lunes, 30 de noviembre de 2020

LA EDUCACIÓN DURANTE EL FRANQUISMO

 


En un artículo reciente, publicado en un periódico español de izquierda (1), se describe el tipo de educación que regía durante el gobierno de Franco:

 

"...el alto nivel de analfabetismo en la España de los años 50 y la falta de escuelas y maestros para erradicarlo. Entre las mujeres el analfabetismo fue todavía mayor que en los hombres.

La escuela tenía que estar impregnada por el espíritu religioso. Los maestros fundamentaban la acción educadora en su vida religiosa personal. Los alumnos debían tener hábitos morales y sentimientos religiosos. ¡Cómo no iba a estar satisfecha la Iglesia con tales orientaciones, que no tenían nada de científicas!

Si pasamos a los contenidos del “Cuestionario” se establecieron para su enseñanza en Primaria materias como Catecismo, Historia Sagrada, Liturgia, Prácticas religiosas, Formación Moral y Doctrina Social de la Iglesia, entre otras.

Algo simbólico, pero fundamental, era que la bandera ondeaba en escuelas y colegios durante las horas de clase. Literatura religiosa (vidas de santos y personas civiles ejemplares) se encontraba bien surtida en la escuela, pero escaseaban los libros escolares para enseñar. Títulos como El pueblo de Dios, España es así, Héroes, Isabel y Fernando, etc."

 

(1) El modelo educativo franquista, Por Julián Arroyo Pomeda, Diario16  - 25/11/2020

 

viernes, 27 de noviembre de 2020

REDUCIR LAS EMISIONES ANTRÓPICAS

 

 


DE CO2 NO TIENE EFECTO SOBRE EL CLIMA, POR LO QUE ES INÚTIL

Observatorio Van Thuan, 27-11-20

 

Publicamos un extracto del ensayo del científico brasileño Luiz Carlos Molion presente en el XII Informe sobre la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo del Observatorio Cardenal Van Thuân con el título “Calentamiento global antrópico: ¿realidad o estafa? (págs. 47-62).

 

*****

No hay duda de que el CO2 calienta la atmósfera. Pero su concentración actual es tan pequeña, con una masa muy pequeña, 400 ppmV [= 0,04%], que es imposible medir su contribución al calentamiento del aire. Es el aire [mezcla de gases, principalmente N2 + O2 + aire] el que se calienta en su conjunto e irradia IV térmica a la superficie terrestre.

Como se indicó anteriormente, si la concentración de CO2 se duplica para fines de este siglo, como proclama el IPCC [escenario RCP8.5], su efecto seguirá siendo insignificante. En otras palabras, bajo la [ridícula] hipótesis de eliminar todo el CO2 de la atmósfera, la temperatura del aire en la superficie de la Tierra sería similar a la actual.

Además, el CO2 no es un gas tóxico ni venenoso, el CO2 es el gas de la vida. Las plantas necesitan CO2 para realizar la fotosíntesis y con concentraciones por debajo de 200 ppmV, la mayoría de las plantas no lo hacen y mueren. Por tanto, cuanto mayor sea la concentración de CO2, mayor será el beneficio para la Tierra y sus habitantes.

La frase que a menudo escuchan políticos, burócratas y aspirantes a ambientalistas "debemos reducir las emisiones de CO2 durante el año para evitar que el mundo se caliente más allá de los 2 ° C", no tiene sentido. El "límite de 2 ° C" fue inventado por Hans "John" Schellenhuber, director del Instituto de Impactos Climáticos [IPK], Potsdam, Alemania, [miembro de la Pontificia Academia de Ciencia] sin ninguna prueba científica. ¡Sacó este valor del "sombrero de copa"!

Como se mencionó anteriormente, el clima global ya ha sido más cálido en el pasado y no ha sucedido nada catastrófico. Lamentablemente, el citado investigador fue asesor del Papa Francisco en temas climáticos en la elaboración de la encíclica Laudato Si ', que contiene varios párrafos en los que se afirma que el hombre está calentando el mundo con sus emisiones de CO2, provocando la aumento del nivel del mar, fusión de los polos, aumento de los fenómenos meteorológicos extremos y todo ello sin evidencia científica [véase Laudato Si, capítulo 1, "El clima como bien común", párrafos 23 a 26].

Declaraciones similares también se encuentran en el Instrumentum Laboris del Sínodo Panamazónico, particularmente en los puntos 9, 16 y 54. Estos documentos brindan más munición a los alarmistas climáticos y ambientalistas fanáticos.

En resumen, la concentración de CO2 en la atmósfera no determina el clima global. La atmósfera no "crea" energía para calentar el planeta, solo ralentiza la pérdida de infrarrojos térmicos, emitidos desde la superficie al espacio. Reducir las emisiones antropogénicas de CO2 sería inútil ya que no tendría ningún efecto sobre el clima.

Covid-19 es un ejemplo de esto. Ha habido una reducción significativa en las actividades industriales y de transporte debido a la reducción de la movilidad de las personas durante la pandemia, lo que resultó en una reducción de las emisiones, pero aún no ha habido ningún impacto en la concentración de CO2. Al mismo tiempo, los protocolos destinados a reducir las emisiones antropogénicas de CO2, como el Protocolo de Kioto [1997] y el Acuerdo Climático de París [2015], no tendrán ningún efecto, ya que el CO2 no determina el clima global.

Poco después de la promulgación del último acuerdo, Bjorn Lomborg declaró que si todas las contribuciones nacionales prometidas se mantienen fielmente hasta 2030 y continúan durante otros 70 años después de 2030, la reducción total de la temperatura global lograda por el Acuerdo de París será 0 ,17 ° C en 2100.

Por otro lado, los combustibles fósiles [petróleo, carbón, gas natural] son ​​responsables del 85% de la producción eléctrica mundial. Reducir las emisiones antropogénicas de CO2 significa generar menos electricidad y obstaculizar el desarrollo de los países subdesarrollados, aumentando la pobreza y la desigualdad social en el mundo.

