lunes, 31 de mayo de 2010

ANIMAR A LA POLÍTICA

P. Ramiro Pellitero

¿Qué idea tienen los ciudadanos, especialmente los jóvenes, de la política? La impresión de que la política es un dominio de la corrupción ¿no ha provocado en ellos un desinterés casi generalizado? ¿No se ve la política como una tarea que oscila entre la mera búsqueda del poder, de los “votos”, y la navegación en el mar de las tensiones y los particularismos, y que termina por agotar las energías de cualquiera?
Y sin embargo no cabe, especialmente para los cristianos, desentenderse de la política. Lo ha subrayado una vez más Benedicto XVI el viernes 21 de mayo ante el Pontificio Consejo para los Laicos.
Los fieles laicos son Iglesia en el mundo, haciendo el mundo. Contribuyen al progreso y al desarrollo cultural y social de los pueblos con su competencia profesional, su vida familiar, sus relaciones de amistad y de cultura, etc. Su vida misma se convierte en expresión de fe, en ofrenda agradable a Dios y en servicio a todas las personas.
Esto es posible porque los fieles laicos, como todos los cristianos desde el bautismo, participan del sacerdocio de Cristo bajo la modalidad del “sacerdocio común”. Todos los cristianos –en palabras de Benedicto XVI– están llamados a “ser testigos de Cristo en toda la concreción y el espesor de sus vidas, en todas sus actividades y ambientes”.
A los laicos –añadía– les corresponde “mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, que la fe permite leer de una forma nueva y profunda la realidad y transformarla; que la esperanza cristiana alarga el horizonte limitado del hombre y le proyecta hacia la verdadera altitud de su ser, hacia Dios; que la caridad en la verdad es la fuerza más eficaz capaz de cambiar el mundo”. Esto es, han de mostrar cómo las virtudes teologales pueden transformar la vida personal y la vida del mundo.
De este modo testimoniarán “que el Evangelio es garantía de libertad y mensaje de liberación; que los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia – como la dignidad de la persona humana, la subsidiariedad y la solidaridad – son de gran actualidad y valor para la promoción de nuevas vías de desarrollo al servicio de todo el hombre y de todos los hombres”.
Todo un programa para la misión de los laicos. En concreto lo realizan al “participar activamente en la vida política, de modo siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia” y con un ideal de servicio al bien común: “compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática y en la búsqueda de un amplio consenso con todos aquellos a quienes importa la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común”.
Pero no lo lograrán sin seguir de cerca la clara orientación de Benedicto XVI: “Los cristianos no buscan la hegemonía política o cultural”. Para el cristiano la política es un servicio, un ejercicio de caridad o de amor. Para hacer posible que los cristianos –hombres y mujeres– de hoy y de mañana se comprometan con esta tarea, se requiere que las comunidades cristianas sean ante todo escuelas de identidad cristiana, de testimonio y de servicio al bien común (¿lo son, comenzando por las familias?). Esto hará que “la inteligencia de la fe” se convierta en “inteligencia de la realidad, clave de juicio y de transformación”.
Sólo así habrá cristianos con una “auténtica sabiduría política”, necesaria para afrontar el ambiente actual, que Benedicto XVI caracteriza como impregnado por el relativismo cultural y el individualismo utilitarista y hedonista.
Esa sabiduría política se distingue por la competencia profesional y la apertura a la verdad y al diálogo: “Ser exigentes en lo que se refiere a la propia competencia; servirse críticamente de las investigaciones de las ciencias humanas; afrontar la realidad en todos sus aspectos, yendo más allá de todo reduccionismo ideológico o pretensión utópica; mostrarse abiertos a todo verdadero diálogo y colaboración, teniendo presente que la política es también un complejo arte de equilibrio entre ideales e intereses”. En línea con su primera encíclica –de la que todo esto es un desarrollo–, el Papa convoca, también desde la política, a una verdadera “revolución del amor”.
Es la hora de trabajar por esta revolución. La Iglesia no está para servirse a sí misma sino al mundo. Los sacerdotes están para servir a los fieles y éstos a todas las personas. No se trata –acabamos de leer– de buscar un triunfo político o cultural por sí mismo, el triunfo de los cristianos frente al resto. Se trata de coherencia.
Por tanto, cabe preguntarse: la formación que se imparte en las comunidades cristianas ¿está de acuerdo, efectivamente, con la enseñanza de la Iglesia, tanto en los aspectos de la fe como en la moral? ¿Se enseña a los fieles que la fe incide en el contexto social y lleva a la preocupación por los más débiles? ¿Está la Doctrina social de la Iglesia en la primera línea, como consecuencia de la oración y de la participación en los sacramentos? ¿Se presentan, sobre todo a los jóvenes, ideales altos de santidad y apostolado, y al mismo tiempo se cultiva en ellos la sensibilidad por las tareas sociales, culturales y políticas, que son oportunidades para servir?

28-5-10

ASOCIACIÓN INTERNACIONAL MISIONEROS DE LA CARIDAD POLÍTICA




FUNDACIÓN 1976

HISTORIA
La Asociación Internacional Misioneros de la Caridad Política nació en Milán, por iniciativa de Alfredo Luciani, como Acción Social y Cristiana Europea, movimiento finalizado a contribuir a la formación de los ciudadanos más comprometidos en las actividades sociales y políticas. Con los años, la conciencia de que la respuesta a los desafíos provocados por los nuevos escenarios de la vida socio-política se encuentra en la caridad llevó a la Asociación a reconsiderar sobre todo la exigencia de una presencia cristiana en el ejercicio de la política. Asumida la actual denominación en 1993, la Asociación obtuvo el reconocimiento canónico por el Obispo de Rieti en 1994. El 27 de septiembre de 1996 el Consejo Pontificio para los Laicos decretó su reconocimiento como asociación internacional de fieles de derecho pontificio.

IDENTIDAD
La Asociación se propone promover la justicia y el amor dentro de cada nación y en las relaciones entre las naciones; estimular entre las distintas religiones un diálogo de las obras (educación a la paz, respeto por el ambiente, solidaridad con los que sufren); contribuir, a la luz de la doctrina social de la Iglesia, a hacer de la política un laboratorio transparente de ideas, de propuestas, de proyectos y de realizaciones conformes a la dignidad y a los derechos fundamentales de la persona y de los pueblos y a sus profundas y legítimas aspiraciones; interesar e implicar en la actividad política y en las opciones que se deben hacer al mayor número posible de ciudadanos, según los criterios de la democracia participada, para que cada comunidad sea artífice del propio desarrollo y se autogestione según la metodología de la libertad y de la corresponsabilidad.

ESTRUCTURA
La Asociación está dirigida por un órgano central constituido por el Presidente y por el Consejo de presidencia, elegidos por los miembros efectivos, fieles laicos de cualquier estado de vida llamados por el Señor a servir a los demás comprometiéndose en las diversas articulaciones e instituciones de la comunidad civil, sea en los puestos de gestión del poder o bien en las estructuras de base. Además de los miembros efectivos, la Asociación cuenta con socios ad honorem, personalidades que colaboran en sus iniciativas; socios simpatizantes, personas que contribuyen a su desarrollo mediante la colaboración personal y oblaciones; socios sostenedores, personas físicas o jurídicas que contribuyen a su desarrollo y a sus actividades con donaciones congruentes con las finalidades estatutarias. La Asociación se sirve además de la experiencia y de la colaboración de Asistentes espirituales pertenecientes a distintas órdenes religiosas.

OBRAS
Domus Carità Politica y el Istituto Superiore Carità Politica que, con sus iniciativas (encuentros y seminarios de estudio para el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede; Semana internacional de Doctrina Social de la Iglesia; celebración de la Jornada de la caridad política el Miércoles de Ceniza) quieren asegurar una adecuada formación espiritual y cultural a todos los que quieran dedicarse a actividades sociales y políticas, sirviendo de lugar de elaboración de orientaciones con el fin de guiar las opciones operativas a la luz de las enseñanzas de la Iglesia.

PUBLICACIONES
Già e non ancora, revista cuatrimestral

SEDE CENTRAL
Associazione Internazionale Missionari della Carità Politica
Viale delle Milizie, 140
I - 00192 Roma - Italia
Tel. e Fax [+39]06.3723511
E-mail: carpol@tin.it

CONSEJO PONTIFICIO PARA LOS LAICOS

La XXIV Asamblea Plenaria

Diferentes intervenciones del Santo Padre Benedicto XVI han puesto el tema del compromiso de los fieles laicos en la vida pública dentro de las urgencias actuales de la agenda eclesial.

A las fuertes exhortaciones expresadas en la inauguración de los trabajos de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Aparecida, en mayo de 2007, donde Benedicto XVI declaró que «conviene colmar la notable ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas», les siguieron las palabras pronunciadas en Cerdeña, durante la visita pastoral en Cagliari, en septiembre de 2008. En aquella ocasión, el Santo Padre pidió a los fieles evangelizar, en los diferentes ambientes, el mundo de la política «que necesita una nueva generación de laicos cristianos comprometidos».

El Papa volvió después al argumento en su discurso a los participantes en la Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, el 15 de noviembre de 2008, encomendando al dicasterio la tarea de seguir «con diligente cuidado pastoral la formación […] de una nueva generación de católicos comprometidos en la política, que sean coherentes con la fe profesada, que tengan rigor moral, capacidad de juicio cultural, competencia profesional y celo de servicio para el bien común».

El Consejo Pontificio para los Laicos quiere responder eficazmente al Santo Padre, y para ello dedicará la próxima Asamblea plenaria, que tendrá lugar en Roma del 20 al 22 de mayo de 2010, a este ámbito tan particular y delicado de la misión de los fieles laicos.

La preparación de esta cita ya se ha iniciado con encuentros y diferentes consultas. Entre los momentos más significativos se encuentra la reunión – a la que nos referiremos después – que tuvo lugar en la sede del dicasterio con los responsables y representantes de los movimientos y nuevas comunidades.

Card. Stanislaw Rylko
Presidente

Fieles laicos y compromiso en la vida pública:

Exigencias y desafíos actuales

Llamados a interesarse también por los diferentes ámbitos de la vida pública, los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, a la luz de su riqueza carismática, educativa y misionera y de experiencias de compromiso político que ya han sabido promover y animar, pueden dar una contribución notable a la reflexión que el Consejo Pontificio para los Laicos ha hecho sobre este argumento. Con esta convicción, los superiores del dicasterio invitaron a los responsables y representantes de diferentes realidades eclesiales internacionales a un encuentro, que se organizó en su sede para el 16 de mayo de 2009, en el cual intervinieron ponentes y testigos particularmente implicados en el mundo de la política.

La ponencia fundamental, que dio pie después a un amplio debate entre los presentes, fue solicitada a S.E. Mons. Rino Fisichella, presidente de la Pontificia Academia por la Vida, invitado principalmente por el servicio que desempeña en Montecitorio como rector de la capellanía de la Cámara de los Diputados. “Exigencias y desafíos actuales puestos a los fieles laicos con respecto al compromiso político” fue el tema al que le siguió una rica reflexión. En un tiempo en el que «se nota un distanciamiento de la responsabilidad pública», hay que reafirmar, dijo Mons. Fisichella, cuánto «el compromiso en la política es para el creyente una acción de verdad “pastoral”; ésta pertenece al tejido mismo de la fe que se hace testigo responsable para la construcción de la sociedad».

La primera exigencia es, por lo tanto, la de «comprender el momento que se está viviendo». Hoy en día, los cambios son de tal modo que determinan «el modo de pensar y concebir la existencia personal para los próximos siglos». El prelado advierte que, en esta fase, «se puede estar en la ventana observando los cambios, o sumergirse en una tarea directa para intentar entenderlos y orientarlos hacia un objetivo positivo». Otra exigencia determinante es poner al centro de la acción cultural y política el binomio de la dignidad de la persona y el bien común. «Pensar que la realidad de la vida mejora sólo porque se califican algunos servicios del bienestar, es ilusorio y decepcionante si después la concepción misma de la vida se deja al arbitrio individual». Por ello es necesario que «ante algunas leyes ya aprobadas por diferentes parlamentarios o en vías de resolución, se haga un juicio carente de ambigüedad, que haga emerger la instancia ética como elemento fundamental, para verificar si se está respetando la dignidad de la persona y el bien común. Este tipo de hacer política es eficaz – afirmó Mons. Fisichella – y es capaz de disipar el recelo y el velo de la indiferencia, extendido especialmente entre las jóvenes generaciones, que no consiguen captar la pasión por el compromiso político».

En un tiempo en el que los así llamados «derechos individuales» corren el riesgo – y lamentablemente así sucede – de llevar la voz cantante, un verdadero desafío, al que el político está llamado a responder, es el de realizar «una recuperación del concepto de la ley natural como principio de referencia». Esta ley permite afirmar que «los derechos a los que recurrimos no son un invento nacido del ingenio de los hombres de épocas históricas remotas, sino el descubrimiento perenne que cada generación hace de un contenido que se le ofrece como un verdadero don». Es una realidad ya reconocida por los antiguos filósofos griegos y romanos; una realidad que en el mundo bíblico se llama “ley de Dios”, y donde el concepto es enriquecido por una «originalidad propia» con respecto a lo que se entendía en el mundo greco-romano: «la justicia no consiste solamente en el respeto de la norma – explicó Fisichella – aunque fuera la que más perfectamente se pudiera formular, y no se concluye ni siquiera garantizando la igualdad entre todos los habitantes. La justicia que se conjuga con el derecho tiene que ser capaz de hacer emerger las verdaderas necesidades de cada persona, para que pueda encontrar su lugar y desempeñar su rol correspondiente en el seno de la comunidad». Así, «la búsqueda de la dignidad de la persona persiste en la visión bíblica como el verdadero fundamento del derecho, y la justicia no satisface plenamente su fin si no ha realizado esta tarea». El desafío es, por ello, reconocer honestamente que «en épocas diversas y en regiones diferentes surge una idea fundamental y compartida: existe un contenido ético que el hombre conoce por sí mismo, inmediatamente, casi en modo instintivo, como una norma a la que atenerse para poder vivir conforme a lo que él es y que encuentra una respuesta en aquel espacio inmenso y diversificado que es la naturaleza».

Como conclusión, Mons. Fisichella subrayó que los principios como el de la “autonomía” y “laicidad” del Estado son «expresiones de la originalidad del cristianismo y su preciosa herencia para las diferentes democracias», una conquista que ya «lleva la indeleble presencia del cristianismo». Será la conciencia del ciudadano individual, y más en particular el parlamentario individual, el que tenga que tomar decisiones, consciente de que estas decisiones determinarán la propia vida y la de enteras generaciones. «No obstante, la conciencia nunca es neutral. Ésta obliga a elegir en base a principios que, además de estar inscritos en lo íntimo de cada persona, necesitan ser explicitados, motivados y madurados. Es por este motivo – concluye el prelado – que todos estamos llamados a apoyar el compromiso de cuantos dedican su vida al servicio de la política. No es retórica pensar que los que poseen responsabilidad en la política tienen la obligación de poseer referencias decisivas que hay que observar para juzgar las propias acciones. La Palabra de Dios junto con el magisterio vivo de la Iglesia son para el católico un faro que permite acceder a una comprensión más profunda de la propia vocación y actuación política».

Al querer escuchar también los testimonios de quienes en primera persona están comprometidos en la política e intentan vivir el compromiso en coherencia con la fe profesada, fueron invitados al encuentro el ex-presidente del Parlamento Europeo, Mario Mauro, y el diputado italiano, Savino Pezzotta. De las reflexiones y los testimonios de ambos surgió la necesidad de combatir las ideologías que aún amenazan la política, como la del relativismo ético que se puede combatir con una sincera búsqueda de la verdad y de la naturaleza de las cosas; es la necesidad de estar dentro de la comunidad de los hombres para que se combata el miedo y la indiferencia frente a la política; es una dificultad fuertemente advertida en nuestros días, que causa sufrimiento y soledad al que en cambio se compromete.

En modo particular, el diputado Pezzotta puso algunas preguntas que después fueron retomadas en el debate que siguió a la ponencia y los testimonios: ¿Cuál es la unidad que se puede crear entre los creyentes en el pluralismo de las propuestas de los partidos? ¿Cuáles son los elementos de unidad que pueden plantear los católicos? Y por último, ¿Quién forma la nueva clase política?

Durante el debate se presentaron varias e interesantes solicitudes, siendo la más frecuente, sin duda, la necesidad de una nueva formación que implique la colaboración entre las diferentes “instituciones” formativas (familia, escuela, comunidad cristiana…), la atención a las necesidades de todos los hombres y la capacidad de descifrarlas, la valorización de la Doctrina social de la Iglesia, la profundización de los conceptos de institución y autoridad en un tiempo en el que están perdiendo la credibilidad. La corrupción, la práctica de la injusticia y una errada concepción de la política vista exclusivamente como una actividad que permite generosas ganancias, son heridas que hay que curar, por ejemplo en los países africanos, pero no sólo ahí.

Además se habló de la urgencia de eliminar la separación que se ha creado entre la comunidad cristiana y el laico que se quiere comprometer en el campo público. La política se aprende haciendo política, se aprende en el mismo campo, en medio de la gente. Por ello, es importante animar a los jóvenes de los diferentes movimientos y nuevas comunidades a un compromiso concreto, aunque habrá que tener presente la “vocación” al compromiso público de cada joven, discernir quién está de verdad llamado a seguir este camino. Estar en el campo significa también estar con aquellos que sufren, los pobres, porque sólo en base a experiencias de este tipo de puede estar en condiciones de hacer propuestas en su favor.

En un tiempo en el que ya no existe una visión compartida de la ley natural y de los derechos del hombre, es necesario volver a valorizar el diálogo leal con quien piensa de otra manera que nosotros, en la búsqueda de una nueva plataforma para el bien de los individuos y de la colectividad.

Concluyendo el debate, el presidente del dicasterio, cardenal Ryłko, destacó que el Consejo Pontificio para los Laicos es muy consciente de lo delicado del campo que se debe afrontar. Es una tarea nada fácil, a la que hay que dedicar tiempo, escucha y confrontación.





RECONOCIMIENTO LEGAL DE LAS UNIONES HOMOSEXUALES


Autor: Dr. Carlos Alvarez Cozzi Fuente: catholic.net

I) Introducción.

Breve reseña acerca del reconocimiento legal de las uniones civiles homosexuales en los ordenamientos jurídicos de varios Estados.

Eficacia extraterritorial de las mismas(1)

Este tipo de uniones han sido ya reguladas jurídicamente en varios países de Europa y América Latina de forma muy similar al de los matrimonios heterosexuales tradicionales (1)

Cuando una unión de este tipo se pretende hacer valer en un país que no las ha recogido en su ordenamiento jurídico, surgen inevitablemente problemas de Derecho Internacional Privado.

2. Las regulaciones de las uniones homosexuales en Europa han tenido lugar en Francia, Alemania y Noruega, pero con la limitante de no poder adoptar niños. Sí lo pueden hacer los unidos civilmente en Suecia y Holanda(2).

En general, las consecuencias jurídicas de dichas uniones son:

Que el registro de dicha unión constituye un impedimento para celebrar matrimonio, o registrar otra unión civil homosexual y que la unión se disuelve por fallecimiento de uno de sus miembros o por decisión judicial. Asimismo, todo lo que se refiere a obligaciones alimentarias, régimen impositivo o patrimonial, derechos de habitación, pensiones, seguros, inmigración, etc, está regulado de una manera prácticamente idéntica al matrimonio. (3).

3. En América Latina, las Provincias argentinas de Buenos Aires y Río Negro han sido las pioneras. Así la primera establece que la “unión civil”, se registrará en el Registro Público de Uniones Civiles, para lo cual la pareja deberá demostrar mediante por lo menos dos testigos, su convivencia anterior, por un período no inferior de dos años, domicilio legal en la capital así como una residencia de por lo menos dos años de antigüedad a la fecha en que se solicita la formalización de la pareja. Se trata de un acto a celebrarse ante un oficial público, formal y solemne, aunque no igual al de los matrimonios heterosexuales. La ley legaliza la unión conformada libremente por dos personas con independencia de su sexo u orientación sexual.

