defendió a la
Iglesia y a Polonia del comunismo
ECCLESIA,
25-01-2021
“No estaría sobre
la Cátedra de Pedro este Papa polaco que hoy, lleno de temor de Dios, pero
también de confianza, inicia un nuevo pontificado, si no hubiese sido por tu
fe, que no se ha arredrado ante la cárcel y los sufrimientos. Si no hubiese
sido por tu heroica esperanza, tu ilimitada confianza en la Madre de la
Iglesia”. Estas palabras de Juan Pablo II dirigidas al cardenal Stefan Wyszyński
(1901-1981), primado de Polonia, contenidas en la Carta a los polacos del 23 de
octubre de 1978, nos hacen comprender la importancia de Wyszyński en la vida de
Karol Wojtyła. El vínculo entre los dos también fue subrayado por Benedicto
XVI, quien en la homilía de la Misa celebrada en la plaza Piłsudski, en
Varsovia, el 26 de mayo de 2006, dijo: “Dios unió a estas dos personas no sólo
mediante la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor, sino también mediante
las mismas vicisitudes humanas, que los vincularon estrechamente con la
historia de este pueblo y de la Iglesia que vive en él”.
Recientemente,
ambas cámaras del Parlamento polaco - la Cámara y el Senado - han decidido que
2021 se celebrará como el Año de Stefan Wyszyński. Las respectivas resoluciones
subrayan la contribución del “Primado del Milenio” al servicio de Dios y de la
patria. Este año marca el 120º aniversario de su nacimiento y el 40º de su
muerte. También se espera su beatificación, que debería haber tenido lugar el 7
de junio de 2020 en Varsovia, pero que ha sido pospuesta debido al Covid-19.
Para profundizar
en la figura del futuro beato, la Brújula Cotidina entrevistó al embajador de
Polonia ante la Santa Sede, Janusz Kotański, historiador y autor de un libro
sobre Wyszyński.
El cardenal Stefan
Wyszyński vivió casi todo el siglo XX, conociendo, como Karol Wojtyła, el
comunismo y el nazismo. ¿Cómo afectó esto a su figura?
Wyszyński fue un
pastor carismático y un hombre de Estado, defensor de la Iglesia y de la nación
polaca, por eso se le llama “Primado del Milenio”. Nos guio a través de los
trágicos años del comunismo, desempeñando el papel de un verdadero interrex, el
hombre de la Providencia para Polonia. Tuvo que lidiar personalmente con el
comunismo soviético ya durante la guerra con la Rusia soviética en 1920.
Afortunadamente, el “Milagro en el Vístula”, o la victoria de los polacos en la
batalla de Varsovia, salvó a Europa de los bolcheviques durante los próximos
veinte años. Wyszyński vio la dimensión espiritual del choque que enfrentó al
cristianismo contra el bolchevismo, en el que Polonia estaba en primera línea,
nuevamente en el papel de Antemurale Christianitatis.
Incluso el Papa
condenó el comunismo...
Sí, Monseñor
Wyszyński acogió con alegría la encíclica Divini Redemptoris, publicada en 1937
por Pío XI. En un artículo destacó: “Su mensaje central es que el comunismo no
se puede conciliar con el catolicismo. (…). Dado que la amenaza del comunismo
se cierne sobre todos y se insinúa en todos los aspectos de la vida, el comunismo
debe combatirse uniendo todas las fuerzas de la sociedad”.
En los años
1939-45 Polonia fue ocupada por los nazis. Pero al final de la guerra el país
no recuperó la independencia porque pasó a formar parte del bloque soviético.
¿Cuál fue el destino de la Iglesia y de Mons. Wyszyński bajo el régimen
comunista?
Primero, ya en
1945 los comunistas polacos abolieron unilateralmente el concordato. La
propaganda del régimen intentó atacar incesantemente a Pío XII. En defensa del
Papa, también se elevó la voz de Wyszyński, obispo de Lublin desde 1946.
Wyszyński actuaba con prudencia, de manera pragmática y, cuando era posible,
trataba de aliviar las tensiones. En 1948 Pío XII lo quiso como arzobispo
metropolitano de Gniezno y Varsovia, es decir, Primado de Polonia. En ese
momento, la Iglesia en toda Europa del Este se encontraba en una situación
trágica con miles de clérigos encarcelados e internados en campos de trabajo.
Los más rebeldes fueron torturados o asesinados en secreto o tras juicios
falsos.
¿Cómo actuaba
Wyszyński en esa situación tan difícil?
El Primado buscó
un posible modus vivendi con el gobierno comunista con el objetivo de hacer
sobrevivir a la Iglesia, salvar al clero y a los fieles y prepararlos para un
enfrentamiento con el régimen totalitario en el futuro. Por este motivo, en
abril de 1950, Mons. Wyszyński firmó un acuerdo con el gobierno comunista.
¿Qué preveía este
acuerdo?
Gracias al
acuerdo, la Iglesia obtuvo algunas garantías: mantenimiento de la enseñanza de
la religión en las escuelas, mantenimiento de las escuelas católicas
existentes, permiso para publicar periódicos católicos, permiso para brindar
asistencia pastoral en hospitales y prisiones. El más importante fue el quinto
párrafo del Acuerdo: “Principio según el cual el Papa es la máxima autoridad de
la Iglesia, en cuanto a las cuestiones de fe, moralidad y jurisdicción
eclesiástica”.
¿El régimen
respetaba el acuerdo?
