Alfa y Omega, 27
de Enero de 2022
David-Maria
Sassoli, expresidente del Parlamento Europeo, falleció el pasado 11 de enero. Sus amigos, Enricco Letta, expresidente del Gobierno
de Italia, y Matteo Maria Zuppi, arzobispo de Bolonia, le han dedicado un
recuerdo tan entrañable como doliente. El uno, desde la sede de la soberanía
nacional. El otro, desde la basílica romana de Santa María de los Ángeles. La
poesía del sacerdote, teólogo y poeta David Maria Turoldo, conocido como la
«conciencia inquieta de la Iglesia» y cuyo nombre llevaba Sassoli, fue el hilo
con el que Letta y Zuppi bordaron sus palabras de despedida.
Sassoli fue un
hombre bueno. Era un ferviente europeísta, un hombre prudente, dialogante, con
una fuerte y bien amueblada conciencia social. Era un católico convencido que
llegó a la vida política con el bagaje de sus años universitarios en la
Federazione Universitaria Cattolica Italiana. Una institución, esta, marcada
por una historia política de lucha democrática contra el fascismo y por la
impronta personal y doctrinal de quien fuera su asistente nacional, Giovani
Battista Montini, el futuro Papa Pablo VI. Su paso por la Associazione
Cristiana Lavoratori Italiana educó, sin lugar a dudas, su profunda conciencia
social. Fue scout en la Associazone Guide e Scouts Cattolici Italiani y
militante de la Azione Cattolica Italiana. O sea, todo un clásico.
Sassoli era
político de convicciones firmes, lo suficientemente flexible como para saber
adaptar los principios a las circunstancias. Una virtud que, como enseñaba el
gran José M.ª García Escudero, está reservada solo a los fuertes de espíritu.
Sassoli
participaba de la herencia democristiana que en Italia asienta sus raíces en el
Partito Popolare Italiano, fundado en 1919 por Dom Sturzo y Alcide De Gasperi.
Su conciencia política se forjó en el humanismo cristiano, el catolicismo
social y la doctrina social de la Iglesia. Defendía la democracia
representativa y la justicia social. Las convicciones políticas que animaban el
compromiso político de Sassoli son tildadas de débiles por quienes luchan para
que el cristianismo acabe convertido en el escabel del pensamiento reaccionario.
¡Así nos va!