 

 

 

 

miércoles, 25 de noviembre de 2020

ALBERTO BUELA O LA CONSUMACIÓN DE "NUESTRA AMÉRICA"

 


 

Prólogo al libro “Identidad y lenguaje”

 

Por Eduardo Arroyo (24.11.2020)

 

 

Nunca he entendido por qué Alberto Buela se define como “eterno comenzante” porque muchos tenemos la sensación de encontrarnos bastante detrás de él. ¿Qué seremos nosotros entonces? ¿También eternos comenzantes? Desde luego no podemos ser lo mismo. En los libros de Buela uno siempre aprende algo, algo que no se lee en otros sitios. Por eso: por edad y saber, creo que bien puede contarse entre los maestros de varias generaciones de jóvenes y de no tan jóvenes.

 

En este caso, Buela nos presenta esta pequeña obra titulada “Identidad y lenguaje”. El asunto no es baladí y quien espere encontrar una defensa exacerbada de un idioma sin más se equivoca porque el asunto va mucho más allá. El opúsculo que presentamos tiene, a mi entender, tres partes diferenciadas: Primero, Buela expone la alienación y postración de los países de “nuestra América”, hoy condenadas a la irrelevancia; segundo, explica qué debe entenderse por identidad y cómo la identidad se ajusta mucho más al pluriverso real y efectivo, antes que al “one-world” de los ideólogos globalistas. Por último, lanza una idea fuerza: “nuestra América” como “katechón”, como muro de contención frente al proyecto globalista.

 

Estas tres partes del opúsculo están transidas de idioma español en calidad de patrimonio de esa América desposeída. Por ejemplo, y para empezar, “nuestra América” es víctima de la neolengua global y por eso los medios de comunicación obligan a algunos americanos a definirse como “latinoaméricos”. Después viene el ninguneo: el español no sirve para la ciencia ni para la técnica, dicen. Tampoco es apto para la nueva civilización tecnocrática que, claro está, es la única posible. Además el español es, no el primero, sino el segundo o incluso el cuarto idioma más hablado en el mundo.

 

Buela constata con amargura que son pocas o inexistentes las órdenes de relevancia en política internacional que han sido cursadas en español. Esta situación es insoportable para una inteligencia auténticamente nacional como la del autor y por ello emprende una defensa, decidida y contundente, de la lengua española. Así, presenta datos que demuestran la pujanza sobre el inglés en cuanto al número de hablantes. Su defensa pone a cada uno en su sitio: “En este campo específico estamos rodeados de un hato de ineptos. Ineptos que como el ‘rey cazador de elefantes’ sostienen en la última cumbre Iberoamericana de Cádiz que somos cuatrocientos millones los hispano parlantes o como las autoridades del Instituto Cervantes que sostienen que somos 450 millones de castellano hablantes en el mundo y, para colmo de errores, que es la segunda lengua después del inglés: stultorum infinitus numerus est”.

 

Como se ve, Buela defiende en primer lugar cómo se dicen las cosas y quiere que le sean reconocidos al español sus derechos y su preeminencia. Pero Buela no es un defensor sin más del modo en que se dicen las cosas, una actitud que quedaría inmediatamente impugnada por el hecho palmario de que todos los días el poder que rige en España -y en América no es diferente- dicta leyes y afirma cosas letales para el conjunto del pueblo, leyes, normas y decisiones que minan y socavan nuestra identidad, nuestra historia y nuestro mismísimo derecho a estar en el mundo. De ahí que nuestro autor afirme en estas páginas un sugestivo proyecto para devolver su ser a esa hispanidad postergada. ¿Qué significa esto?

 

Por “azares llenos de sentido”, que diría Nietzsche, recientemente han visto la luz dos entrevistas de dos personajes separados por mundos distintos y biografías así mismo diferentes. La primera es del propio Buela y ha sido realizada por Jorge Fontevecchia, cofundador de Editorial Perfil y director ejecutivo de “Perfil Network”. La entrevista ha aparecido en www.perfil.com, fechada el 7 de febrero de 2020.

El agudo entrevistador formula a nuestro autor una pregunta final: “¿Qué sensación le produce lo que hoy está viviendo la Argentina y qué consejo o mensaje podría darles a los lectores?”.

 

Alberto Buela responde: “Primero, una sensación de tristeza. Nací en un país en el que éramos contenidos por la comunidad. Tengo 72 años, estoy criado mitad en la ciudad, mitad en el campo. Nací en Parque Patricios pero a los dos días me moría y mi padre hizo un cajoncito y me llevaron a Magdalena, donde estaba toda mi familia, de modo tal que nací allá de hecho. Me crie, teníamos el colegio, el club Huracán, estaba la parroquia de San Bartolomé en Chiclana y Boedo. Teníamos muchas organizaciones que nos contenían; éramos una familia humilde. Iba a la pileta de calle Pepirí, me expresaba como nadador. En el club Huracán jugaba a la pelota o al frontón, que también me gustaba. En la parroquia hacíamos campamentos. En la escuela estudiábamos. En la poliomielitis todos los vecinos salieron a pintar los árboles con cal.

 

Nací en una comunidad. Nací en una polis. Y produjimos algo extraordinario: así como los griegos pasaron de las tribus a las polis, esto lo dice Platón en el último libro de las leyes: “La diferencia con los bárbaros es que nosotros tenemos polis y ellos no. Y tenemos un sistema de leyes por el cual Sócrates dice, ante la opción de escapar de la cicuta: ‘La ley es mi madre y mi partera’. Argentina logró un milagro extraordinario, aparte de tener a Lionel Messi y a Diego Maradona. Nací en una polis y voy a morir en una tribu.

 

Tenemos las tribus de los abortistas, de los antiabortistas; las de los terraplanistas, de los subsidiados, de las madres, de los hijos, de los primos, de los indios. Se quebró la idea de pueblo como mayoría. Hicimos lo contrario de los griegos”.

