martes, 28 de septiembre de 2010

EL SISTEMA DE MÉRITO EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA


Hace 19 años, en un artículo para la revista Civilidad[1], analizamos el SINAPA, escalafón nacional. Comentamos entonces, que si bien permitió un mejor ordenamiento de un 10 % del personal de la Administración Pública Nacional (que era el comprendido en el mismo) como tal escalafón, adolecía de defectos técnicos. Pese al tiempo transcurrido, el gobierno de la provincia de Córdoba adoptó parcialmente el esquema del SINAPA en su reciente llamado a concurso para cubrir 747 cargos jerárquicos (Decreto 888/10). Efectivamente, la cobertura de los cargos de: Jefe de Área, Sub-Dirección de Jurisdicción y Dirección de Jurisdicción, se realiza por concurso abierto, y para los dos últimos cargos citados la designación tiene un término de cinco años.

Según el Escalafón vigente (Ley 9.361), las pautas de puntaje (Art. 19), permiten obtener a quien se postula para un cargo de Personal Superior, sin ser agente permanente ni tener estudios superiores, pero ocupando dicho cargo interinamente, una calificación suficiente para ganar el concurso.
Los postulantes ajenos a la APP, y los agentes permanentes, podrían obtener mayor puntaje; pero tanto la prueba de oposición como la entrevista personal, dejan un margen de discrecionalidad, que sólo podría ser compensada con jurados propuestos por las universidades o colegios profesionales. En este caso, al estar integrados los Tribunales de Concursos por un representante sindical y dos funcionarios, designados por la Comisión Laboral de Concurso y Promoción, a su vez nombrados por el titular de la Jurisdicción, no existe suficiente garantía de objetividad en la evaluación.

El gobierno provincial, como modo de responder a las críticas recibidas, conformó –a posteriori- un comité académico para controlar el proceso en marcha, y convocó a escribanos para garantizar la custodia de los cuestionarios de exámen. Dicho comité sólo verificó el cumplimiento de la formalidad del procedimiento, pero no podía corregirlo, informando que “no se advirtió irregularidad alguna en el cumplimiento de los aspectos formales y sustanciales previstos”.

Se presentaron a los concursos “docenas de interinos que fueron aportantes a la última campaña de Unión por Córdoba”, así como “un nutrido listado de familiares de funcionarios de alto rango que concursaron” (La Voz del Interior, 12-9-10). Por otra parte: “El hecho de que los tribunales que deberán juzgar a los postulantes estén conformados por funcionarios del Gobierno, militantes y representantes gremiales no ayuda en nada”. “No hay un solo representante del sector académico en esta provincia universitaria por historia y por presente”
[2].

Varios partidos políticos cuestionaron este llamado a concurso, pero es una reacción tardía e improcedente, puesto que se está cumpliendo estrictamente el Escalafón, aprobado por unanimidad en febrero del 2007 en la Legislatura. Tampoco hubo planteos previos –ni políticos ni sindicales- por haber estado congelada la carrera administrativa durante 15 años, ya que el escalafón anterior quedó suspendido desde 1995, cuando el gobernador Ramón Mestre declaró la emergencia provincial.
Con la normativa vigente, la estructura administrativa creció en tres niveles jerárquicos: directores y sub-directores de jurisdicción, y jefes de área, incorporándolos al Escalafón, que constaba de 14 Categorías, y pasó a tener 17. De allí la alarma –extemporánea- de los principales aspirantes al gobierno provincial, al advertir que, en la administración central, los cargos de designación política han disminuido de unos 800 a menos de 100 (ministros, secretarios, subsecretarios y directores generales).

En realidad, que la mayoría de los cargos públicos queden incorporados al cuerpo de personal permanente debería ser una buena noticia. El problema es que en nuestra provincia –y en la Argentina- no se respeta el sistema de mérito, en virtud del cual todo cargo público permanente debe ser cubierto por el aspirante más idóneo. Por el contrario, como acaba de suceder, sigue vigente el spoil sistem (sistema de despojos), consistente en la distribución de los cargos públicos como botín de guerra de la fracción política que asume el gobierno. Si además, el gobierno que termina su mandato puede dejar a sus partidarios incorporados a la planta permanente, para obstaculizar la gestión del sucesor, mejor.

Como expresa un axioma peronista la única verdad es la realidad, y la realidad que ha quedado expuesta con el orden de mérito de estos concursos señala que de los 700 aspirantes de fuera de la administración, solo 15 pudieron ganar (2 % del total de cargos concursados), y el 80 % de los cargos quedarán para quienes los ocupaban interinamente (La Voz del Interior, 24-9-10).
Se han señalado dos casos extremos, no impedidos por la legislación vigente:

-El actual secretario de Minería, Aldo Bonalumi, se postuló para un cargo de Director de Geología, cuyo titular actual y subordinado suyo, integró el jurado que lo evaluó; por cierto, ganó el concurso.

-Doce representantes de la Unión de Personal Superior, actuaron como jurados y simultáneamente se presentaron para concursar en otros cargos. Sólo uno de ellos no ganó, pues no se presentó a rendir, los otros 11 quedaron primeros en el orden de mérito.

Una periodista resumió así lo que acaba de ocurrir: “Los concursos tuvieron la enorme virtud de transparentar de modo casi obsceno cómo funciona la maquinaria que garantiza que en el Estado permanezcan hasta el momento de jubilarse quienes casi invariablemente acceden por acomodo”
[3].
En conclusión, la función pública solo llegará a tener la mayor eficacia, cuando sus integrantes sean seleccionados por sus méritos profesionales, al margen de cualquier influencia partidaria o familiar.

Córdoba, setiembre 25 de 2010.-

Mario Meneghini

Fuentes:

www.cba.gov.ar

Ase, Iván. “¿Profesionalización o reparto de privilegios?”; La Voz del Interior, 7-8-10.

Conesa, Eduardo. “Democracia, servicio civil y desarrollo económico”; Buenos Aires, mimeo, mayo de 1988.

Ley Provincial Nº 7.233 Estatuto del Personal de la Administración Pública Provincial (7-1-1985).

Ley Provincial Nº 9.361 Escalafón Administración Pública Provincial (21-2-2007).



[1] Civilidad, Nº 26, julio/septiembre de 1991, pp. 36/41.
[2] Guevara, Virginia. “Hacia una doble estructura de funcionarios políticos”; La Voz del Interior, 7-8-10.
[3] Guevara, Virginia. “Tan transparentes que resultaron casi obscenos”; La Voz del Interior, 25-9-10.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Dios en la plaza pública

P. Ramiro Pellitero

(publicado en www.analisisdigital, 21-IX-10)


¿Pueden los políticos participar o protagonizar actos religiosos? ¿No supone eso una invasión del ámbito personal? ¿No equivale a una propaganda indebida y una apología de una determinada fe frente a otras, con riesgo para la libertad? ¿No sería, en último término convertir la fe en un acto político, y por tanto manipularla para el propio interés? ¿No es más auténtica la fe que se practica sólo en privado? ¿Deben suprimirse las fiestas religiosas? ¿Puede obligarse a un político a que actúe contra su conciencia? Estas preguntas u otras parecidas surgen en la opinión pública de vez en cuando y requieren una aclaración.
Vayamos por partes. Participar públicamente en un acto de fe no es invadir el ámbito personal. Cualquier persona, en un país libre, es libre para manifestar su fe en cualquier ámbito, igual que es libre para manifestar sus teorías u opiniones científicas o culturales. Sostener que la fe debe encerrarse en la vida privada es una actitud típica de un laicismo dogmatista, al que no le interesa que la religión aparezca en el debate público (además, ¿habría que prohibir escribir en los periódicos sobre religión? ¿Quién decide lo que es público y lo que es privado?). Que la fe deba encerrarse en lo privado (¿en la conciencia?, ¿en casa?, ¿en una cárcel?) es un prejuicio que va contra el sentido común y la libertad religiosa.

De otro lado, el hecho de que un político aparezca en un acto religioso públicamente, no tiene por qué interpretarse en el sentido de que esté forzando a que sus votantes le sigan en la fe que profesa, o que no haya creyentes de esa fe fuera de sus votantes. Son cosas diversas, allá donde hay libertad y la entienden quiénes viven en libertad y, como consecuencia de vivirla, respetan la libertad de los otros. Qué dictatorial y poco democrático es negarse a reconocer que la religión, al igual que la razón, tiene su lugar en la vida pública.
Ciertamente, se puede discutir la conveniencia de que los políticos, en un momento concreto, realicen una manifestación religiosa públicamente, porque a veces puede manipularse la fe para sacar votos. Habrá que ver en concreto lo que hacen y dicen.
Pero no es verdad que la fe sea más creíble cuanto más en privado se practique. Lo que se esconde, se esconde por una causa; y esa causa suele ser nociva, así lo entiende el sentido común. Reducir a lo privado la fe es la pretensión de ideologías materialistas, para acallar la presencia del espíritu en la sociedad. Si hay un “laicismo sano” (mejor sería llamarle laicidad), no será el que prohíba las manifestaciones públicas de la fe o los argumentos de tipo religioso en el ámbito cultural o político, sino el que respete las manifestaciones de la religión. Siempre, claro está, que no lesionen los derechos humanos y que se ofrezcan al diálogo con la razón (por eso es conveniente que se presente en público la religión). Como quedó de manifiesto en los diálogos entre Joseph Ratzinger y Jürgen Habermas (Múnich, enero de 2004), la razón puede hacer una crítica constructiva a la religión, a la vez que debe dejarse criticar por ella, cuando determinados argumentos o actuaciones en nombre de la “razón” dejen de ser humanos, y por tanto, racionales y respetuosos con la libertad.
“Hoy en día –ha señalado Benedicto XVI en Glasgow– algunos buscan excluir de la esfera pública las creencias religiosas, relegarlas a lo privado, objetando que son una amenaza para la igualdad y la libertad”. Sin embargo, añadió, “la religión es en realidad garantía de auténtica libertad y respeto, que nos mueve a ver a cada persona como un hermano o hermana”. Y por este motivo, invitó particularmente a los fieles laicos, en virtud de su vocación y misión bautismal, a ser “no sólo ejemplo de fe en público, sino también a plantear en el foro público los argumentos promovidos por la sabiduría y la visión de la fe”. Les dijo que no tuvieran miedo a servir a través de la política, porque “la sociedad actual necesita voces claras que propongan nuestro derecho a vivir, no en una selva de libertades autodestructivas y arbitrarias, sino en una sociedad que trabaje por el verdadero bienestar de sus ciudadanos y les ofrezca guía y protección en su debilidad y fragilidad”. Excluir a Dios, a la religión y a la virtud de la vida pública –había dicho nada más llegar a Escocia–“conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión "restringida de la persona y su destino" (Caritas in veritate, 29).
La religión tiene un importante papel en el debate político, que es “ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos” (Discurso en el Westminster Hall), de manera que, sin la religión, la razón puede ser manipulada por las ideologías y acabar atentando contra la dignidad humana; de manera que “la religión no es un problema que los legisladores deban solucionar, sino una contribución vital al debate nacional”. A esto corresponde el “papel purificador y vertebrador de la razón respecto a la religión”.


martes, 21 de septiembre de 2010

ONU: OTRA ESTRUCTURA PARA LA CULTURA DE LA MUERTE


Por P. Juan C. Sanahuja

Por su omnímoda voluntad, el Secretario General no deja de aumentar la burocracia en la ONU. Personajes a los que sólo elige Ban Ki-moon dictan los documentos que los países aprueban. También es notable la incorporación de musulmanes al ovillo burocrático, pero es seguro que los islámicos no cambiarán ni una coma del Corán porque lo exija la ONU.