Lamentablemente
no: en la Constitución de 1952 no se garantizan los derechos de los ciudadanos
creyentes, se cerraron seminarios y noviciados, se multiplicaron las
represiones y las persecuciones. El Primado no cedió y, arriesgando, hizo lo
que pudo. Su nombramiento como cardenal, proclamado por Pío XII en otoño de
1952, lo salvó del arresto.
¿El cardenalato
fortaleció la posición del Primado?
Sin duda que sí,
pero los comunistas siguieron luchando contra la Iglesia: el 9 de febrero de
1953 el régimen emitió un decreto estableciendo que los cargos eclesiásticos
debían ser autorizados por los organismos estatales. De acuerdo con las
intenciones de las autoridades comunistas, esta medida fue para infligir el
golpe fatal a la independencia de la Iglesia en Polonia.
Pero en marzo del
mismo año murió Stalin. ¿Cómo cambió la política de los comunistas polacos?
No cambió, por lo
tanto, el 8 de mayo de 1953, el Episcopado, a instancias de Wyszyński, publicó
un famoso memorial en el que se constató que la situación de la Iglesia en
Polonia empeoraba y se pronunciaron las memorables palabras: “Las cosas de Dios
no se pueden ofrecer sobre los altares de César. ¡Non possumus!”.
¿Cómo reaccionaron
las autoridades comunistas?
Wyszyński era
consciente de que con su postura explícita se arriesgaba a la cárcel o incluso
a la muerte. Y el régimen, después de consultas con el Kremlin, tomó la
decisión de arrestarlo: fue arrestado de noche, el 25 de septiembre de 1953, y
recluido en varias cárceles, en régimen de aislamiento, en pésimas condiciones.
Pero lo soportó todo heroicamente. Durante su encarcelamiento el Primado se
dedicaba a la oración y a la escritura y en esos años redactó el programa de la
Gran Novena antes del milenio del bautismo de Polonia (1966).
Las solicitudes
para liberar al Primado de Polonia se hicieron cada vez más acuciantes y
finalmente Władysław Gomułka, el nuevo primer secretario del Partido Comunista,
tuvo que rendirse: el 28 de octubre, después de tres años de prisión, el card.
Wyszyński regresó a la capital. El Primado intentó llegar a un acuerdo con
Gomułka, pero las diferencias en su forma de concebir la libertad de la Iglesia
y del individuo, esencia de la democracia, eran insuperables.
Pablo VI quería
visitar Polonia en 1966 con motivo del milenio del Bautismo de Polonia...
Sí, pero los
comunistas no permitieron tal viaje...
Durante las
celebraciones del Milenio, el arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyła, siempre
apareció junto al Primado. ¿Cuáles fueron las relaciones entre estas dos
grandes figuras de la Iglesia polaca?
Cabe destacar que
los comunistas intentaron sembrar discordia entre Wyszyński y Wojtyła. Pensaban
que Wojtyla, más joven, activamente comprometido en el “moderno” Concilio
Vaticano II, sería más conciliador. Se equivocaron mucho porque los dos
trabajaron codo a codo, incluso cuando Wojtyła fue nombrado cardenal en 1967.
Y finalmente llegó
el 16 de octubre de 1978. ¿Cómo reaccionó el Primado ante la elección de Karol
Wojtyła como Papa?
Wyszyński dijo
entonces: “¡Fue Nuestra Señora quien lo hizo! ¡Es obra suya!”.
Ya al año
siguiente, Juan Pablo II quiso visitar su Patria, acogido por el Primado. ¿Qué
significó ese viaje para Polonia?
El primer viaje
del Papa a Polonia en junio de 1979 cambió el “rostro” de la tierra polaca. En
esa ocasión, Juan Pablo II definió a Wyszyński como “una persona providencial
para la Iglesia y para el país”. La semilla sembrada por el Papa en su tierra
natal cayó sobre terreno fértil: al año siguiente se fundó el sindicato
“Solidarność” (el primer sindicato libre del bloque soviético), gracias también
al apoyo recibido de los trabajadores por el Primado, porque él consideraba
legítimas las demandas de las libertades civiles y el derecho de asociación. El
cardenal sostuvo a “Solidarność”, pero antes que nada quería una transformación
profunda de la sociedad en un espíritu verdaderamente cristiano.
Wyszyński estaba
vigilando la situación en casa, pero ya estaba muy enfermo. El 3 de mayo,
fiesta de Nuestra Señora, Reina de Polonia, mantuvo una conversación telefónica
con Juan Pablo II. Sus condiciones empeoraron el 13 de mayo porque desde Roma
llegó la aterradora noticia del atentado contra el Papa. Wyszyński murió el 28
de mayo y el Santo Padre, hospitalizado en el Policlínico Gemelli, siguió por
radio el funeral. El Pontífice le rindió honores personalmente con motivo de la
peregrinación a su tierra natal en junio de 1983, diciendo: “Fue un incansable
heraldo de la dignidad de cada hombre y del buen nombre de Polonia entre las
naciones de Europa y del mundo. [...] Rezamos al Rey de los siglos para que no
destruya nada de este profundo fundamento, que le fue dado para establecer en
el alma del Pueblo de Dios en toda la tierra polaca”.
Casi cuarenta años
después de la muerte del Card. Wyszyński, ¿su memoria sigue viva?
Sí, la memoria del
Primado del Milenio sigue viva en Polonia y su culto continúa ininterrumpido.
Yo también, cada vez que estoy en Varsovia, enciendo una vela en su tumba en la
catedral y rezo por la beatificación de este gran pastor de la Iglesia.