¿Esto que percibe Alberto Buela, esta desintegración paulatina de la comunidad, es un fenómeno local argentino? La respuesta es decididamente “no”. Con fecha 2 de noviembre de 2020, la revista “Modern Age”, en su número de otoño de este año, ha publicado una entrevista de Atilla Sulker al ideólogo “paleoconservador” estadounidense Pat Buchanan, el denominado en aquél país como “profeta del populismo”. 
 
Pregunta el entrevistador: “Usted ha mencionado el capitalismo democrático. Quería preguntarle un poco acerca de esto ya que hablamos del asunto. ¿Qué le parece esta concepción del capitalismo al estilo de Ayn Rand, ese hiper-individualismo y como lo distingue usted de un orden económico de libre mercado más tradicional?”. Buchanan responde: “Bueno, Ayn Rand [tenía] una visión ultra-libertaria del mundo y de la sociedad y de cómo debería funcionar el mundo. No lo comparto en absoluto. Soy mucho más tradicionalista. Tengo las doctrinas sociales de la Iglesia Católica, donde somos básicamente una comunidad: las personas se cuidan unas a otras y tenemos obligaciones entre nosotros. 
 
Somos una comunidad que trabaja en conjunto en lugar de este hiperindividualismo. La familia, la comunidad, el país, el vecindario, la iglesia y todas estas cosas son importantes para mí. Y no lo son para algunos de los que adoran en el altar del capitalismo sin adornos o sin inhibiciones. Así que nunca fui de esa tribu. Y siempre he sentido simpatía por los sindicatos y la acción colectiva de la gente para hacer que la sociedad sea más justa y equitativa. Eso siempre me atrajo, y realmente me afectó cuando viajé por el país en 1990 y 1991, viendo cómo todas estas fábricas y empresas cerraban y se mudaban al extranjero, se perdían puestos de trabajo, se despedían personas y las familias pasaban por condiciones infernales.
 

La economía debe estar estructurada para unir a las personas y hacer que las personas confíen entre sí y se apoyen unos en otros. Una vez más, la idea del individualismo o de estas instituciones corporativas que no tienen lealtad o lealtad a nada más que al fondo, eso nunca me atrajo”.

Como Buela, Buchanan, al final de la entrevista afirma: “cuando se da una situación en la que no hay base religiosa para tu comunidad, cuando tampoco la comunidad tiene una base moral sobre la que todos están de acuerdo y cuando estás en desacuerdo acerca de la mayoría de cuestiones básicas, entonces dejas de tener un país; más bien tienes un centro comercial lleno de gente de diferentes creencias, culturas y todo lo demás”.

 

Es llamativa esta coincidencia en cuanto al fenómeno paulatino de la desintegración de comunidades humanas y es precisamente su diagnóstico el que hace posible en nuestro tiempo que muchas veces estemos más cerca, por visión de la vida y del mundo, de una persona que ni siquiera habla nuestro idioma que de nuestros propios compatriotas envenenados de modernidad.

 

Pero volvamos a nuestro autor. Está claro que es importante en qué idioma habla uno -el cómo- pero también lo que se dice en él -el qué-, para estar en el mundo. De ahí que Buela lamente la falta de relevancia política del idioma de “nuestra América”. Y precisamente por esto llega la parte más sugestiva y remuneradora del presente trabajo: por su peso específico y su pujanza el idioma español y las comunidades que lo hablan están llamados a recuperarse a sí mismos, a salir del estado de alienación en el que se encuentran de un modo desafiante y esperanzador.

 

Buela enseña que el fundamento de todo hacer político en el mundo es un “arcano”, pero no en el sentido del secreto casi imposible de conocer, sino en el de “principio” u “origen”. Así, frente al embate destructor y desintegrador del mundo actual, el idioma español, su pluriverso hispano, debe alzarse como valladar infranqueable. Como era de esperar Buela nos remite al concepto paulino de “katechon”: un impedimento o dique de contención frente a las potencias del caos que también tienen un arcano aunque siniestro. Ese “katechon” debe expresarse en español porque solo el español tiene el peso específico planetario para contrarrestar esa lengua franca de un inglés empobrecido que el capitalismo quiere imponer en todo el orbe. Es este un idioma español dueño de sí, no alienado y que sabe lo que quiere y, sobre todo, lo que no quiere.

 

Pero es importante precisar que Buela no quiere hacer del español un mero hijo contestatario de la respuesta a la globalización. En realidad, va mucho más allá porque el “katechon” hispano, una idea metapolítica nacida del “arcano”, queda fundamentada según nuestro autor en el símbolo solar de Nuestra Señora de Guadalupe: “Suramérica forma parte de un espacio cultural mayor que es Iberoamérica; esto es, los pueblos que van desde el Río Grande hasta Tierra del Fuego. Y este espacio tiene un singular destino escatológico que está dado por el esplendor solar de la Virgen Morena de Guadalupe”.

 

Recordando a Primo Siena, ilustre discípulo del filósofo Silvano Panunzio, nuestro autor destaca que, en la advocación de la Virgen de Guadalupe, “la imagen de Nuestra Señora aparece encinta como lo fue en el oculto viaje hacia Belén narrado por los evangelistas, o como resulta del maravilloso cuadro solar, presentido en el Apocalipsis por el discípulo predilecto”. Es fácil ver aquí el camino de esperanza y renovación que plantea esta simbología; no por nada se denomina en español al embarazo como “estado de buena esperanza”.

 

Esta esperanza, hay que recalcar que no es meramente política, ni siquiera solo metapolítica porque alcanza también lo personal desde el momento en que el mensaje cristiano, que interpela al corazón de cada hombre, irradia también un proyecto histórico de singulares características. La propuesta de Buela tiene por tanto un destino en el que cada uno puede redimir su vida haciendo de ella misma un verdadero “katechon” personal. Como Russell Kirk, nuestro autor sabe que la pregunta por lo político es en realidad una pregunta por el sentido de la vida humana. De ahí que quiera encaminar los senderos de “nuestros americanos” hacia las más altas cumbres, hacia una consumación gloriosa.