Con motivo de la Cumbre Mundial sobre los Objetivos del Milenio para el Desarrollo (Milenio+10, 20 a 22 de septiembre de 2010), el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hizo un llamado al Grupo de Alto Nivel sobre la Sostenibilidad Mundial para buscar soluciones a la llamada “crisis del cambio climático” y a la pobreza, en el marco de los Objetivos del Milenio. El trabajo del Grupo se extenderá más allá de 2015, fecha límite para el cumplimiento de los Objetivos, y consiste fijar metas para conseguir un desarrollo sustentable a nivel mundial.

Este Grupo de Alto Nivel que fue creado por Ban Ki-moon el mes pasado, publicará su informe definitivo a finales de 2011; esas conclusiones servirán de documento de trabajo en la Conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible (Río 2012), y en las reuniones anuales de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC).

A la cabeza del grupo, el Secretario General de la ONU, nombró a Tarja Jalonen, la presidente de Finlandia, y a Jacob Zuma, presidente de Sud África.

Fueron nombrados como miembros: la ministro suiza de asuntos exteriores, Micheline Calmy-Rey; Luisa Dias Diogo, ex primer ministro de Mozambique; Hajiya Amina Az-Zubair, asesora sobre los Objetivos del Milenio del presidente de Nigeria; y las ex-ministros de medio ambiente Julia Carabias de México y Cristina Narbona Ruiz de España, ésta última integró el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero.

Además forman parte, la abortista Susan E. Rice, embajadora del gobierno de Barack Obama en la ONU, (vid NG 956); la ex-presidente de la fallida Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU de diciembre de 2009, la danesa Connie Hedegaard, en la actualidad Comisionado de la Unión Europea para el Cambio Climático, y Gunilla Carlsson, ministro sueca de cooperación internacional.

Significado de “igualdad de género”

Carlsson, que en particular impulsa el Objetivo del Milenio n° 5, “Reducir la mortalidad materna”, declaró el 17-09-10: "A pesar de los grandes progresos en los esfuerzos para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, la situación de las mujeres con frecuencia se olvida. No debemos ignorar que una parte fundamental de la igualdad de género es el derecho de las mujeres y las niñas a ejercer el control sobre sus propios cuerpos, su sexualidad y la reproducción. Suecia no sólo alzará la voz en defensa todas aquellas mujeres y las niñas en situaciones vulnerables, sino que tampoco perderá oportunidad de ejercer su influencia en favor de ellas”.

También integra el Grupo, Gro Harlem Brundtland, la ex primer ministro de Noruega. Como presidente de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU en 1983 fue la primera que sostuvo públicamente el binomio: control de natalidad-salvaguarda del medioambiente, y a la que le debemos el concepto de “desarrollo sustentable o sostenible”. Como directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1998 a 2003, fue abanderada de los derechos sexuales y reproductivos (homosexualidad-aborto), y del aborto eugenésico para conseguir poblaciones “sanas y económicamente productivas”; Brundtland no considera la salud como un derecho sino como una condición al servicio de la producción. Su gestión terminó en escándalo por numerosas irregularidades administrativas, pero en 2007 fue nombrada Enviada Especial de las Naciones Unidas para el Cambio Climático. También es fundadora de la llamada Comisión de Gobernabilidad Global; miembro del Club de Madrid, y de la “logia de Mandela”, (vid. NG 771, 831, 990, 1051, entre otros; vid. también Sanahuja, J. C., El Desarrollo Sustentable. La nueva ética internacional, Ed. Vortice, Buenos Aires 2003, entre otras pp. 23-80).

A Brundtland la acompaña en el Grupo otro enviado especial para el cambio climático de la ONU, Han Seung-soo, quien presidió la 56º sesión de la Asamblea General de la ONU, fue ministro de Asuntos Exteriores de Corea, dirigente de la Unión Interparlamentaria Mundial o Unión Internacional de Parlamentarios (Con motivo de la Cumbre de Río de 1992, la Unión Parlamentaria tomó la decisión de “trabajar para promover la Declaración de Río, completando la Carta de la Tierra para su adopción por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el año 1995, en el 50º Aniversario de las Naciones Unidas”. Además, la declaración dice que “el problema del crecimiento de la población deberá resolverse a través del desarrollo humano integrado, incluyendo la educación y el fortalecimiento del estatus de las mujeres, e incluirá la salud pública y la planificación familiar”. En el año 2000, a pedido del entonces Secretario General Kofi Annan, los miembros de la Unión tomaron la decisión de sancionar cuanto antes en todos los países miembros de la ONU, el Protocolo Opcional de la CEDAW, así como también hacer adoptar en sus naciones la Carta de la Tierra). Han Seung-soo actualmente es presidente del Foro del Agua en Corea, una red de organizaciones que trabajan para una gestión sostenible del agua en Asia. (vid. Sanahuja, J. C., El Desarrollo Sustentable. La nueva ética internacional, Ed. Vortice, Buenos Aires 2003, pp. 142-144; vid. NG 831, 738, 597, 283).
Forman parte también del Grupo de los 21, James Laurence Balsillie, presidente del consejo de dirección del Centre for International Governance Innovation (CIGI), presidente del Canadian International Council y miembro de la Trilateral Comission; Yukio Hatoyama, ex primer ministro de Japón; Kevin Rudd, ex-primer ministro de Australia; así como también, el primer ministro de Barbados, David Thompson; el ministro de asuntos exteriores de los Emiratos Árabes, Sheikh Abdallah Bin Zayid Al Nahayan; y el vice primer ministro turco Ali Babacan; el ex ministro de medio ambiente de India, Jairam Ramesh; Alexander Bedritsky, asesor sobre temas de cambio climático del presidente de Rusia; Zheng Guogang, director de la China Meteorological Administration.

NOTICIAS GLOBALES
, 21-9-10

domingo, 19 de septiembre de 2010

BENEDICTO

En Hyde Park, el Papa reconoce un nuevo martirio: ser ridiculizado

Hermanos y hermanas en Cristo:

Ésta es una noche de alegría, de gozo espiritual inmenso para todos nosotros. Nos hemos reunido aquí en esta vigilia de oración para preparar la Misa de mañana, durante la que un gran hijo de esta nación, el cardenal John Henry Newman, será declarado beato. Cuántas personas han anhelado este momento, en Inglaterra y en todo el mundo. También es una gran alegría para mí, personalmente, compartir con vosotros esta experiencia. Como sabéis, durante mucho tiempo, Newman ha ejercido una importante influencia en mi vida y pensamiento, como también en otras muchas personas más allá de estas islas. El drama de la vida de Newman nos invita a examinar nuestras vidas, para verlas en el amplio horizonte del plan de Dios y crecer en comunión con la Iglesia de todo tiempo y lugar: la Iglesia de los apóstoles, la Iglesia de los mártires, la Iglesia de los santos, la Iglesia que Newman amaba y a cuya misión dedicó toda su vida.
Agradezco al Arzobispo Peter Smith sus amables palabras de bienvenida en vuestro nombre, y me complace vivamente ver a tantos jóvenes presentes en esta vigilia. Esta tarde, en el contexto de nuestra oración común, me gustaría reflexionar con vosotros sobre algunos aspectos de la vida de Newman, que considero muy relevantes para nuestra vida como creyentes y para la vida de la Iglesia de hoy.

Permitidme empezar recordando que Newman, por su propia cuenta, trazó el curso de toda su vida a la luz de una poderosa experiencia de conversión que tuvo siendo joven. Fue una experiencia inmediata de la verdad de la Palabra de Dios, de la realidad objetiva de la revelación cristiana tal y como se recibió en la Iglesia. Esta experiencia, a la vez religiosa e intelectual, inspiraría su vocación a ser ministro del Evangelio, su discernimiento de la fuente de la enseñanza autorizada en la Iglesia de Dios y su celo por la renovación de la vida eclesial en fidelidad a la tradición apostólica. Al final de su vida, Newman describe el trabajo de su vida como una lucha contra la creciente tendencia a percibir la religión como un asunto puramente privado y subjetivo, una cuestión de opinión personal. He aquí la primera lección que podemos aprender de su vida: en nuestros días, cuando un relativismo intelectual y moral amenaza con minar la base misma de nuestra sociedad, Newman nos recuerda que, como hombres y mujeres a imagen y semejanza de Dios, fuimos creados para conocer la verdad, y encontrar en esta verdad nuestra libertad última y el cumplimiento de nuestras aspiraciones humanas más profundas. En una palabra, estamos destinados a conocer a Cristo, que es “el camino, y la verdad, y la vida” (Jn 14,6).

La vida de Newman nos enseña también que la pasión por la verdad, la honestidad intelectual y la auténtica conversión son costosas. No podemos guardar para nosotros mismos la verdad que nos hace libres; hay que dar testimonio de ella, que pide ser escuchada, y al final su poder de convicción proviene de sí misma y no de la elocuencia humana o de los argumentos que la expongan. No lejos de aquí, en Tyburn, un gran número de hermanos y hermanas nuestros murieron por la fe. Su testimonio de fidelidad hasta el final fue más poderoso que las palabras inspiradas que muchos de ellos pronunciaron antes de entregar todo al Señor. En nuestro tiempo, el precio que hay que pagar por la fidelidad al Evangelio ya no es ser ahorcado, descoyuntado y descuartizado, pero a menudo implica ser excluido, ridiculizado o parodiado. Y, sin embargo, la Iglesia no puede sustraerse a la misión de anunciar a Cristo y su Evangelio como verdad salvadora, fuente de nuestra felicidad definitiva como individuos y fundamento de una sociedad justa y humana.

