En una época
donde se encuentra tan desprestigiada la política, conviene insistir en la
necesidad de la misma, en toda sociedad civilizada, como la actividad destinada
a seleccionar a los dirigentes que deberán ejercer las funciones
gubernamentales. Los ciudadanos, de acuerdo a sus preferencias, optarán por
quienes los representen mejor, procurando apoyar a los más capacitados y
honestos.
La política es
una vocación, pero, como advertía Aristóteles: En todas las ciencias y artes el fin es un bien; por lo tanto, el mayor
y más excelente será el de la suprema entre todas, y esta es la disciplina
política; y el bien político es la justicia, que consiste en lo conveniente
para la comunidad.
Agregaba
después: siempre que un individuo sea
mejor en virtud y en capacidad para realizar las mejores acciones, será bueno
seguirlo y obedeceré; pero debe tener no sólo virtud, sino capacidad de
ejecución. (1)
Mucho más cerca
en el tiempo, la última encíclica social, del 2020, resume la doctrina de la
Iglesia: “Una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima
vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el
bien común”. (2)
Un artículo de
la fecha (3), escrito por el periodista Roberto Battaglino, nos ayuda a
fijarnos en uno de los buenos políticos de nuestra provincia, fundador de un
partido y varias veces legislador, destacado por su conducta intachable, y que
se expresa con precisión y valentía en defensa del interés público.
Y mientras las miradas se posan en la Corte y la renovación parcial de
esta en la era Milei, el Tribunal Superior de Justicia fue apuntado en las
últimas horas por una denuncia del líder de Encuentro Vecinal Córdoba, Aurelio
García Elorrio, quien dice haber tomado conocimiento de un pedido millonario de
coima por parte de altos funcionarios judiciales a Schiaretti para que el TSJ
frenara la investigación del caso Odebrecht y la contratación de los gasoductos
troncales en la provincia.
El exlegislador alude a una votación en la cual el Tribunal Superior
denegó a la asociación civil Asoma la posibilidad de ser querellante y, de este
modo, que avanzaran en Córdoba las causas vinculadas con aquel mega escándalo
regional de la firma brasileña.
No son casuales, tampoco, las alusiones de García Elorrio, porque al
reflotar Asoma, recuerda el trío que compartía con sus pares Liliana Montero y
Juan Pablo Quinteros, quienes pasaron de denunciantes de corrupción a ministros
de la actual gestión provincial.
( 1) Aristóteles. “Política”; Centro de Estudios
Constitucionales, 1983, pp. 90 y 116.
( 2) Francisco. “Fratelli tuti”; p. 180.
( 3) ”Llaryora avala a Lijo con claves hacia la política
cordobesa”; La Voz, 23-8-2024.