiciones para detener a uno de ellos”, asevera. El
grupo de gendarmes retornó a un camión Eurocargo apostado al lado de la casilla
en la que permanecían dos mujeres y dos niños. “Volvimos todos, no vi que nadie
se quedara retrasado. En el camión teníamos mate, estábamos cansados. Las
mujeres, los chicos, todos estábamos cerca. ¿Ocultar a una persona en ese sector?
¿Se imagina lo difícil que es?”, reflexiona. El camión Eurocargo tampoco estuvo
en las inmediaciones del río, como indican los testimonios. “Hay fotografías,
el camión quedó atrás de la casilla”, dice.
El operativo duró entre 40 y 45 minutos. “Comenzaron a
labrar el acta con lo actuado. Nada extraño ocurrió”, detalla. “En la tranquera
pusimos a 4 ó 5 personas, algunas gendarmes mujeres que incluso hablaron con
representantes de Derechos Humanos. Nadie nos preguntó por Maldonado y eso que
estuvimos ahí 5 horas o más”, indica. Para Escola el encubrimiento es una
hipótesis improbable. “Eramos gendarmes de Esquel y El Bolsón, algunos sin
relación. Si hubiéramos detenido a alguien habríamos levantado el acta.
Cualquiera de los transeúntes o de los otros gendarmes en la tranquera o de los
periodistas o los mismos niños y mujeres en la casilla habrían visto la
detención o nos habrían preguntado algo”, indica.
“Tendríamos que haber confabulado todo con
transeúntes, mujeres y chicos mapuches y entre 65 gendarmes, muchos de los que
no se conocían entre sí”, se defiende. Escola llegó a su casa a las 19,
aproximadamente. A las 22 se fue a la cama y durmió 9 horas de un tirón. El 2
de agosto tuvo libre. No recibió llamadas del trabajo sobre irregularidades en
Cushamen. A las 8 del 3 entró a su oficina y prendió la televisión. “Entonces
me enteré de que había un desaparecido y decían que lo habíamos llevado
nosotros”, dice.
“Entonces me enteré de que había un desaparecido y
decían que lo habíamos llevado nosotros”, dice.