Por último, Newman nos enseña que si hemos aceptado la verdad de Cristo y nos hemos comprometido con él, no puede haber separación entre lo que creemos y lo que vivimos. Cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras deben buscar la gloria de Dios y la extensión de su Reino. Newman comprendió esto, y fue el gran valedor de la misión profética de los laicos cristianos. Vio claramente que lo que hacemos no es tanto aceptar la verdad en un acto puramente intelectual, sino abrazarla en una dinámica espiritual que penetra hasta la esencia de nuestro ser. Verdad que se transmite no sólo por la enseñanza formal, por importante que ésta sea, sino también por el testimonio de una vida íntegra, fiel y santa; y los que viven en y por la verdad instintivamente reconocen lo que es falso y, precisamente como falso, perjudicial para la belleza y la bondad que acompañan el esplendor de la verdad, veritatis splendor.

La primera lectura de esta noche es la magnífica oración en la que San Pablo pide que comprendamos “lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano” (Ef 3,14-21). El apóstol desea que Cristo habite en nuestros corazones por la fe (cf. Ef 3,17) y que podamos comprender con todos los santos “lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo” de ese amor. Por la fe, llegamos a ver la palabra de Dios como lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero (cf. Sal 119,105). Newman, igual que innumerables santos que le precedieron en el camino del discipulado cristiano, enseñó que la “bondadosa luz” de la fe nos lleva a comprender la verdad sobre nosotros mismos, nuestra dignidad como hijos de Dios y el destino sublime que nos espera en el cielo. Al permitir que brille la luz de la fe en nuestros corazones, y permaneciendo en esa luz a través de nuestra unión cotidiana con el Señor en la oración y la participación en la vida que brota de los sacramentos de la Iglesia, llegamos a ser luz para los que nos rodean; ejercemos nuestra “misión profética”; con frecuencia, sin saberlo si quiera, atraemos a la gente un poco más cerca del Señor y su verdad. Sin la vida de oración, sin la transformación interior que se lleva a cabo a través de la gracia de los sacramentos, no podemos, en palabras de Newman, “irradiar a Cristo”; nos convertimos en otros “platillos que aturden” (1 Co 13,1) en un mundo lleno de creciente ruido y confusión, lleno de falsos caminos que sólo conducen a angustias y espejismos.
En una de las meditaciones más queridas del Cardenal se dice: “Dios me ha creado para una misión concreta. Me ha confiado una tarea que no ha encomendado a otro” (Meditaciones sobre la doctrina cristiana). Aquí vemos el agudo realismo cristiano de Newman, el punto en que fe y vida inevitablemente se cruzan. La fe busca dar frutos en la transformación de nuestro mundo a través del poder del Espíritu Santo, que actúa en la vida y obra de los creyentes. Nadie que contemple con realismo nuestro mundo de hoy podría pensar que los cristianos pueden permitirse el lujo de continuar como si no pasara nada, haciendo caso omiso de la profunda crisis de fe que impregna nuestra sociedad, o confiando sencillamente en que el patrimonio de valores transmitido durante siglos de cristianismo seguirá inspirando y configurando el futuro de nuestra sociedad. Sabemos que en tiempos de crisis y turbación Dios ha suscitado grandes santos y profetas para la renovación de la Iglesia y la sociedad cristiana; confiamos en su providencia y pedimos que nos guíe constantemente. Pero cada uno de nosotros, de acuerdo con su estado de vida, está llamado a trabajar por el progreso del Reino de Dios, infundiendo en la vida temporal los valores del Evangelio. Cada uno de nosotros tiene una misión, cada uno de nosotros está llamado a cambiar el mundo, a trabajar por una cultura de la vida, una cultura forjada por el amor y el respeto a la dignidad de cada persona humana. Como el Señor nos dice en el Evangelio que acabamos de escuchar, nuestra luz debe alumbrar a todos, para que, viendo nuestras buenas obras, den gloria a nuestro Padre, que está en el cielo (cf. Mt 5,16).

Deseo ahora dirigir una palabra especial a los numerosos jóvenes presentes. Queridos jóvenes amigos: sólo Jesús conoce la “misión concreta” que piensa para vosotros. Dejad que su voz resuene en lo más profundo de vuestro corazón: incluso ahora mismo, su corazón está hablando a vuestro corazón. Cristo necesita familias para recordar al mundo la dignidad del amor humano y la belleza de la vida familiar. Necesita hombres y mujeres que dediquen su vida a la noble labor de educar, atendiendo a los jóvenes y formándolos en el camino del Evangelio. Necesita a quienes consagrarán su vida a la búsqueda de la caridad perfecta, siguiéndole en castidad, pobreza y obediencia y sirviéndole en sus hermanos y hermanas más pequeños. Necesita el gran amor de la vida religiosa contemplativa, que sostiene el testimonio y la actividad de la Iglesia con su oración constante. Y necesita sacerdotes, buenos y santos sacerdotes, hombres dispuestos a dar su vida por sus ovejas. Preguntadle al Señor lo que desea de vosotros. Pedidle la generosidad de decir sí. No tengáis miedo a entregaros completamente a Jesús. Él os dará la gracia que necesitáis para acoger su llamada. Permitidme terminar estas pocas palabras invitándoos vivamente a acompañarme el próximo año en Madrid en la Jornada Mundial de la Juventud. Siempre es una magnífica ocasión para crecer en el amor a Cristo y animaros a una gozosa vida de fe junto a miles de jóvenes. Espero ver a muchos de vosotros allí.
Y ahora, queridos amigos, sigamos con nuestra vigilia de oración para preparar nuestro encuentro con Cristo, presente entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar. Juntos, en el silencio de nuestra adoración en común, abramos nuestras mentes y corazones a su presencia, a su amor y al poder convincente de su verdad. Démosle gracias especialmente por el testimonio perenne de la verdad, ofrecido por el Cardenal John Henry Newman. Confiando en sus oraciones, pidamos al Señor que ilumine nuestro camino y el camino de toda la sociedad británica, con la luz amable de su verdad, su amor y su paz. Amén. ©Copyright

LONDRES, sábado 18 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-

jueves, 16 de septiembre de 2010

NO SE PUEDE EXPLICAR EL UNIVERSO SIN DIOS

Como científico tengo la certeza de que Stephen Hawking se equivoca.


Por el profesor John Lennox (3 de septiembre de 2010 – Daily Mail)

Según Stephen Hawking, las leyes de la Física, y no la voluntad de Dios, ofrecen la verdadera explicación sobre como se originó la vida en la Tierra.

No niego que Stephen Hawking sea intelectualmente atrevido así como físicamente heroico. Pero en su último libro, este reconocido físico plantea un desafío osado a la creencia religiosa tradicional sobre la creación divina del universo.
Según Hawking, las leyes de la Física, y no la voluntad de Dios, ofrecen la verdadera explicación sobre como se originó la vida en la Tierra. Aboga que el Big Bang fue una consecuencia inevitable de dichas leyes “debido a la existencia de leyes como la de la gravedad, el universo puede y debe crearse de la nada”.

Desafortunadamente, aunque el argumento de Hawking esté siendo acogido como controvertido e innovador, tiene poco de nuevo. Durante años, otros científicos han hecho afirmaciones similares, manteniendo que la creación del mundo tan imponente y sofisticado como el que nos rodea solamente puede ser interpretado haciendo referencia a leyes físicas como la de la gravedad. Este es un enfoque simplista, que parece tener resonancia incluso en nuestro tiempo secularizado en el que el público es muy escéptico. Pero, tanto como científico como cristiano diría que esta afirmación de Hawking está infundada. Nos pide elegir entre Dios y las leyes de la Física, como si tuvieran que estar en conflicto mutuo.
Pero contrariamente a lo que afirma Hawking, las leyes físicas no pueden nunca proporcionar una explicación completa del universo. Las leyes por si mismas no crean nada, son meramente una descripción de lo que ocurre bajo ciertas condiciones.

Lo que parece haber hecho Hawking es confundir ley con agente. La llamada que nos hace para distinguir entre Dios y la Física es un poco como si se nos pidiera distinguir entre el ingeniero aeronáutico Sir Frank Whittle y las leyes de la física que explican el motor a reacción.

Esta es una confusión en la categoría. Las leyes de la Física pueden explicar como funciona el motor a reacción, pero alguien tiene que construirlo, echarle combustible y ponerlo en marcha. El avión no pudo haber sido creado por su propia cuenta por las leyes propias de la Física pero la tarea del desarrollo y de su creación necesitó del genio de Whittle como agente. De forma similar, las leyes de la Física de hecho, no pueden nunca crear el universo. Tiene que estar involucrado algún agente.

Usando una simple analogía, las leyes del movimiento de Isaac Newton por si solas nunca pueden hacer deslizarse una bola de billar a largo del tapete verde. Cosa que sólo puede ser hecha por alguien que use un taco de billar y el movimiento de sus brazos.

El argumento de Hawking me parece incluso más ilógico cuando dice que la existencia de la gravedad quiere decir que la creación del universo fue inevitable. Pero, ¿cómo es que la gravedad existe en primer lugar? ¿Quién la puso allí? Y ¿Cuál fue la fuerza creativa detrás de su nacimiento?

De forma similar, cuando Hawking expone, en apoyo de su teoría de la creación espontánea, que sólo fue necesaria que “la mecha” fuese encendida para “poner en marcha el universo”, la pregunta debe ser ¿De dónde vino esa mecha? Y, ¿quién fue quién la encendió, sino Dios?.

Gran parte de la argumentación lógica de Hawking se basa en la idea de que hay un conflicto profundo y arraigado entre ciencia y religión. Pero yo no admito tal discordia. Para mí, como creyente cristiano, la belleza de las leyes científicas sólo hace que reforzar mi fe en una fuerza inteligente, divina y creadora obrando. Cuanto más entiendo la ciencia más creo en Dios debido a mi asombro por la amplitud, sofisticación e integridad de Su creación.

La razón por la que la ciencia floreció tan vigorosamente en los siglos 16 y 17 fue precisamente por la creencia de que las leyes de la naturaleza que por entonces se estaban descubriendo y definiendo reflejaban la influencia de un dador de leyes divino.