Es decir, que se trata de una figura jurídica distinta al matrimonio y al concubinato. Aunque la ley otorga a la pareja un tratamiento similar que a los cónyuges, produciendo los mismos efectos con relación a algunas cuestiones como la cobertura de asistencia médica, derechos laborales,etc. No se les reconoce, en cambio, la posibilidad de adoptar niños ni vocación sucesoria. Asimismo las leyes de esas provincias argentinas prevén causales de disolución de la unión civil como el mutua acuerdo, la voluntad unilateral de uno de los miembros de la unión civil y el fallecimiento de uno de ellos. Los impedimentos previstos para la unión son: edad y parentesco en tanto no pueden ser menores de edad, si uno o ambos estaban casados deberán primero divorciarse, si habían celebrado antes otra unión civil deberán previamente disolverla, etc.

4. En cuanto a la posible eficacia extraterritorial de estas uniones civiles homosexuales en el extranjero, como equiparadas al matrimonio, entendemos con relación a nuestro país, que ellas deberán de ser desconocidas por nuestra judicatura pero no por razones de orden público internacional uruguayo, (como sostiene Fresnedo de Aguirre) (4) que concebido como conjunto de principios y normas, según lo previsto por el art.5º. de la Convención Interamericana sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado (y la Declaración uruguaya sobre el alcance de la excepción), desplazan el derecho nacional extranjero aplicable en virtud de la conexión de la norma de conflicto, sea éste de fuente convencional o nacional en ausencia de tratado, sino por estar fuera del alcance extensivo de la categoría matrimonio.

En caso hipotético que la mayoría de los Derechos del orbe reconocieran legalmente a las uniones civiles homosexuales, entendemos que deberán en ese caso ser desconocidos mediante la excepción de orden público internacional. Para el derecho uruguayo, como para muchos otros, el matrimonio es concebido como la unión estable, voluntaria, de dos personas capaces de distinto sexo, celebrada ante la autoridad correspondiente del lugar del Estado de celebración. Por tanto, cuando la unión, con el alcance variable que pueda tener, sea celebrada por personas del mismo sexo, tal institución está fuera del alcance extensivo de la categoría matrimonio del Derecho uruguayo. Ahora bien, esas uniones civiles en cuanto a sus efectos patrimoniales, podrían ser reconocidas por nuestro ordenamiento jurídico en lo estrictamente relacionado con dicho régimen buscando su similar con formas societarias, por lo establecido en el art.3 de la Convención Interamericana de Normas Generales de Derecho Internacional Privado que regula la excepción de institución desconocida.

II) Consideraciones formuladas por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede el 3 de junio de 2003 siendo su Prefecto el Card. Joseph Ratzinger. Por su enorme relevancia las transcribimos seguidamente.1. Recientemente, el Santo Padre Juan Pablo II y los Dicasterios competentes de la Santa Sede (5) han tratado en distintas ocasiones cuestiones concernientes a la homosexualidad. Se trata, en efecto, de un fenómeno moral y social inquietante, incluso en aquellos Países donde no es relevante desde el punto de vista del ordenamiento jurídico. Pero se hace más preocupante en los Países en los que ya se ha concedido o se tiene la intención de conceder reconocimiento legal a las uniones homosexuales, que, en algunos casos, incluye también la habilitación para la adopción de hijos. Las presentes Consideraciones no contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva. Las presentes Consideraciones tienen también como fin iluminar la actividad de los políticos católicos, a quienes se indican las líneas de conducta coherentes con la conciencia cristiana para cuando se encuentren ante proyectos de ley concernientes a este problema. (6) Puesto que es una materia que atañe a la ley moral natural, las siguientes Consideraciones se proponen no solamente a los creyentes sino también a todas las personas comprometidas en la promoción y la defensa del bien común de la sociedad.

A) Naturaleza y características irrenunciables del matrimonio

2. La enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la complementariedad de los sexos repropone una verdad puesta en evidencia por la recta razón y reconocida como tal por todas las grandes culturas del mundo. El matrimonio no es una unión cualquiera entre personas humanas. Ha sido fundado por el Creador, que lo ha dotado de una naturaleza propia, propiedades esenciales y finalidades. (7) Ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas. Así se perfeccionan mutuamente para colaborar con Dios en la generación y educación de nuevas vidas.3. La verdad natural sobre el matrimonio ha sido confirmada por la Revelación contenida en las narraciones bíblicas de la creación, expresión también de la sabiduría humana originaria, en la que se deja escuchar la voz de la naturaleza misma. Según el libro del Génesis, tres son los datos fundamentales del designo del Creador sobre el matrimonio.En primer lugar, el hombre, imagen de Dios, ha sido creado « varón y hembra » (Gn 1, 27).

El hombre y la mujer son iguales en cuanto personas y complementarios en cuanto varón y hembra. Por un lado, la sexualidad forma parte de la esfera biológica y, por el otro, ha sido elevada en la criatura humana a un nuevo nivel, personal, donde se unen cuerpo y espíritu.El matrimonio, además, ha sido instituido por el Creador como una forma de vida en la que se realiza aquella comunión de personas que implica el ejercicio de la facultad sexual. « Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y se harán una sola carne » (Gn 2, 24).En fin, Dios ha querido donar a la unión del hombre y la mujer una participación especial en su obra creadora. Por eso ha bendecido al hombre y la mujer con las palabras: « Sed fecundos y multiplicaos » (Gn 1, 28).

En el designio del Creador complementariedad de los sexos y fecundidad pertenecen, por lo tanto, a la naturaleza misma de la institución del matrimonio.Además, la unión matrimonial entre el hombre y la mujer ha sido elevada por Cristo a la dignidad de sacramento. La Iglesia enseña que el matrimonio cristiano es signo eficaz de la alianza entre Cristo y la Iglesia (cf. Ef 5, 32). Este significado cristiano del matrimonio, lejos de disminuir el valor profundamente humano de la unión matrimonial entre el hombre la mujer, lo confirma y refuerza (cf. Mt 19, 3-12; Mc 10, 6-9).4. No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia. El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales, en efecto, « cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso ». (8)

En la Sagrada Escritura las relaciones homosexuales « están condenadas como graves depravaciones... (cf. Rm 1, 24-27; 1 Cor 6, 10; 1 Tim 1, 10). Este juicio de la Escritura no permite concluir que todos los que padecen esta anomalía sean personalmente responsables de ella; pero atestigua que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados ». (9) El mismo juicio moral se encuentra en muchos escritores eclesiásticos de los primeros siglos, (10) y ha sido unánimemente aceptado por la Tradición católica.Sin embargo, según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales « deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta ». (11) Tales personas están llamadas, como los demás cristianos, a vivir la castidad.(12) Pero la inclinación homosexual es « objetivamente desordenada », (13) y las prácticas homosexuales « son pecados gravemente contrarios a la castidad ».(14)

B. Actitudes ante el problema de las uniones homosexuales

5. Con respecto al fenómeno actual de las uniones homosexuales, las autoridades civiles asumen actitudes diferentes: A veces se limitan a la tolerancia del fenómeno; en otras ocasiones promueven el reconocimiento legal de tales uniones, con el pretexto de evitar, en relación a algunos derechos, la discriminación de quien convive con una persona del mismo sexo; en algunos casos favorecen incluso la equivalencia legal de las uniones homosexuales al matrimonio propiamente dicho, sin excluir el reconocimiento de la capacidad jurídica a la adopción de hijos.Allí donde el Estado asume una actitud de tolerancia de hecho, sin implicar la existencia de una ley que explícitamente conceda un reconocimiento legal a tales formas de vida, es necesario discernir correctamente los diversos aspectos del problema. La conciencia moral exige ser testigo, en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se oponen tanto la aprobación de las relaciones homosexuales como la injusta discriminación de las personas homosexuales. Por eso, es útil hacer intervenciones discretas y prudentes, cuyo contenido podría ser, por ejemplo, el siguiente: Desenmascarar el uso instrumental o ideológico que se puede hacer de esa tolerancia; afirmar claramente el carácter inmoral de este tipo de uniones; recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo. A quienes, a partir de esta tolerancia, quieren proceder a la legitimación de derechos específicos para las personas homosexuales conviventes, es necesario recordar que la tolerancia del mal es muy diferente a su aprobación o legalización.Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva. Hay que abstenerse de cualquier tipo de cooperación formal a la promulgación o aplicación de leyes tan gravemente injustas, y asimismo, en cuanto sea posible, de la cooperación material en el plano aplicativo. En esta materia cada cual puede reivindicar el derecho a la objeción de conciencia.

C. Argumentaciones racionales contra el reconocimiento legal de las uniones homosexuales

6. La comprensión de los motivos que inspiran la necesidad de oponerse a las instancias que buscan la legalización de las uniones homosexuales requiere algunas consideraciones éticas específicas, que son de diferentes órdenes.De orden racional.La función de la ley civil es ciertamente más limitada que la de la ley moral, (15) pero aquélla no puede entrar en contradicción con la recta razón sin perder la fuerza de obligar en conciencia. (16) Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona. (17)Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución esencial para el bien común como es el matrimonio.Se podría preguntar cómo puede contrariar al bien común una ley que no impone ningún comportamiento en particular, sino que se limita a hacer legal una realidad de hecho que no implica, aparentemente, una injusticia hacia nadie. En este sentido es necesario reflexionar ante todo sobre la diferencia entre comportamiento homosexual como fenómeno privado y el mismo como comportamiento público, legalmente previsto, aprobado y convertido en una de las instituciones del ordenamiento jurídico. El segundo fenómeno no sólo es más grave sino también de alcance más vasto y profundo, pues podría comportar modificaciones contrarias al bien común de toda la organización social. Las leyes civiles son principios estructurantes de la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellas « desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres ». (18) Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar en las nuevas generaciones la comprensión y la valoración de los comportamientos. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.De orden biológico y antropológico.7. En las uniones homosexuales están completamente ausentes los elementos biológicos y antropológicos del matrimonio y de la familia que podrían fundar razonablemente el reconocimiento legal de tales uniones. Éstas no están en condiciones de asegurar adecuadamente la procreación y la supervivencia de la especie humana. El recurrir eventualmente a los medios puestos a disposición por los recientes descubrimientos en el campo de la fecundación artificial, además de implicar graves faltas de respeto a la dignidad humana, (19) no cambiaría en absoluto su carácter inadecuado.En las uniones homosexuales está además completamente ausente la dimensión conyugal, que representa la forma humana y ordenada de las relaciones sexuales. Éstas, en efecto, son humanas cuando y en cuanto expresan y promueven la ayuda mutua de los sexos en el matrimonio y quedan abiertas a la transmisión de la vida.Como demuestra la experiencia, la ausencia de la bipolaridad sexual crea obstáculos al desarrollo normal de los niños eventualmente integrados en estas uniones. A éstos les falta la experiencia de la maternidad o de la paternidad. La integración de niños en las uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a violencias de distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano.Ciertamente tal práctica sería gravemente inmoral y se pondría en abierta contradicción con el principio, reconocido también por la Convención Internacional de la ONU sobre los Derechos del Niño, según el cual el interés superior que en todo caso hay que proteger es el del infante, la parte más débil e indefensa.De orden social.8. La sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio. La consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales es la redefinición del matrimonio, que se convierte en una institución que, en su esencia legalmente reconocida, pierde la referencia esencial a los factores ligados a la heterosexualidad, tales como la tarea procreativa y educativa. Si desde el punto de vista legal, el casamiento entre dos personas de sexo diferente fuese sólo considerado como uno de los matrimonios posibles, el concepto de matrimonio sufriría un cambio radical, con grave detrimento del bien común. Poniendo la unión homosexual en un plano jurídico análogo al del matrimonio o la familia, el Estado actúa arbitrariamente y entra en contradicción con sus propios deberes.Para sostener la legalización de las uniones homosexuales no puede invocarse el principio del respeto y la no discriminación de las personas. Distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente inaceptable sólo si se opone a la justicia. (20) No atribuir el estatus social y jurídico de matrimonio a formas de vida que no son ni pueden ser matrimoniales no se opone a la justicia, sino que, por el contrario, es requerido por ésta.

Tampoco el principio de la justa autonomía personal puede ser razonablemente invocado. Una cosa es que cada ciudadano pueda desarrollar libremente actividades de su interés y que tales actividades entren genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad, y otra muy diferente es que actividades que no representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y cualificado. Las uniones homosexuales no cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto las tareas por las cuales el matrimonio y la familia merecen un reconocimiento específico y cualificado. Por el contrario, hay suficientes razones para afirmar que tales uniones son nocivas para el recto desarrollo de la sociedad humana, sobre todo si aumentase su incidencia efectiva en el tejido social.De orden jurídico.9. Dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.Es falso el argumento según el cual la legalización de las uniones homosexuales sería necesaria para evitar que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes que tienen en cuanto personas y ciudadanos. En realidad, como todos los ciudadanos, también ellos, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco. Por el contrario, constituye una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social. (21).

D. Comportamiento de los políticos católicos ante legislaciones favorables a las uniones homosexuales.

10. Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia. Ante proyectos de ley a favor de las uniones homosexuales se deben tener en cuenta las siguientes indicaciones éticas.En el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto gravemente inmoral.En caso de que el parlamentario católico se encuentre en presencia de una ley ya en vigor favorable a las uniones homosexuales, debe oponerse a ella por los medios que le sean posibles, dejando pública constancia de su desacuerdo; se trata de cumplir con el deber de dar testimonio de la verdad. Si no fuese posible abrogar completamente una ley de este tipo, el parlamentario católico, recordando las indicaciones dadas en la Encíclica Evangelium Vitæ, « puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública », con la condición de que sea « clara y notoria a todos » su « personal absoluta oposición » a leyes semejantes y se haya evitado el peligro de escándalo. (22) Eso no significa que en esta materia una ley más restrictiva pueda ser considerada como una ley justa o siquiera aceptable; se trata de una tentativa legítima, impulsada por el deber moral, de abrogar al menos parcialmente una ley injusta cuando la abrogación total no es por el momento posible.E. Conclusión.11. La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.El Siervo de Dios Juan Pablo II, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de marzo de 2003, aprobó las presentes Consideraciones, decididas en la Sesión Ordinaria de la misma, y ordenó su publicación.

III) Conclusiones finales

De lo expuesto, tanto desde el punto de vista del orden jurídico positivo como desde el ángulo de la doctrina social cristiana surge clara la inconveniencia de reconocer legalmente, por parte de los Estados, a las uniones civiles homosexuales, -estén equiparadas plenamente al matrimonio o no-, por ir contra el derecho natural y encontrarse fuera del alcance extensivo de la categoría matrimonio claramente en la gran mayoría de los Derechos, como en Uruguay.

En caso que la mayoría de los Derechos la admitiera, entonces deberá de ser desconocida recurriendo a la excepción del orden público internacional. El matrimonio es un vínculo constituido por definición esencial entre personas de distinto sexo, en tanto éste es un instituto del Derecho de Familia, reconocido como preexistente al propio Estado y no puede pretender asimilarse la unión entre personas del mismo sexo a la institución matrimonial, con la complementariedad física y síquica correspondiente y por ello potencialmente abierta a la vida, que además cumple un fin social que la unión civil homosexual nunca podrá desempeñar.

Notas
(1) Cf. Fresnedo de Aguirre, C. “Curso de Derecho Internacional Privado”, T.II,vol.I, F.C.U., Montevideo, año 2003, pág.172.
(2) Cf. Fernández Arroyo, Diego, “Nuevos desarrollos del Derecho Internacional Privado de Familia en Europa”, en Temas de Derecho Internacional Privado y de Derecho Comunitario, Universidad Católica del Uruguay, Revista uruguaya de Derecho Constitucional y Político, 1997.
(3) Idem Fernández Arroyo, D. (2).
(4) Fresnedo de Aguirre, C. ob. cit., pág.173. (5) Cf. Juan Pablo II, Alocución con ocasión del rezo del Angelus, 20 de febrero de 1994 y 19 de junio de 1994; Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Consejo para la Familia, 24 de marzo de 1999; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2357-2359, 2396; Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8; Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986; Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992; Pontificio Consejo para la Familia, Carta a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa sobre la resolución del Parlamento Europeo en relación a las parejas de homosexuales, 25 de marzo de 1994; Familia, matrimonio y « uniones de hecho », 26 de julio de 2000, n. 23.

(6) Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política, 24 de noviembre de 2002, n. 4.

(7) Cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 48.
(8) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357.(9) Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persona humana, 29 de diciembre de 1975, n. 8.
(10) Cf. por ejemplo S. Policarpo, Carta a los Filipenses, V, 3; S. Justino, Primera Apología, 27, 1-4; Atenágoras, Súplica por los cristianos, 34.
11) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2358; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986, n. 12.

(12) Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2359; Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1 de octubre de 1986, n. 12.
(13) Catecismo de la Iglesia Católica, n. 23. (14) Cf. Ibid., n. 2396.
(15) Cf. Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 71. (16) Cf. ibid., n. 72.
(17) Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, I-II, p. 95, a. 2.
(18) Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 90.
(19) Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitæ, 22 de febrero de 1987, II. A. 1-3.
(20) Cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologiæ, II-II, p. 63, a.1, c.
(21) No hay que olvidar que subsiste siempre « el peligro de que una legislación que haga de la homosexualidad una base para poseer derechos pueda estimular de hecho a una persona con tendencia homosexual a declarar su homosexualidad, o incluso a buscar un partner con el objeto de aprovecharse de las disposiciones de la ley » (Congregación para la Doctrina de la Fe, Algunas consideraciones concernientes a la Respuesta a propuestas de ley sobre la no discriminación de las personas homosexuales, 24 de julio de 1992, n. 14).
(22) Juan Pablo II, Carta Encíclica Evangelium vitæ, 25 de marzo de 1995, n. 73.










ASCÉTICA PARA EL BICENTENARIO

Jorge Bosco
(Desde Estados Unidos)

III
Santos, en el invierno de la Patria
quiero anunciarte ya la primavera posible,
porque sé acabadamente que anónimos labradores
no cesan de trabajar el suelo noble
de las almas patriotas:
yo espero aún la Gran Argentina
que soñaron mis maestros.
El letargo de la Patria soñada, si bien se mira,
es el insomnio de una Patria real,
cuyas potencias deben ser ordenadas
al Fin último y necesario.
La Patria no es una añeja definición libresca,
o un idilio ajado por derrotas pasajeras,
o una entidad etérea sin encarnadura:
la Patria es un cuerpo carnal y espiritual,
la Patria ríe y llora,
la Patria es un ansia de frutos
porque es una espiga de sacrificios.

domingo, 30 de mayo de 2010

ESTRATÉGICA VISIÓN DEL PRESIDENTE PERÓN


A 60 años de la creación de la C.N.E.A.
Comisión Nacional de Energía Atómica
Por Carlos Alberto Del Campo

El 31 de mayo de 1950, mediante el Decreto 10.936, el Presidente Perón crea la CNEA, ente autárquico, dependiente directamente de la presidencia de la Nación con el objeto de “coordinar y estimular las investigaciones atómicas que se realicen en el país” y ordenar las actividades desarrolladas en Argentina desde el primer decreto del año 1945.

El organismo era presidido por el propio Perón, acompañado como director por el científico Dr. Enrique Gaviola y como Secretario General por el (injustamente olvidado) Cnel. Enrique González, integrante del GOU, amigo personal de Perón desde los años 1920.

Antecedentes:
En 1945 el Gral. Manuel Savio había ordenado la exploración minera para ubicar yacimientos de uranio a la vez que elevó al Senado un proyecto de constitución del Instituto de Investigaciones Científicas que finalmente no se aprobó.

Durante esos años se traslada al país el científico alemán Dr. Ronald Richter, quien después de una breve radicación en Córdoba obtiene la autorización de Perón para desarrollar investigaciones nucleares en la Isla Huemul las que después de un tiempo fracasaron relativamente, porque si bien es cierto que los anuncios científicos nunca se comprobaron, el acontecimiento dio inicio a la actividad nuclear en Argentina.

