sábado, 30 de septiembre de 2023

LA PLANIFICACIÓN COMO INSTRUMENTO DE GOBIERNO

 


 

Como explica el politólogo Malamud: las hormigas cooperan entre ellas, pero instintivamente; /algunos orangutanes cooperan de manera flexible pero en pequeños grupos.

Sólo los humanos logran cooperar de manera flexible y en masa, entre personas que no se conocen, gracias a la política.

Sin ella, no habría sociedad, porque el instinto no nos permite vivir separados, /pero no nos alcanza para vivir juntos.

Por eso, el papa Francisco, en la última encíclica, Fratelli tutti (2020, 3-10) expresa: una vez más convoco a rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosa de la caridad, porque busca el bien común. (p.180)

“Pienso en una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas.” (p. 177)

 

Para lograr eso es necesario gobernar con planes

Pablo VI, en Populorum progressio, 1967

33. Los programas son necesarios para «animar, estimular, coordinar, suplir e integrar» la acción de los individuos y de los cuerpos intermedios.

Análisis teórico

Debemos analizar cuestiones teóricas, para determinar si es posible, estrictamente hablando, elaborar un proyecto/ como anticipación del futuro, y que no sea, por lo tanto, una simple utopía (lugar q no existe).

 

   La primera afirmación sobre el futuro es negar que se identifique con la nada. Consideramos que algo, para ser, /basta con que posea capacidad de existir -aunque no exista actualmente-.

Pero si aún no existe y no se sabe cómo será, al resultar posible ya es un ente real y, como tal, es lícito inquirir sobre él.

En cada circunstancia, son muchos los futuros posibles -futuribles-

Y existen algunos pocos probables -futurables.

El riesgo de elegir el escenario que tenga más chance de concretarse y resultar conveniente, depende, especialmente, del procedimiento utilizado.

 

La Certidumbre es la convalidación lógica de la veracidad de un pensamiento. Por lo tanto, según afirma Bertrand de Jouvenel: sólo se puede conjeturar /sobre el mañana, /y nunca alcanzar certeza.

Es decir, que el análisis predictivo nos aporta un conocimiento de opinión, de manera que la materia objeto del planeamiento es opinable por naturaleza, y sólo es susceptible de aproximación conjetural.

 

Lo mismo podemos decir sobre lo político: es pasible de certidumbre en cuanto a sus contenidos pasados o presentes, pero es sólo opinable en cuanto receta para el futuro.

 

Proyecto es mucho más que extrapolación en el tiempo; el vocablo se refiere a la intervención necesaria de la voluntad humana en su configuración.

 

Entonces:

 

Podemos evitar el intento de hacer futurología y su consecuencia más dañina, la ingeniería social, si reconocemos que la sociedad no es una cosa susceptible de manipular, ni el porvenir un destino asequible por medio de los dudosos oráculos de una nueva ciencia ficción.

Eso no sería más que otra aplicación del racionalismo, que, sobre la base de un supuesto contrato social, pretendió codificar legalmente todas las conductas humanas posibles, según un modelo de hombre abstracto y fungible.

Ahora se pretende, también, diseñar el futuro.

 

El planeamiento

 

   Pero, sabiendo ya las limitaciones del conocimiento humano, y evitados los riesgos de la voluntad desbocada, resulta posible encauzar la acción sistemática mediante el planeamiento.

En primer lugar, /aunque dispongamos de la mejor información y el sistema más sofisticado para procesarla, siempre tendremos que elegir entre opciones posibles.

En segundo término, los instrumentos técnicos pueden facilitar dichas decisiones, pero no reemplazar la virtud de la prudencia.

 

De allí las limitaciones de la tecnocracia, puesto que el gobernante siempre tiende a ejercer su derecho a la conducción, y los gobernados a reclamar su derecho a la participación en las decisiones políticas.

 

   Santo Tomás enseña que, por imprevisible que sea la conducta humana nada es tan contingente que no tenga en sí alguna parte de necesidad.

 

De manera que, no sólo es posible sino muy útil al bien común, la planificación. Pero siempre, que los planes cuenten con el apoyo de sus protagonistas, quienes deben participar en su elaboración, ejecución y modificación.

 

Proceso del planeamiento

 

Etapas y actividades

1.Enfoque del planeamiento

 Es la manera de encarar el proceso, que dependerá del funcionamiento del propio estado, y de la orientación del gobierno.

 Metodología a utilizar debe ser simple y ágil; utilizarse formularios diseñados de modo que cualquier empleado pueda interpretarlos fácilmente y usarlos sin resistencia, ni posibilidad de deformar la información.