Uno de las cuestiones fundamentales de Cristianismo es que el universo fue construido según un diseño racional e inteligente. Lejos de estar reñido con la ciencia, la fe cristiana tiene un perfecto sentido científico.

Hace algunos años, el científico Joseph Needham hizo un estudio épico sobre el desarrollo tecnológico en China. Quería averiguar porqué China, a pesar de todos sus deseos anticipados de innovación, se había quedado tan por detrás de Europa en el progreso científico.
A regañadientes llegó a la conclusión de que la ciencia europea había sido estimulada por la creencia generalizada en una fuerza racional creativa, conocida como Dios, la cual hacía comprensible todas las leyes científicas.
A pesar de esto, Hawking, como otros muchos críticos con la religión, quiere hacernos creer que no somos nada más que una colección de moléculas, el producto final de un proceso sin sentido.
Esto, si fuera cierto, socavaría la mera racionalidad que necesitamos para estudiar la ciencia. Si el cerebro fuera realmente el resultado de un proceso no dirigido, entonces no habría ninguna razón para creer en su capacidad para decirnos la verdad.

Vivimos en la era de la información. Cuando vemos algunas letras del abecedario deletreando nuestro nombre en la arena, nuestra respuesta es reconocer inmediatamente la obra de un agente inteligente. ¿Cuanto más probable, entonces, es que haya una inteligencia creadora tras el ADN humano, la colosal base de datos biológica que contiene no menos de 3,5 miles de millones de ‘”letras”?

Es fascinante que Hawking, al atacar a la religión, se sienta obligado a poner tanto énfasis en la teoría del Big Bang. Porque, incluso aunque a los no creyentes no les guste, el Big Bang se ajusta exactamente a la narrativa cristiana sobre la creación.

Esto es por lo que, antes de que se extendiese su aceptación, estuvieron prestos para desestimarlo, pues parecía apoyar a la narración bíblica. Muchos se aferraban a la idea de Aristóteles de un “universo eterno” sin principio ni fin; pero esta teoría, y posteriormente sus variantes fueron sumamente desacreditadas
Pero el apoyo a la existencia de Dios se traslada mucho más allá del ámbito de la ciencia. Dentro de la fe cristiana, existe también una evidencia muy fuerte de que Dios se reveló a la humanidad por medio de Jesucristo hace dos milenios. Esto está muy bien documentado, no sólo en las Escrituras y otros testimonios sino también en abundantes hallazgos arqueológicos.

Además, las experiencias religiosas de millones de creyentes no pueden ser rechazadas a la ligera. Yo mismo y mi familia, podemos dar testimonio de la influencia de la fe elevando el ánimo que ha tenido en nuestras vidas, algo que desafía la idea de no somos nada más que una colección aleatoria de moléculas.

Tan justa como obvia es la realidad de que somos seres morales, capaces de distinguir la diferencia entre lo correcto y lo equivoco. No hay ninguna ruta científica hacia tales éticas. La Física no puede inspirar a que tengamos interés por los demás, o al espíritu del altruismo que ha existido en las sociedades humanas desde el principio de los tiempos.

La existencia de un acervo común de valores morales apunta a la existencia de una fuerza que trasciende más allá de las meras leyes científicas. Efectivamente, el mensaje del ateísmo ha sido siempre curiosamente muy deprimente, retratándonos como criaturas egoístas plegadas a nada más que a la supervivencia o a la auto-gratificación.

Hawking piensa también que la existencia potencial de otras formas de vida en el universo mina la convicción religiosa tradicional de que vivimos en un único planeta creado por Dios. Pero no existe ninguna prueba de que otras formas de vida existan fuera, y ciertamente Hawking no presenta ninguna.

Siempre me divierte que los ateos hablen frecuentemente de la existencia de inteligencia extraterrestre más allá de la tierra. Aún así, sólo están ansiosos en demasía en denunciar la posibilidad de que ya tenemos un vasto e inteligente ser fuera de aquí: Dios.

La nueva descarga de Hawking no puede estremecer los cimientos de la fe que está basada en la evidencia.








miércoles, 15 de septiembre de 2010

INDIFERENCIA RELIGIOSA

Homilía de monseñor Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes-Luján
(Iglesia catedral, 10 de septiembre de 2010)

Queridos amigos, hermanas y hermanos todos en el Señor:

Nos encontramos dando gracias a Jesús por esta etapa finalizada, como lo es este egreso de alumnos de nuestro Instituto de Profesorado. También, sabiendo que comienza ahora una tarea de compromiso desde lo profesional con la sociedad en la que estamos insertos, nos queremos encomendar una vez a la guía y sostenimiento de Jesús nuestro Señor y de su Santa Madre y Madre nuestra, la Virgen María.

Nosotros nos preocupamos, como bautizados, como discípulos de Jesús concretamente en un Profesorado católico, de mirar la realidad a luz de la fe. En diálogo con la cultura, entendida no como mera adquisición de conocimientos intelectuales, sino como el modo de vida de un pueblo, con sus valores y desvalores, queremos impregnar del Evangelio ese modo de relación de las personas con lo trascendente, consigo mismas, con los demás y con la naturaleza. Nos decía, a propósito el recordado Papa Pablo VI en su carta señera sobre la evangelización: “Lo que importa es evangelizar -no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital en profundidad- y hasta las mismas raíces de la cultura y las culturas del hombre”.

Faltaría a la verdad si no comparto una preocupación, un dolor más bien y es que tanto en los lugares donde anteriormente he servido como pastor como aquí mismo, noto que después de tantos años en una institución cristiana, en algunos de ustedes existe una indiferencia a lo religioso e incluso hasta ateísmo expreso.

Muchas veces se imparte la educación como algo centrado en la adquisición de conocimientos y habilidades, parcializando y reduciendo la integralidad de la persona humana, guiados preponderantemente por criterios materialistas que privilegian la producción, la competitividad y el mercado. También, por otra parte, se propician inclusiones de actitudes contrarias a los valores de la vida, de la familia y de una sana sexualidad.

Verdaderamente me siento responsable ante Dios de esto.

Se suman además, nuestras propias desorientaciones como educadores, nuestro poco claro compromiso cristiano expresado vitalmente en una comunidad donde vive Cristo Resucitado y vivimos por lo tanto en el amor recíproco, testimoniando así que hemos encontrado el tesoro y entusiasmando con ese estilo de vida a otros. La tibieza o la prescindencia de Dios llevan muchas veces a considerar la tarea educativa como un mero medio de sustento, como fuente laboral, o bien un lugar que me prestigia.

Ante esta realidad, aparece el desafío de conocer nuestra identidad como discípulos misioneros de Jesucristo en su Iglesia para llevar la Buena Noticia al mundo.

Es imprescindible partir de la conciencia de nuestra propia vocación como evangelizadores. ¡Más que un título, el egresado de un Instituto Católico adquiere una misión! Así lo expresa San Pablo en la primera lectura de hoy: “¡Ay de mi si no predicara el Evangelio!”.

Sabiendo que el auténtico fin de la escuela católica está en el llamado a “transformarse, ante todo en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura, cosa que se logra mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural5 , hemos de desarrollar dicho sentido crítico desde la fe.

Tenemos la irrenunciable responsabilidad de poner de relieve la dimensión ética y religiosa de la cultura, para desarrollar aquello que es constitutivo de nuestra condición humana y la destaca como tal, como lo es la espiritualidad.

Esto permite escapar de las trampas relativistas que dan lugar a una libertad mal entendida: solo confrontando con los valores absolutos logra el hombre la plena libertad ética, dando sentido y valor a la vida de la persona.

También el subjetivismo, el endiosamiento de lo que me parece, lo que siento, lo que me produce bienestar, es un desafío que debemos saber discernir y vencer con el espíritu de comunión que brota de la dignidad de hijos de Dios, que nos hace hermanos y nos compromete a abrirnos a los demás, no solo para realizarnos plenamente como personas, sino para compartir el don que hemos recibido y no nos podemos guardar egoístamente. “Hay más alegría en el dar que en recibir”

Pidamos con humildad a la Virgen que nos consiga de Jesús la fortaleza para ser coherentes con los valores del Evangelio, capaces de comprometernos con la sociedad actual, para instaurar el Reino de Dios en el mundo, haciéndolo más justo, más solidario, más pacífico, en síntesis, más plenamente humano.



RAZA

Cristina F. de Kirchner ahora ataca las raíces de nuestra Argentinidad: Le contestan Yrigoyen y Perón

Por
Horacio Calderón


La Presidente de la Nación acaba de proponer el cambio de nombre del "Día de la Raza" por "Día del Respeto por la Diversidad Cultural", fundiendo con desprecio de la historia, las soldaduras que con tanta sangre y sacrificio constituyeron los pilares irrenunciables de nuestra nacionalidad.
Lo importante y claro es lo que hay que defender, con palabras de mismo Perón: el "Porvenir enraizado en el pasado" y no esta nueva muestra del constructivismo pernicioso que tanto daño le ha hecho a nuestra azotada Patria.

A continuación cito textualmente el Decreto del Presidente Hipólito Yrigoyen, que reconoce taxativa y sabiamente las raíces de nuestra Argentinidad:

"1º. El descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.

"2º. Que se debió al genio hispano intensificado con la visión suprema de Colón, efemérides tan portentosa, que no queda suscrita al prodigio del descubrimiento, sino que se consolida con la conquista, empresa ésta tan ardua que no tiene término posible de comparación en los anales de todos los pueblos.

"3º. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana.

"Por tanto, siendo eminentemente justo consagrar la festividad de la fecha en homenaje a España, progenitora de las naciones a las cuales ha dado con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua una herencia inmortal, debemos afirmar y sancionar el jubiloso reconocimiento, y el poder ejecutivo de la nación:

"Artículo primero: Se declara Fiesta Nacional el 12 de octubre.

"Artículo segundo: Comuníquese, publíquese, dése al Registro Nacional y se archive".

Otro discurso memorable fue pronunciado por el Teniente General Juan Domingo Perón en la Academia Argentina de Letras, el 12 de Octubre de 1947, Día de la Raza. Esta pieza oratoria fue dada en homenaje Miguel de Cervantes que viene muy al caso de este tema.

CITA

“Algunas corrientes ideológicas de signo progresista pretenden imponer una visión deformada de la Conquista de América, preconizando un indigenismo anacrónico, tergiversador y deformante de la historia. Los peronistas no podemos caer en el juego de aquellos que en nombre de “los pueblos originarios” aborrecen de nuestra identidad hispanoamericana y esgrimen argumentos funcionales al imperialista.