 

Por todo esto, la propuesta de Alberto Buela, con su “katechon” hispano contra los reyes del dinero y del “one-world”, supone en realidad una consumación de “nuestra América”, de “Las Españas”, lanzadas otra vez por las sendas de la historia, por un nuevo camino en el que el idioma común servirá a un destino auténticamente metapolítico, libre y señor de su verdadera identidad, al servicio de ese Dios que impulsó la epopeya evangelizadora en América.

Que el lector juzgue por sí mismo si este pequeño opúsculo no contiene en sí la semilla de algo verdaderamente grandioso.

 

 

 

 

 

lunes, 23 de noviembre de 2020

COMO VACUNAS QUE MATAN

 


(Criminalidad de la “ley”)

Por Héctor H. Hernández[1]

           

Se supone que las vacunas y remedios sanan o previenen y que, si matan o contagian o empeoran o no pasa nada, no sirven y hay que quemarlos.  

            El derecho

            Un razonamiento semejante se hace en Derecho cuando se habla de la inconstitucionalidad por falta de razonabilidad; que los medios establecidos por las leyes sean idóneos al fin propuesto (suponiendo el fin recto). El jurista Juan Francisco Linares, clásico estudioso del tema entre nosotros, da un ejemplo que repite Carlos Cossio. Si una ley dispone la clausura de los teatros por una epidemia de paludismo, es inconstitucional porque esta enfermedad no se contagia con aglomeraciones; el medio dañoso (cerrar locales) no conduce al fin (evitar el contagio). No vale. En cambio, es válido cerrarlos para evitar el cólera, que sí se contagiaría de ese modo. Válida.

            Una no medicina que no cura una no enfermedad

La aceptación universal de esta tesis muestra que es un dogma jurídico que las leyes no pueden disponer cualquier cosa, aunque sean sancionadas por el poderoso o por la mayoría poderosa.

Siendo que el embarazo no es de ninguna manera una enfermedad; y que no hay indicación médica que mande matar al hijo, el medio no sirve para ningún fin confesable. Esta doctrina se aplica a la norma que nuestro gobierno socialista propicia para matar argentinitos. Nulidad. Se habla también técnicamente de “inconstitucionalidad por violación de la defensa en juicio substancial”.

            Daño seguro

            En el aborto seguro, es claro que es seguro que muere uno seguro, el pibe aniquilado seguro con total seguridad. Pero si “sale mal”, como dice perogrullando Roberto Castellano, la cifra se suele duplicar y mueren dos. Esto es inhumano y actualmente, sin la ley y contra la ley, sobre datos oficiales se calcula que mueren al año 123.107 argentinitos invocando el criminal fallo conocido como FAL y los ilegales Protocolos ILE, que son recontrailegales. Mejor es no matar; me corrijo, nunca se puede matar a un inocente.  

            Y encima la novedad de una enfermedad nueva 

            Pero he aquí que en muchos de estos casos no sólo se produce un mal o dos y no sólo no se gana nada, sino que encima se producen nuevas desgracias.

En el citado fallo FAL el Comité de Ética y el Jefe de Tocoginecología del Hospital de Rawson dictaminaron que era más seguro parir que abortar y más riesgoso abortar que parir; pero los jueces criminales mataron igual, y antes de que hubiera sentencia firme. Una investigación en el Estado de California concluyó que las mujeres que abortaron tenían el doble de posibilidades de morir en el acto, respecto de las que parieron. En Finlandia se estudió la proporción de suicidios entre mujeres que mataron a su hijo y mujeres que parieron, registrándose 34 en las primeras y 5 en las segundas. Más graves son las consecuencias cuando abortan con píldoras, porque alcanzaron a ver a su hijo en sangre.  

Incluso la tristemente célebre IPPF, Planned Parenthood Federation of America, no sólo reconocía que abortar es matar un niño (“abortion is kill the life of a baby”), sino que es “peligroso para tu vida y tu salud”, y que “te puede hacer estéril”. (Agente de IPPF en Argentina es la Fundación Huésped, presidida por el Dr. Pedro Cahn, funcionario del actual gobierno socialista ateo, y las senadoras Elías de Pérez, Olga Brizuela y Gloria de Daca  probaron en 2018 en Senadores que él y otros disertantes abortistas se vinculan a ella).

            Un crimen con enfermedad propia

Es algo ya estudiado y sus síntomas clasificados: síndrome post-aborto. “Trastorno por estrés postraumático ante el impacto y percepción de reacciones físicas y emocionales debidas al trauma del aborto”. Sacerdotes católicos refieren que quienes abortaron suelen confesar una y mil veces la falta, creyendo que Dios no las perdona, y hasta hay un tratamiento religioso (“pastoral”) del tema. (Cfr. Jorge María Randle, Ante corazones rotos. Una propuesta pastoral para la sanación post-aborto, Katejon, 2019). Ante una mujer embarazada se recuerda el hijo que no está; hay depresión, ansiedad, pesadillas, dolor abdominal en el aniversario, abuso de drogas y alcohol e intentos de suicidio.  Se vive lo que sucedió como lo que es: la pérdida, por propia decisión, de un ser humano con el cual se han creado ya vínculos afectivos.

Aunque nunca se puede asesinar o autorizar el asesinato de un inocente; aunque se admita el absurdo moral de que el fin justifique los medios, se ve que aquí no hay ninguna racionalidad.

El Derecho no ampara, por falta de razonabilidad constitucional, una norma que tiende a producir el problema del hijo que se sacó del útero pero que no se pudo sacar de la cabeza y del corazón de la mujer. Porque como dijo el prócer Jéròme Lejeune, “un niño pesa más en la conciencia que en los brazos”.