Es necesaria la Capacitación en los aspectos generales del sistema, a todos los funcionarios y empleados que deben intervenir en el proceso.

Investigación: se debe realizar aprovechando las posibilidades de las universidades, y de los propios organismos de la administración; /evitando incorporar o contratar especialistas, cuyo aporte sólo se requiera en la primera etapa o en forma esporádica.

 

2) Diágnostico y pronóstico: en esta etapa se debe hacer intervenir a los grupos intermedios de la sociedad (colegios profesionales, sindicatos, asociaciones, etc.) representados en un Consejo Económico y social, para complementar la información obtenida por vía de la investigación científica, con la experiencia práctica de la realidad.

Eso permitirá, además, verificar el grado de disposición que poseen dichas entidades para apoyar determinadas modalidades y acciones de gobierno, evitando el posible fracaso de un plan por falta de consenso social.

 

Modelos: de acuerdo a la orientación política del gobierno surge explícito o tácito, un modelo /integrado por las aspiraciones y tendencias que se desean ver satisfechas en el funcionamiento del estado.

El modelo contiene las premisas (supuestos o hipótesis sobre el futuro), que encuadrarán la elaboración del plan; ej. No aumentar la presión fiscal.

 

Directivas políticas: el gobierno debe adaptar el modelo a la realidad que le indica el diagnóstico y el pronóstico; de allí surgen las directivas que establecen los lineamientos generales que deberán tenerse en cuenta al elaborar el plan.

 

3. Objetivos: son los resultados que se pretenden obtener en una determinada área, por medio de la acción gubernamental, atendiendo al bien común.

 

4. Políticas: las normas que establecen un curso de acción para el logro de los objetivos.

 

5. Estrategias: las distintas alternativas de utilizar los medios disponibles para ejecutar una política.

 

6. Programación: recién en esta etapa comienza la faz técnica del planeamiento; procurando la utilización óptima de los medios disponibles a fin de lograr los objetivos fijados.

Recién en esta etapa se fijan las Metas que son los objetivos cuantificados; el cronograma y el presupuesto.

 

Plan: conjunto de programas que abarca todo el sector público o un área determinada.

Programa: conjunto coherente de proyectos referidos a un área específica.

Proyecto: unidad mínima de un programa, consistente en acciones para la producción de bienes o prestación de servicios.

 

7. Implementación: como el plan debe ser aprobado por ley, el primer paso será la preparación del proyecto respectivo, y las normas legales complementarias.

 

8. Control de gestión: generalmente sólo se evalúa el grado de obtención de las metas fijadas, con lo cual sólo se controla el programa; es necesario que el control evalúe todas las etapas del proceso.  En muchos casos, un programa fracasa, sencillamente porque estaba equivocado el diagnóstico.

                                                            

Acerca del Estado

 

   Es obvio que, si no funciona el Estado, es imposible que se cumpla una función tan compleja como es el planeamiento, que exige el trabajo interdisciplinario de un equipo de especialistas. Por eso, estimamos que hoy la tarea prioritaria consiste en el esclarecimiento conceptual, pues han proliferado ideas que provienen de algunas ideologías y han contribuido a la confusión y a dificultar la búsqueda de soluciones.

Por ejemplo, se identifican frecuentemente los conceptos de nación y estado, y se repite la definición liberal de estado: nación jurídicamente organizada.

En realidad, al ser la nación una realidad cultural, no puede nunca organizarse, ni modificarse sus componentes, por una decisión voluntarista; surge y se perfecciona espontáneamente, a lo largo de siglos de vida en común.

Lo que sí puede organizarse es la sociedad, entendida como conjunto de personas y grupos que conviven en un territorio determinado.

Precisamente, el Estado es el órgano de síntesis, planeamiento y conducción de una sociedad determinada, destinado a lograr el bien común. (de Mahieu)

 

   El ejercicio simultáneo de las tres funciones señaladas en la definición, es requisito indispensable para la existencia de un Estado; cuando dejan de cumplirse, el Estado desaparece, aunque se mantengan las formalidades constitucionales, y un gobierno.

Esto es lo que ocurrió en la Argentina, hace medio siglo.

De ahí la paradoja de asignar al estado la responsabilidad de todos los problemas, cuando el problema de fondo, es que el estado dejó de funcionar.

 

   En cuanto a la función de síntesis, o de integración social, la solidaridad social (concordia) es una fuerza poderosa de cohesión, que sólo un pueblo maduro puede hacer germinar. Únicamente el pueblo libremente organizado en sociedad es actor de las decisiones, pues las entidades intermedias son factores concurrentes con los órganos públicos, de modo que no sean absorbidas por el Estado, y lograr un equilibrio entre el derecho personal y el comunitario.