No me consideraría con derecho a levantar mi voz en el solemne día que se festeja la gloria de España, si mis palabras tuvieran que ser tan sólo halago de circunstancias o simple ropaje que vistiera una conveniencia ocasional. Me veo impulsado a expresar mis sentimientos porque tengo la firme convicción de que las corrientes de egoísmo y las encrucijadas de odio que parecen disputarse la hegemonía del orbe, serán sobrepasadas por el triunfo del espíritu que ha sido capaz de dar vida cristiana y sabor de eternidad al Nuevo Mundo.

No me atrevería a llevar mi voz a los pueblos que, junto con el nuestro, formamos la Comunidad Hispánica, para realizar tan sólo una conmemoración protocolar del Día de la Raza. Unicamente puede justificarse el que rompa mi silencio, la exaltación de nuestro espíritu ante la contemplación reflexiva de la influencia que, para sacar al mundo del caos que se debate, puede ejercer el tesoro espiritual que encierra la titánica obra cervantina, suma y compendio apasionado y brillante del inmortal genio de España.

Espíritu contra utilitarismo

Al impulso ciego de la fuerza, al impulso frío del dinero, la Argentina, coheredera de la espiritualidad hispánica, opone la supremacía vivificante del espíritu.

En medio de un mundo en crisis y de una humanidad que vive acongojada por las consecuencias de la última tragedia e inquieta por la hecatombe que presiente; en medio de la confusión de las pasiones que restallan sobre las conciencias, la Argentina, la isla de paz, deliberada y voluntariamente, se hace presente en este día para rendir cumplido homenaje al hombre cuya figura y obra constituyen la expresión más acabada del genio y la grandeza de la raza.

Y a través de la figura y de la obra de Cervantes va el homenaje argentino a la Patria Madre, fecunda, civilizadora, eterna, y a todos los pueblos que han salido de su maternal regazo.

Por eso estamos aquí, en esta ceremonia que tiene la jerarquía de símbolo. Porque recordar a Cervantes es reverenciar a la madre España; es sentirse más unidos que nunca a los demás pueblos que descienden legítimamente de tan noble tronco; es afirmar la existencia de una comunidad cultural hispanoamericana de la que somos parte y de una continuidad histórica que tiene en la raza su expresión objetiva más digna, y en el Quijote la manifestación viva y perenne de sus ideales, de sus virtudes y de su cultura; es expresar el convencimiento de que el alto espíritu señoril y cristiano que inspira la Hispanidad iluminará al mundo cuando se disipen las nieblas de los odios y de los egoísmos. Por eso rendimos aquí el doble homenaje a Cervantes y a la Raza.

Homenaje, en primer lugar, al grande hombre que legó a la humanidad una obra inmortal, la más perfecta que en su género haya sido escrita, código del honor y breviario del caballero, pozo de sabiduría y, por los siglos, de los siglos, espejo y paradigma de su raza.

Destino maravilloso el de Cervantes que, al escribir el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, descubre en el mundo nuevo de su novela, con el gran fondo de la naturaleza filosófica, el encuentro cortés y la unión entrañable de un idealismo que no acaba y de un realismo que se sustenta en la tierra. Y además caridad y amor a la justicia, que entraron en el corazón mismo de América; y son ya los siglos los que muestra, en el laberinto dramático que es esta hora del mundo, que siempre triunfa aquella concepción clara del riesgo por el bien y la ventura de todo afán justiciero. El saber “jugarse entero” de nuestros gauchos es la empresa que ostentan orgullosamente los “quijotes de nuestras pampas”.

En segundo lugar, sea nuestro homenaje a la raza a que pertenecemos.

La raza: superación de nuestro destino

Para nosotros, la raza no es un concepto biológico. Para nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino. Ella es lo que nos aparta de caer en el remedo de otras comunidades cuyas esencias son extrañas a la nuestra, pero a las que con cristiana caridad aspiramos a comprender y respetamos. Para nosotros, la raza constituye nuestro sello personal, indefinible e inconfundible.

Para nosotros los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad.

Nuestro homenaje a la madre España constituye también una adhesión a la cultura occidental.

Porque España aportó al occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental.

Su obra civilizadora cumplida en tierras de América no tiene parangón en la Historia. Es única en el mundo. Constituye su más calificado blasón y es la mejor ejecutoria de la raza, porque toda la obra civilizadora es un rosario de heroísmos, de sacrificios y de ejemplares renunciamientos.

Su empresa tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”. Traía para ello la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano...

Era un puñado de héroes, de soñadores desbordantes de fe. Venían a enfrentar a lo desconocido; ni el desierto, ni la selva con sus mil especies donde la muerte aguardaba el paso del conquistador en el escenario de una tierra inmensa, misteriosa, ignorada y hostil.

Nada los detuvo en su empresa; ni la sed, ni el hambre, ni las epidemias que asolaban sus huestes; ni el desierto con su monótono desamparo, ni la montaña que les cerraba el paso, ni la selva con sus mil especies de oscuras y desconocidas muertes. A todo se sobrepusieron. Y es ahí, precisamente, en los momentos más difíciles, en los que se los ve más grandes, más serenamente dueños de sí mismos, más conscientes de su destino, porque en ellos parecía haberse hecho alma y figura la verdad irrefutable de que “es el fuerte el que crea los acontecimientos y el débil el que sufre la suerte que le impone el destino”. Pero en los conquistadores pareciera que el destino era trazado por el impulso de su férrea voluntad.

América: empresa de héroes

Como no podía ocurrir de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos, y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes lo que había sido una empresa de héroes. Todas las armas fueron probadas: se recurrió a la mentira, se tergiversó cuanto se había hecho, se tejió en torno suyo una leyenda plagada de infundios y se la propaló a los cuatro vientos.

Y todo, con un propósito avieso. Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica serie y desapasionado, interesaba doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica.

Por la otra procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, cuyas asalariados y encumbradísimos voceros repetían, por encargo, el ominoso estribillo cuya remunerada difusión corría por cuenta de los llamados órganos de información nacional. Este estribillo ha sido el de nuestra incapacidad para manejar nuestra economía e intereses, y la conveniencia de que nos dirigieran administradores de otra cultura y de otra raza. Doble agravio se nos infería; aparte de ser una mentira, era una indignidad y una ofensa a nuestro decoro de pueblos soberanos y libres.

España, nuevo Prometeo, fue así amarrada durante siglos a la roca de la Historia. Pero lo que no se pudo hacer fue silenciar su obra, ni disminuir la magnitud de su empresa que ha quedado como magnífico aporte a la cultura occidental.

Allí están, como prueba fehaciente, las cúpulas de las iglesias asomando en las ciudades fundada por ella; allí sus leyes de Indias, modelo de ecuanimidad, sabiduría y justicia; sus universidades; su preocupación por la cultura, porque “conviene –según se lee en la Nueva Recopilación- que nuestros vasallos, súbditos y naturales, tengan en los reinos de Indias, universidades y estudios generales donde sean instruidos y graduados en todas ciencias y facultades, y por el mucho amor y voluntad que tenemos de honrar y favorecer a los de nuestras Indias y desterrar de ellas las tinieblas de la ignorancia y del error, se crean Universidades gozando los que fueren graduados en ellas de las libertades y franquezas de que gozan en estos reinos los que se gradúan en Salamanca”.

Su celo por difundir la verdad revelada porque –como también dice la Recopilación- “teniéndonos por más obligados que ningún otro príncipe del mundo a procurar el servicio de Dios y la gloria de su santo nombre y emplear todas las fuerzas y el poder que nos ha dado, en trabajar que sea conocido y adorado en todo el mundo por verdadero Dios como lo es, felizmente hemos conseguido traer al gremio de la Santa Iglesia Católica las innumerables gentes y naciones que habitan las Indias occidentales, isla y tierra firme del mar océano”.

España levantó, edificó universidades, difundió la cultura, formó hombres, e hizo mucho más; fundió y confundió su sangre con América y signó a sus hijas con un sello que las hace, si bien distintas a la madre en su forma y apariencias, iguales a ella en su esencia y naturaleza. Incorporó a la suya la expresión de un aporte fuerte y desbordante de vida que remozaba a la cultura occidental con el ímpetu de una energía nueva.

Y si bien hubo yerros, no olvidemos que esa empresa, cuyo cometido la antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a la imagen y semejanza de Dios.

España rediviva en el criollo Quijote

Son hombres y mujeres de esa raza los que en heroica comunión rechazan, en 1806, al extranjero invasor, y el hidalgo jefe que obtenida la victoria amenaza con “pena de la vida al que los insulte”. Es gajo de ese tronco el pueblo que en mayo de 1810 asume la revolución recién nacida; esa sangre es la que vence gloriosamente en Tucumán y Salta y cae con honor en Vilcapugio y Ayohuma; es la que anima el corazón de los montoneros; es la que bulle en el espíritu levantisco e indómito de los caudillos; es la que enciende a los hombres que en 1816 proclaman a la faz del mundo nuestra independencia política; es la que agitada corre por las venas de esa raza de titanes que cruzan las ásperas y desoladas montañas de los Andes, conducidas por un héroe en una marcha que tiene la majestad de un friso griego; es la que ordena a los hombres que forjaron la unidad nacional, y la que aliente a los que organizaron la República; es la que se derramó generosamente cuantas veces fue necesario para defender la soberanía y la dignidad del país; es la misma que moviera al pueblo a reaccionar sin jactancia pero con irreductible firmeza cuando cualquiera osó inmiscuirse en asuntos que no le incumbían y que correspondía solamente a la nación resolverlos; de esa raza es el pueblo que lanzó su anatema a quienes no fueron celosos custodios de su soberanía, y con razón, porque sabe, y la verdad lo asiste, que cuando un Estado no es dueño de sus actos, de sus decisiones, de su futuro y de su destino, la vida no vale la pena de ser allí vivida; de esa raza es ese pueblo, este pueblo nuestro, sangre de nuestra sangre y carne de nuestra carne, heroico y abnegado pueblo, virtuoso y digno, altivo sin alardes y lleno de intuitiva sabiduría, que pacífico y laborioso en su diaria jornada se juega sin alardes la vida con naturalidad de soldado, cuando una causa noble así lo requiere, y lo hace con generosidad de Quijote, ya desde el anónimo y oscuro foso de una trinchera o asumiendo en defensa de sus ideales el papel de primer protagonista en el escenario turbulento de las calles de una ciudad.

