POR AGUSTINA SUCRI
La Prensa,
19.06.2022
Aunque los
“expertos del covid” insistan en lo contrario, los barbijos no funcionan. Esto,
en realidad, siempre se supo. Ahora hay cada vez más estudios que lo ratifican.
Y lo peor no es que se ha mentido descaradamente a la población sobre la
protección que brindan frente a un virus respiratorio como el SARS-CoV-2, sino
que lejos de proteger, los barbijos o tapabocas son capaces de causar distintos
tipos de daños. Incluso aumentar la tasa de mortalidad por covid, tal como lo
revelaron dos nuevos estudios.
Los argumentos que
se dieron al momento de levantar la obligatoriedad del uso de barbijos en
algunos puntos del país son tan equivocados como la supuesta protección que
dijeron que conferían frente al SARS-CoV-2. Así lo hace notar el periodista
Scott Morefield en una reciente columna publicada en el sitio Townhall, en la
que escribe: “Si sus dirigentes se han esforzado por aclarar que los mandatos
de los barbijos sólo se han levantado porque las tasas de covid han bajado o
incluso porque las últimas variaciones del virus se han vuelto menos mortales,
están pasando por alto a propósito el panorama general y se aferran astutamente
al pretexto que invitará a la locura de volver en cualquier momento: que los
barbijos ‘funcionan’ para detener o frenar la propagación de los virus
respiratorios altamente contagiosos”.
Tal como lo
manifiesta también Ian Miller, autor del libro "Desenmascarado: el fracaso
global de los mandatos de los barbijos ante el covid", las inexactitudes
difundidas por los "expertos" y sus aliados en los medios de
comunicación han calado permanentemente en una parte importante de la
población, que se rehúsa a dejar de usarlos aunque ya no exista obligación de
hacerlo y aunque la evidencia científica les demuestre que no hacen la
diferencia o -incluso peor- que son perjudiciales.
"La creencia
en el poder y la eficacia de los barbijos se ha convertido en una religión de
facto para estos locos del culto, y están deseando que llegue la próxima
oportunidad para imponer su ‘fe’ al resto de nosotros”, remarca Morefield,
quien agrega: “Si crees que estoy exagerando, considera que los Centros para el
Control de Enfermedades (CDC) acaban de recomendar de nuevo el uso de barbijos
al viajar, basándose en la propagación de... la viruela del mono” (un virus que
hasta ahora se ha propagado principalmente en los clubes nocturnos gay a través
del contacto directo con las pústulas abiertas de las personas infectadas).
Para Morefield, la
insistencia descarada en que los barbijos "funcionan" se ha
convertido en una de las mentiras más insensatas y perversas de toda la
historia de la humanidad. “No sólo creó una falsa sensación de seguridad que,
sin duda, dio lugar a más infecciones de las que se habrían producido de otro
modo, sino que también provocó años de retrasos en el habla y el desarrollo de
los niños, trastornos incalculables en la cohesión de la sociedad, millones de
toneladas de residuos médicos inútiles y sin sentido en nuestros océanos y
vertederos, problemas psicológicos masivos en innumerables personas que todavía
se embarbijan en los lugares y situaciones más absurdos hasta el día de hoy, e
incluso daños médicos reales que se están descubriendo”.
Basándose
únicamente en el sentido común, Morefield se pregunta: “Si los barbijos o la
obligatoriedad de uso de barbijo funcionaran, ¿no veríamos ya pruebas
contundentes de ello, más de dos años después? Si hubiera tales pruebas, ¿no
estarían los poderes fácticos gritándolo a los cuatro vientos? En lugar de
ello, han estado bastante callados debido a gráficos como los que utilizan los
propios datos de los CDC para comparar la propagación del covid en los condados
que tenían mandatos de uso de barbijo frente a los que no los tenían. ¿El
resultado? Ninguna diferencia discernible”.
Morfield se alegra
de que la marea esté cambiando, ya que se están llevando a cabo y publicando
investigaciones y datos clave “que siguen poniendo una estaca en el corazón del
embarbijamiento forzado”.
Como ejemplo, cita
un estudio de la Universidad de Louisville publicado en mayo de 2021 que
descubrió que la obligatoriedad de uso de barbijo y el mayor cumplimiento
resultante de ella "no predijeron tasas de crecimiento más bajas cuando la
propagación en la comunidad era baja (mínima) o alta (máxima)". El
estudio, que utilizó datos de los CDC a lo largo de varias temporadas,
descubrió que el uso de mascarillas y los mandatos "no están asociados con
una menor propagación del SARS-CoV-2 entre los estados de EE.UU".
Tampoco en las
escuelas la utilización de barbijos es útil. En ese sentido, Morefield menciona
la investigación de Ambarish Chandra, de la Universidad de Toronto, y la Dra.