 



[1] Autor de los libros Salvar vidas con el derecho penal (Testimonio de un Defensor) (Círculo Rojo, Buenos Aires, 2018); “No matar…” El fallo FAL y el Exterminio; y Gesta de Dios por los argentinos (Preguntas y respuestas sobre el homicidio prenatal desatado) (los dos últimos Escipion, Mendoza, 2020). En ambos libros se justifican las tesis aquí defendidas.

domingo, 22 de noviembre de 2020

LA MITAD DE LOS SALARIOS

 

 


del sector formal de la economía argentina están por debajo de la línea de pobreza, dice un informe del Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina (Idesa), en base a datos difundidos durante la última semana por el Indec.

Infobae, 22 de Noviembre de 2020

 

 

“La línea de pobreza se acerca al nivel medio de los salarios que pagan las empresas formales; esto significa que mucha gente, aun teniendo un empleo privado registrado, no logra salir de la pobreza”, señaló este centro de estudios privado vinculado al ministro de Finanzas de Córdoba, Osvaldo Giordano.

 

Esta semana el Indec difundió los valores de las Canasta Básica Total (que mide la línea de pobreza) y Canasta Básica Alimentaria (que mide la línea de indigencia). Según la agencia estadística oficial, que dirige el economista Marco Lavagna, durante el mes de octubre la línea de pobreza para una familia de cuatro miembros fue de $ 49.912 y la línea de indigencia para la misma familia-tipo fue de $ 20.710 mensuales. La aceleración de la inflación está detrás del rápido aumento de estos umbrales. En octubre la inflación minorista fue del 3,8%, pero el rubro “Alimentos y Bebidas no alcohólicas” aumentó 4,8 por ciento, “Prendas de vestir y calzado” aumentó 6,2% y “Equipamiento y Mantenimiento del Hogar” 4,5 por ciento. Son todos rubros muy vinculados al mantenimiento de la condición de “clase media”.

 

 

En cuanto a los ingresos, el informe de Idesa reconoce que se presentan “situaciones muy heterogéneas”. En general, explica, los riesgos sociales aumentan cuando los miembros activos del hogar son “laboralmente inactivos”, abiertamente “desocupados” o tienen “empleo de baja calidad” en el sector informal de la economía, sin aportes jubilatorios ni cobertura de salud. Pero los datos del Indec indican que no caer en la pobreza se ha vuelto un desafío también para quienes tiene empleo asalariado registrado, esto es, en el sector formal o “en blanco” de la economía.

 

Comparación

 

Para hacer esta comparación el informe recurre al dato de “mediana” de los salarios formales. La “mediana” no es el promedio, sino el nivel del salario que se sitúa exactamente en la mitad de una determinada distribución de ingresos. Por debajo de esa cifra queda la mitad de los casos y por arriba la otra mitad.

 

Así, en base a información del ministerio de Trabajo y el Indec, Idesa calculó que en el año 2000 la mediana del salario privado registrado, actualizada a valores de hoy, era de $ 43.000, en tanto que la línea de pobreza para una familia de cuatro miembros era de $ 37.000, también a valores actuales. De este modo, la “mediana” del salario formal era 15% superior a la línea de pobreza.

 

Idesa toma luego la mediana salarial formal del último mes para el que hay información disponible, agosto, cuando su valor era de $ 48.000 , mientras que la línea de pobreza de una familia tipo era de $ 45.000. Esto es, el salario “mediano” formal superaba en apenas 6% la línea de pobreza.

 

En base a ello, dado el rezago en la información sobre los salarios formales y la rápida evolución de los precios, reflejada en los valores de la Canasta Básica Total, el informe afirma que la mitad de los salarios formales está ya por debajo de la línea de pobreza.

 

Los datos, dice el informe, “muestran que en lo que va del presente siglo hubo un fuerte deterioro de la capacidad adquisitiva del salario en el sector formal. El fenómeno tiene asociado una profunda degradación social ya que implica que, aun para los trabajadores que consiguen un empleo en una empresa formal, es elevada la probabilidad de que sus remuneraciones no sean suficientes para superar la línea de pobreza”.

 

Novedad

 

Esto significa una novedad. “Tradicionalmente los hogares eran pobres porque sus miembros en edad activa no conseguían empleo (inactividad o desempleo) o solo conseguían un trabajo de baja calidad (informal). Sin ingresos laborales o con ingresos reducidos, es muy factible que una familia no llegue a tener ingresos superiores a la línea de pobreza. Pero con el deterioro del poder adquisitivo de los salarios formales, lo que está sucediendo es que, aun con un empleo asalariado formal, los ingresos no alcanzan para salir de la pobreza”, dice el informe que califica de “graves” las connotaciones del fenómeno, pues la búsqueda o la consecución de trabajos formales pierden atractivo relativo respecto de los planes sociales.

 

La razón de fondo de este cuadro no es la conducta de los empleadores formales, sino la pérdida de productividad. “La caída general en el nivel de vida de la población y, en particular, la mayor incidencia de la pobreza, es consecuencia de que cada vez se producen menos bienes y servicios por persona. El correlato es que a cada persona le cuesta más conseguir esos bienes y servicios”, dice un pasaje del informe.

 

Según Idesa, “cuando la baja productividad es tan masiva, el asistencialismo puede dar paliativos, pero nunca soluciones”. La única manera de salir de la trampa es aumentar la productividad y los salarios reales, para lo cual es fundamental incentivar la inversión privada y que el sector público priorice la inversión en infraestructura y en capital humano y educación. “Esto requiere -concluye- una reforma integral y profunda del Estado”.

viernes, 20 de noviembre de 2020

UN PROYECTO RECHAZADO POR DIPUTADOS


Carlos Rivero


La  paralización de actividades decretada tendrá graves consecuencias económicas, con un Estado recaudador que solo tiene iniciativas para multiplicar tributos (aunque a las exacciones forzosas se las llame por otro nombre), pero que empobrecen la reducida actividad productiva existente. 