Señores:

La historia, la religión y el idioma nos sitúan en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, el ascetismo y la espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones. El Día de la Raza, instituido por el Presidente Yrigoyen, perpetúa en magníficos términos el sentido de esta filiación. “La España descubridora y conquistadora –dice el decreto-, volcó sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales y con la aleación de todos estos factores, obró el milagro de conquistar para la civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento”.

Porvenir enraizado en el pasado

Si la América olvidara la tradición que enriquece su alma, rompiera sus vínculos con la latinidad, se evadiera del cuadro humanista que le demarca el catolicismo y negara a España, quedaría instantáneamente baldía de coherencia y sus ideas carecerían de validez. Ya lo dijo Menéndez y Pelayo: “Donde no se conserva piadosamente la herencia de lo pasado, pobre o rica, grande o pequeña, no esperemos que brote un pensamiento original, ni una idea dominadora”. Y situado en la antípoda de su pensamiento, Renán afirmó que “el verdadero hombre de progreso es el que tiene los pies enraizados en el pasado”.

El sentido misional de la cultura hispánica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografía espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias, a la que debemos preservar de cuantos elementos exóticos pretenden mancillarla. Comprender esta imposición del destino, es el primordial deber de aquellos a quienes la voluntad pública o el prestigio de sus labores intelectuales, les habilita para influir en el proceso mental de las muchedumbres. Por mi parte, me he esforzado en resguardar las formas típicas de la cultura a que pertenecemos, trazándome un plan de acción del que pude decir –el 24 de noviembre de 1944- que “tiene, ante todo, a cambiar la concepción materialista de la vida por una exaltación de los valores espirituales”.

Precisamente esa oposición, esa contraposición entre materialismo y espiritualidad, constituye la ciencia del Quijote. O más propiamente representa la exaltación del idealismo, refrenado por la realidad del sentido común.

De ahí la universalidad de Cervantes, a quien, sin embargo, es precio identificar como genio auténticamente español, mal que no puede concebirse como no sea en España.

Esta solemne sesión, que la Academia Argentina de Letras ha querido poner bajo la advocación del genio máximo del idioma en el IV Centenario de su nacimiento, traduce –a mi modo de ver- la decidida voluntad argentina de reencontrar las rutas tradicionales en las que la concepción del mundo y de la persona humana, se origina en la honda espiritualidad grecolatina y en la ascética grandeza ibérica y cristiana.

Para participar en ese acto, he preferido traer, antes que una exposición académica sobre la inmortal figura de Cervantes, palpitación humana, su honda vivencia espiritual y su suprema gracia hispánica. En su vida y en su obra personifica la más alta expresión de las virtudes que nos incumbe resguardar.

Resurrección del Quijote

Mientras unos soñaban y otros seguían amodorrados en su incredulidad, fue gestándose la tremenda subversión social que hoy vivimos y se preparó la crisis de las estructuras políticas tradicionales. La revolución social de Eurasia ha ido extendiéndose hacia Occidente, y los cimientos de los países latinos del oeste europeo crujen ante la proximidad de exóticos carros de guerra. Por los Andes asoman su cabeza pretendidos profetas, a sueldo de un mundo que abomina de nuestra civilización, y otra trágica paradoja parece cernirse sobre América al oírse voces que, con la excusa de defender los principios de la Democracia (aunque en el fondo quieren proteger los privilegios del capitalismo), permitan el entronizamiento de una nueva y sangrienta Tiranía.

Como miembros de la comunidad occidental, no podemos substraernos a un problema que de no resolverlo con acierto, puede derrumbar un patrimonio espiritual acumulado durante siglos. Hoy, más que nunca, debe resucitar Don Quijote y abrirse el sepulcro del Cid Campeador”.

Juan Domingo Perón


www.politicaydesarrollo.com.ar,14-09-2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

LEER

Un derecho humano fundamental que fracasa: 776 millones de adultos no son capaces de leer o escribir

A pesar de que la alfabetización es un derecho humano esencial para el desarrollo, en el mundo hay todavía unos 776 millones de adultos que no son capaces de leer o escribir.

A ello, hay que sumar otros muchos millones de personas cuyos escasos conocimientos les impiden comprender los documentos escritos: son los analfabetos funcionales.

Desgraciadamente, y como en otros muchos órdenes de la vida, las mujeres son las más perjudicadas en este sentido. Según la UNESCO, las dos terceras partes de los analfabetos adultos que hay en el mundo, son mujeres.

Ayer se celebró el día mundial de la alfabetización. A pesar de que el desarrollo y la erradicación de la pobreza están estrechamente relacionados con el nivel de educación de la población, y que el cumplimento de los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio depende en gran medida de este factor, la tendencia actual indica que, dentro de cinco años, cuando se alcance la fecha fijada por 189 naciones del mundo para que se alcancen las metas de desarrollo del Milenio, más de 700 millones de personas seguirán siendo incapaces de algo tan básico como leer y escribir.

http://www.diario7.com.ar/,09-Sep-2010

jueves, 9 de septiembre de 2010

DERECHOS HUMANOS


Benedicto XVI en el LX aniversario de la Convención Europea sobre Derechos Humanos

Señor Presidente,

Queridos miembros de la Mesa de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa:

Estoy muy agradecido al Honorable Sr. Çavuşoğlu por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de la Mesa y extiendo a todos vosotros una cordial bienvenida. Estoy contento de recibiros en el sexagésimo aniversario de la Convención Europea de Derechos Humanos que, como se sabe, compromete a los Estados Miembros del Consejo de Europa a promocionar y defender la dignidad inviolable de la persona humana.

Sé que la Asamblea Parlamentaria tiene en su agenda temas importantes relacionados sobre todo con personas que viven en situaciones especialmente difíciles o están sujetas a graves violaciones de su dignidad. Pienso en las personas afectadas por discapacidades, los niños que sufren violencia, los inmigrantes, los refugiados, los que más pagan por la actual crisis económica y financiera, los que son víctimas del extremismo o de nuevas formas de esclavitud como el tráfico de personas, el tráfico ilegal de drogas y la prostitución. Vuestro trabajo también está relacionado con las víctimas de la guerra y con las personas que viven en democracias frágiles. También he sido informado de vuestros esfuerzos para defender la libertad religiosa y oponeros a la violencia y la intolerancia hacia los creyentes en Europa y en todo el mundo.

Teniendo presente el contexto de la sociedad actual en la que diferentes poblaciones y culturas se unen, es un imperativo desarrollar la validez universal de esos derechos, así como su inviolabilidad, inalienabilidad e indivisibilidad.

En distintas ocasiones, he señalado los riesgos asociados al relativismo en el ámbito de los valores, los derechos y los deberes. Si éstos carecieran de un fundamento objetivo racional, común a todos los pueblos, y se basaran exclusivamente en culturas particulares, decisiones legislativas o sentencias judiciales, ¿cómo podrían ofrecer una base sólida y duradera para instituciones supranacionales como el Consejo de Europa, y para vuestra propia tarea en esta prestigiosa institución? ¿Cómo podría llevarse a cabo un diálogo fructífero entre culturas sin valores comunes, derechos y principios estables, universales, entendidos de la misma manera por todos los Estados Miembros del Consejo de Europa? Esos valores, derechos y deberes tienen su origen en la dignidad natural de toda persona, algo accesible al razonamiento humano. La fe cristiana no impide, sino que favorece, esta búsqueda y es una invitación a buscar una base sobrenatural para esa dignidad.

Estoy convencido de que esos principios, mantenidos fielmente, sobre todo cuando se trata de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, del matrimonio -basado en la entrega mutua exclusiva e indisoluble entre un hombre y una mujer- y la libertad de religión y educación, son condiciones necesarias si queremos responder adecuadamente a los decisivos y urgentes desafíos que la historia os presenta a cada uno de vosotros.

Queridos amigos, sé que vosotros también deseáis llegar a los que sufren. Esto me alegra y os animo a cumplir vuestra delicada e importante misión con moderación, prudencia y valentía al servicio del bien común de Europa. Os doy las gracias por venir y os garantizo mis oraciones. ¡Que Dios os bendiga!

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 septiembre 2010 (ZENIT.org).-


GOBERNABILIDAD

Entre la representatividad y la gobernabilidad

Por Fernando Pascual

Uno de los grandes retos de las democracias basadas en la existencia de varios partidos políticos radica en la tensión entre representatividad y gobernabilidad.
La democracia, en teoría, existe para acoger los intereses y deseos de la gente, que pueden (hipotéticamente) quedar representados a través de los distintos partidos políticos.

En algunos países, sin embargo, se da una fuerte fragmentación política entre los partidos políticos según ideas y proyectos a veces similares, a veces muy diferentes entre sí, y los ciudadanos mantienen viva tal fragmentación al votar de modo disperso entre los distintos partidos.

Las leyes electorales, frente a estas situaciones, pueden orientarse de dos maneras diferentes: o permiten que sean favorecidas en la obtención de escaños en el parlamento las listas de los partidos más votados, con un sistema de tipo mayoritario; o buscan que casi todas las listas votadas por un número suficiente de electores puedan conseguir sus representantes, con un sistema de tipo proporcional. Entre estas dos maneras existen fórmulas intermedias, unas más cercanas al sistema mayoritario y otras al sistema proporcional.

Los sistemas mayoritarios favorecen la gobernabilidad en detrimento de la representatividad: el parlamento no refleja los deseos políticos de las personas, muchas de las cuales suelen escoger el “voto útil” (votar a un partido no deseado pero que al menos realizaría algunas ideas afines a las propias). Las que deciden votar por un partido minoritario quedarán, en muchos casos, fuera del parlamento, es decir, no conseguirán verse representadas en sus intereses (esperamos que legítimos y buenos).

Los sistemas proporcionales favorecen la representatividad, con el riesgo, que se da con cierta frecuencia, de dañar la gobernabilidad. En lugares donde la gente vota de modo disperso a varios partidos, el resultado es un parlamento fragmentado y un gobierno, si se consigue una coalición pre o postelectoral, con alto riesgo de inestabilidad.

No es fácil encontrar caminos para superar la aparente dicotomía entre representatividad y gobernabilidad. Como los poderes establecidos en muchos países piensan (o imponen según sus intereses) que no existirían alternativas a los partidos políticos (los cuales crean sistemas “partidocráticos”), surge el conflicto entre los dos modelos anteriores, y cada modelo tiene sus ventajas y sus desventajas.

