miércoles, 22 de julio de 2015

LA FALTA DE INFORMACIÓN, ARMA DEL POPULISMO


Por Roque B. Fernández  
LA NACION, 20-7-15

¿Cómo es posible que el mismo agente racional que en el mercado toma decisiones en base a su orden de preferencias para adquirir bienes y servicios, deje su racionalidad afuera del cuarto oscuro a la hora de elegir un proveedor de bienes y servicios públicos?

Tomando la dicotomía "continuidad versus cambio" es posible ilustrar dos corrientes en ciencias políticas que concentran el núcleo del debate sobre el populismo. Una corriente argumenta que el populismo es una forma de representación que conduce a un líder hegemónico y benevolente que es capaz de resolver eficientemente las necesidades insatisfechas de una mayoría de votantes. La otra corriente, basada en un contrato social entre ciudadanos racionales, adopta la forma de democracia republicana. Rechaza el concepto de líder hegemónico y argumenta a favor de la representación mediante instituciones que limitan la delegación de poderes a funcionarios políticos. En el actual contexto argentino "continuidad" significa el mantenimiento del populismo con su actual liderazgo hegemónico más un presidente testimonial. Mientras que "cambio" significa recuperar las instituciones básicas de la democracia republicana: división de poderes, justicia independiente, federalismo, régimen informativo independiente (Indec), libertad de prensa y auditoria de gestión independiente (AGN).

El populismo ha tenido y sigue teniendo éxitos electorales en marcado contraste con la Constitución Argentina de 1994 que mantiene los principios básicos de 1853; y su primer artículo no deja duda de que LA NACION argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal.

Volvemos al mismo interrogante anterior: ¿cómo es posible que la misma sociedad que eligió convencionales constituyentes para actualizar y ratificar la forma representativa, republicana y federal, cuando entra al cuarto oscuro, apoye con su voto a un líder hegemónico que se apropia del Estado para destruir las instituciones constitucionales que garantizan la forma representativa, republicana y federal?

Es posible porque una significativa proporción de votantes no considera la política algo prioritario en su actividad cotidiana, actúa en base a información engañosa orientada a sesgar su percepción de la realidad. Esa significativa proporción de votantes sabe que hay inflación, inseguridad, educación y servicios de salud deficientes, pero su diagnóstico sobre las causas es difuso y volátil. La carencia de buena información es la que habilita el triunfo del político oportunista.

El populismo racional es una forma de oportunismo impenitente que se refiere al comportamiento de dirigentes políticos que articulan discursos, justifican argumentos, o priorizan cualquier decisión cuidando que sea "popular", aun a sabiendas de que el argumento es erróneo o la decisión política es contraproducente para el bienestar general. El oportunista siempre ejecuta una acción popular para mantenerse en el poder o para asegurarse una reelección, aun teniendo información, asesoramiento técnico, y siendo plenamente consciente de que la acción popular es perjudicial. El oportunismo de los funcionarios es impenitente porque nunca deriva en penalidad alguna.

Un ejemplo de oportunismo es el típico ciclo ganadero que siempre se repite en los regímenes populistas. En el primer período un funcionario ejecuta una acción política (por ejemplo, decidir cuánto se consume de carne). Antes de comenzar el segundo período hay elecciones en las que se puede renovar el mandato del funcionario que actuó en el primer período o se puede elegir un candidato opositor.

El consumo de carne está sometido a contingencias variadas tanto climáticas como sanitarias que representamos como año malo (vacas flacas) o año bueno (vacas gordas). En un año malo la producción es menor y resulta óptimo consumir menos carne para no mandar a faena las hembras que constituyen el bien de capital que generará terneros para consumo en el próximo período. En un año bueno, tanto el aumento de pariciones como el aumento del peso de los animales que se mandan a faena hacen óptimo un incremento en el consumo de carne.

El funcionario decide cuánto se consume en el primer período y los votantes deciden si lo reeligen o no para el segundo período. El electorado desconoce si la decisión del funcionario fue la óptima porque, al momento de votar, no cuenta con la información suficiente para evaluar la decisión política del primer período. A diferencia del electorado, el funcionario en ejercicio conoce perfectamente si el año es bueno y resulta óptimo un mayor consumo, o si el año es malo y resulta óptimo un menor consumo.

El funcionario sabe que la carne es un consumo popular y que un mayor consumo de carne en el primer período asegura su reelección porque los votantes interpretan que el político es congruente con sus preferencias. Frente a un mal año, un funcionario oportunista decidirá un mayor consumo de carne en el primer período aun sabiendo que no es la política óptima. Su objetivo es asegurarse la reelección. Vale la pena observar que el oportunista es también impenitente porque se asegura la reelección sin sufrir consecuencia alguna.

Un verdadero estadista, incluso en un año malo decidirá un menor consumo en el primer período, porque su interés coincide con el bien común de no mandar a faena vientres en producción. Para un estadista la lealtad a sus ideas prevalece sobre su interés por la reelección.

Obsérvese que la dicotomía continuidad versus cambio puede plantearse en forma similar al ciclo ganadero y brindar una solución racional. Continuidad es el funcionario que racionalmente optó por liquidar una parte significativa del stock de vientres en producción para estimular el consumo y asegurar así su reelección. Los votantes también son racionales porque, en base a la información disponible, interpretan que el político es congruente con sus preferencias por un mayor consumo de carne. Así se logra un equilibrio de populismo racional. La falta de información no les permite a los votantes inferir que el aumento presente en el consumo significa un sacrificio en el consumo futuro que no hubiesen aceptado si hubiesen contado con la información correcta.

Populismo racional es un marco conceptual que retoma el concepto de ciudadanos que interactúan con funcionarios políticos en base a su orden de preferencias, en un marco de información imperfecta. De ello surgen varias conclusiones: el populismo no es el resultado de la ignorancia de los dirigentes políticos en cuanto a teoría macroeconómica; el populismo no es el resultado de ciudadanos con necesidades insatisfechas a la espera de un líder hegemónico redentor; el populismo requiere de un sistema institucional ausente que facilite la impunidad de los políticos oportunistas; el líder hegemónico es un funcionario con fuerte ambición de poder para asegurar su reelección y para afianzar su interés personal; el control al político oportunista requiere mandato limitado con elecciones frecuentes para auditar la gestión y permitir a los votantes despedir a los políticos incongruentes.

Lo cierto es que las principales prácticas que favorecen la perduración del populismo son la ausencia de un idóneo régimen informativo, la ausencia de una auditoría de gestión, la ausencia de justicia independiente, la ausencia de federalismo y de libertad de prensa. Muchas de las instituciones ausentes no son el resultado de la falta de desarrollo institucional, son el resultado de la destrucción populista de instituciones centenarias preexistentes.