Un sector que frente a todas las vicisitudes económicas deberíamos mantener es la educación, porque es la esperanza del futuro. Previamente a la aprobación del Presupuesto 2021 se debatió la posibilidad de incluir un proyecto del diputado radical Emiliano Yacobitti para poder desgravar del pago de impuestos a las Ganancias los gastos en educación, (lo que hubiese dado un importante fuente de recursos para el sector), la votación resultó con 115 votos a favor y 124 en contra. 

Esto nos da una muestra de la verdadera preocupación del Gobierno y de los legisladores que le responden: las políticas inclusivas, el incremento de sus dietas, pasajes, viáticos, gastos de representación, etc.). Por ello, cada vez que escucho hablar a un legislador sobre la democracia, tengo la firme convicción que solo está defendiendo sus privilegios.


jueves, 19 de noviembre de 2020

UNA MENTIRA LLAMADA AMIA


(La Justicia, a punto de condenar a un inocente)


Por Christian Sanz

Tribuna de Periodistas -19/11/2020 

En el marco del atentado a la AMIA no hubo coche bomba. No lo dice quien escribe estas líneas, sino los elementos de prueba que aparecen en el propio expediente.

 

Incluso los testigos: de los 200 que se presentaron a declarar a lo largo de los años, solo una mujer llamada Nicolasa Romero juró haber visto la fantasmal Trafic.


Luego, en el marco del juicio oral, se desdijo. Reconoció que mintió porque trabajaba para la Policía Federal, los mismos que aparecían implicados en la voladura de la mutual judía. Pequeño detalle.


Pero hay más: un testigo llamado Gabriel Villalba directamente se encontraba mirando la puerta de la AMIA preocupado por la eventual aparición de las Trafic del Sistema de Tránsito Ordenado, que en esos días ponían multas y cepos a los autos mal estacionados. Tampoco vio ningún coche bomba y así lo declaró en el expediente judicial. Más aún, sostuvo que le “llamó la atención que hubiese muy poco tránsito”.


Tal el contexto de lo que está por ocurrir: un pobre tipo llamado Carlos Telleldín ha sido acusado por la Fiscalía AMIA de haber “entregado la camioneta Trafic usada como coche bomba” y será condenado por ello.


Otra vez: no hay un solo testigo en todo el expediente que haya visto tal camioneta en la mutual judía. Por el contrario, está demostrado que el explosivo estuvo distribuido entre el volquete que estaba en la puerta del lugar y unas bolsas de escombro que estaban apenas ingresando a la AMIA.


Sin embargo, este miércoles el fiscal Roberto Salum llegó a decir, sin ponerse colorado, que "es indiscutido y probado que Telleldín entregó esa Trafic sabiendo que se iba a usar para el atentado".


Tribuna de Periodistas decidió hablar con el acusado, quien sostuvo someramente: “Te puedo decir que solo usan los mismos elementos que usaron en el 2004 fueron valorados y absolvieron. La fiscalía hizo hoy un alegato confuso, con idas y vueltas”.


Al mismo respecto, Telleldín dijo a este portal: “Dan por probada la venta de la camioneta a un desconocido, pero dicen que me ‘representé’ que era para un atentado. Están locos o hacen todo mal porque no tienen nada y lo hacen a adrede”.

EL PLAN MUNDIAL GLOBALISTA

 


DESARROLLADO EN ESTADOS UNIDOS

 

 Marco Tosatti, 16 de noviembre del 2020

 

 

Entrevista que el arzobispo Carlo Maria Viganò dio a Katholisches.info. Disfru­ten de la lectura.

 

Durante años Vuestra Excelencia fue nuncio apostólico en los Estados Unidos. Conoce muy de cerca a ese país, primera potencia mundial, especialmente del mundo libre. ¿Qué está sucediendo allí?

Los Estados Unidos de América asisten en estos meses a la implantación del plan mundialista, en el cual participan todas las naciones del mundo. Dicho plan no puede dejar de incluir también a la que es la más importante democracia de Occidente, tanto por su poderío económico como por el papel protagonista que desempeña en el equilibrio político internacional. Con Donald como presi­dente en Estados Unidos y una mayoría republicana en el Congreso y en los estados de la unión se concre­taría la oposición, la voz discordante del pensamiento único, y eso la dictadura mundialista no lo puede tolerar. No olvidemos que la ideología de la izquierda mundialista no acepta voces disidentes que la pongan en tela de juicio. Lo que estamos viendo es un ataque planificado y sumamente orga­nizado que se sirve de la colaboración de sectores importantes de las instituciones y de la práctica totalidad de los medios informativos, y que está financiado por poderosas multinacionales y organi­zaciones internacionales. Por otra parte, es evidente que también hay interferencias externas, tanto en términos económicos como en lo que se refiere a apoyo por parte del candidato demócrata.

 

Me gustaría señalar además el papel desestabilizador llevado a cabo por movimientos próximos al Partido Demócrata como Black Lives Matter y Antifa, todos ellos financiados por Soros. El lapso de tiempo transcurrido entre el anuncio extraoficial de la victoria de Joe Biden y la confirmación del verdadero vencedor podría ser aprovechado por la izquierda para provocar alteraciones y disturbios, según el conocido guión del estado profundo.

 

 

A finales de octubre V.E. dirigió al presidente Trump una carta abierta de tono bastante apo­calíptico. ¿Considera adecuado ese tono? ¿Cree que, una vez concluidas las elecciones, ha que­dado confirmado? ¿Están justificadas las acusaciones y la preocupación porque haya habido un fraude sistemático?

 

El empleo de la palabra apocalíptico en este contexto me parece totalmente acertado, porque se refiere a la batalla final entre Dios y Satanás anunciada en las Sagradas Escrituras. Los sucesos que estamos presenciando tal vez no sean los del enfrentamiento definitivo, en el cual parecerá que el Anticristo se impondrá y la Iglesia y la sociedad tradicional serán objeto de una despiadada persecu­ción. Lo que sí es seguro es que esta fase histórica tendrá repercusiones directas en los modos y tiempos en que se instaurará el reino del Anticristo. En este sentido, la presidencia de Trump puede suponer un serio obstáculo contra el estado profundo y el mundialismo, que en su esencia ideológica es antihumano y anticristiano. Si el destino del mundo está en juego, yo diría que el tono no puede ser otra cosa que apocalíptico.