CNEA: el recorrido de un largo camino
Realmente resulta un “milagro” la permanencia durante seis décadas -de honrosa trayectoria- de la Comisión que pasó indemne acciones de gobiernos de origen democrático y de facto mientras se desmantelaba la industria aeroespacial; el desmembramiento de YPF; abandono del proyecto misilístico del Cóndor-II; cuasi desmantelamiento de enormes Astilleros y liquidación de la industria pesada de la Forja argentina. Ni hablar del increíble abandono de los proyectos aeronáuticos propios que en la actualidad significarían una fuente de trabajo para miles y miles de compatriotas. ¡Durante muchos años por estas tierras se pregonaba “avanzar hacia la sociedad del conocimiento”, a la vez que se destruían las fuentes de la ciencia y la tecnología argentina!

En la política nuclear argentina dos decisiones acertadas resultaron ser el impulso sin retorno de la actividad: la formación de jóvenes argentinos en las carreras de investigación de física nuclear que permitió generar propia tecnología y la decisión estratégica de emplear uranio natural más agua pesada en el ciclo de producción atómica.

En 1954 se incorpora el Sincrociclotrón como moderno instrumental acelerador de partículas atómicas adquirido a la firma Philips que dio origen a la creación de tecnología propia para posteriores equipos. Poco tiempo más tarde la Argentina anunciaba que sus científicos habían descubierto 17 nuevos radionucleidos. En el mismo año se construye la Planta Malargüe para el tratamiento de minerales de uranio. En 1955 se obtiene la producción de los primeros lingotes de uranio metálico. En 1953 se dictó el primer curso sobre reactores, dos años mas tarde por Convenio CNEA / Universidad Nacional de Cuyo se estableció en Bariloche el Instituto Balseiro que otorga títulos superiores en física e ingeniería nuclear. En 1956 nació el Instituto Sábato para formar profesionales en la ciencia y tecnología de materiales.

Construcción de Reactores Nucleares
RA-1 (1958) reactor instalado en el Centro Atómico Constituyentes (Bs. As.)
RA-0 y RA-2 (potencia nominal cero) condujeron a la investigación y desarrollo posterior.
RA-3 (1967) funciona en el Centro Atómico Ezeiza, totalmente argentino, de irradiación y producción de radioisótopos.
RA-6 de docencia e investigación
Plutonio: (1968 y ’69) La primera planta de recuperación de combustible irradiado permitió recuperar el Plutonio como primera experiencia en América Latina.

¡Argentinos: necesitamos energía para la actividad del país!
Los proyectos industriales de la década del 40-50 pusieron en evidencia el retraso energético de Argentina. Fue necesario, entonces, hacer casi todo: centrales de generación por petróleo, carbón, hidroeléctricas. En 1965, la CNEA, con investigación propia, asume estudios tendientes a encarar la construcción de una central nucleoeléctrica en las cercanías del río Paraná (Atucha I).
La decisión dio origen a un extendido debate nacional sobre “uranio natural vs. uranio enriquecido” que enamoró el interés de los jóvenes (esencialmente universitarios) sobre la defensa de la Soberanía Nacional que residía en el uso del uranio natural disponible en yacimientos propios; y los “expertos”, los profesores y los grandes medios que defendían el empleo del mineral enriquecido que debía adquirirse a los EE. UU. que detentaba el monopolio comercial. Recuerdo aquellas populosas tribunas esclarecedoras que levantábamos, los estudiantes de química e ingeniería de la UNC, en el año 1967. Sin embargo, el problema no era sencillo, para activar el uranio es necesario disponer de agua pesada y la Argentina tenía cerrados los mercados mundiales. El hecho llevó a la que CNEA investigara y desarrollara una tecnología propia en la materia.

Las Centrales nucleares-eléctricas
Atucha I / 357 MWe. Comenzó a funcionar en enero de 1974 como la primera Central de potencia de América Latina con un 33% de participación nacional.
Embalse / 648 MWe. Comenzó a funcionar en 1983 incrementándose la participación nacional en su construcción. (Recientemente -en 2010- la Corporación Andina de Fomento aprobó un crédito de 240 millones/dólares para ampliación de la vida útil).
Atucha II / 745 MWe. En 1981 se inicia su construcción, luego detenida por más de 20 años, hasta que en 2005 el Presidente Néstor Kirchner dispuso su finalización y el Ministro Julio de Vido anticipó que a mediados de 2011 estará en funcionamiento.
Proyecto Atucha III: con un costo de alrededor de los 3.000 millones de dólares es un megaproyecto conjunto de Argentina, Canadá, Rusia y Francia que implica la ocupación de 6.000 trabajadores en 700 frentes de trabajo.

Uranio enriquecido, pero ahora… de producción nacional
A fines del año 1983, la República Argentina anunció al mundo que había completado el manejo propio de la tecnología atómica que disponían -por esa época- solamente: EE.UU., URSS, Francia, China e Inglaterra lo que le permitió convertirse en exportador de reactores. El avance sin precedentes registrado se logra por una asociación estratégica entre CNEA e INVAP.

INVAP S. E. (Investigación Aplicada Sociedad del Estado)
Empresa de base tecnológica de capital estatal mixto (CNEA y gobierno de Río Negro), desarrolla importantes actividades (centrales nucleares, satélites, radares, control de prevención de incendios forestales, instrumental para control de pesca de altamar, equipo del Museo de Salta “niños de Llullaillaco”). INVAP fue calificada para participar en la industria nuclear estadounidense y logró participar con gran éxito en las mas importantes licitaciones internacionales vendiendo reactores a Perú; Argelia; Holanda; Egipto (primer reactor nuclear); Australia (actualmente con 7 premios alcanzados); Venezuela (centros de radioterapia) con alto valor agregado.

CNEA, una lección auspiciosa para los argentinos
El 12 de abril ppdo. la Presidente Cristina de Kirchner fue invitada por Barack Obama a participar de la Cumbre de Seguridad Nuclear, un ámbito donde únicamente participan los países miembros del organismo mundial de energía atómica, más Israel, India y Paquistán. Evidentemente, si el presidente de EE.UU. invita es porque nuestro país es reconocido por las principales potencias. En 2010 nos encontramos en un franco proceso de crecimiento en las inversiones energéticas imprescindibles para atender la notable reactivación del proceso industrial y el mejoramiento de la calidad de vida. Los entendidos ya advierten que en 2025 será necesario incorporar 40.000 MW nuevos de potencia de los que se deberá recurrir a no menos de 10.000 MW de origen nuclear (lo está haciendo Finlandia, India, Japón, China) frente al agotamiento de los combustibles fósiles. Los ambientalistas de diferentes países están cambiando de opinión sobre el uso pacífico de la energía atómica ante el preocupante avance del calentamiento global que aconseja utilizar generación eléctrica no-contaminante. La CNEA asumió el compromiso de la entrega gratuita de elementos para la medicina nuclear y el aporte de onerosas investigaciones referidas al diagnóstico por imágenes.

A 60 años de su creación, durante los fastos del Bicentenario, la Comisión Nacional de Energía Atómica celebra en condiciones de señalar el camino superador de cualquier espíritu de derrota nacional en beneficio de la construcción de la Argentina independiente.-
Córdoba, 31 de mayo de 2010.-














GALTIERI Y SUS ALIADOS SOVIÉTICOS


Rubén Guillemi

En un libro publicado este mes en Rusia, el periodista Sergey Brilev revela aspectos desconocidos de la ayuda crucial que los servicios secretos de la URSS brindaron a las fuerzas argentinas durante la Guerra de Malvinas
Sergey Brilev es hoy uno de los presentadores y analistas políticos más conocidos por los televidentes de la Federación Rusa, donde además es vicedirector del canal Rossiya TV (RTR). Pero cuando comienza a hablar en un fluido español, su inocultable acento rioplatense -" Ssho ssiempre leo La Nassión "- revela que algo de su historia tiene que ver con esta parte de América latina.

A manera de catarsis, cuenta, por una vida ambulante de hijo de un ex representante comercial soviético, Brilev acaba de publicar en Moscú el libro Fidel, Fútbol y Malvinas , en el que presenta lo que es un mundo exótico y casi desconocido a los ojos rusos. Pero además dedica todo un capítulo a profundizar un aspecto poco investigado, incluso en la Argentina: el rol fundamental que jugó durante la Guerra de Malvinas la Unión Soviética, un impensado amigo de un feroz anticomunista como fue el general Leopoldo Galtieri.

"Por aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, los soviéticos se pusieron en riesgo de un conflicto mundial brindando una ayuda militar que resultó clave para los principales triunfos argentinos durante la guerra", asegura Brilev.

Siempre se supo del acercamiento entre Moscú y Buenos Aires durante el conflicto, pero en su libro Brilev reúne datos pocos conocidos sobre esa ayuda. Por ejemplo, que el 15 de mayo de 1982 los soviéticos lanzaron específicamente el satélite Kosmos-1365 para posicionarlo en una órbita desde la cual pudiera proveer información estratégica a las fuerzas argentinas en el Atlántico Sur.

Como lugar de la entrevista con LA NACION, Brilev eligió el restaurante del último piso del hotel Ritz Carlton en la capital rusa, con una vista fantástica sobre la Plaza Roja, el Kremlin y la Catedral de San Basilio, adornadas días atrás para el desfile del 9 de mayo, aniversario de la victoria soviética sobre los nazis. "¡Pensar que desde allí se dominó gran parte del mundo durante más de siete décadas! -reflexiona el periodista-. Pero eso se hizo bajo la amenaza permanente de guerras y conflictos, y hacia el final hubo decisiones muy graves dejadas en manos de los mandos medios. Fue muy extraño el funcionamiento del poder durante el régimen soviético", observa.

El pasaporte de Brilev afirma que su ciudad natal es Moscú, pero es sólo un artilugio legal. Cuando nació, en 1972, el destino de su padre era La Habana. El resto de su niñez la pasó en Ecuador, su adolescencia en Uruguay y luego se casó y vivió en Londres, hasta que finalmente decidió radicarse en Moscú, donde vive con su esposa y una hija de tres años. "A esta altura de mi vida tengo el panorama de un mundo multicolor e interconectado", dice. Esa visión le permitió por ejemplo profundizar en el tema Malvinas, aun cuando su historia tiene más que ver con Uruguay que con la Argentina.

La investigación sobre la guerra del Atlántico Sur comenzó hace un par de años, cuando la casa editorial rusa le propuso escribir sobre su particular experiencia de vida multicultural. En ese momento, entre otras cuestiones, recordó un viejo artículo de la revista norteamericana Time, publicado durante el conflicto, que muy suscintamente mencionaba el lanzamiento del satélite soviético Kosmos-1365 un mes y medio después del desembarco argentino en las islas, cuando la guerra estaba en su apogeo.

Para comenzar a tirar de la punta de ese hilo informativo, Brilev intentó acceder a los documentos oficiales, pero la primera traba que encontró en los archivos rusos fue el infranqueable sello de "Información clasificada". Entonces optó por recoger datos entre quienes fueron los líderes militares de comienzos de los 80.

"Al primero que acudí fue al general Nikolai Leonov, primer vice del servicio analítico de la KGB durante la guerra. Y él me confirmó que desde el comienzo del conflicto hubo varios envíos de información satelital a los militares argentinos. Lo mismo me dijo luego el general Valentin Varennikov, que entonces era primer vicejefe del Cuartel General de las FFAA soviética", recuerda Brilev.

En su libro hace un cruce cronológico de datos entre los hechos más relevantes del conflicto de Malvinas y las actividades de la inteligencia de su país. Brilev sostiene, por ejemplo, que los aviones navales argentinos lograron hundir la fragata británica HMS Sheffield gracias a la información que ya le estaban brindando los satélites soviéticos en órbita aun antes del lanzamiento del Kosmos-1365. "La versión de que hundieron al Sheffield gracias a la tarea de los aviones exploradores argentinos Neptune suena muy "patriótica", seguramente, al oído argentino. Sin embargo, me parece mucho más probable que haya habido ayuda de los soviéticos. El Neptune era un avión muy viejo y con problemas de mantenimiento. En todo caso estaba en condiciones de prestar colaboración en el terreno, pero la información estratégica la tenían los satélites soviéticos".

Información compartida

Otra victoria que en aquel momento alimentó el entusiasta "Vamos ganando" de los argentinos llegó como "regalo patriótico" el 25 de mayo de 1982. Brilev afirma que fue gracias al satélite Kosmos-1365 que los misiles argentinos pudieron hundir el HMS Coventry, una joya de la OTAN, y también al Atlantic Conveyor, una especie de portaaviones que fue a parar al fondo de las aguas del Atlántico Sur con 15.000 toneladas de vehículos a bordo.

Pero según el investigador, la ayuda soviética fue más allá de la información satelital. "La URSS utilizó naves TU-95, modificadas como aviones de inteligencia, para sobrevolar las fuerzas británicas que se dirigían a la zona de combate y esa información también fue transmitida a los argentinos", asegura. Y añade: "Hubo ocasiones en que los TU-95 llegaron a volar a alturas muy peligrosas, 20 o 40 metros de altura, casi tocando los barcos británicos que llevaban armamento atómico". El coronel soviético Georguiy Bulbenkov confirmó hace algunos años su propia participación en esos vuelos, y explicó que el área de observación soviética sobre los barcos británicos iba desde el Golfo de Vizcaya hasta la línea ecuatorial.

Pero como buen ruso, una de las principales curiosidades de Brilev cuando se lanzó a escribir su libro era tratar de desentrañar cómo funcionaba la maquinaria del poder en el régimen comunista que gobernó su país hasta 1991. ¿Cómo se llegó a tomar la decisión tan delicada de espiar a la Armada británica para favorecer a una junta militar ferozmente anticomunista y en las antípodas ideológicas del Kremlin?

La duda que lo carcomía era en esencia quién dio el sí a esta decisión. Con sus investigaciones, el presentador ruso llegó hasta el mismísimo Mikhail Gorbachov, el último presidente de la Unión Soviética, que durante el conflicto del Atlántico Sur era miembro del Buró Político del Partido Comunista, el órgano por el que pasaban obligatoriamente todas las grandes decisiones estratégicas de la URSS. Pero la respuesta de Gorbachov fue tajante: "Jamás hubo una decisión del Comité Central de colaborar con la Junta argentina".

La conclusión a la que llega Brilev entonces en su libro es que en esta etapa de la Unión Soviética el esquema de poder autocrático ya se estaba resquebrajando. La ayuda a los argentinos fue una estrategia asumida a nivel de generales del mando militar, como una consecuencia lógica del apoyo que se debía brindar al "enemigo de un enemigo". Pero agrega otro dato: "Tampoco hay que olvidar que sólo dos países no participaban del embargo de alimentos decretado contra la URSS después de la invasión soviética a Afganistán, en 1979. Y esos dos países eran precisamente Argentina y Uruguay. Y el mando militar era muy consciente de la importancia de ese respaldo", dice.

En sus tiempos de escuela primaria en América latina, a Brilev le intrigó siempre ese pequeño triangulito blanco del continente helado, que países como la Argentina o Chile incluyen en sus mapas oficiales. Con humor se suma a la polémica: "¿Qué duda cabe de que la Antártida es rusa? Si el que descubrió ese continente en 1820 fue un ruso..."

Pero luego insiste en ponerse serio cuando advierte que en las próximas décadas la Guerra de Malvinas va a ser considerada "el primer pequeño incidente del conflicto militar antártico". Esa fue la impresión que le quedó al periodista ruso luego de visitar el Instituto Antártico Argentino, el británico y el ruso. "En un par de décadas vamos a llegar a la situación en que los yacimientos tradicionales se acabarán. Y el último reservorio de yacimientos minerales importantes, de oro, petróleo y diamantes, es el continente helado", dice.

"En este sentido -concluye-, yo no tengo dudas de que en unos años la Guerra de Malvinas será recordada como la primera gran guerra por la Antártida."

La Nación, 30-5-10

GASTARON $ 1.600 MILLONES EN LA COMPRA DE TRENES QUE NO FUNCIONAN



Por Antonio Rossi

Desde 2005, el ex presidente Néstor Kirchner prometió revertir el déficit en el transporte ferroviario que venía de los 90. Para eso, el patagónico (y luego, su esposa) hicieron que el Estado gastara 1.600 millones de pesos en la compra de 96 formaciones dobles y triples, más 536 coches de pasajeros y locomotoras, todos usados, provenientes de España y Portugal. A cinco años de esa decisión, el 70 por ciento de esos trenes no funciona y está abandonado en playones ferroviarios del conurbano y la provincia de Buenos Aires.

El Gobierno admite que no tiene ninguna solución inmediata al respecto (ver Las reparaciones ...) y algunos especialistas estiman que, en realidad, los trenes que no funcionan correctamente llegan al 90% de lo adquirido.

La reparación de esas formaciones, que está en estudio por el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, demandará -al menos- la inversión de otros $ 500 millones.

La compra de estos coches, que Kirchner presentó como “la gran solución” para los servicios urbanos de pasajeros en la región metropolitana y los trenes al interior, se hizo mediante una adquisición directa.

Fue una operación abrochada en el marco de las relaciones “Estado a Estado”, sin licitaciones que transparentaran los precios pagados.

El procesado ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, cerró las operaciones con una cláusula especial. Los trenes tenían que ser remodelados y arreglados en talleres locales . ¿Quiénes tienen esas instalaciones? Las empresas vinculadas a TBA (del grupo Cirigliano), Ferrovías (Emepa-Gabriel Romero) y Metrovías (del grupo Roggio). Todas firmas de aceitado diálogo con el Gobierno. No obstante, allí también surgieron fricciones con el Poder Ejecutivo.

Del total de las unidades que arribaron al pais, sólo se encuentran en funcionamiento algo menos del 30% . Están desperdigadas en las líneas Roca, Sarmiento, Belgrano Norte y Belgrano Sur. En larga distancia, las escasas unidades permanecen activas se encuentran en los servicios que presta Ferrocentral desde Retiro a Córdoba y Tucumán y los que opera Ferrobaires en los ramales bonaerenses.

La mayor parte de las locomotoras y coches permanecen inmovilizados y en estado de abondono en los talleres de Remedios de Escalada, Chascomús, San Martín y Retiro.

Falta de planificación, desacertada distribución de los equipos y problemas presupuestarios a la hora de las reparaciones se conjugaron para que la mayor parte de estos trenes importados se encuentren hoy varados en las vías.

Los trenes usados, que los españoles sacaron de circulación por antiguos y antieconómicos , fueron despachados a la Argentina en un “acuerdo de cooperación” que suscribieron en enero de 2005 los presidentes Néstor Kirchner y José Luis Rodríguez Zapatero.

El primer envío se efectuó en 2005 y consistió en 11 coches motores triples, 36 coches de pasajeros de larga distancia, 10 furgones y 10 locomotoras. Para los restantes años, el cronograma preveía la incorporación de los siguientes equipos: 2006: 100 coches de pasajeros, 25 locomotoras diesel-eléctricas, 20 trenes diesel y 10 furgones.

2007: 150 coches de pasajeros, 35 locomotoras, 25 coches eléctricos, 20 trenes diesel y 10 furgones.

2008: 40 locomotoras, 25 coches eléctricos y 20 trenes diesel.

2009: 50 coches eléctricos, 20 trenes diesel y 10 locomotoras.

En el caso de Portugal, la provisión de trenes usados arrancó en 2004 con la compra de 17 duplas autopropulsadas para la línea Belgrano Norte. Un año después se amplió a 24 trenes eléctricos de tres unidades, 6 coches motores, 39 locomotoras diesel y 60 coches de pasajeros de larga distancia.

“La mayoría de lo que se compró está en muy malas condiciones . La lista de aspectos a arreglar es interminable: desde problemas de trocha (no estaban adaptados para las vías argentinas), ruedas, ventanas, puertas, pintura y problemas de instalación eléctrica y suspensión, que son los más caros para reparar ”, señala Jorge Edelmiro, uno de los mayores especialistas en trenes del país.

“Es como haber comprado una casa vieja que nadie quiere y que encima no tiene gas, electricidad, agua, las paredes están descascaradas y no anda nada”, agrega el especialista.

En el entorno del secretario Schiavi no se hacen cargo del problema. “ Es de la gestión anterior (la de Jaime), estamos buscando la solución”, apuntan.

Pero esa misma versión no es del todo corroborada por las mismas concesionarias a las que se les entregaron los trenes comprados. A TBA, por ejemplo, le dieron 13 formaciones triples (en la jerga, las llaman “triplas”).