 

   La función de planeamiento, siempre es un instrumento importante de gobierno, y se torna crucial para un país en decadencia como el nuestro. Siempre, quien accede al gobierno tiene dos opciones: o gobierna por aproximaciones sucesivas, en forma errática /según la presión de las demandas y de las circunstancias, /o gobierna según un plan.

Por eso,  la Argentina actual ya no tiene opciones si no quiere desaparecer o convertirse en una factoría; necesita planificar, lo que significa que el diseño tiene que ser anterior a la decisión. Se planifica para procurar lo óptimo, se decide para tratar de alcanzarlo.

-El modelo o planeamiento de largo plazo, requiere definir los Objetivos Nacionales que deben ser consensuados. Para ello, debería implementarse una entidad como el Consejo Económico y Social, integrado por las entidades representativas de los grupos sociales.

-El plan de mediano plazo, coincidente con el período presidencial, debe estar a cargo del Poder Ejecutivo, con participación del Congreso.

-Y el plan de corto plazo, corresponde al equipo ministerial, y se visualiza en el Presupuesto.

***

   A las dos funciones estatales anteriores, se agrega la de conducción, que corresponde al gobierno, con las siguientes modalidades:

 

    -Centralizar la conducción y descentralizar la ejecución.

    -Actuar con planificación.

    -Posibilitar la participación de todos los actores sociales.

    -Concebir al gobierno como un instrumento al servicio de la sociedad, para lo cual deberá lograr la máxima eficiencia posible.

    -Contar con funcionarios estables, que accedan a la función pública por el sistema de mérito, y que permanezcan ajenos a los cambios políticos.

 

  El Estado no debe constituir una estructura institucional aislada dentro del país; se justifica únicamente si actúa en beneficio de la sociedad.

Para ello, el aparato estatal debe procurar un perfeccionamiento continuo, de modo de aumentar su eficiencia y lograr las metas que fije el gobierno. Su actividad, como regulador de los grupos sociales, es esencial para lograr el máximo nivel de desarrollo económico, compatible con una redistribución equitativa de la riqueza que es producida por el conjunto de la población.

Dicha regulación se efectuará en el marco de una concertación con los representantes de las organizaciones intermedias.

 

 

PROYECTO NACIONAL

   Desde hace varias décadas se menciona frecuentemente el tema del proyecto nacional, aludido como un elemento imprescindible para superar la crisis argentina, y se alega que la carencia del mismo es uno de los factores de dicha crisis. Sin embargo, son escasas las propuestas realizadas en orden a la elaboración de un proyecto concreto.

 

Ni siquiera desde la sociedad -academias, universidades, colegios profesionales, partidos políticos, etcétera- hubo interés en el estudio del tema que nos ocupa. La situación descripta explica la confusión conceptual, ya señalada, en que se incurre al abordar la cuestión del proyecto nacional.

 Podemos definir la expresión proyecto nacional como un esquema concreto y coherente de valores, fines, políticas públicas y distribución de responsabilidades, conocido y consentido por la mayoría de la población de una sociedad (Monti).

Si analizamos los antecedentes argentinos, comprobamos que existen notables coincidencias en  los 10 proyectos conocidos; en especial, en los dos que fueron impulsados desde el Estado.

En efecto, tanto el generado desde el Ministerio de Planeamiento (1977), como el que fuera presentado por el Presidente Perón ante la Asamblea Legislativa, tres años antes, parten de una cosmovisión similar.

Aluden a una cultura "cuyos valores fundamentales reconocen como fuente el acervo religioso y moral del Cristianismo, el saber filosófico de la Grecia clásica y la tradición político-jurídica de la antigua Roma".

 

   Los principios básicos sostienen que:

    -El hombre es una persona, creada por Dios, dotada de cuerpo y alma, y poseedora de un destino trascendente.

 

    -El hombre no se basta a sí mismo, sino que necesita de la sociedad. Esta es una pluralidad de personas unidas moralmente de manera estable para la consecución de un bien común. La sociedad humana es una sociedad de sociedades.

 

    -La primera de esas sociedades naturales es la familia. Su constitución y su desarrollo responden -como los derechos humanos- a leyes naturales anteriores a toda organización social.

 

    -Más allá de la familia, las necesidades, intereses y aspiraciones de tipo económico, social, cultural o religioso impulsan al hombre a agruparse en sociedades intermedias, con el fin de defender y promover bienes comunes particulares.