Tracy Hoeg, de la Universidad de California, publicada en The Lancet bajo el
título: "Revisión de los casos pediátricos de covid-19 en condados con y
sin requisitos de barbijo escolar-Estados Unidos, del 1 de julio al 20 de
octubre de 2021". En los resultados de ese estudio, las autoras concluyen
que “no hay relación significativa entre los mandatos de barbijos y las tasas
de casos".
Según señala
Morefield, más preocupante todavía es que la evidencia emergente confirma lo
que muchos de nosotros sospechamos todo el tiempo: la posibilidad de que los
barbijos pudieran estar dañando activamente a la gente. Como ejemplo, apunta al
estudio observacional publicado en febrero último en la revista ‘Medicine’, en
la que se comparan las tasas de mortalidad por covid-19 en los condados de
Kansas durante el punto álgido de la pandemia en 2020. Titulado "El efecto
Foegen: Un mecanismo por el que los barbijos contribuyen a la tasa de
mortalidad por covid-19", el trabajo liderado por el médico alemán
Zacharias Fögen, analizó "si el uso obligatorio de barbijo influía en la
tasa de mortalidad en Kansas".
La conclusión más
importante del documento es la siguiente: "... en contra de la idea
aceptada de que mueren menos personas porque las tasas de infección se reducen
gracias a los barbijos, esto no fue así... Los resultados de este estudio
sugieren firmemente que los mandatos de los barbijos causaron en realidad
alrededor de 1,5 veces el número de muertes o un ~50% más de muertes en
comparación con la ausencia de mandatos de barbijos".
El estudio teorizó
que el llamado "efecto Foegen", por el que las gotas hipercondensadas
atrapadas por los barbijos se vuelven a inhalar y se introducen más
profundamente en las vías respiratorias, podría ser el responsable del aumento
de la tasa de mortalidad por covid.
Morefield también
cita otro estudio revisado por pares, publicado en abril en la revista Cureus,
en el cual se comparó el uso de barbijos en toda Europa durante la pandemia y
no se encontró ninguna correlación negativa entre el uso de barbijos y los
casos y muertes por covid-19. Esa investigación admitió haber encontrado una
"correlación positiva moderada entre el uso de barbijos y las muertes en
Europa Occidental", lo que "sugiere que el uso universal de los barbijos
puede haber tenido consecuencias perjudiciales no deseadas".
El periodista
interpela: ¿Por qué no hay tasas de mortalidad e infección discerniblemente más
bajas en los lugares que se embarbijaron durante años frente a los que apenas
hicieron nada? “No las hay, porque esto ha sido un gigantesco castillo de
naipes que sigue cayendo. Asegurémonos de que no se vuelva a construir”,
finaliza.
¿CUESTION
IDEOLÓGICA?
Por su parte,
Miller considera que, en el fondo, el debate sobre los barbijos gira en torno a
la ideología. En ese sentido, recuerda que durante años los
"expertos" han criticado la importancia de los barbijos y se han
reído literalmente de las sugerencias de que pudieran suponer una diferencia
significativa. “La ideología y el pensamiento de grupo se han convertido en
algo tan importante y omnipresente entre los ‘expertos’ que abandonan
fácilmente sus posiciones previamente declaradas para ajustarse a lo que se
espera de ellos políticamente”, remarca.
Miller asegura que
cuando no había presiones ni tribalismo en relación con las intervenciones
conductuales, los ‘expertos’ eran honestos a la hora de embarbijar. “Ahora ha
sido sistemáticamente lo contrario. Y la investigación adicional confirma que
sus afirmaciones previas al tribalismo eran correctas. Lejos de ‘la ciencia’,
cambiante, sus acciones post-covid se explican por la señalización política y
la mentira para satisfacer sus necesidades”, enfatiza.
El autor de
"Desenmascarado: el fracaso global de los mandatos de los barbijos ante el
covid" resalta que la ciencia real siempre ha confirmado que los barbijos
no sirven para detener la transmisión de los virus respiratorios. “Sin embargo,
los expertos, los medios de comunicación y los políticos de todo el mundo
entraron en pánico e impusieron el uso de barbijos a la población. Hicimos el
experimento, probamos los barbijos en todas partes. Y todas las pruebas
disponibles siguen confirmando que no funcionan”, escribe.
Por eso, Miller
sentencia que las jurisdicciones y los distritos escolares que siguen
imponiendo el uso de barbijo basándose en la desinformación y el miedo están
participando en un teatro vergonzoso. “Los ‘expertos’ que siguen impulsando el
uso de barbijo permanente son peligrosos, incompetentes o intelectualmente
deshonestos. Por mucho que lo sigan intentando, todas las pruebas demuestran
que no importa cuántas personas lleven barbijo, realmente no consiguen nada”,
concluye.