Hay tres que fueron cedidas listas para funcionar. Las otras 10 nunca se arreglaron.

Aunque la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) autorizó $ 100 millones para ese fin, “al día de la fecha, la Secretaría de Transporte no adjudicó la partida presupuestaria correspondiente”, observan en la empresa.

Clarín, 30-5-10

PROBLEMAS PARA LOS PADRES DE HOY


La tradición, el buen sentido y los consejos de los especialistas instan a los padres de hoy a que dediquen mayor atención a sus hijos, sea para acompañarlos, dialogar más con ellos, participar en algunos de sus juegos o para compartir su tiempo libre. Muchos lo hacen y muy bien. Otros admiten que no lo hacen, porque sus obligaciones lo impiden y, a pesar de reconocer que sería mejor obrar de distinto modo, la presión de las necesidades, las dificultades del trabajo, las inevitables tareas domésticas o los compromisos de la vida social son demandas que les resultan absorbentes. Para los que afrontan esa realidad cabe proponer una reflexión más y acaso otras decisiones, pues la cuestión merece la mayor atención tanto para el presente como para el futuro de los hijos.

Los cambios que han venido modificando las pautas de la existencia hogareña de hoy son muchos y fundamentales. La familia se ha reducido a la forma nuclear. Padre y madre trabajan fuera del hogar. Es frecuente que los hijos asistan a escuelas de doble escolaridad. Las casas tienen menores dimensiones que las del pasado y no hay comodidad para que los chicos puedan jugar por falta espacio. Se han incorporado, además, y con poder invasivo, productos de la electrónica: la TV, la PC y otros que, junto con los beneficios que brindan, no dejan de ser riesgosos.

¿Cómo adecuar en esta época el cumplimiento de los roles parentales ante los hijos y ante la propia conciencia de los deberes por asumir? Es un interrogante que los padres tienen que ir ajustando en función de sus circunstancias. Una lógica de la vida cotidiana indica la necesidad de establecer un orden de prioridades y, en ese plano, el cuidado de los hijos es una obligación principal que, para cumplirse, reclama buena voluntad y tiempo.

Dentro del cuadro de acciones por considerar merece una atención especial la relación con los productos tecnológicos. En primer lugar, la TV y la computadora como fuentes de entretenimiento, que se convierten en un peligro instalado en la propia casa cuando son los niños quienes las manipulan. Obviamente, para evitar ese riesgo los adultos no deben abandonar el control y acompañar en lo posible a sus hijos para aclarar, comentar o dar fin a un programa.

Es evidente que los productos de la tecnología pueden originar efectos opuestos: los positivos que justifican su importancia actual y los negativos de los que hay que prevenirse. Eso ocurre con las opciones que abre el empleo de la computadora: los progresos en el chateo, por ejemplo, reducen con frecuencia la capacidad de redactar y el correcto uso del idioma; a menudo, también, los videojuegos son una barrera para el contacto humano con personas del entorno; Internet permite bajar material pornográfico. Es que las creaciones tecnológicas responden a criterios de eficacia. Lo bueno y lo malo que pueda resultar de su empleo depende de los fines a los cuales se aplica. Por eso, es deber de los mayores procurar que sus hijos dominen esa gran herramienta, pero con conciencia de sus límites y desvíos.

La Nación. Editorial, 30-5-10

LOS NARCOS YA FABRICAN EN EL PAÍS DROGAS DE DISEÑO



Por Virginia Messi


Hoy ya nada es tan sencillo. En cinco meses (de enero a mayo) la Gendarmería y la Policía Bonaerense hicieron tres grandes procedimientos contra bandas de narcos dedicadas a la comercialización de drogas de diseño de distinta sofisticación. Y encontraron pistas de que las pastillas secuestradas fueron fabricadas localmente .

Máquinas tableteadoras, cuños para estamparle al producto un logo (que denota su origen o calidad), precursores químicos, rústicos laboratorios armados con microondas en departamentos, son algunos de los elementos aportados por estos procedimientos, que tienen su antecedente más alarmante en 2008, cuando en Ingeniero Maschwitz se descubrió un laboratorio clandestino manejado por mexicanos. Aquel operativo disparó la causa por la llamada “ruta de la efedrina” y dio el primer alerta de una maniobra que, pese a los controles oficiales, encuentra lugares para colarse.

En abril de este año, en una serie de allanamientos ordenados por la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado (realizados por la Delegación Drogas Ilícitas de San Isidro), se secuestraron 11.000 pastillas que iban a ser distribuidas en boliches de la Zona Norte del Conurbano. Se detuvo a seis personas, que hoy ya tienen prisión preventiva.

Los análisis determinaron que las pastillas incautadas eran de MCPP , una poderosa droga que ha sido bautizada por algunos como “el nuevo extasis” (ver ¿Qué es...? ) Se trata de una sustancia detectada por primera vez en la noche madrileña en 2006.

“Las píldoras llevaban tres logos: TT , ? y el numero 4 . La gran mayoría se encontró en un departamento de la calle Paraná al 2700, de Olivos. Allí también estaba la máquina para hacer las pastillas, que habían sido distribuidas en bolsas de 1.200 o 1.300 unidades”, confiaron a Clarín fuentes de la investigación. En ese departamento se encontraron, además, tachos con la droga en polvo, cuyo origen –indican las escuchas telefónicas del caso– sería un laboratorio ubicado en la Provincia de Buenos Aires, sobre el que la Justicia ya puso la mira.

Poco después de este operativo, el 4 de mayo, la Gendarmería detuvo a cuatro hombres y a una mujer integrantes de una banda dedicada “a la elaboración, corte y distribución de drogas de diseño”. En los allanamientos –concretados en la zona norte del Conurbano, Palermo Hollywood y Recoleta– se secuestraron 700 pastillas, 220 frascos con ketamina (una droga que suele ser usada como anestésico para caballos) y botellones de acetona (un precursor químico).

“El pesKado viaja entre las tetas”, fue el mensaje que una de las detenidas le mandó a otro integrante de la banda desde su celular poco antes de ser detenida al bajar de un colectivo en Alvear y Callao, el mismo 4 de mayo. La joven se refería a las pastillas de ketamina –considerada droga ilícita desde marzo pasado– con el dibujo de un delfín que ella llevaba en su corpiño y cuyo destino era variado: boliches, delivery VIP y hasta venta al por mayor a compradores del interior del país que venían a Capital en tour de compras.

“Los elementos encontrados en el procedimiento son los que necesita un laboratorio casero para fabricar drogas de diseño”, confirmaron a Clarín fuentes del Centro de Operaciones Especiales Antidrogas de Gendarmería.

Siempre enfocadas a clientes de un nivel adquisitivo medio/alto , las drogas de diseño (o sintéticas) circulan en las discotecas y explotan en las fiestas electrónicas y en la Costa durante el verano.

Eso terminó de quedar claro en enero, cuando cuatro jóvenes fueron detenidos en Villa Gesell acusados de una serie de asaltos. Se les secuestró 85 dosis de una droga sintética que se pensó que podía ser el alucinógeno DOB y que dio positivo al reactivo de efedrina.

Se sospecha que fue fabricada en el país .

Por lo pronto, la Justicia descubrió, en octubre de 2009, una receta manuscrita para hacer efedrina sintética y metaanfetaminas. La tenía Mario Segovia (el “Rey de la Efedrina”) en su pabellón de la cárcel de Ezeiza. Esto, tal como adelantó Clarín en una nota publicada el último 24 de abril, obligó a la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar) a incrementar los controles sobre dos químicos: el nitroetano y el benzaldehído, que figuraban en la fórmula.

Lo que hasta hace menos de dos años era un hipótesis que generaba peleas entre funcionarios provinciales y nacionales parece haberse convertido en una incipiente realidad. Los narcos apuestan a las pastillas.

Y ya no desdeñan la producción local .

Clarín, 30-5-10

DEPENDENCIA EXTERNA: LOS NECESARIOS VÍNCULOS CON EL EXTERIOR

Emilia Subiza
Hace 200 años la Argentina inició el camino de la independencia, que fue finalmente declarada seis años después en Tucumán. En el marco de los festejos por el Bicentenario, LA NACION se propone reflexionar sobre cuán dependiente es hoy la economía argentina del exterior, en función de variables como el comercio, la inversión, la deuda y la titularidad de las principales empresas.

En 2009, la balanza de pagos arrojó un superávit comercial de US$ 18.621 millones, lo que implica que el país exportó más de lo que importó de afuera. De las 200 empresas que más facturan en la Argentina, 128 están en manos extranjeras. Mientras que la inversión externa directa del último año representó sólo el 7,7% del total de inversiones. Con respecto a la deuda, actualmente el 34% está en manos del Estado; el resto se divide entre tenedores locales y extranjeros.

"No somos más o menos dependientes; dependemos del exterior de una forma distinta. Hoy la Argentina es mucho más abierta que en los años 90 y en las cinco décadas previas; estamos en sintonía con el mundo", dice Bernardo Kosacoff, el director de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas.

Kosacoff explica que el superávit comercial hace que la Argentina ya no sufra el problema de disponibilidad de divisas, como se dio desde 1930 hasta el inicio del nuevo milenio. No obstante, señala que se depende del exterior en las importaciones, que hoy son necesarias para darle un mayor valor agregado a los bienes.

En 2009, las importaciones de mercancías totalizaron US$ 37.130 millones, siendo los bienes de capital e intermedios necesarios para la producción nacional, los de mayor peso. El saldo comercial de 2009 representa el 5,5% del PBI, con un fuerte peso de las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario e industrial. Al comienzo del milenio, en los años 2000 y 2001, el superávit representaba apenas el 0,4% y 2,3% del PBI, respectivamente, según datos de la consultora Abeceb.com. En los últimos 20 años fue en 2002 y 2003 cuando el saldo comercial tuvo más peso sobre el PBI: 17% y 12,4%, respectivamente.

Pero para el especialista en Comercio Exterior de la Fundación Standard Bank, Félix Peña, la vinculación de la Argentina con el mundo hay que analizarla teniendo en cuenta el crecimiento de la población urbana esperada para 2025. "Podemos seguir siendo el granero del mundo o convertirnos en la góndola para llegar al exterior con productos que proporciones creatividad y valor agregado".

Para él, la cuestión clave a futuro es cuánto se va a necesitar importar por cada dólar de producción industrial. Convertirnos en la góndola implicaría un aumento significativo de las importaciones para lograr la modernización necesaria para elevar el componente de tecnología y valor agregado a las exportaciones. Esto, indefectiblemente, reducirá el superávit comercial.

Hoy, la balanza de servicios ya muestra déficit por US$ 758 millones. Los viajes de argentinos en el exterior es el rubro de más peso, seguido por transportes. La exportación de servicios argentinos recibe los mayores aportes del turismo receptivo y de los servicios empresariales, profesionales y técnicos.

Los tiempos cambian
El concepto de independencia económica tuvo distintas acepciones a lo largo de la historia. El investigador del Conicet, Andrés Regalsky, cuenta que empezó a circular en la Argentina luego del Centenario (1910) como crítica al modelo agroexportador. Planteaba, por un lado, la diversificación económica y también cuestionaba los términos de relación con el capital extranjero.

En 1810 y los albores de la Revolución de Mayo, entretanto, el concepto de independencia económica estaba vinculado a la relación directa con las grandes potencias, ya definitivamente, sin la intermediación de España. Mientras que, en la actualidad, Regalsky dice que se asocia más al grado de protección y vulnerabilidad frente a las crisis.

De las 500 empresas más grandes de la Argentina (no financieras), el 66% (330) son de capital extranjero, según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) en 2009 sobre la base de datos de 2007. Entonces, éstas representaron además el 83,8% del valor agregado de producción y el 90,2% de las utilidades. Sin embargo, con respecto al empleo hay que destacar las empresas nacionales, que suman el 33% (170) del total, generaron el 37,1% de los puestos de trabajo.

"Tenemos una economía abierta con las empresas transnacionales actuando como agentes fundamentales de la producción de bienes y servicios", dice Kosacoff. Y destaca que la "novedad" del nuevo milenio son las "brasileñas multilatinas" [por las grandes empresas brasileñas que tienen presencia regional], que compraron compañías argentinas como frigoríficos, siderúrgicas, curtiembres y cementeras.

Para el director de la Cepal hay que mejorar la calidad de participación de las empresas transnacionales para que cambie el patrón de especialización hacia bienes más complejos. "Las principales empresas del mundo están en la Argentina, el desafío es que tengan un aporte sustantivo de calidad", opina.

Por rubros, las empresas de capital extranjero se agrupan fundamentalmente en la industria manufacturera y también en alimentos y combustibles. En minas y canteras se da la mayor relación entre cantidad de empresas con capital extranjero respecto de aquellas con capital nacional, con un ratio de 34 versus sólo cinco compañías locales.

El diputado de Proyecto Sur Claudio Lozano opina que la titularidad de las empresas influye en la dependencia del exterior pero no es lo único. Para él, la independencia tiene que ver con la capacidad de decisión nacional sobre el rumbo de la economía y el perfil productivo.

"Hoy la Argentina depende absolutamente del exterior, porque la capacidad de decidir sobre los recursos naturales que generan renta extraordinaria está en manos extranjeras", señala el diputado de Proyecto Sur, y explica que si el Estado controlara recursos como la minería, la tierra y la pesca, podría financiarse con estas rentas para su propio desarrollo.

Sobre la base de un estudio de la cúpula empresaria que coordinó Lozano, se observa que de las 200 empresas que más facturan en la Argentina, 128 son extranjeras, 58 son locales, 7 son estatales y 7 son asociaciones entre grupos argentinos y capitales extranjeros. El estudio también señala que se evidencia un crecimiento sostenido de la extranjerización, que en 1997 representaba el 64,3% de las ventas; en 2005, el 75,8%, y en 2007, el 77,3 por ciento. Aunque en número se mantienen estables en los últimos años, la participación en el monto de facturación se expandió considerablemente.

Un esquema arraigado
Kosacoff explica que las transnacionales tienen una presencia estructural en la economía argentina. Y aunque hubo freno en los flujos de inversión, no pasó lo mismo en el stock. De acuerdo con los datos del Indec, en 2009 las multinacionales giraron al exterior US$ 8109 millones, de los cuales se reinvirtieron US$ 3090 millones.

En 2009, la inversión extranjera directa fue de US$ 4900 millones, lo que representó un 7,7% de la inversión total (US$63.000 millones), según datos del Estudio Orlando Ferreres & Asociados.

Entre los años 1994 y 2000, durante el apogeo y el final de la convertibilidad, la inversión externa directa en la Argentina fue de US$ 355.000 millones, y representó el 19% del total de inversiones. En el período comprendido entre 2004 y 2009, los años del kirchnerismo, la inversión externa directa fue de US$ 36.000 millones, un 11% de la inversión total que fue de US$ 316.000 millones.

En un mundo globalizado como el actual, la independencia económica también se basa en las relaciones. El economista de la Universidad del CEMA, Jorge Avila, opina que la relación con otros países contribuye al enriquecimiento de las naciones e incluye cuestiones estratégicas como el comercio bilateral. Para él, la independencia se mide en función de tres variables: PBI, ingreso por habitante y población.

El historiador de la Universidad Nacional de Tres de Febrero Eduardo Jozami comenta: "En un mundo tan fuertemente integrado, la independencia económica no puede concebirse actualmente sino en el marco de una asociación estrecha entre los países latinoamericanos".

La Nación, 30-5-10

LAS COORDENADAS DEL BELGRANO



El episodio más dramático de la Guerra de Malvinas, el hundimiento del crucero General Belgrano, que costó la vida a 323 marinos argentinos, habría sido posible a partir de información de satélites soviéticos "robada" por Noruega. Esa es una de los conclusiones a las que llega el periodista ruso Sergey Brilev en su libro sobre los distintos aspectos de la participación rusa en el conflicto del Atlántico Sur.

La afirmación de Brilev está basada en una investigación realizada en 2002 por la cadena televisiva noruega NRK, que en realidad no tuvo mayor difusión en la Argentina en aquel momento. Ese informe decía que, durante el conflicto de Malvinas, los noruegos capturaban sistemáticamente la información de los satélites soviéticos desde la base ubicada en la localidad nórdica de Fauske.

Brilev explica que, dentro del esquema de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Noruega era el país "especialista" en asuntos soviéticos, no sólo porque compartía frontera con la URSS, sino porque además contaba con una buena industria electrónica como para ocuparse de espiar la información satelital.

Por eso, durante la Guerra de Malvinas, "el Servicio de Inteligencia Noruego interceptaba y decodificada todos los datos provenientes de los satélites de inteligencia soviéticos. Y esa información era transmitida a Gran Bretaña, una aliada de Oslo dentro la OTAN", explica Brilev.

La información de la televisión noruega fue confirmada en su momento por una alta fuente militar británica que dijo: "Cuando estalló la guerra, nosotros no teníamos información de inteligencia del área. Fue ahí donde tuvimos ayuda de los noruegos, que nos brindaron permanentemente información sobre las posiciones de los barcos argentinos".

Brilev explica que, a partir de las fotografías satelitales que interceptó Noruega, los británicos tuvieron las coordenadas con la posición del crucero argentino, lo que les permitió destruir la nave el 2 de mayo de 1982, aun cuando se hallaba fuera de la zona de exclusión marítima.

La Nación,. 30-5-10

LA POBLACIÓN AMERICANA EN 1492



Ángel ROSEMBLAT

Hemos seguido paso a paso el movimiento de la población indígena de América retrocediendo desde la actualidad hasta 1570. Estamos, pues, en condiciones de plantearnos el problema final: la población que tenía el continente a la llegada de Colón. De más está decir que la fecha de 1492 tiene sólo un valor convencional. Significa, en términos generales, el momento en que se produce el contacto entre el mundo americano y la civilización europea. Ya hemos visto que ese contacto se produjo por etapas y que en 1570 una gran parte del continente, apenas descubierta, seguía sometida a sus propias leyes demográficas.

Las apreciaciones de los contemporáneos y de los autores coloniales, que juegan muchas veces con los millones, están falseadas fundamentalmente en varios sentidos:

1º Cuando Fray Toribio de Benavente, o Motolinia, dice que en Méjico los padres franciscanos bautizaron, de 1521 a 1536, cerca de cinco millones de indios (según Pedro Fernández de Quirós, en 1609, 16 millones; según Fray Buenaventura Salinas, en 1631, más de 18 millones; según Juan Díez de la Calle, en 1657, 43 millones) trata indudablemente de exaltar la obra evangelizadora de la Orden. (1)

2º Cuando Hernán Cortés, en carta a Carlos V, describe una lucha contra más de 149.000 tlascaltecas "que cubrían toda la tierra" (el número tiene apariencias de precisión), trata sin duda de destacar el valor temerario de los 400 soldados que le acompañan y su maestría de capitán. (2)

3º Cuando el historiador mejicano Clavijero cree verosímil que hayan acudido seis millones de indios a las fiestas de inauguración del templo de la ciudad de Méjico en 1486 se deja llevar, sin duda, por la tendencia, bastante general, a engrandecer el pasado indígena. (3)

4º Cuando Fray Juan de Zumárraga, en 1531, dice que sólo en la ciudad de Méjico sacrificaban a los ídolos más de 20.000 víctimas al año, o Fray Juan de Torquemada dice que en todo el país inmolaban 72.244 víctimas por año, cifra que otros hacen ascender a 100.000, se hacen expresión del horror que produjo a los españoles esta manifestación del culto azteca y tratan, sin duda, de justificar la destrucción de los templos y la conquista misma. (4)

5º Finalmente, cuando el P. Las Casas afirma que los conquistadores de Méjico exterminaron más de cuatro millones de indios en los doce años que siguieron a la entrada de Cortés, no hace indudablemente una afirmación de tipo estadístico, sino que maneja las cifras con espíritu de hombre de partido, como defensor apasionado de la causa de los indios y detractor del poder civil y militar. (5)



Podrían agregarse otras causas de deformación, entre ellas la siguiente, anotada ya por Clavigero: el afán universal de agrandar las cosas nuevas que se describen. Al encontrarse con el Nuevo Mundo, el descubridor y el conquistador tuvieron una primera visión de deslumbramiento. Toda visión global, sobre todo del número de habitantes o de casas de una ciudad, el cómputo de una muchedumbre o de un ejército, se expresa siempre hiperbólicamente, como puede comprobarse con la experiencia cotidiana.