 

Por lo que respecta al fraude electoral que está saliendo a la luz en los últimos días, creo que es imprescindible que los organismos responsables aclaren la situación para garantizar la regularidad del recuento. La democracia no se puede invocar alternadamente, deslegitimándola como populis­mo en cuanto la voluntad popular se aparta de lo que quiere imponer la élite. Para alcanzar el poder y mantenerlo, la izquierda internacional siempre se ha valido exclusivamente de la violencia de las armas o de fraudes: pensemos en el totalitarismo socialista, en sus variantes nacionalsocialista, fas­cista y comunista.

 

 

¿Cómo es posible que en los Estados Unidos, país prototipo de las democracias representati­vas, pueda manipularse una elección?

 

La posibilidad de que las elecciones sean objeto de manipulación me parece confirmada por la evidencia. Los numerosos videos posteados en las redes sociales en los que se ve a encargados del escrutinio manipulando las boletas, así como sacos de votos arrojados a contenedores de basura o abandonados en las aceras, o a fanáticos que se jactan de haber falsificado votos por odio a Trump, no dejan lugar a dudas. Lo que habrá que verificar no es la existencia de esos fraudes, sino su natu­raleza y gravedad. No olvidemos tampoco las manipulaciones descubiertas en los programas com­putacionales de recuento de votos y de los accionistas y dueños de las empresas encargadas de la gestión de los mismos.

 

No estamos hablando de algún pequeño tejemaneje en un condado desconocido, sino del siste­ma en su conjunto, en el que las interferencias externas están resultando ser sistémicas, deliberadas y siempre coordinadas a favor de Biden y en perjuicio de Trump. Independientemente de quien sea ganador al final, el resultado de estas elecciones no puede seguir envuelto en dudas sobre tan graví­simas irregularidades. Por algo están actuando los tribunales en base a centenares de denuncias para verificar lo sucedido.

 

Con todo, no puedo menos que destacar un elemento muy significativo: la izquierda entiende la democracia como un instrumento de poder: si la ciudadanía, astutamente persuadida por los medios informativos, se deja convencer y la votan, triunfa el pueblo; si no cede al adoctrinamiento macha­cón y las promesas utópicas de los políticos, si vota por un partida o un candidato que no sea de iz­quierda, el pueblo se vuelve incapaz de escoger a sus gobernantes, y entonces una élite, una aristo­cracia, decide en su lugar qué está bien y qué está mal para las masas.

 

 

¿Podemos dar por concluidas las elecciones, como sostienen Biden, el Partido Demócrata y la mayor parte de los medios de prensa?

 

Las elecciones están reguladas por leyes y reglamentos precisos: si uno no se fía de las proyec­ciones que los canales de TV presentan como datos definitivos, corre el riesgo de vérselas con quie­nes quieren imponer sus propios deseos como una realidad irrebatible. Hemos entendido perfecta­mente de qué bando están los dirigentes mundiales, los medios, las multinacionales de la informa­ción, la banca mundial, los organismos humanitarios y la propia iglesia bergogliana. Pero no por ello es menos cierta la existencia de irregularidades ni menos urgente la necesidad de un escrutinio escrupuloso que respete las normas. Eso sí, siempre que para los demócratas tenga sentido el respe­to a las normas.

 

 

V.E. también ha hecho un llamamiento a los católicos y a todos los estadounidenses de buena voluntad. ¿Cree que ha sido escuchado? ¿Cuál ha sido el voto de los católicos, los cuales histó­ricamente hacía mucho tiempo que estaban más próximos a los demócratas?

 

Por lo que podido comprender hasta ahora de los resultados de las elecciones, el electorado ca­tólico se ha expresado mayoritariamente a favor de Trump. A pesar de la campaña de denigración emprendida por la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y por intelectuales progresistas que se dicen católicos, con la aberrante orquestación de Jorge Mario Bergoglio y el círculo mágico vaticano, los católicos estadounidenses han entendido que es preferible un candidato protestante que defiende la vida y la familia a un autoproclamado católico que promueve el aborto hasta los nueve meses de embarazo, la ideología de género, la ideología LGTB y las propuestas mundialistas.

 

Lo que está se está produciendo, indiscutiblemente, es la desorientación de los fieles ante el traicionero sometimiento al mundialismo de la cúpula de la jerarquía católica, así como la cada vez más evidente brecha entre el pueblo cristiano y sus pastores, que están demasiado ocupados en ha­blar de la acogida indiscriminada de inmigrantes clandestinos y de cerrar los templos en obediencia a las órdenes de los comités de salud pública.

 

Es indudable que los escándalos financieros y sexuales por parte de tantos miembros del episco­pado progresista, su laxitud moral y sus desviaciones doctrinales son plenamente coherentes con el respaldo político a los demócratas de Estados Unidos y en general de la izquierda internacional. Respaldo que es ampliamente correspondido y debería hacernos reflexionar.

 

 

Desde hace cuatro años Trump es objeto de escarnio y ridiculización, pero ha conseguido (da­tos actuales) ocho millones de votos más que en 2016, es decir, más votos que Barack Obama, que es para la izquierda una especie de mesías secular. ¿Se podría decir que Trump es en rea­lidad el más popular de los presidentes de Estados Unidos desde la época de Ronald Reagan?

 

Aun siendo obligado esperar al cómputo definitivo de los votos para evaluar la popularidad de Trump, podemos tener en cuenta su capacidad para aunar los valores y sentimientos de sano patrio­tismo de los que quieren renegar los demócratas y que éstos quieren eliminar en nombre de la adhe­sión incondicional al plan mundialista. Trump ha sabido hacerse portavoz de la mayoría del electo­rado; de ahí su popularidad. Es una pena ver que en otros contextos –como por ejemplo en Italia– parece que quiere relegarse al papel de guardameta que en otros tiempos realizaban movimientos que actualmente gobiernan. A mí me parece el preludio –a no ser que a última hora hayan cambiado de parecer– de un incomprensible suicidio político.

