mamma mia II
Alberto Buela (*)
Varios amigos de Europa y algunos de acá me
pidieron que me ocupe del Papa Francisco y de su última encíclica. Y lo voy a
hacer en forma telegráfica porque me parece un gran perdedero de tiempo.
En Fratelli tutti el Papa no habla como tal ni
a los católicos en particular sino que lo hace como un “operador o agente
político” a la progresía mundialista.
Su propuesta es la de un idealismo mundialista
infantil en donde se destaca la insustancialidad de su mensaje mechado por
frases hechas de la ilustración francesa como igualdad, libertad y fraternidad.
Es, claramente, un mensaje no católico sino más
bien globalista ilustrado con frases del Evangelio tomadas ad hoc.
Cuando Francisco asumió, nosotros que lo
conocemos “de naranjo” como gustaba decir Perón, escribimos: un Papa argentino: mamma mia. En donde
afirmábamos que como nadie puede dar lo que no tiene, Francisco que es más un
“rosquero político” que un teólogo solo va a hacer política y no teología
católica. Está incapacitado para recuperar la sacralidad perdida de la Iglesia.
Es que él mismo forma parte de la gigantesca desacralización, que viene del
Vaticano I y se continuó con el II.
Y, dicho y hecho. Lo que viene haciendo hasta
ahora es política. Así pues, pedirle
precisiones teológicas es como pedirle peras al olmo, porque no las sabe, no la
tiene, no las estudió. No llega ni a hereje porque no tiene conciencia de la
herejía.
Meterse en la tarea de criticarlo es un “gran
perdedero de tiempo” porque en su insustancialidad intelectual es un colchón
que absorbe los golpes y no pasa nada.
Y como en la vida solo hay tiempo para leer
libros buenos (Castellani), lo mejor es dejarlo que haga su vida y nosotros la
nuestra. Total la Iglesia tiene palabra de vida eterna y seguro que él, lo
sucederá otro que arregle los zafarranchos que viene haciendo durante su
papado.
Lo único que sugiero es que no lo tomen en
serio, pues en el fondo es el prototipo del argentino hijo de gringos que se
quedó en Buenos Aires en lugar de ir a laburar la tierra al interior. Un tanito
canfinflero y farabute.