Si se favorece la gobernabilidad, es decir, si son “premiados” en el parlamento los partidos con más votos, será posible dejar fuera de los intereses públicos a un número más o menos importante de la población, que no logrará hacer oír su voz en los foros parlamentarios.

Si se favorece la representatividad, ocurre en no pocos lugares que algunos partidos pequeños pueden condicionar toda la vida del estado, incluso a través de la imposición de intereses particulares en detrimento del bien común.

Algo se podría solucionar con políticos de elevada estatura ética, con sanos principios jurídicos, y comprometidos por entero al servicio del bien común. Con políticos de esa categoría, sería posible dejar de lado los intereses particulares del propio partido para buscar, a través de acuerdos puntuales o de alianzas más o menos serias, un programa que sirva para el desarrollo equilibrado de los grupos y de las personas que viven en el mismo estado.

Pero si esos políticos no existen o son minoritarios, presenciaremos, como ya ha ocurrido en el pasado, situaciones en las que la lucha por el poder se convierte en un fin para satisfacer los deseos del propio partido en detrimento del bien común.

El problema merece ser estudiado seriamente por todas las fuerzas culturales y políticas que aspiran a construir sistemas democráticos sanos, capaces de promover la justicia y el bienestar de todos, sin discriminaciones y sin favoritismos. Parece un reto difícil de alcanzar, pero al menos tener presente el problema será el primer paso para encontrar y aplicar soluciones eficaces y justas, orientadas a mejorar seriamente la gestión de la “res publica”.

Nuevo Encuentro, 9-9-10

HOMOFOBIA

¿Hay homofobia en la Iglesia católica?

Por
Pedro María Reyes Vizcaíno


La homofobia es definida por la Real Academia Española de la Lengua como la aversión obsesiva hacia las personas homosexuales. Si examinamos el cuerpo doctrinal de la Iglesia Católica encontramos que en la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la atención pastoral a las personas homosexuales de 1 de octubre de 1986 se indica: “Es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas.Tales comportamientos merecen la condena de los pastores de la Iglesia, dondequiera que se verifiquen” (n. 10). Por lo tanto, podemos concluir fácilmente que la Iglesia no es homofóbica porque no se encuentran elementos de odio hacia los homosexuales.

Pero el caso es que esta respuesta aún no es satisfactoria porque a pesar de la claridad del la doctrina de la Iglesia una de las acusaciones que algunos siguen lanzando contra la Iglesia es que es homofóbica.

Quienes hacen esta afirmación basan sus acusaciones en que los actos homosexuales en la doctrina católica son considerados pecado. Por lo tanto, la pregunta correcta sería si es homofobia que se considere pecado el acto homosexual.

Al respecto hay que hacer una distinción. La Iglesia condena los actos, no las personas. En realidad esta cuestión se ha de enmarcar dentro del papel que se otorga a la sexualidad en la doctrina de la Iglesia. En efecto, para la Iglesia Católica la sexualidad tiene una función unitiva de las personas y se ha de relacionar necesariamente con la función procreadora, que es su finalidad natural. Según el Catecismo de la Iglesia Católica la doctrina sobre la sexualidad “está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador” (n. 2366, citando la Encíclica Casti Connubii de Pío XI).

Por ello la Iglesia considera pecado todo acto que separe en la sexualidad ambos aspectos, el unitivo y el procreador. Entre ellos se incluyen los actos homosexuales, pero no solo estos actos. También están condenados los actos individuales (la masturbación) o los adulterios, pues separan en la sexualidad la procreación y la unión de las personas. Dejando aparte las razones naturales que también se aducen para condenar estas conductas, no se entiende que los homosexuales se sientan discriminados por la Iglesia y no se sientan discriminados quienes practican la masturbación o el adulterio, por poner unos ejemplos.

Acusar a la Iglesia Católica de homofóbica porque considera pecado los actos homosexuales encierra una intromisión en la autonomía de una confesión religiosa y por ello es una discriminación hacia la Iglesia Católica, pues se pretende dictarle cuál debe ser su cuerpo doctrinal y moral. Una persona con tendencias homosexuales no está obligada a ser católica, pero si decide vivir su fe como católico lo hace sabiendo que los actos que pudiera realizar siguiendo esa tendencia serían considerados pecado en su religión, al menos en cuanto al hecho objetivo.

Otras religiones consideran pecado el consumo de carne de cerdo o la bebida de productos alcohólicos y nadie las considera discriminatorias por ello. Quienes aprecian el vino o el jamón ibérico, si quieren seguir consumiendo su producto preferido sin cargo de conciencia, lo que deben hacer es no convertirse en musulmanes. Pero nunca se ha oído decir que los gourmets hayan pedido que el Islam modifique el Corán. No se entiende por qué los homosexuales piden que la Iglesia cambie su postura. Como ya hemos indicado, estamos dejando aparte las razones naturales que se aducen para condenar los actos homosexuales.

Por lo tanto, a la Iglesia Católica no se le puede acusar de homofobia. La doctrina católica sobre la homosexualidad no supone una discriminación de las personas, puesto que el derecho a la igualdad de los homosexuales, en la doctrina católica, está garantizado. Son los actos homosexuales los que se rechazan al considerarlos pecado, lo cual entra dentro de la legítima autonomía de la Iglesia Católica. Los homosexuales a los que no les guste esta doctrina lo que pueden hacer es vivir indiferentes frente a la Iglesia Católica, pero pretender que la Iglesia cambie su doctrina en este punto es una intromisión intolerable.

NuevoEncuentro, September 9, 2010

ENERGÍA

Algunas comparaciones entre las energías eólica e hidroeléctrica
Por el
C.P.N. Carlos Andrés Ortiz

En el plan de diversificación de las fuentes de producción de energía de Argentina, recientemente ENARSA aprobó las inversiones de 17 usinas eólicas a ser instaladas en diversos puntos de La Patagonia.
Además del cumplimiento de requisitos técnicos, un tema fundamental que definió las adjudicaciones de esas inversiones fueron las propuestas tarifarias, habida cuenta que –para hacer viables los proyectos- se garantiza a las empresas adjudicatarias, la compra de toda la energía producida durante 15 años, a tarifas dolarizadas y a un precio de venta a CAMMESA (la operadora mayorista eléctrica) a un precio cuatro veces mayor que el precio de la energía spot (energía de punta, la más cara de operar).

Dicho en “castizo vulgar”, la energía eólica es carísima, y solo puede sostenerse en base a fuertes subsidios (que terminamos pagando todos los contribuyentes y usuarios). El precio promedio acordado para las eólicas, es de US$ 120 el MWh, mientras que el precio del mercado eléctrico SPOT (de horarios de punta de demanda) está en el orden de US$ 30 el MWh.

Pero además, al estar contractualmente atadas al dólar, los costos de la energía eólica fluctuarán con cada variación de la cotización de esa divisa, mientras que los costos de los otros tipos de generación eléctrica (incluida la hidroeléctrica), son funciones de variables internas, mayoritariamente cuantificables en moneda argentina.

Dicho más claramente aún, esos “paquetes” de energía eólica se convierten en una pesada carga financiera para todo el sistema eléctrico, que pasa a subsidiar la falta de competitividad económica de la tecnología eólica. Y no se piense que eso es por una supuesta “ineficiencia argentina” o por una excesiva dadivosidad concedida a esos curiosos “empresarios de riesgo cero” (nada que ver con la “competencia”, el “libre mercado” y “el riesgo empresario” que pregonan los voceros del neoliberalismo).

En España, hoy acosada por la crisis sistémica que afecta profundamente a su economía, el Estado tomó la decisión de limitar drásticamente las generosas subvenciones que hicieron posible el rápido crecimiento del parque de energía eólica hispano.

También solo los programas de fuertes subsidios estatales son los que permitieron el crecimiento y mantenimiento de los muy promocionados parques de energías eólica y solar, en Alemania, en Dinamarca, en EEUU y otros países.

Todo esto demuestra una vez más que las muy publicitadas energías eólica y solar, siguen adoleciendo de muy serias limitaciones económicas, que las tornan no competitivas, y que solo en base a muy fuertes subsidios pueden operar en mercados interconectados.

A esas profundas dificultades económicas, se le adicionan los limitantes técnicos que son propios de estos sistemas de generación. La solar depende del sol (muy obvio pero no advertible por los ultras de la ecología), lo cual torna aleatorio su funcionamiento de día, variando incluso su rendimiento en función de las horas y de la ubicación geográfica (menos eficientes cuanto más elevada sea la latitud, o sea menos eficiente al alejarse de la Línea del Ecuador). Para el pico del consumo (a la noche) la solar “se borra”…La eólica depende totalmente de la aleatoriedad de los vientos, los cuales además son variables permanentemente, lo cual altera la calidad de la prestación del servicio, debiendo ser estabilizado por una central convencional (hidro, nuclear o termo –esta última quemando hidrocarburos). Con ello no solo se perjudica la ecuación económica sino también ambiental.

Pero otra comparación aparece como sumamente interesante. 17 proyectos eólicos sumarán 754 MW de Potencia Instalada, no especificándose en la información el rendimiento medio –Energía Media Anual- esperable. Por su parte, la suba de la cota operativa de Yacyretá, de tan solo 31 cm, provee 856 MW, (un generoso 13,52 % adicional de Potencia Instalada, operable desde un solo lugar, mucho más eficiente) con 3.102 GWh de Energía Media Anual.

Datos concretos de la realidad como estos, son contundentes demostraciones de la falta de sustento técnico de las agresivas campañas anti hidroeléctricas y pro solares y eólicas, de las nada inocentes transnacionales de la ecología fundamentalista, y de la irracionalidad de los planteos de militantes ecologistas de base, muchas veces honestos, pero obnubilados por tergiversados razonamientos solo sustentados en emotividades falaces y hábilmente inculcadas por “los poderes detrás del trono” que “dictan letra” para fomentar el fanatismo, de forma tal que el conservacionismo a ultranza sea la excusa que nos impida encauzarnos en la senda del desarrollo socio económico autosustentable y autoinducido.

Similares irracionalidades son inculcadas para que los desprevenidos “perejiles” del ultra ecologismo, se opongan incoherentemente al desarrollo de la tecnología y los proyectos nucleares, pero esto ya amerita otro artículo separado.

Fuente de datos: El Inversor Energético y Minero – Junio y julio de 2010.

C.P.N. Carlos Andrés Ortiz

www.politicaydesarrollo.com.ar,08-09-2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

PRISIONERO DE GUERRA

Por Antonio Caponnetto

“Preocupáos de los presos, como si vosotros estuviérais prisioneros con ellos”

San Pablo, Hebreos, 13, 3.