Esas cifras tienen sin duda un valor histórico, aunque no, desde luego, un valor estadístico. ¿Hay acaso cifras de otro género? Evidentemente sí. Cuando se aparta uno de las polémicas político-religiosas, debidas a veces a rivalidades entre órdenes, a conflictos entre el poder eclesiástico y el temporal o a rencillas y rivalidades entre los mismos capitanes y gobernadores, se encuentran abundantes elementos que se prestan para un cálculo aproxima­do: empadronamientos parciales, repartimientos de indios realizados al día siguiente de la conquista, y a veces también la magnitud de los ejércitos. Con ayuda de estos elementos, tomando en cuenta el desarrollo histórico y analizando los medios de vida de las poblaciones precolombinas y los restos de sus culturas, hemos elaborado el cuadro que damos a continuación: (6)



POBLACION DE AMÉRICA HACIA 1492

Norteamérica, al Norte del Río Grande .................................. 1.000.000

Méjico, América Central y Antillas ......................................... 5.600.000

Méjico ............................................................................... 4.500.000

Haití y Santo Domingo (La Española) ....................................... 100.000

Cuba ..................................................................................... 80.000

Puerto Rico ............................................................................ 50.000

Jamaica ................................................................................. 40.000

Antillas Menores y Bahamas ............. ........................................30.000

América Central.................................. ....................................800.000

América del Sur ................................. ..................................6.785.000

Colombia .............................................................................. 850.000

Venezuela ............................................................................. 350.000

Guayanas .............................................................................. 100.000

Ecuador ................................................................................. 500.000

Perú ................................................................................... 2.000.000

Bolivia ................................................................................... 800.000

Paraguay ............................................................................... 280.000

Argentina .............................................................................. 300.000

Uruguay.....................................................................................5.000

Brasil. ................................................................................ 1.000.000

Chile .................................................................................... 600.000

Población total de América en 1492 ...................................... 13.385.000



Esta cantidad de casi trece millones y medio de habitantes, con un margen de error que en conjunto no creemos mayor del 20 por ciento, está de acuerdo con el conocimiento del grado cultural que había alcanzado el continente en 1492.

La densidad de población depende, en efecto, no sólo del medio, sino también de la estructura económica y social. En el estudio de todos los pueblos se ha observado, como es natural, cierto paralelismo entre densidad de población y nivel cultural. Se da particularmente un gran centro de población allí donde cristaliza una gran formación política bajo formas agrícolas de existencia. Tal fue, en América, el caso de las civilizaciones azteca, maya, chibcha e incaica. En ellas alcanzó su apogeo la agricultura precolombina y se congregaron densos núcleos de población. El maíz (América se ha llamado la "civilización del maíz") era la base de la alimentación y se cosechaba en algunas partes dos veces al año. La zona agrícola abarcaba toda la región alta del Occidente americano, especialmente la meseta, desde Arizona hasta Chile. Pero ni siquiera el maíz era general; el cultivo se reducía, en gran parte de esa zona, a plantas tuberosas como la patata y la mandioca, a granos como la quinua ("el trigo de la puna"), a legumbres como los frijoles o las calabazas. La irrigación, el abono artificial y el empleo de instrumentos agrícolas, de madera o piedra, eran excepcionales. Las crónicas mejicanas han conserva­do el recuerdo de horribles períodos de hambre anteriores a la llegada de Cortés. (7)



Pero si las grandes culturas llegaron a la etapa agrícola, y en el Perú se llegó a domesticar la llama y la alpaca, la mayor parte del continente vivía de la caza, de la pesca y de la recolección. Los pueblos cazadores necesitan extensas praderas y no crean por sí solos grandes centros urbanos, que resultan de la convergencia de los resortes políticos, el comercio y la producción industrial. Se han analizado admirablemente los medios de vida de la América precolombina. (8) Las regiones polares y subtropicales llegan muy pronto a un grado de superpoblación. Los pueblos que se alimentan de la caza y de la pesca están obligados a cierto nomadismo intermitente. La selva no ha albergado nunca grandes poblaciones, por la gran mortalidad, las condiciones climatológicas difíciles, la lucha con insectos y fieras y la escasez de plantas alimenticias. Contra lo que se cree, los recursos alimenticios de la selva son tan limitados -dice Sapper- que el viajero que no vaya bien provisto se morirá seguramente de hambre. Es paradójico -dice por su parte Humboldt­, pero en la zona tórrida, "donde una mano benéfica parece haber derramado el germen de la abundancia, el hombre indolente y flemático se encuentra periódicamente falto de alimentos". (9) Aun hoy las expediciones científicas que llegan a regiones inexploradas se encuentran con poblaciones poco numerosas que se han creado, a través de una lucha secular con los elementos, un pequeño oasis habitable.

Fuera de la zona agrícola, que se escalonaba en una estrecha franja a lo largo de los Andes (en la región atlántica sólo hubo islotes, seguramente puntos de expansión), el continente era en 1492 una inmensa selva o una estepa. Ya hemos visto que Kroeber, que aplica exclusivamente el criterio de la densidad de población de las áreas culturales, sin detenerse en los datos históricos, calcula para toda América una población de 8.400.000 habitantes. Por nuestra parte hemos llegado a casi trece millones y medio.

Según nuestros cálculos, desde 1492 hasta 1570 se ha producido una disminución de 2.557.850 indios, balance negativo del primer período de contacto del blanco y del indio en toda amplitud del continente. ¿A qué se debe que se haya hablado de la extinción de decenas de millones de indios? Sería pueril explicarlo simplemente por la fabricación deliberada de una leyenda negra. Por una parte se ha creído en una grandeza legendaria de América; por otra se ha generalizado a todo el continente el proceso de extinción cumplido en las Antillas y se han tomado los hechos aislados -en el proceso que hemos llamado periférico- como índice de una evolución general.

Analicemos, pues, con alguna detención, el proceso que condujo a la desaparición del indio antillano.
Dos cuestiones vamos a considerar:

1º ¿Cómo se explican los millones de indios atribuidos a esas islas cuando nosotros apenas encontramos un total de 300.000 indios?

2º ¿Cómo se explica la extinción vertiginosa del indio antillano? Veámoslo en la Española, el primer ensayo de colonización americana. Es un hecho comprobado repetidas veces que los primeros viajeros que se han puesto en contacto con un país exótico han exagerado considerablemen­te su población, en muchos casos hasta decuplicarla. Es lo que pasó con Groenlandia, con Tahití y las islas Sandwich, con Marruecos y el África Occidental. Es lo que pasó también con las Antillas. El navegante, propenso siempre a descubrir grandezas, calcula la población total por las gentes que sus barcos atraen a la costa o generaliza a todo el país la densidad de población del punto hospitalario donde desembarca. (10)

La Española fue durante unos años el Dorado americano. Colón, sugestionado por su propio descubrimiento, o calculando sus frases con frialdad de propagandista, había visto en ella un puerto hondo "para cuantas naos hay en la Cristiandad", un río en el que cabían "cuantos navíos hay en España", y hasta montañas "que no las hay más altas en el mundo"(11). La Española era el Ofir de las Sagradas Escrituras. Pero la realidad fue algo distinta. El segundo viaje de Colón -17 naves, 1.500 hombres- debía iniciar la gran empresa colonizadora. Años después no quedaban más que recuerdos fatídicos: por las ruinas de la Isabela, la primera colonia, vagaban, según la leyenda, los espectros blasfemantes de los que habían muerto de hambre. El Nuevo Mundo no era aún capaz de alimentar a 1.500 europeos. Hubo que expedir urgentemente barcos a España en busca de víveres. Hubo que desistir de expediciones iniciadas, por miedo a morir de hambre en el trayecto.

Sin embargo, la isla, fuera de las cordilleras casi inaccesibles, de las depresiones áridas y de los bosques espinosos, era de una fertilidad extraor­dinaria, "un verdadero Paraíso arahuaco", como dice Sven Loven en su estudio de la agricultura de los taínos. (12) Los indios vivían fundamentalmen­te de los productos del suelo y cultivaban de manera intensiva la yuca o mandioca, la batata, el aje, el maíz, los frijoles o porotos, la yautía, el lerén, etcétera. Tenía, además, gran riqueza de árboles frutales, silvestres y de huerta. Pero el único instrumento agrícola era la coa, una especie de azada de madera: "unos palos tostados que usan por azada", según la definición del P. Las Casas. La base de la alimentación era el pan de yuca, el famoso cazabe antillano. La cultura taína, que dominaba en la isla, una rama de la cultura arahuaca del continente, se encontraba aún en la edad de piedra y no había alcanzado un grado avanzado de agregación social, la única base para la existencia de poblaciones densas. La isla estaba dividida en una serie de cacicatos independientes (cinco al menos, "los cinco reinos" del P. Las Casas) y no presentaba más que pequeñas aldeas de bohíos y caneyes. (13) Una población de 100.000 habitantes nos parece lo máximo que podía haber sustentado la isla en 1494, cuando se inició el choque con el blanco, y es también lo máximo que permiten suponer los 60.000 habitantes con que contaba, según parece, en 1508 y los 30.000 de 1514. (14)

La fama de la isla, como expresión de la riqueza de las Indias, debió difundirse rápidamente por España. No fue ajeno a ello, sin duda, la necesidad de alentar la empresa colonizadora y de neutralizar los primeros fracasos. Rápidamente surgieron villas y ciudades: en 1502 había tres pueblos; en tres o cuatro años se fundaron quince, "con mucha gente de vezinos, tratantes e trabajadores de minas y granjerías"(15). Las ilusiones crearon una grandeza ficticia que pronto se desmoronó. Cuando se percibió el fracaso de la explotación minera, y el Dorado se desplazó hacia tierra firme, sobre todo hacia Méjico y el Perú, los colonos empezaron a emigrar. Sólo quedó el recuerdo de una grandeza; mejor dicho, de la ilusión de una grandeza.

Colón había creído luchar con 100.000 indios en la Vega Real, había creído que la isla era tan grande como Portugal, aunque con el doble de población, y que con los indios había "para hinchar a Castilla y a Portugal, y a Aragón, y a Italia, a Sicilia, e las islas de Portugal y de Aragón, y las Canarias". ¿Qué tenía de extraño que Las Casas, que había visto 25.000 ríos riquísimos de oro sólo en la Vega de Maguá, hubiera visto también tres o cuatro millones de indios en la isla?

Con todo, ¿cómo se reducen esos 100.000 indios de la Española a 60.000 en 1508, a 30.000 en 1514, incluyendo en este número los introducidos de otras islas y de Tierra Firme, y a unos 500 escasos en 1570, para desaparecer lentamente en los siglos siguientes, absorbidos en la población blanca y negra? El proceso, al mismo ritmo, se repite en Cuba, Puerto Rico y Jamaica, y luego, con un siglo de intervalo, en las Antillas Menores y Bahamas, colonizadas por franceses, ingleses, daneses y holandeses.

Siempre que se ha puesto en contacto una raza conquistadora con un pueblo aborigen, ese contacto, aunque haya sido pacífico, se ha producido a expensas del pueblo conquistado: su población ha decrecido necesariamen­te, al menos en la primera etapa. Este hecho ha sido estudiado entre los pueblos coloniales de África y Asia, y sobre todo en las islas de Oceanía. El mismo proceso se ha registrado aun en la conquista de un pueblo de cultura superior: la Grecia antigua, sometida al Imperio Romano. Es el "clash of peoples" de los ingleses, choque entre pueblos, tantas veces mortal. Aun en los casos en que el conquistador, por propia necesidad, ha puesto todos sus esfuerzos para estimular el crecimiento demográfico de la colonia, la pobla­ción ha descendido día a día, en forma incontenible. Se ha llegado a hablar de "una atmósfera pestilencial" creada por la raza vencedora, de pueblos destinados por la naturaleza a la extinción como una especie de vegetación inferior, y hasta se ha pensado en una acción oculta de carácter misterioso (16). Y no ha faltado quien sostuviera la necesidad de apresurar portadas los medios el proceso para que "sobre las ruinas de los pueblos desaparecidos se pueda desarrollar la vida superior de razas mejor dotadas".

Pero la extinción del indio antillano no tiene nada de misterioso ni de oculto.
Un siglo antes de la llegada de Colón, los taínos de la Española y de Puerto Rico se encontraban en una fase expansiva: colonizaron el este de Cuba, superponiéndose a la cultura, más primitiva, de los siboneyes. Les detuvo el avance de otro pueblo, el caribe, que en 1492 había conquistado ya gran parte de las Antillas Menores y había invadido el extremo oriental de Puerto Rico, llegando a hacer incursiones, según parece, hasta la costa de Haití. Por un lado, "los indios cobardes y fuera de razón" de Colón frente a la "gente sin miedo". Expresión clara de este proceso era la coexistencia en algunas islas de dos lenguas, una lengua de las mujeres, de origen arahuaco, otra de los guerreros, de la familia caribe, manifestación lingüística de un sistema de conquista bastante general en el mundo primitivo: exterminio de los hombres y apropiación de las mujeres. La llegada del blanco vino a interrumpir la expansión caribe y a inaugurar un período nuevo (17).

Resumamos ahora brevemente los hechos externos de la extinción del indio haitiano. El primer contacto entre Colón y "los indios cobardes" fue pacífico. Pero al volver en su segundo viaje, con instrucción expresa de que tratara a los indios "muy bien y amorosamente", encontró las ruinas del pequeño fortín que había dejado, y muertos los 40 hombres de la guarnición. A principios de 1494, fundada la Isabela, comenzaron las expediciones a la "gran Vega", el Dorado haitiano. Las ansiadas riquezas seguían ocultas. Colón inició una activa campaña contra los indios, que duró casi un año, con el empleo de armas de fuego, caballos, perros de caza. Los indios se sometieron. Pero cuando se les impusieron tributos de oro y de algodón, o el servicio personal en minas y granjerías, talaron los campos y huyeron al monte. Era imprescindible llevar oro a España, pagar las primeras expediciones, apaciguar a los colonos descontentos y desmentir a los que se habían fugado a la Península pregonando la pobreza de las decantadas Indias. Esta misión debía recaer sobre los indios. Prosiguió la campaña (la caza del indio) hasta lo más intrincado de los bosques. Se les esclavizó, se les marcó a fuego en la frente, como a los negros (la prohibición de herrar a los indios es del 13 de enero de 1532), y aun se inició el envío de cargamentos de indios esclavos para ser vendidos en la Península, hasta que lo prohibió la reina Isabel (18). Los primeros años transcurrieron en luchas contra los indios y disensiones entre los españoles. Hasta 1500 la empresa era un fracaso. Símbolo de ese fracaso, Colón volvió a España con grillos en las manos y cargado de cadenas.

Las instrucciones de 1501 y de 1503 a Ovando, y la Real Cédula del 20 de diciembre de 1503, especificaban la libertad del indio, pero también el derecho de compelerlo, mediante salario, para el trabajo en las minas o en los edificios, y para la labranza y la granjería. En ese compeler está el destino de la población indígena, porque el indio rehuía el trabajo, y su rebeldía era ya motivo de justa guerra, y por lo tanto de esclavitud. Las instrucciones de 1503 establecían, además, que debía juntárseles "para ser doctrinados, como personas libres que son, y no como siervos". Desde 1502 surgieron ciudades y comenzó la explotación intensiva. A cada colono se le concedió una cantidad de indios, a veces cincuenta, a veces cientos (a los oficiales del Rey mucho más). Los indios repartidos trabajaban a la fuerza en la construcción de edificios, en la agricultura, en las minas. Era preciso alternar la vigilancia del trabajo con cruentas expediciones punitivas y con la caza constante de indios. La Reina Isabel murió en 1504. En el codicilo de su testamento suplicaba al Rey, y encargaba y mandaba a su hija la Princesa, y al Príncipe, su yerno, que procuraran atraer e instruir a los indios en la fe católica y mandaran "que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido lo remedien" (19). En 1508 quedaban, según parece, unos 60.000 indios.

Como los indios no alcanzaban para las necesidades de la colonia, se empezaron a traer indios caribes, los temidos antropófagos de las Lucayas y de Tierra Firme, que la legislación autorizaba a capturar y vender como esclavos, y aun indios pacíficos de las islas no colonizadas todavía. Pero las cantidades fueron sin duda reducidas (20). En 1509, al llegar Diego Colón con su nueva corte de favoritos, se hicieron otros repartos de los indios de la Española. Entonces comenzó en favor de los indios la violenta campaña de los dominicos, que culminó con el apostolado vehemente y fanático de Las Casas (21).

Fray Antonio de Montesinos dio carácter público a la protesta dominica. En 1511 predicó en una iglesia de Santo Domingo, con violenta elocuencia, contra los abusos de los colonos y contra la encomienda como atentado a la naturaleza libre del indio (22). Diego Colón le acusó ante los superiores de su Orden, que se solidarizaron con el predicador. Se desencadenó una violenta hostilidad entre dominicos y el poder temporal. Los franciscanos se pronun­ciaron contra la orden rival. Los dominicos llegaron a negar los sacramentos a los que tenían indios encomendados. La lucha se enconó. El provincial dominico de España reprendió a sus hermanos de la Española y les anunció que en la corte se había pensado expulsarlos de la isla. Fray Antonio fue a España y se presentó ante Fernando el Católico. El rey convocó una Junta de letrados, que promulgó, el 27 de diciembre de 1512, las famosas Leyes de Burgos, el primer código que reglamenta la situación del indio. Las Leyes proclamaron la libertad del indio, pero sancionaron la encomienda como forma obligatoria, aunque paternal, de trabajo asalariado (23). Entonces se produjo en la Española el repartimiento de Alburquerque.

El repartimiento de los indios hecho por Rodrigo de Alburquerque en 1514 muestra el proceso de la extinción indígena en una fase aguda. El dinamismo demográfico de la Española estaba ya roto. Hay repartimientos de 40 y 50 indios en que consta expresamente que no hay ni un solo niño; sobre un total de 22.336 hombres y mujeres de servicios, no había con seguridad más de 3.000 niños, a juzgar por los datos parciales (hemos contado 1515, pero no siempre consta el número). Hay aún otro factor de desequilibrio: había más hombres que mujeres, contra lo que se podía esperar después de un período de guerra (en la Concepción, por ejemplo, contamos 1.072 hombres por 880 mujeres). Consta que 60 encomenderos estaban casados con cacicas. ¿Y el resto de los varios miles de españoles que poblaban la isla? Se sabe que muchos de ellos vivían con mujeres indígenas, y de la época de Roldán y de Bobadilla hay testimonios de que muchos hasta tenían un harén de indias. La escasez de niños está relacionada indudablemente con la escasez de mujeres, y los cronistas dicen que el indio ponía además trabas a la procrea­ción. Es indudable que en 1514 la población indígena de la Española -unas 30.000 almas- estaba a un paso de la extinción. Pocos años después casi no quedaban indios, y casi tampoco quedaban colonos, ahuyentados por la miseria.

El repartimiento de Alburquerque, con su cohorte de favoritismos, injusticias y venalidades, desencadenó la lucha entre dominicos y el poder temporal. Las Casas había llegado a la Española en 1502. En 1511 había acompañado a Velázquez en la Conquista de Cuba mientras fray Antonio predicaba contra las encomiendas en Santo Domingo. Luego, en 1514, se siente iluminado, vende sus tierras, pone en libertad a los indios que tenía en encomienda y se entrega, durante cincuenta años, incansable, heroico, fanático, manejando el ruego o el anatema, arrastrando burlas, amenazas y persecuciones, acusado de delirante, loco, bellaco, desvergonzado, revoltoso y sedicioso, y a pesar de fracasos, derrotas y humillaciones, a la lucha contra "la codicia insaciable" y "la innata ambición" de "los tiranos que comen la carne y beben la sangre de sus ovejas" y a su fervoroso apostolado: la defensa del indio, que para él era manso, dócil, débil, fiel, humilde, paciente, delicado, pacífico, tierno, sufrido, sin maldad ni doblez, sin rencor ni odio, sin soberbia ni ambición ni codicia. El P. Las Casas quería la conquista pacífica y una especie de república india bajo la tutela de los dominicos.