 

    -La historia y la geografía crean, sobre la base de las familias asentadas en un territorio, una comunidad étnica y ética, la Nación, fundada en la lengua, la historia, la cultura, las costumbres y las aspiraciones comunes. Es una comunidad de destino en lo universal.

 

    -Sin confundirse con la Nación, la sociedad, territorialmente delimitada, crea un órgano especializado en el mando que es el Estado, destinado a regir dicha sociedad.

 

   No podemos dejar de señalar una contradicción notoria, entre los conceptos citados, con el único proyecto nacional (aunque no fue escrito) que tuvo la Argentina, que fue el de la generación de 1880.

 

Nadie puede negar que se lograron progresos materiales, "pero –como advierte Irazusta- no hacer de la Argentina una gran nación. Y no porque sus planes fracasaron, sino porque sus propósitos no apuntaban tanto a la grandeza política como a la perfección sociológica e institucional".

   Pero, además, y esto es mucho más grave, los fundamentos ideológicos de la generación del 80 son opuestos a los principios antes expuestos, e impulsaron un intento deliberado de reemplazo de nuestra raíz cultural cristiana por otra basada en el positivismo y el utilitarismo.

En efecto, se sancionaron, entre otras, la ley de educación laica -Nº 1420-, que provocó la oposición del Nuncio Apostólico, Mons. Matera, que fue expulsado del país por el gobierno de Roca.

 

Debemos reconocer que, desde antes del cabildo de Mayo, hubo –y se mantienen hasta el presentes- dos enfoques o proyectos diferentes, en suma dos Argentinas, como sostiene el historiador Víctor Sonego:

-El primer enfoque: Federal-tradicionalista nace el 12-8-1806, con la Reconquista de Buenos Aires.

-El segundo enfoque: Unitario-colonial surge en enero de 1809, con el tratado Apodaca-Canning, celebrado entre España e Inglaterra, cuando este país que había sido derrotado militarmente en el Río de la Plata, ofrece una alianza a España, contra Francia, a cambio de facilidades para exportar sus productos.

No caben dudas de que San Martín, por ejemplo, se identifica con el enfoque tradicionalista, que se manifiesta con el rechazo de las invasiones inglesas, se afirma con la revolución de Mayo y la guerra de la independencia, y culmina con el combate de la Vuelta de Obligado.

Quienes atacaron a San Martín y trabaron su gestión, hasta impulsarlo a alejarse del país, se encuadran en el enfoque unitario. Son quienes consideraban más importante adoptar la civilización europea, que lograr la independencia nacional, y por “un indigno espíritu de partido” -decía San Martín- no vacilaron en aliarse al extranjero en la guerra de Inglaterra y Francia contra la Confederación.

Esta guerra terminó con el triunfo argentino: el 27 de febrero de 1850, el contralmirante Reynolds, por orden de su majestad, izó al tope del mástil de la nave insignia de la flota británica, el pabellón argentino, y lo homenajeó con 21 cañonazos.

***

Por otra parte, encontramos algo curioso que no suele mencionarse:

en el Modelo Argentino encontramos, en la Segunda Parte del documento presentado por Perón ante el Congreso el 1-5-1974, una frase significativa que reproduce un párrafo de la Carta Apostólica Octogesima adveniens (p. 37), de Pablo VI, haciendo propia la reflexión del actual Santo:

“La apelación a la utopía es, con frecuencia, un cómodo pretexto cuando se quiere rehuir las tareas concretas y refugiarse en un mundo imaginario; vivir en un futuro hipotético significa deponer las responsabilidades inmediatas.”

El misterio desaparece si tenemos en cuenta que el ex presidente, si bien supervisó el texto antes de aprobarlo, fue redactado por un equipo de especialistas, entre los cuales sobresalían: el economista Ángel Monti, autor del libro “Proyecto nacional”, publicado dos años antes,

y Fray Ramlot, sacerdote dominico, que presidió la Fundación Argentina año 2000, a la que pertenecía el Gral. Díaz Bessone, que fue ministro de Planeamiento, y aprobó el otro proyecto.

 

Los datos mencionados nos permiten vislumbrar que todavía existen argentinos que comparten los principios resumidos, como plataforma para una restauración nacional, que consideramos imprescindible, pues en este mundo globalizado, sólo podrán sobrevivir las naciones que se afiancen en sus raíces.

 

Entonces, debemos procurar que se cumpla el mandato sanmartiniano: que la Patria sea lo que debe ser, pues sino, no será nada.

Mario Meneghini

Conferencia pronunciada en la sede de Encuentro Vecinal Córdoba, el 18-9-2023.