 

 

Se dice que en los cuatro años que lleva Trump en la presidencia no habría conseguido el pleno dominio de su aparato federal. ¿Existe eso que llaman estado profundo? En caso afir­mativo, ¿se ha activado también para las elecciones?

 

Quien después de varios años de gobierno demócrata accede a la presidencia de los Estados Unidos no puede pensar en reformar en poco tiempo un complejo sistema institucional. Lo que ha hecho Trump hasta ahora demuestra su loable empeño, pero al mismo tiempo revela la infiltración capilar del estado profundo en las esferas de poder. El control de las instituciones, de la magistratura y de los medios por parte de la izquierda –como podemos observar también en Italia– es el fruto de déca­das de actividad soterrada, de nombramientos, de chantajes y de conflictos de intereses. No pode­mos pretender que en cuatro años sea posible corregir una situación tan generalizada, y menos cuan­do se actúa con el debido respeto a la ley y no, como hacen otros, vulnerando de forma sistemática el derecho y la justicia.

 

 

¿Cómo es posible que la Santa Sede y el papa Francisco apoyen esta marginalización de Trump? Estamos perplejos; ¿hay algún vínculo entre el Partido Demócrata y la Iglesia Católi­ca?

 

La Iglesia Católica no tiene nada en común con el Partido Demócrata, cuyo ideario es incompa­tible con las enseñanzas de Cristo. Al contrario, es obvio el nada desinteresado apoyo de la iglesia profunda al estado profundo; alianza que alía el progresismo político al religioso con miras a crear una sociedad anticristiana con una religión universal.

 

El vínculo de los progresistas con los demócratas está consolidado, y se remonta al 68, al movi­miento estudiantil y a las llamadas a la renovación que el Concilio hizo suyas en clave no menos subversiva de lo que había hecho la izquierda en el terreno político. Por otra parte, al cabo de déca­das de adoctrinamiento ideológico en las mismas universidades e instituciones católicas eran inevi­tables estas nefastas consecuencias en la sociedad.

 

Es indudable que Begoglio ha sido escogido a nivel mundial como garante espiritual del mun­dialismo en base a las aspiraciones que había indicado John Podesta en su célebre mensaje de co­rreo electrónico a propósito de la primavera de la Iglesia. Yo diría que la labor realizada hasta el momento por el argentino podría ameritar con toda razón el aplauso de los demócratas y, más en ge­neral, de los que quieren instaurar el Nuevo Orden Mundial.

 

 

A escasos días de las elecciones, Nigel Farage decía que Trump lleva un ímpetu que le es favo­rable. Desde el escrutinio de los votos parece ser que es al contrario. ¿Qué opina V.E. que de­bería hacer Trump en este momento?

 

Trump sigue oficialmente en su cargo hasta el 20 de enero de 2021. Esperemos los resultados del recuento de los votos y de las denuncias de fraude, como está previsto en la ley, y como debe­rían esperar también todas las partes en litigio. Entonces se podrá decir si Farage tenía razón. Mien­tras tanto, tal como ha confirmado el Senado, Trump tiene todo el derecho de exigir claridad y recu­rrir a todos los medios que ofrece la ley para tutelar la voluntad de sus electores expresada en las ur­nas.

 

 

¿Estaremos asistiendo también a una guerra psicológica?

 

Esta guerra es esencialmente psicológica: se basa en una patente manipulación de las masas, principalmente por parte de los medios mayoritarios de información. Se han llegado a censurar las declaraciones del presidente de los Estados Unidos en las redes sociales, y hasta en transmisiones de televisión en directo, en aras de un presunto derecho de los órganos de información a silenciar noti­cias arbitrariamente consideradas falsas. Pero esta actitud censora empezó con la revisión de la ver­dad por parte de entidades ideológicamente notorias en una tentativa de calificar como bulos las no­ticias que no se ajusten al discurso oficial.

 

Lo mismo pasa a nivel mundial con las informaciones relativas a la pandemia. Los datos oficia­les desmienten inexorablemente la versión mediática de una catástrofe, y a pesar de ello se obstinan en aterrorizar a la sociedad porque, independientemente de su modalidad, el Covid se utiliza como un medio para imponer restricciones, que en otro contexto serían inaceptables, de los derechos fun­damentales. No tiene nada de extraño que Biden anuncie confinamientos y la intención de hacer obligatoria en todas partes la mascarilla; obedece a los mismos poderes que están tras la emergencia pandémica.

 

Me gustaría señalar asimismo que el anuncio del lanzamiento de la vacuna producida por la compañía Pfizer –de la cual es accionista el mismo filántropo Bill Gates, tan empeñado en reducir la población mundial– se ha pospuesto hasta el anuncio de la presunta victoria de Biden, revelando con ello a las claras el uso político que dan las empresas farmacéuticas a sus investigaciones cientí­ficas. He leído en internet que Sandra Zampa, ex vicepresidenta del Partido Demócratico italiano y actualmente subsecretaria de salud del gobierno de Conte ha agradecido esta operación a la empresa Pfizer.

 

 

¿Qué pueden o deben hacer a su juicio los católicos de Estados Unidos y el resto del mundo?

 

Los católicos de Estados Unidos pueden y deben rezar, porque ante un despliegue tan masivo de fuerzas adversas sólo una intervención de Dios puede sacar la verdad a la luz. Eso no excluye, claro está, renovar el testimonio coherente de los católicos en el ámbito social. Pero tal acción humana, siempre encaminada al bien común, no debe perder de vista la dimensión sobrenatural. Jesucristo es Señor de la Historia y Rey de las naciones. No abandonará a sus hijos en el momento de la prueba si recurren con fe a Él y a su Santísima Madre.

 

 

(Traducción de Bruno de la Inmaculada para Adelante la Fe)