La campaña de Las Casas, proseguida ante el rey y ante el cardenal Cisneros, determinó el envío, en 1516, de tres Padres Jerónimos para que pusieran paz en la isla. Las instrucciones que llevaban habían sido redactadas por el mismo Las Casas, con modificaciones del Cardenal y de su Consejo. Los Padres Jerónimos llegaron en diciembre de 1516; según algunos creían, para asegurar la libertad de los indios. Encontraron a los nativos "derramados por toda la isla e tan pocos en cada asiento, por estar todos divididos por las mismas e estancias de los castellanos, que no era posible ni convertirlos en buenos cristianos ni asegurar su procreación". Decidieron entonces reunirlos en pueblos de 400 ó 500, manteniendo las encomiendas. Las Casas, de nuevo inquieto, volvió a España con el propósito de mudar "el tiránico gobierno" de la encomienda por otra manera "razonable y humana" de regir los indios.

El poder temporal, que no podía renunciar al indio -la principal, casi la única riqueza- , puso todos sus esfuerzos en conservar y aumentar la población indígena. Entonces, para relevar al indio del trabajo exterminador de las minas, y ante las demandas insistentes de los colonos, apoyados por los Jerónimos y por Las Casas, se intensificó el comercio negrero, practicado ya intermitentemente desde 1511, pero suspendido por temores políticos (24). El negro, más fuerte, más resistente, con mayor capacidad de adaptación a las formas europeas de trabajo, desplazó al indio. Los colonos preferían un negro a cinco indios. Para el cultivo de la yuca un indio fuerte podía hacer 12 montones diarios; un negro podía hacer 140 (25). Hacia 1520 escribía Fernández de Oviedo (Historia, 1, 141): ’’Ya hay tantos en esta isla, a causa destos ingenios de azúcar, que paresce esta tierra una efigie o imagen de la misma Ethiopía". En 1545 -cuenta Benzoni- muchos españoles de Tierra Firme estaban seguros de que los negros se iban a apoderar de la isla. En 1560, cuando apenas quedaban unos centenares de indios, había ya unos 20.000 negros. (26)

El negro agravó la situación del indio aun desde otro punto de vista: las epidemias. A las enfermedades introducidas por el blanco, para las que el indio carecía de inmunidad (epidemias exterminadoras de sarampión o de viruelas), vinieron a agregarse las enfermedades africanas. Se ha dicho que la caballería invisible de los microbios ha hecho en toda conquista más víctimas que las armas. El antropólogo alemán Waitz ha llegado a atribuir a las viruelas el exterminio de la mitad de la población indígena de América. En diciembre de 1518, cuando los indios de la Española iban a abandonar las minas para ir a sus pueblos, los treinta pueblos en donde los Padres Jerónimos esperaban que se harían buenos cristianos y podrían procrear, "ha placido a Nuestro Señor -dicen los Padres de dar una pestilencia de viruelas que no cesa, e en la que se han muerto e mueren hasta el presente (10 de enero de 1519) casi la tercera parte de los dichos indios". Los oficiales y oidores reales, en carta al rey, calculaban el 20 de mayo de 1519 que de esa pestilencia había muerto más de la mitad de los indios.

Las viruelas, el sarampión, el romadizo y cualquier enfermedad infecciosa cobran especial virulencia cuando son el sello de la conquista de una población desnutrida. La gran mortalidad de las epidemias en la Española es un síntoma de que la población indígena estaba derrotada. Frente a la extraordinaria receptividad para el germen, y ante los estragos de la enfermedad, el indio no tenía más defensa que los recursos de su magia.

Los esfuerzos para salvar al indio fueron infructuosos. Irremediablemente, entró en franca extinción. Su vida espiritual (sentimientos, creencias, jerar­quías) estaba aniquilada, su sistema de vida desintegrado, sus clases dirigentes destruidas. Tuvo la sensación de su impotencia, de su inferioridad, de su esterilidad. La anarquía se adueñó de su mundo moral y psíquico. Lo que pasaba a su alrededor era superior a su capacidad intelectual. De su familia poligámica, de su desnudez, de sus placeres primitivos, se le quería llevar a la monogamia rígida, al trabajo forzado, a vestirse, a un Dios único. Se sintió abandonado por sus "zemíes" protectores. Su "perversidad" llegó entonces hasta el punto de negarse "a los deberes de la reproducción" o el usar hierbas para practicar el aborto. Para "sustraerse al trabajo" se suicidaba (con zumo de yuca brava, ahorcándose, despeñándose de las rocas o comiendo tierra), y lo hacían las familias enteras, grupos de 50 indios, y aún pueblos íntegros que "se convidaban a ello"; su crueldad llegaba hasta el punto de hacerlo "por pasatiempo" (27). Sin embargo, todavía fue capaz de una insurrección cruenta y larga: desde 1519 hasta 1533, Enriquillo, un indio educado por los francis­canos, con 4.000 indios según unos, con 50 según otros, dirigía la resistencia. Hubo que llevar 200 hombres de la Península y movilizar más soldados que los que acompañaron a Cortés en la conquista de Méjico. En 1542, cuando se dictaron las Leyes Nuevas, con disposiciones de favor para el indio antillano (28) -era el triunfo de Las Casas- , sólo quedaban para poner en libertad, porque los colonos alegaban que sus indios no eran los autóctonos, sino comprados en el continente y en otras islas.

El proceso de la Española se repitió, con variantes, en Cuba y Puerto Rico. En las Antillas Menores, pobladas por indios belicosos, los caribes o caníba­les, el proceso fue más violento: la legislación permitió capturarlos, marcarlos a fuego en la frente, venderlos y hasta mandarlos a España. En último término, el mismo proceso de las Antillas españolas se cumplió luego en las francesas, inglesas, holandesas y danesas. ¿Era el indio antillano tan débil que su existencia constituía -como se ha dicho- "un milagro fisiológico"? Su historia prueba evidentemente que no. Además, la desaparición fue más lenta de lo que se cree. En Cuba quedaban indios casi en nuestros días, y también en Santo Domingo. Los últimos indios antillanos se diluyeron en la mezcla con el blanco y el negro.

¿Por qué se ha extinguido entonces en las Antillas mientras se conserva hasta nuestros días, con bastante vitalidad, el indio continental? Sin duda por su carácter de indio insular. El mismo proceso de extinción se ha cumplido ­como hemos visto- en grandes regiones del continente, desde el descubri­miento hasta nuestros días. En los Estados Unidos, en la Argentina, en todos los países, el indio ha sido arrojado hacia zonas del interior, hacia las tierras de renta más baja. El indio se ha visto obligado a replegarse hacia lo que hemos llamado zona nuclear. En las Antillas, prescindiendo de los indios que huyeron de isla en isla hasta el continente, en proporciones difíciles de determinar (29) -en el cual, por otra parte, se conservan restos densos del indio antillano- ese proceso tenía poco margen. La zona de extinción debía abrazar pronto todo el ámbito de las islas.

Se explica así que mientras la población indígena del continente ha aumentado, al parecer, en sus cifras de conjunto, desde 1492 hasta la actualidad, en las islas del Mar Caribe no hayan quedado más que familias aisladas en las que el ojo experto puede reconocer, a través del mestizaje con el blanco y con el negro, un resto de la antigua población antillana.

El proceso antillano no se puede generalizare a toda América, sino a la que hemos llamado zona periférica. De todos modos, el primer contacto entre el blanco y el indio fue fatal para el indio en toda la amplitud del continente. Lo fue en las regiones donde el contacto se produjo en forma pacífica, pero aún más en Méjico y el Perú, donde adquirió caracteres de gran violencia. La primera época fue sombría. La historia se detiene en los hechos que más impresionan: la persecución del indio con perros de caza, la venta de indios esclavos, marcados con hierro en la frente, ¿No se les llegó a negar el carácter de seres racionales, y no fue necesario que el Papa Paulo III afirmara, en su bula del 2 de junio de 1537, que los indios eran verdaderamente hombres, capaces de adoptar la fe de Cristo? Aun un espíritu bastante mesurado como el P. Toribio de Benavente, o Motolina, que era contrario a que se imprimieran las obras del P. Las Casas y escribía a Carlos V que "los indios desta Nueva España están bien tratados tienen menos pecho y tributo que los labradores de la vieja España, cada uno en su manera", analiza diez causas de la despoblación de la Nueva España, "diez plagas con que Dios hirió las tierras y los habitantes de Méjico"; Las epidemias, las guerras con los españoles, el hambre, los tributos y servicios de los indios, el trabajo de las minas, la esclavitud, etc. Un dominico, Fr. Domingo de Betanzos, profetizó la extinción de la raza indígena si continuaban los desastres. (30)

Los testimonios son coincidentes en toda la extensión de América, y a veces se apoyan en cifras para presentar más gráfica y elocuentemente la destrucción de las Indias. Fuera de los círculos afectos al P. Las Casas, un cronista de Su Majestad, Francisco López de Gómara, dice que en las guerras civiles entre Pizarros y Almagros murió un millón y medio de indios. Nada se presta más para las cifras hiperbólicas que los cálculos de la mortalidad bélica. Y, sin embargo, no hay que olvidar que las huestes españolas nunca pasaron de varios centenares de hombres, y muchas veces no llegaron al centenar. En 1580 el padre jesuita Luis López, en Lima, dice que la guerra de Vilcabamba, en que se apresó a Túpac Amaru, y la guerra contra los chiriguanos se han hecho "con injusticia y mucha costa de indios y españoles y muertes, y particularmente la de los chiriguanes", A lo cual contestaba el Virrey Toledo: "solos murieron cuatro en entrambas guerras, y de indios no entiendo que murieron veinte: los ocho o diez mataron los indios de guerra, y los demás se murieron de sus enfermedades" (31). Más verosímiles son las cifras de la mortandad producida por las epidemias: en la mayoría de las provincias de Méjico -dice Motolina- murió la mitad de la gente de las viruelas introducidas en 1520 por el negro de Narváez; según Torquemada murieron 800.000 indios en la epidemia de 1545 y dos millones en la de 1576. Pero son siempre sospechosas las cifras inspiradas en el terror.

Con todo, por más discutibles que sean los números, parece evidente que el contacto violento o pacífico, las epidemias, las guerras, la migración de pueblos a consecuencia de la conquista, el nuevo régimen de trabajo y de vida, y aun las arbitrariedades y abusos de autoridades y encomenderos, repercu­tieron desfavorablemente en el desarrollo de la población indígena en el siglo XVI. Pero ya hemos visto que ese contacto no fue simultáneo en todas partes, y hemos visto también, a través de cuatro siglos de historia indígena, que aun en las condiciones más desfavorables una población concentrada en núcleos densos, manteniendo casi intactas su cultura, su familia, su organización social, puede rehacerse después de la hecatombe inicial. George Kubler; que ha estudiado detenidamente el movimiento de la población mejicana en el siglo XVI, cree que ha habido un gran descenso de 1520 a 1545, un aumento apreciable de 1546 a 1575 y un período estacionario de 1577 a 1600 (32). Los hechos luctuosos no constituyen toda la historia. La acción indianófila de fuertes núcleos misioneros, que ganaron muchas veces para su causa a las autoridades y a la corona, el apostolado tan discutido del P. Las Casas y el apostolado indiscutido de Vasco Quiroga, la actitud generosa de una parte de los nuevos pobladores, las reformas administrativas y judiciales, la legislación protectora, y aun el matrimonio legal entre españoles e indias, junto a la necesidad de mantener el desarrollo de la población indígena. Sin dejamos llevar por la tentación de una leyenda negra o de una leyenda áurea -a ninguna de las dos se ajusta la historia del hombre, y menos la del hombre hispano­- hemos llegado a calcular una disminución de unos dos millones y medio de indios de 1492 a 1570, y una población americana de unos trece millones y medio en 1492.

CONCLUSIONES GENERALES

Hemos seguido hasta ahora un camino inverso al de toda investigación histórica: desde la actualidad nos hemos remontado paulatinamente hacia el pasado. Desandemos ahora el camino recorrido. El desarrollo de la población indígena y el proceso demográfico de América desde la llegada del blanco se expresa en las siguientes cifras:

AÑO POBLACIÓN INDÍGENA AUMENTO O DISMINUCIÓN POBLACIÓN TOTAL % INDÍGENA
1492 13.385.000 13.385.000 100%
1570 10.827.150 - 2.557.850 11.229.650 96´41%
1650 10.035.000 - 792.150 12.411.000 80´85%
1825 8.634.301 - 1.400.699 34.531.536 25´10%
1940 16.211.670 + 7.577.369 274.275.111 5´91%


Dentro de su valor relativo e hipotético, estos números constituyen un índice de la historia de América. La población indígena, sometida a un proceso continuado de extinción por el juego de diversos factores (epidemias de origen europeo, guerras de conquista, régimen de trabajo, sistema colonizador, alcoholismo, despojos y arbitrariedades, nuevas condiciones de vida, derrota material y moral, mestizaje), llega hasta nuestros días acrecida en número, pero muy mermada en su integridad racial. Pueblos enteros, hasta una cultura floreciente como la chibcha, han desaparecido casi sin dejar rastros. En la mayor parte del continente no quedan hoy ni las huellas del indio. Pero las cifras muestran al mismo tiempo un proceso acelerado de reestruc­tura étnica y cultural. Más que de una extinción del indio hay que hablar de una absorción del indio.

Hace cuarenta siglos que un conjunto de pueblos, portadores de la lengua y de la cultura, penetraron en Europa. Por todos los procedimientos, desde la conquista pacífica hasta el exterminio, se superpusieron a los pueblos primitivos del continente, creando lo que llamamos hoy civilización occidental. La historia moderna de América no es más que una fase de ese mismo proceso. En cuatro siglos de expansión indoeuropea, el continente americano se ha incorporado al mundo occidental. Aun los grandes núcleos de la América india (Méjico, Perú) o de la América negra (Haití) viven, en su vida histórica, dentro de los moldes culturales, políticos y económicos de Europa. Desde luego, se han incorporado a la vida americana muchos elementos de la cultura material y espiritual del indio, en amplias zonas se conservan poblaciones indígenas casi intactas y en zonas aun más amplias el indio sobrevive en el mestizo ("el neo-indio"). Pero en su conjunto, culturalmente, aun más que étnicamente, el continente está ganado para la raza blanca.

¿Cabe esperar -como hoy tiende a afirmarse- un renacimiento de la cultura autóctona? Después de cuatro siglos de desintegración étnica, política, cultural y lingüística, parece evidente que no. Pero el indio no ha muerto. Si la cultura propiamente indígena quedó paralizada en su desarrollo desde el momento de la conquista, el indio se fue incorporando a la vida social y cultural de América, y su aportación fue fecunda desde la primera generación americana. Una figura del siglo XVI puede simbolizar esa fusión del alma americana con la cultura europea: el Inca Garcilaso de la Vega, hijo de conquistador y de princesa indígena, criado en el Cuzco hasta los veinte años entre duros conquistadores españoles y los restos de la destronada monar­quía incaica, y que supo, en la más pura y armoniosa lengua de Castilla, traducir los Diálogos de amor de León Hebreo, historiar dramáticamente la conquista de la Florida y reconstruir el pasado incaico y la conquista del Perú en sus magníficos Comentarios Reales, según Menéndez y Pelayo "quizá el único en que verdaderamente ha quedado un reflejo del alma de las razas vencidas".

Parece que el porvenir está decidido, y que el pasado americano podrá, cuanto más, sobrevivir como matiz, como estilo, en la gran obra colectiva y universal de nuestra cultura. .

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- Sobre la población de América en la época de Colón. Comentario de Alberto Buela.

Es sabido que hoy día uno de los temas y asuntos más aprovechados políticamente por el progresismo, tanto de izquierda como liberal, es el del indigenismo. No existe prácticamente ningún gobernante- nacional o provincial- de Nuestra América que no cante loas al mundo precolombino, a los indios, a los autóctonos, a los pueblos originarios.

Ni que decir de los militantes políticos y los intelectuales del pensamiento único, el tema está comprado en bloque. Es como si una voz de orden venida del imperialismo yanqui dijera: "Así como para nosotros el único indio que vale es el indio muerto, para Uds. lo único valioso es: que todos sean o se declaren indios". Para apoyar este principio de dominación política y cultural nos han vendido, y nuestra intelligentsia ha comprado, la teoría del multiculturalismo que hace pedazos la poca unidad que hemos logrado luego de 500 años de existencia. Esta teoría ruin se expresa en el apotegma: la minorías tienen derechos por el sólo hecho de ser minorías, tenga o no algún valor lo suyo. Y así como es políticamente correcto criticar a los fumadores y a los cazadores de ciervos, por el contrario, es políticamente incorrecto criticar a cualquiera de las mil variantes del indigenismo americano.

De acá se desprende la primera mentira mayúscula: la matanza de indios que realizaron los españoles fue de 120 millones según Escarrá Malavé, presidente de la comisión de relaciones exteriores del Congreso de Venezuela, de 70 millones según el sociólogo brasileño Darcy Ribeiro y así siguen los números más inverosímiles. Pero estas cifras son sólo suposiciones artificiosas teñidas por el odio a España y lo español producto de la "leyenda negra" creada por las oficinas políticas de Holanda e Inglaterra.

El filósofo e historiador mejicano José Vasconcelos, nada hispanista, hace constar en su Breve historia de México que no había más de seis millones de indios en todo el norte de América, tesis que años después convalidarían las investigaciones del antropólogo W. Denevan. Mientras que don Ángel Rosemblat, profesor de historia de América colonial y nada sospechoso de prohispanismo, estimó una población a la llegada de Colón de trece millones y medio para toda América. La que disminuyó en gran parte, no por las matanzas que ciertamente las hubo sobre todo en los primeros treinta años de la conquista, sino, por las epidemias que los españoles trajeron: gripe, viruela, sífilis, etc.

Ángel Rosemblat nació en Polonia en 1902 en el seno de una familia judía y llegó a Buenos Aires a los seis años, realizó sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, se perfeccionó en Europa y en 1946 se afincó en Venezuela contratado por ese gran pensador venezolano que fue Mariano Picón Salas, allí murió en 1984. Nosotros tuvimos ocasión allá por 1968 de asistir a varias de sus clases magistrales en la Universidad de Buenos Aires. El trabajo que acá publicamos pertenece al libro que le dio mayor fama internacional La población de América en 1492 de 1945 y que ha tenido múltiples reediciones. En este trabajo Rosemblat estudió el proceso demográfico de América desde la llegada de los europeos y para ello utilizó un original método "invertido cronológicamente", es decir, que fue desde nuestros días - donde contamos con datos más o menos ciertos- hasta 1492, donde la incertidumbre es mayor. Pasó así de los datos comprobables desde 1940, 1825, 1650, 1570, 1492 hasta los datos menos ciertos o verosímiles.

Este trabajo eximio de don Ángel de 1945, sobre el que siguió trabajando hasta las ediciones mejicanas de 1964 es de una erudición apabullante que hoy no se encuentra, y da al traste con la inmensa cantidad de trabajos posteriores a al suyo, que ni por asomo se aproximan en rigor metodológico ni en el manejo de las fuentes. Un signo más de la decadencia de nuestro tiempo.

(1) Historia de los indios de Nueva España, por Fr. Toribio de Benavente o Motolina, Edic. de Méjico, 1941, pág. 118: "Yo creo que después que la tierra se ganó, que fue el año de 1521, hasta el tiempo que esto escribo, que es en el año de 1536, más de cuatro millones de ánimas se bautizaron". En la pág. 121 hace el cálculo: De los sesenta sacerdotes franciscanos que hay, veinte todavía no habían bautizado, y de los cuarenta restantes calcula que cada uno ha bautizado cien mil o más, "porque algunos de ellos hay que han bautizado cerca de trescientos mil, otros hay de doscientos mil y a ciento cincuenta mil, y algunos que mucho menos, de manera que con los que bautizaron los difuntos y los que se volvieron a España, serán hoy día bautizados cerca de cinco millones" Y luego hace el recuento por pueblos y provincias de la manera siguiente: "A México y a sus pueblos, ya Xochimilco con los pueblos de la laguna dulce, y a Tlalmánaco y Chalco, Cuauhuáhuac con Ecapitztlán, y a Cuauhquechollan y Chietla, más de un millón. A Tezcoco, Otompay Tepepolco, Tollantzinco, Cuautitlán, Tallan, Xilotepec con sus provincias y pueblos, más de otro millón. A Tlaxcallan, la Ciudad de los Ángeles, Cholollan, Huexotzinco, Calpa, Tepeyacac, Zacatlán, Hueytlapan, más de otro millón. En los pueblos de la Mar del Sur, más de otro millón. Y después que esto se ha sacado en blanco se han bautizado más de quinientos mil, porque en esta cuaresma pasada del año 1536, en sola la provincia del Tepeyacac se han bautizado por cuenta más de setenta mil ánimas; por manera que a mi juicio y verdaderamente serán bautizados en este tiempo que digo, que serán quince años, más de nueve millones de ánimas de indios". Motolina alude a los debates producidos entre los frailes por el hecho de que los misioneros, que tenían que bautizar a veces dos y tres mil indios por día, abreviaban la ceremonia. Véase también a este respecto CLAVIGERO, Storia, IV, 282 (dice que según Motolina, entre 1524 y 1540 fueron bautizados en el Valle de Méjico y provincias vecinas más de seis millones de habitantes, y que él mismo bautizó 400.000, "de los que dejó el recuento escrito por su mano") Humboldt, Essai, edic. París, 1825,1,298, dice: "Todos los partidos estaban igualmente interesados en exagerar el estado floreciente de los países recién descu­biertos: los Padres de San Francisco se vanagloriaban de haber bautizado, desde 1524 hasta 1540, más de seis millones de indios, y, lo que es más, de indios que no habitaban más que las regiones vecinas a la capital". EZEOUlEL A. CHÁVEZ, Fray Pedro de Gante, le atribuye a Fr. Pedro el haber bautizado en la provincia de Méjico, con otros compañeros, más de 200.000 indios, "y aun tantos que ya no sabía el número: en un día 14.000 personas; a veces diez y a veces ocho mil" (cit. por GRANADOS, op. cit., 5) Fr. Martín de Valencia le escribía en 1531 al comisario general de la Orden franciscana, Fr. Matías Weynssen: ... "hablando con verdad, y no por vía de encareci­miento, más de un millón de indios han sido bautizados por vuestros hijos, cada uno de los cuales ha bautizado a más de cien mil" (TOROUEMADA, libro XX, cap. XVI, apud ROMÁN ZULAICA GÁRATE, Los franciscanos y la imprenta en México en el siglo XVI, México, 1939, pág. 86). GIL GONZÁLEZ DÁVILA, Teatro eclesiástico de la primitiva iglesia de las Indias occidentales, Madrid, " pág. 25, afirma que los dominicos y franciscanos bautizaron en Méjico y sus contornos, de 1524 a 1539, 10.500.000 indios (lbíd.) Prescott dice que los misioneros pregonan que han convertido 9 millones de indios, "suma probablemente superior a la población del país" (cit. por CHASE, México, 102).

En 1609 el capitán PEDRO FERNÁNDEZ DE QUIRÓS, en un Memorial dirigido a S.M. (Colección de documentos inéditos de L. Torres de Mendoza, Madrid, V, 507­511), dice lo siguiente: "Se tiene por cierto que cuando se descubrieron las Indias del Occidente había en ellas 30 millones de sus naturales ... ; no se deben tener por mucho los 30 millones de naturales que digo, pues yo mismo he escrito en un convento de San Francisco que está en un lugar que se llama Suchimilco, cinco leguas más acá de la ciudad de Méjico, que solos los frailes de su orden bautizaron 16 millones dellos, y éstos, juntados con los que bautizaron todos los otros sacerdotes y con los que no se bautizaron y con más 14 millones que se dice había en las islas Española, Cuba, Jamaica, Puerto Rico y otras, parece que serían 60 y más millones" (págs. 507-508). Casi los mismos términos se expresa Fr. BUENAVENTURA SALINAS, Memorial de las historias del Nuevo Mundo, Lima, 1631, pág. 291... : "Se dize en las historias de México que solos los frailes de S. Francisco baptizaron en aquellos reinos más de diez y ocho millones; y éstos sin los que baptizaron los otros sacerdotes y otros que no se baptizaron".

DÍEZ DE LA CALLE, Noticias sacras y reales de los dos Imperios de las Indias Occidentales, año 1657 (Ms. de la Biblioteca nacional de Madrid, nº 3.023-4, fol. 7 r.) dice: "En el gobierno de Méjico sólo los religiosos de la Orden de San Francisco le administraron el bautismo a 43 millones de indios, sin los que bautizaron los de Santo Domingo y el clero". Esta cantidad de 43 millones la da ya antes (¿hacia 1613?) el P. Fr. BAL TASAR MALDONADO, lector de Teología y custodio de la Provincia de San Pablo y San Pedro y calificador del Santo Oficio: los franciscanos en sólo el gobierno de Méjico bautizaron 43 millones de indios, sin los que bautizaron los dominicos, agustinos y el clero, y dice "que lo tiene averiguado con muy grande satisfacción", y que "ahora cinco años halló por los libros del rey que había solos 300.000 tributarios, que son 700.000, y que los hijos y personas que no tributan se podría a todo lo más poner un millón, que son 1.700.000, de lo cual se colige los muchos millones que han parecido con estos malos tratamientos en Nueva España, y cuán cerca están de acabar de perecer todos" (Nota marginal para reforzar el alegato de don Juan de Silva contra las encomiendas y servicios personales, Memorial de 1613, ms. de la Biblioteca Nacional de Madrid).



(2) HERNÁN CORTÉS, Cartas de relación de la conquista de Méjico, Madrid, 1922, pág. 49: "así nos llevaron peleando hasta nos meter entre más de cien mil hombres de pelea, que por todas partes nos tenían cercados...; otro día, en amaneciendo, dan sobre nuestro real más de ciento y cuarenta y nueve mil hombres, que cubrían toda la tierra". Cortés estuvo peleando una hora con los indios de Yucatán, "Y era tanta la multitud de indios -dice- que ni los que estaban peleando con la gente de pie de los españoles veían a los de caballo ni sabían a qué parte andaban, ni los mismos de a caballo, entrando y saliendo en los indios, se veían unos a otros"; "y preguntó el capitán de dichos indios ... que qué gente era la que en la batalla se habían hallado, y respondiéronle que de ocho provincias se habían juntado los que allí habían venido, y que, según la cuenta y copia dellos tenían, serían por todos cuarenta mil hombres". Pág. 61:100.000 tlascaltecas "muy bien aderezados de guerra" le custodian hasta dos leguas de Cholula. Pág. 63: 50.000 soldados de Moctezuma, etc.

Más moderado en general, aunque juega a veces con las cifras, es BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, ed. de Madrid, 1928. Anotamos los siguientes pasajes: Página 102 (capítulo XXXIV), en una batalla contra los indios de Tabasco, Diego de Ordaz dice que había 300 indios para cada uno de los españoles (algo más de 400x 300= más de 120.000); pág. 200 (cap. LXII), un escuadrón de 3.000 tlascaltecas; pág. 201 (cap. LXIII), dos escuadrones de guerreros, que habría 6.000; más de 40.000 guerreros tlascaltecas, con su capitán general Xicotenga; pág. 206 (cap. LXIV), el capitán Xicotenga traía consigo cinco capitanes, y cada capitanía 10.000 guerreros; pág.226 (cap. LXX), el capitán Xicotenga tenía apercibidos 20.000 guerreros escogidos; pág. 471 (cap. CXXVI), "los mejicanos tenían tantos escuadrones que se remudaban de rato en rato, que aunque estuvieran allí 10.000 Héctores troyanos y otros tantos Roldanes no les pudieran entrar ... "; "unos tres o cuatro soldados que se habían hallado en Italia ... juraron muchas veces a Dios que guerras tan bravosas jamás habían visto en algunas que se habían hallado entre cristianos y contra la artillería del Rey de Francia ni del Gran Turco"; pág. 496 (cap. CXXVI/I), Xicotenga hace juntar 30.000 guerreros tlascaltecas para ir en socorro de Cortés; etc. Es característico, para la significación de sus cifras, el siguiente pasaje: en fol. 139 v. del Ms. de Guatemala (pág. 299, col. a, de la edición crítica que preparó Ramón Iglesias en la Sección Hispanoamericana del Centro de Estudios Históricos de Madrid y que acaba de publicarse de manera fragmentaria) dice que salen al encuentro de Gonzalo de Sandoval sobre 15.000 mexicanos; primeramente había escrito 30.000, luego 20. 000 y, por fin, se decidió por 15.000. Correcciones de este tipo son frecuentes en el ms. Bernal.

Tiene más valor estadístico, como observa CLAVIGERO, Storia antica, IV, 281, 287, el recuento de los ejércitos aliados del conquistador (el conquistador Ojeda contó 150.000 indios aliados de Cortés, de Tlascala, Cholula, Tepeyacac y Huexotzinco, que se dirigen a cercar la ciudad de Méjico; Cortes afirma que más de 100.000 indios le acompañaban en la guerra contra Ouauhquechollan y más de 200.000 en el asedio de Méjico). Clavigero calcula así (III,202) que el ejército sitiador de Cortés llegó a sumar 240.000 hombres (sólo el rey de Tezcuco le envió 50.000). Agrega (1V,281) que durante el sitio murieron 150.000 nombres en la ciudad.

(3) CLAVIGERO, Storia, IV, 185, nota. Clavigero escribe hacia 1780 y dedica la Disertación VII, §II, de su Storia (Iv, 271-287) al estudio de la población del Anáhuac y a combatir la tendencia de PAW, Recherches philosophiques, y de ROBERTSON, Histoire, a reducir las cifras de la población mejicana (Paw consideraba una exagera­ción de los autores españoles atribuir 30 millones de habitantes a Méjico en 1518). Clavigero afirma que el valle de Méjico estaba al menos tan poblado como el país más poblado de Europa, con cuarenta ciudades enormes, y que la corona de Méjico tenía 30 grandes feudatarios con 100.000 vasallos cada uno y 3.000 señores con menor número de vasallos. Analiza también la población de la ciudad de Méjico y de otras ciudades. Véase nuestro Apéndice V.

La tendencia a engrandecer e idealizar el pasado indígena en forma más exage­rada en otro historiador mejicano, descendiente de los reyes de Tezcuco: FERNANDO DE ALVA IXTLILXOCHITL, Obras históricas, publicadas y anotadas por ALFREDO CHAVERO, Méjico, 1891: Págs. 57-58: según la historia de los toltecas (del período precolombino), en la guerra que sostuvieron contra los reyes rivales, murieron por ambas partes 5.600.000 personas, y era tal la población del reino tolteca "que hasta los muy altos montes estaban cubiertos de casa y sementeras, pues no había palmo de tierra que estuviese baldío"; págs. 82-83: en el año 1012 de nuestra era, Xólotl conducía 3.002.200 chimecas, hombres y mujeres, al valle de Méjico (el rey contó exactamente el número de invasores, dando una piedra a cada uno antes de la partida; en la pág. 286 dice 1.600.000 hombres); en la págs. 169-170 habla de muchos millones "de la gente común" de la nación Aculhua, y que había el doble de gente que cuando vino Cortés, que el más pequeño pueblo "que hoy ya no tiene ninguna persona", pasaba de 30.000 vecinos. Véanse además págs. 304 (500.000 hombres contra 200.000), 316, etc.

La misma tendencia a engrandecer e idealizar el pasado indígena se encuentra también en Las Casas y su escuela. También, desde luego, en el lnca Garcilaso: más de 300.000 indios presencian en el Cuzco la ejecución de Túpac Amaru en 1572 (Segunda parte de los Comentarios Reales, libro VIII, cap. XIX), cifra que queda reducida a 15.000 en ROBERTO LEVILLIER, Don Francisco de Toledo, 1, Buenos Aires, 1935, pág. 348, el cual se basa en otras fuentes. Y cuando FUENTES y GUZMAN (véase en nuestro Apéndice V, Centroamérica) cree que los reyes de Ouiché tenían, al llegar Alvarado, 1.400.000 hombres en estado de tomar las armas, exalta a la vez el pasado indígena y el valor de los conquistadores.

(4) Fr. JUAN DE ZUMÁRRAGA, obispo de Méjico, en carta del 12 de junio de 1531 dirigida al Capítulo general de su Orden reunido en Tolosa (cit. por CLAVIGERO, Storia, libro VI, §19). TORQUEMADA, Monarquía indiana, libro VII, cap. XXI, dice que según Fr. Juan de Zumárraga sacrificaban 20.000 niños por año, pero Clavigero dice que la cita es inexacta No hemos podido encontrar en Torquemada la cifra de 72.244 víctimas (construida sobre el sistema vigesimal azteca) que le atribuye FRIEDERICI, Der Charakter der Entdeckung und Eroberung, 255. Torquemada, libro VII, cap. XVII, dice que los mejicanos llevan la palma "en el horrendo modo y cruel acto de sacrificar hombres, de los cuales, si se pudiera dar cuenta cierta de los que desde su principio fueron hasta que por la misericordia de Dios cesaron, tengo para mí que se pudiera poblar otro Nuevo Mundo, tan poderoso y cuajado de moradores como lo era éste cuando entraron en él los españoles".

Las cifras de los diversos autores varían mucho. FRIEDERICI, op. cit., 1,255-256, recoge algunas: 1.000, 2.000, 2.300, 3.000, 5.000 y hasta 8.000 en un día, 20.000 por año, 80.400 con motivo de la consagración del gran templo de la ciudad de Méjico; Cortés admitía 3.000 a 4.000 por año y Torquemada 72.244, mientras que Las Casas decía que no pasaban de 50 por año. Véase también FRIEDERICI, en Festrchrift F. Seler, 114 y sigs.

Fr. DIEGO DURÁN, Historia de las Indias de Nueva España y islas de tierra firme, ed. de México, 1867, 430-431, después de describir las ceremonias de la coronación de Moctezuma y los sacrificios, dice: "había días de dos mil, tres mil sacrificados, y días de ocho mil, y otros de cinco mil, la cual carne se comían, y hacían fiesta con ella, después de haber ofrecido el corazón al demonio" (JOSÉ FERNANDO RAMÍREZ, que anota la edición, dice que eso sólo pasaba después de las guerras o en grandes solemnidades, y que aun en ese caso hay que rebajar las cifras; dice que hoy se conoce el ritual y se sabe el número ordinario de víctimas, según la festividad).

MOTOLlNIA, op. cit., se ocupa detalladamente de los sacrificios sangrientos, pero no da cifras globales (en la pág. 67 describe la fiesta del año en Tlascallan, en la que sacrificaban 800 hombres en la ciudad y provincia, etc.). FRANCISCO ANTONIO DE LORENZANA, Historia de Nueva España, 181, nota, dice que en Cholula se sacrificaban 6.000 niños por año.

CLAVIGERO, 1. C., resume las cifras de diversos autores: según el obispo Zumárraga sólo en la capital se sacrificaban anualmente 20.000 víctimas humanas; Gómara afirma que el número de sacrificados llegaba a 50.000; según Acosta había días, en diversos lugares del Imperio, en que se sacrificaban 5.000, y en alguno hasta 20.000; otros creen que sólo en el monte Tepeyacac o sólo en la capital, esa cifra le parece inverosímil. El número de sacrificados -dice- no era fijo, y estaba en relación con el número de prisioneros de guerra, las necesidades del Estado y la calidad de las fiestas (por ejemplo, en la consagración del templo mayor de la ciudad de Méjico la crueldad de los mejicanos sobrepasó todo lo verosímil). A los prisioneros de guerra hay que agregar los esclavos comprados expresamente y los delincuentes. Los sacrificios aumentaban en los años divinos y en los años seculares.

GEORGES MONTANDON, en la Enciclopedia Italiana, XII, 112-113 (s. v. cicli culturali), dice que los sacrificios humanos costaban entre los aztecas de Méjico 100.000 vidas por año, de donde deduce que esta civilización estaba condenada y que su destrucción por la conquista española era inevitable. Sobre los cautivos de guerra y los sacrificios sangrientos, véase también CARLOS BOSCH GARCÍA, La esclavitud prehispánica entre los aztecas, Méjico, 1944, pág. 91-105.

(5) Véase pág. 13, nota 1. El P. Nuix, Reflexiones imparciales, págs 13-14, para ilustrar las exageraciones del P. Las Casas extracta de su Destruición el siguiente resumen de los indios muertos por los conquistadores:

En Santo Domingo... 3 millones y más.

En San Juan, Jamaica, Cuba, Lucayas y otras islas... 3 millones.

En Nicaragua... 1 millón y más en sólo 14 años.

En Méjico... 4 millones y más en sólo 12 años.

En Honduras... millones y más en menos de 20 años.

En Guatemala... 5 millones y más

En Costa de Paria ... 2 millones y más.

En el Perú....4 millones y más.

Total ... 24 millones y más, sin contar los muchos millares exterminados en Quito, en el reino de Granada, en Popayán, Xalisco, costa de Santa Marta, etc., y los muertos después de esos 14 años en Nicaragua, de los 20 en Honduras y los 12 en Méjico.

Véase también ROMULO D. CARBIA, Historia de la leyenda negra hispano­americana, Buenos Aires, 1943. El P. Las Casas tenía una personalidad extraordinaria de escritor y de observador. Las cifras tienen para él un valor polémico y las maneja como arma. Desglosadas fríamente y convertidas en dato estadístico carecen en absoluto de valor.

Del mismo modo, Alonso de Zorita, enemigo de los tributos y de utilizar a los indios en los trabajos públicos, que eran para él una de las peores plagas de la Nueva España, dice que "pasó de dos millones la gente de peones y albañiles que se ocupó en hacer la albarada de Méjico", en cuatro meses o poco menos (Colecc. de doc. inéd. de Torres de Mendoza, 11, 115). FERNANDO DE ALVA IXTLILXOCHITL, Horribles crueldades de los conquistadores de México, México, 1829, pág. 19, dice que tardaron en hacer la zanja "50 días, más de cuatro mil cada día" (el editor corrige en el texto 40.000, considerando 400.000 como "yerro de pluma", en vista, sin duda, de la cantidad que trabajaba diariamente y de que en las págs. 13 y 16 habla de 60.000 hombres de Ixtlilxóchitl).

(6) La población está calculada dentro de los límites actuales. Damos al final, en nuestro Apéndice V, todos los datos y elementos bibliográficos que hemos podido reunir sobre esta época. Servirán para discutir el valor de nuestro cuadro y como aportación para estudios especiales.

(7) TORQUEMADA, en su Monarquía Indiana, y CLAVIGERO en su Storia antica del Messico, describen un periodo terrible de hambre en el reinado de Moctezuma, hacia el año 1453. El hambre duró tres años, y los mejicanos se alimentaban de raíces, hierbas, insectos y peces. El emperador permitió a sus súbditos emigrar para preservar la vida, y hombres y mujeres se vendían como esclavos para poderse mantener (CLAVIGERO, libro IV, 612; México a través de los siglos, 1, 558-559). Véase también CLAVIGERO, libro V, §7, sobre un período de hambre en las provincias del Imperio en 1504 por las guerras con los tlascaltecas y por la sequía. Además, RICARDO MOLINA SOLÍS, Las hambres de Yucatán, Mérida, 1935 (citado por Mendizábal, obra cit., 329) y CARLOS BOSCH GARCIA, La esclavitud prehispánica entre los aztecas, Méjico, 1944. Sobre epidemias prehispánicas trae abundante bibliografía KUBLER, obra cit., pág. 631.

No faltaban en América guerras de conquista y de exterminio, venta de esclavos, sacrificios sangrientos, antropofagia, división en clases y en castas, arbitrariedades e injusticias, epidemias y años de hambre y de sequía. Cuando Cortés llegó a Yucatán encontró gran cantidad de ciudades en guerra entre sí, diezmadas las poblaciones por las luchas, el hambre y la peste (Historia de América, dirigida por RICARDO LEVENE, edic. Jackson, 1,269).

No es simple azar que al llegar a los umbrales de los dos grandes imperios americanos el conquistador español se haya encontrado con la disensión y la guerra: aztecas y tlascaltecas, Huáscar y Atahualpa. Conocemos bastante las imperfecciones del régimen político y social europeo, lo cual no autoriza a idealizar el régimen precolombino. Las utopías sobre una edad de oro americana son expresión del espíritu utopista de la civilización occidental y tiene su fuente común en el sueño humano y universal en un pasado mejor.



(8) KARL SAPPER, Die Zahl und die Volksdichte der indianischen Bevolkerung in Amerika, en Proceedings of the twenty-first international Congress of Americanists, La Haya, 1924, págs. 95-102; ID., Der Kulturzustand der Amerikanisten- Kongresses, Hamburgo, 1934, pág. 73 y sigs.; ID., Beitrage zur Geographie und Geschchte der indianischen of agriculture in America, Proceedings of the 19th. International Congress of Americanists, Wáshington, 1917, pág. 269 y sigs.; RICARDO E. LATCHAM, La agricultura precolombina en Chile y los países vecinos, Ediciones de la Universidad de Chile, 1936; Id., Los animales domésticos de la América precolombina, Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología de Chile, Santiago, 1922,/11; CLARK WISSLER, The American Indian, Nueva York, 1917 (págs. 1-40); A.L. KROEBER, Cultural and natural areas of native North America, Berkeley, 1939.



(9) Ensayo, 1, 147.



(10) Véase GASTAN BOUTHOUL, La population dans le monde, París, 1935, pág. 75; HUMBOLOT, Ensayo político de la Isla de Cuba, 133, 138 (Essai, 299: "Cook calculó en 100.000 el número de habitantes de la isla de Tahití los misioneros protestantes de la Gran Bretaña no suponían más que una población de 49.000 almas; el capitán Wilson la fija en 16.000; Turnbull cree probar que el número de habitantes no pasa de 5.000. Dudo que estas diferencias sean efecto de una disminución progresiva"). Todavía en la segunda mitad del siglo XVIII los testimonios sobre la población de París varían entre 500.000, 700.000 y un millón (CLAVIGERO, Storia, IV, 278, nota).

(11) Véase a este respecto el interesantísimo trabajo de RAMÓN IGLESIA PARGA, El hombre Colón, en Revista de Occidente, Madrid, Febrero de 1930, 156-192.

(12) SVEN LOVEN, Über die Wurzeln der tainischen Kultur, Gotemburgo, 1924, págs. 326 y sigs. (2ª edición, revisada y al día, en inglés: Origins of the Tainan Culture, West Indies, Gotemburgo, 1935, cap. VI, pág. 350 y sigs.).

(13) Colón -nada parco en sus cálculos- alcanzó cuanto más a ver (cerca de Puerto de Paz, en la costa norte de la actual República de Haití) una población de 1000 casas y 3000 habitantes (cfr. por SVEN LOVEN, op. cit., pág. 336 de la versión inglesa).

Sven Loven habla también de la abundancia de peces en los ríos y costas, y de roedores y aves. Pero dice que no practicaban la gran caza y que su alimentación procedía fundamentalmente del suelo.

(14) Véase nuestro Apéndice V la población de la Española.

(15) Memorial de Hernando de Gorjón acerca de la despoblación de la Isla Española, en Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquis­ta y colonización, Madrid, 1864, 428-429. En el mismo volumen hay numerosos documentos que atestiguan los dos momentos, el apogeo y la decadencia de la isla.

(16) Véanse GEORG GERLAND, Das Aussterben der Naturvolker, Leipzig, 1868; RENE MAUNIER, Les causes de la dépopulation des indigines dans les colonies, en Actas del Congreso Internacional de Estudios sobre la Población, Roma, VI, 1934, 235 y sigs. (con bibliografía); CARR-SAUNDERS, Población mundial, Méjico, 1939, pág. 304; RODOLFO BARÓN CASTRO, La población de El Salvador, Madrid, 1942, págs. 130-132; Indians at Work, Nueva York, enero-febrero de 1944, n95, págs. 1-5.

(17) FERNANDO ORTIZ, Historia de la Arqueología Indocubana, Habana, 1922, resume los trabajos sobre arqueología cubana, especialmente los de Fewkes y Harrington.

(18) En un Memorial del 30 de enero de 1494 Colón anunciaba a los Reyes Católicos el envío de hombres, mujeres, niños y niñas para que fueran puestos en poder de personas que les enseñaran la lengua castellana y los ejercitaran en cosas de servicio, poniendo en ellos "algún más cuidado que en otros esclavos", para que dejaran de comer carne humana y se bautizaran. Colón pedía que se autorizara el comercio de caníbales, al menos durante un año o dos años, hasta que la colonización se arraigara. El 24 de febrero de 1495 envió a España, desde la Española, un cargamento de 500 esclavos de 12 y 35 años, que llegaron a la Península en abril; los Reyes ordenaron la venta, preferentemente en Andalucía (Cédula del 12 de abril de 1495), pero en seguida concibieron dudas sobre la legitimidad de la venta, y al día siguiente decidieron consultar a una junta de teólogos y juristas (Cédula del 13 de abril de 1495); en tanto, la venta se hizo, y se entregaron al menos 50 para las galeras. El 24 de marzo de 1495 Colón hizo más esclavos, luchando en la Vega Real contra el cacique Caonabó. En junio de 1496 Francisco Roldán, que quedó de Alcalde Mayor por haber regresado Colón a España, envió a Cádiz 300 indios. Al volver Colón a la Española habló de la posibilidad de vender 4.000 indios y obtener 20 cuentos. La sublevación de Roldán intensificó el tráfico; Colón envió en octubre de 1498 otro cargamento de indios, y además entregó indios a los maestres, para cubrir los fletes, y cada pasajero. Cuando los indios llegaron a España y lo supo la reina Isabel, "recibió grandísimo enojo y dijo que el Almirante no tenía su poder para dar a nadie sus vasallos"; una Cédula de Granada, 20 de junio de 1500, ordenó la libertad de los indios y la restitución a los lugares de origen. Cristóbal Guerra cautivó también indios en la isla Bonaire y los vendió en Sevilla, Cádiz, Jerez y Córdoba en 1501; por Cédula Real se dispuso el rescate de todos los indios y el regreso a la isla de origen. Una Cédula Real de Segovia, 30 de octubre de 1503, prohibió que nadie cautivara indios para llevarlos a España ni a ninguna otra parte, pero los caníbales, que habían sido requeridos y evitaron ser doctrinados, que agredían a los españoles, que idolatraban y comían carne humana, podían ser cautivados y vendidos en otras tierras, en España inclusive.

Por esta excepción se explica que haya noticias de venta de indios en España por aquella época, aun de indios de la Española, que no eran caribes. En 1511 se repite la prohibición de llevar indios esclavos de la Española a los reinos de Castilla, para evitar la despoblación y el desvío de las minas, y el 23 de diciembre de ese mismo año el rey D. Fernando, al autorizar la captura y venta de los indios caribes de las otras islas, prohíbe que se los saque de las Indias. No deben haber cesado los envíos, a juzgar por los hechos siguientes, que parece que no se refieren ya a las Antillas; en agosto de 1529 los oficiales de Sevilla recibieron la orden de exigir la certificación del estado legal de los indios esclavos que se introdujeran; en diciembre de 1531 se les ordenó visitar los navíos para evitar introducciones clandestinas; en enero de 1536 se les encargó revisar los títulos para aceptar o prohibir el desembarco; en marzo de 1536 y abril de 1538 se ordenó a las justicias de España que reconocieran el estado de esclavitud de los indios cuando exhibieran la prueba respectiva; en mayo de 1549 se comisionó a los oficiales de Sevilla que libertaran a los indios existentes en España; en agosto de 1549 se mandó que aunque los indios hubieran sido dados por esclavos, si volvían a pedir libertad fueran oídos y se les hiciera justicia, y que el fiscal de la Casa de Contratación de Sevilla fuera su procurador; en junio de 1555 se dispuso que el asesor de la Casa de Contratación actuara como letrado y el fiscal como procurador en la comisión conferida al tesoro Francisco Tello para entender en la libertad de los indios. Complementariamente, una Cédula de Valladolid, 23 de septiembre de 1543, prohibió la conducción por mar de los indios libres o esclavos de unas provincias a otras de las Indias.

Resumimos estas noticias del estudio de SILVIO ZAVALA, Los trabajadores antillanos del siglo XVI, en la Revista de Historia de América, n92, junio de 1938, págs. 32-35, 38-40.

(19) Incorporando a la Recopilación de leyes de Indias, ley 1, título X, libro VI. (20) Los dominicos protestaron contra ese traslado de indios. Los dominicanos de la Española escribían en 1519 que se despoblaron más de 40 islas de Lucayos y tres de Gigantes, tomando en total 50, 60 ó 70.000 indios; aun admitiendo -dicen- que no se introdujeran más de 20.000, no quedaban vivos ni 800. Fray Pedro de Córdoba, basándose en el testimonio del P. Las Casas, decía que se llevaron a la Española más de 30 ó 40.000 indios de las Islas de Lucayos y Gigantes y no quedan 5.000 (citado por SILVIO ZAVALA, Los trabajadores antillanos, 47, que cree que esas cifras eran elementos de protesta).

También se enviaron a las islas muchos indios esclavos de Pánuco en la época de Nuño de Guzmán, hasta que lo prohibió la segunda Audiencia de México, en 1530. (Ibíd., 50).

(21) Véase SERRANO y SANZ, op. cit., Y SILVIO A. ZAVALA, La encomienda indiana, Madrid, 1935, págs. 1-39.

(22) Damos a continuación un fragmento del sermón que hizo temblar al almirante Diego Colón y a los funcionarios y encomenderos de la Española: "Soy voz de Cristo, en el desierto desta isla ... Esta voz es que todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid: ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras, mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quién los doctrine y conozcan a su Dios y Criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos no son hombres?, ¿no tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos, que carecen y no quieren la fe de Cristo" (El texto del sermón lo ha reconstruído el P. Las Casas en su Historia de las Indias, libro III, cap. IV; con algunas variantes figura en las Obras de Manuel José Quintana, ed. Rivadeneyra, tomo XIX, págs. 504-505). El P. Las Casas describe la honda repercusión de las palabras del P. Montesinos.

(23) El texto, descubierto recientemente, ha sido publicado por varios autores: ROLAND D. HUSSEY, "Text of the Laws of Burgos: 1512-1513, concerning the treatement of the Indians", en la Hispanic American Historical Review, 1932; LESLEY BIRD SIMPSON, Studies of the administration of the Indians in New Spain, Berkeley, 1934, Ibero-Americana, n 7; RAFAEL ALTAMIRA, El texto de las Leyes de Burgos de 1512, en la Revista de Historia de América, nº 4, diciembre de 1938,5-77.

Para estos comienzos de la legislación indiana y para la época posterior véanse además los siguientes trabajos: DIEGO LUIS MOLlNARI, Las encomiendas y la esclavitud en Indias, 1501-1516, Introducción a la reproducción en facsímil de las Leyes y ordenanzas nuevamente hechas, Instituto de Investigaciones Históricas, Biblioteca Argentina de Libros Raros Americanos, tomo 1, Buenos Aires, 1923; Id., Introducción a la edición de las Confirmaciones Reales (Ibíd., tomo f); RÓMULO CARBIA, Los orígenes de Chascomús, 1752-1825. Con una introducción sobre el problema del indígena en América durante los siglos XVI a XVIII, La Plata, República Argentina, 1930; RAFAEL ALTAMIRA, La legislación indiana como elemento de la historia de las ideas coloniales españolas, en Revista de Historia de América, México, marzo de 1938, págs. 1-24; GENARO VÁZQUEZ, Legislación para los indios (Reco­pilación de las Leyes de Indias, estudio repartido en el Congreso Indigenista america­no); LUIS AZNAR, Legislación sobre indios en la América hispano-colonial, en Humanidades, La Plata, XXV, 233-274; SILVIO ZAVALA, Los trabajadores antillanos en el siglo XVI, en la Revista de Historia de América, nº 2, junio de 1938, 31-37; nº 3, septiembre de 1938, 60-88; nº 4, diciembre de 1938, 211-216; etc. Véase también sobre la encomienda y mita la bibliografía que damos en las notas de las páginas 61y 62.

(24) Negros penetraron en América desde las primeras expediciones, como esclavos de los navegantes. Pero el tráfico es más tardío. Un Real Decreto de 1502 permitió introducir negros esclavos en Santo Domingo, pero los Reyes Católicos prohibieron la introducción en 1503, para evitar la propagación de la idolatría. Los primeros negros no llegaron hasta 1508. Las reales cédulas del 22 de enero y 15 de febrero de 1510, de Fernando el Católico, inauguran la trata. Una cédula del 22 de julio de 1513, impone la licencia. En 1516 el Cardenal Cisneros dio permiso para llevar negros esclavos a las Indias. En 1517, muerto el Cardenal, Carlos V dio otras licencias, y después de algunos trámites concedió al gobernador de Brescia una licencia por 4.000 esclavos, el cual la vendió a los genoveses. En 1518 concedió también unas licencias menores (400, 50, 10,20). En 1523 se concedió permiso para llevar a 1.500 negros a la Española, 300 a Cuba, 500 a Puerto Rico, 300 a Jamaica y 500 a Castilla del Oro. Luego hubo un abuso de licencias, sin contar el tráfico clandestino. Véanse ILDEFONSO PEREDA VALDES, Negros esclavos y negros libres, Montevideo, 1941; ALBERTO ARREDONDO, El negro en Cuba, La Habana, 1939; DIEGO LUIS MOLINARI, La trata de negros. Datos para su estudio en el Río de la Plata, Prólogo al tomo VII de los Documentos para la historia Argentina, publicados por la Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, 1916,97 págs.; AGUSTÍN ALCALÁ y HENKE, La esclavitud de los negros en la América española, Madrid, 1919; ARTHUR RAMOS, Las culturas negras en el Nuevo Mundo, Méjico, 1943 (comentado por Román Beltrán en Cuader­nos Americanos, Méjico, marzo-abril de 1944, págs. 149-154; Actas capitulares del Ayuntamiento de la Habana, con un estudio de Emilio Roig de Leuchsenring, 1, Habana, 1937, págs. 113-119.

El tráfico existía, pues, antes de la intervención del P. Las Casas. Los jerónimos, el 22 de junio de 1517, aconsejaron al Cardenal Cisneros la introducción de "negros bozales" en las Antillas. Abundan en esa época los clamores sobre la falta de indios y su capacidad para el trabajo, y las demandas a favor de la introducción de negros. De esos clamores se hace eco el P. Las Casas: "Y porque algunos de los españoles desta isla dijeron al clérigo Casas, viendo lo que pretendía y que los religiosos de Santo Domingo no querían absolver una docena de negros esclavos, abrirían mano de los indios; acordándose desto el clérigo, dijo en sus memoriales que le hiciese merced a los españoles vecinos dellas de darles licencia para traer de España una docena, más o menos, de esclavos negros, porque con ellos se sustentarían en la tierra y dejarían libres los indios. Este aviso de que se diese licencia para traer negros a estas tierras odió el primero el clérigo Casas, no advirtiendo la injusticia con que los portugueses los toman y hacen esclavos; el cual, después de que cayó en ello, no lo diera por cuanto había en el mundo, porque siempre los tuvo por injusta y tiránicamente hechos esclavos, porque la misma razón es dellos que de los indios". (LAS CASAS, Historia de las Indias, libro III, cap. CII).

(25) CARLOS PEREYRA, Historia de la América Española, vol. V; Cap. 11.

(26) El licenciado Echagoyan escribe a Su Majestad en 1561 que en la Española había más de 30 ingenios de azúcar; dos de esos ingenios tenían más de 900 negros, y los demás a 200, 300, 100 y 150; sólo el mayordomo y algunos maestros eran españoles; calculaba que en las estancias e ingenios y en la ciudad había 20.000 negros (citado por SILVIO ZAVALA, en Revista de Historia de América, nº 4, diciembre de 1938, 214). .

(27) J. WISSE, Selbestmord und Todesfurcht bei den naturvolkern, Zutphen, 1933, págs. 207-220 (el suicidio en las Antillas). El supuesto suicidio comiendo tierra podría ser un síntoma de anquilostomiasis, enfermedad introducida por los negros, o bien una manifestación de geofagia, bastante frecuente entre los indios de América (véase Tierra firme, /1, 1936,259-266).

Dice Fernández de Oviedo: "Muchos dellos, por su passatiempo, se mataron con ponzoña para no trabajar, y otros se ahorcaron con sus manos propias, y a otros se les recrescieron tales dolencias... que en breve tiempo los indios se acabaron" (Historia, Parte 1, libro III, cap. VI, pág. 71).

El suicidio colectivo, que se practica entre numerosos pueblos, pudo tener valor de una venganza de orden mágico contra el conquistador.

(28) Dicen expresamente: "Es nuestra voluntad y mandamos que los indios que al presente son vivos en las islas de San Juan y Cuba y la Española, por agora y el tiempo que fuere nuestra voluntad, no sean molestados con tributos ni otros servicios reales ni personales ni mixtos más de como lo son los españoles que en las dichas islas residen, y se dexen holgar para que mejor puedan multiplicar y ser instruidos en las cosas de nuestra santa fe católica, para lo cual se les den personas religiosas cuales convengan para tal efectos (Leyes y ordenanzas nuevamente hechas para la gober­nación de las Indias, ed. 1603, pág. 9, reproducción en facsímil, Buenos Aires, 1923).

Yen cuanto a los indios de toda América las Nuevas Leyes disponen: "Ordenamos... y mandamos que de aquí adelante por ninguna causa de guerra ni por otra alguna, aunque sea a título de rebelión, ni por rescate ni de otra manera, que no se pueda hazer esclavo indio alguno, y queremos que sean tratados como vasallos nuestros de la Corona de Castilla, pues lo son (Ibíd., pág. 12)

Ya se sabe que estas Leyes produjeron la revuelta de Gonzalo Pizarra y la guerra civil en el Perú. En la Nueva España el virrey D. Antonio de Mendoza suspendió su aplicación, y lo mismo Díez de Armendáriz en la Nueva Granada.

(29) DU TERRE, op. cit., //,363, dice (2ª ed.) que por informes de M. de I’Olive, sieur de la Ramé y de los habitantes más viejos de "nuestras islas había dicho en la 1ª edición que los habitantes de las Antillas francesas eran restos de las matanzas de los españoles en cuba, la Española y Puerto Rico; por ahora dice que ello no está lejos de lo verosímil como cree el sieur de Rochefort. HUMBOLDT, Ensayo político sobre la isla de Cuba, 1, 136, dice que si es cierta la afirmación de Gómara de que en 1545-1564 ya no existía ningún indio, "es absolutamente preciso convenir que los que se escaparon a la Florida en su piraguas eran restos muy considerables de aquella población, creyendo según antiguas tradiciones, volver al país de sus antepasados". ABBAD, op. cit., 122, dice que los indios de P. Rico desampararon la isla (hacia 1530), pasándose a las circunvecinas de Mona, Monico, Vieques y otras de la costa, donde se alimenta­ban con la pesca y algunas cortas sementeras. El informe del capitán Melgarejo dice que, al conquistarse la isla, una porción de los indígenas se pasó a otras islas con los caribes (Brau, P.Rico y su hist., 313). IGNACIO J. DE URRUTlA y MONTOYA, Teatro histórico, jurídico y político-militar de la Isla Fernandina de Cuba, en Los tres primeros hist. de la isla de Cuba, //, Habana, 1876, 109-110, habla de muchos indios que de la Española se retiraron a la isla de Cuba, entre ellos el cacique Hatuey. En nuestro Apéndice III hemos mencionado ya la suerte de los caribes de Dominica y S. Vicente transportados a la América Central.

(30) FRAY TORIBIO DE BENAVENTE, Historia de los indios de la Nueva España, ed. de Méjico, 1941, págs. 15-22; AGUSTÍN DÁVILA PADILLA, Historia de la fundación de la provincia de Santiago, México, 2ª ed., Madrid, 1625, pág. 100 (apud KUBLER, obra cit., 606).

(31) Véase PIETSCHMANN, Geschichte des Inkareiches, Berlín, 1906, pág. LXXI, nota 3.

(32) GEORGE KUBLER, Population movements in Mexico 1520-1600, en The Hispanic American Historical Review, noviembre de 1942, págs. 606-643.

Bitacora Pi, 27-5-10