A los soldados argentinos que padecen injusta prisiòn bajo la ruin tiranía kirchnerista


Yo que icé la bandera hasta el vértice altivo,

en una plaza de armas soleada de heroísmo,

cuando todo era joven: el casco, las jinetas,

los sables aguzados y el viejo patriotismo.



Yo que domé un desfile en el frío de julio,

desbravando los vientos o refrenando escarchas,

como cimbra el jinete sobre un lomo tobiano,

a grupas del orgullo, osando contramarchas.



Yo que monté las guardias parapetado en lunas,

al acecho de sombras homicidas y rojas,

para que un sueño en calma tuvieran los que nunca

conocen del peligro su acero y sus congojas.



Yo que dejé mi lecho y a su vera una cuna,

combatiendo la senda del terror clandestino,

mientras casa por casa se encendían los leños,

mansamente alejados del fuego mortecino.



Yo convertido en rama, en fantasma o en muro,

en soldado del Cuerpo de Invisibles Patriotas,

patrullando amenazas más cruentas que una herida,

más dolientes que un día bruñido de derrotas.



Yo que estuve en Potrero de las Tablas, en Lules,

en Tucumán, la tierra de la caña cetrina,

en Manchalá, Simoca o en Quebrada de Artaza,

donde cayeron juntos Maldonado y Berdina.



Yo que anudé un rosario a mi fusil baqueano,

impetrando el auxilio del Arcángel Custodio,

por cumplir el mandato del hermano que dijo:

“camaradas tirad, pero tirad sin odio”.



Yo que usé de coraza el pellejo curtido,

cuerpeando una emboscada de negritud moruna,

me olvidé de mi nombre para llamarme sangre ,

y en formoseña tarde me llamé Hermindo Luna.



Yo que no supe darle resuello a la osamenta,

cada vez que la patria alistó centuriones,

era la paz de abril, la cuaresma, el sosiego:

me volví malvinero con el alma hecha horcones.



Yo prolongué en el Sur mi vaquía en el monte,

o adiestrada en la selva de ciudades arteras,

bajé un Harrier intruso fusilando injusticias,

asalté casamatas, comulgué en las trincheras.



Yo aquí estoy, prisionero de encrespados rencores,

de infernales venganzas sin bozal ni tabique,

de olvidos, desmemorias, fingimientos, agravios,

la juntura execrable del lodo bolchevique.



Sin embargo esta celda no atenaza la Historia,

no aprisiona las gestas, no aherroja el estandarte,

ni esclaviza los frutos del amor a la tierra,

pródigo en las batallas de las que fui baluarte.



No se arrestan recuerdos, pendones victoriosos,

van libres las hazañas, de dolores cauterios.

Somos libres nosotros, prisioneros de guerra,

porque honor y deberes no sufren cautiverios.



Nadie pone cerrojos al cielo en el que habitan

aquellos que partieron integrando un comando,

su triunfo será el nuestro, acaso en los confines,

cuando vuelva un criollo a dar la voz de mando.

LEÓN

León XIII, según Benedicto XVI

Homilía en la misa en Carpineto Romano

¡Queridos hermanos y hermanas!

Primero de todo, ¡permitidme expresar la alegría de encontrarme entre vosotros en Carpineto Romano, tras las huellas de mis amados predecesores Pablo VI y Juan Pablo II! Y feliz es también la circunstancia que me ha llamado aquí: el bicentenario del nacimiento del Papa León XIII, Vincenzo Gioacchino Pecci, acaecido el 2 de marzo de 1810 en este bello país. ¡Os doy las gracias a todos por vuestra acogida! En particular, saludo con reconocimiento al Obispo de Anagni-Alatri, Mons. Lorenzo Loppa, y el Alcalde de Carpineto, que me han dado la bienvenida al inicio de la celebración, así como a las demás Autoridades presentes. Un pensamiento especial dirijo a los jóvenes, en particular a los que han completado la peregrinación diocesana. Mi visita, por desgracia, es muy breve y concentrada exclusivamente en esta celebración eucarística; pero aquí nosotros encontramos todo: la Palabra y el Pan de vida, que alimentan la fe, la esperanza y la caridad; y renovamos el vínculo de comunión que hace de nosotros la única Iglesia del Señor Jesucristo.

Hemos escuchado la Palabra de Dios, y es espontáneo acogerla, en esta circunstancia, volviendo a pensar en la figura del Papa León XIII y en la herencia que nos ha dejado. El tema principal que emerge de la lectura bíblica es el del primado de Dios y de Cristo. En el pasaje evangélico, extraído de san Lucas, Jesús mismo declara con franqueza tres condiciones necesarias para ser sus discípulos: Amarle más que a nadie y más que a la misma vida; llevar la propia cruz y seguirlo; y renunciar a todas las posesiones. Jesús ve una gran multitud que lo sigue junto a sus discípulos, y con todos quiere ser claro: seguirlo es comprometido, no puede depender de entusiasmos ni de oportunismos; debe ser una decisión ponderada, tomada después de preguntarse en conciencia: ¿quién es Jesús para mí? ¿Es verdaderamente “el Señor”, ocupa el primer lugar, como el Sol en torno al cual giran todos los planetas? Y la primera lectura, del Libro de la Sabiduría, nos sugiere indirectamente el primer motivo de este primado absoluto de Jesucristo: en Él encuentran respuesta las preguntas del hombre de toda época que busca la verdad sobre Dios y sobre sí mismo. Dios está más allá de nuestro alcance, y sus designios son inescrutables. Pero Él mismo ha querido revelarse, en la creación y sobre todo en la historia de la salvación, hasta que en Cristo se ha manifestado plenamente a sí mismo y su voluntad. Aun permaneciendo siempre verdadero que “a Dios nadie le ha visto jamás” (Jn 1,18), ahora nosotros conocemos su “nombre”, su “rostro”, y también su querer, porque nos lo ha revelado Jesús, que es la Sabiduría de Dios hecha hombre. “Así -escribe el Autor sagrado de la primera Lectura- aprendieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron” (Sb, 9,18).

Este punto fundamental de la Palabra de Dios hace pensar en dos aspectos de la vida y del ministerio de vuestro venerado Conciudadano que hoy conmemoramos, el Sumo Pontífice León XIII. En primer lugar, cabe señalar que él fue hombre de gran fe y de profunda devoción. Esto sigue siendo siempre la base de todo, para todo cristiano, incluido el Papa. Sin la oración, es decir, sin la unión interior con Dios, no podemos hacer nada, como dice claramente Jesús a sus discípulos durante la Última Cena (cfr Jn 15,5). Las palabras y los actos del Papa Pecci transparentaban su íntima religiosidad; y esto ha encontrado correspondencia también en su Magisterio: entre sus muy numerosas Encíclicas y Cartas Apostólicas, como el hilo en una serie, están las de carácter propiamente espiritual, dedicadas sobre todo al incremento de la devoción mariana, especialmente mediante el santo Rosario. Se trata de una verdadera y propia “catequesis”, que marca desde el principio hasta el final los 25 años de su Pontificado. Pero encontramos también los Documentos sobre Cristo Redentor, sobre el Espíritu Santo, sobre la consagración al Sagrado Corazón, sobre la devoción a san José, sobre san Francisco de Asís. A la Familia franciscana León XIII estuvo particularmente ligado, y él mismo pertenecía a la Tercera Orden. Todos estos diversos elementos me gusta considerarlos como facetas de una única realidad: el amor de Dios y de Cristo, al que no se antepone absolutamente nada. Y esta primera y principal cualidad de Vincenzo Gioacchino Pecci la asimiló aquí, en su País natal, de sus padres, de su parroquia.

Pero hay también un segundo aspecto, que se deriva siempre del primado de Dios y de Cristo y se encuentra en la acción pública de todo Pastor de la Iglesia, en particular de todo Sumo Pontífice, con las características propias de la personalidad de cada uno. Diría que precisamente el concepto de “sabiduría cristiana”, que ya ha surgido a partir de la primera lectura y del Evangelio, nos ofrece la síntesis de esta configuración según León XIII -no es casualidad que sea también el incipit de una Encíclica suya. Todo Pastor está llamado a transmitir al Pueblo de Dios no verdades abstractas, sino una “sabiduría”, es decir un mensaje que conjuga fe y vida, verdad y realidad concreta. El Papa León XIII, con la asistencia del Espíritu Santo, es capaz de hacer esto en un uno de los periodos históricos más difíciles para la Iglesia, permaneciendo fiel a la tradición y, al mismo tiempo, midiéndose con las grandes cuestiones abiertas. Y lo logró precisamente sobre la base de la “sabiduría cristiana”, basada en las Sagradas Escrituras, en el inmenso patrimonio teológico y espiritual de la Iglesia Católica y también en la sólida y límpida filosofía de santo Tomás de Aquino, que él apreció en sumo grado y promovió en toda la Iglesia.

En este punto, tras haber considerado el fundamento, es decir, la fe y la vida espiritual, y por tanto el marco general del mensaje de León XIII, puedo mencionar su magisterio social, hecho famoso e imperecedero por la Encíclica Rerum novarum, pero rico en otras muchas intervenciones que constituyen un cuerpo orgánico, el primer núcleo de la doctrina social de la Iglesia. Tomemos el ejemplo de la Carta a Filemón de san Pablo, que felizmente la Liturgia nos hace leer precisamente hoy. Es el texto más breve de todo el epistolario paulino. Durante un periodo de encarcelamiento, el Apóstol ha transmitido la fe a Onésimo, un esclavo originario de Colosas huido del patrón Filemón, rico habitante de esa ciudad, convertido en cristiano junto a sus familiares gracias a la predicación de Pablo. Ahora el Apóstol escribe a Filemón invitándole a acoger a Onésimo ya no como esclavo, sino como hermano en Cristo. La nueva fraternidad cristiana supera la separación entre esclavos y libres, y desencadena en la historia un principio de promoción de la persona que llevará a la abolición de la esclavitud, pero también a sobrepasar otras barreras que todavía existen. El Papa León XIII dedicó precisamente al tema de la esclavitud la Encíclica Catholicae Ecclesiae, del 1890.

De esta particular experiencia de san Pablo con Onésimo, puede partir una amplia reflexión sobre el impulso de promoción humana aportado por el Cristianismo en el camino de la civilización, y también sobre el método y el estilo de esa aportación, conforme a las imágenes evangélicas de la semilla y la levadura: en el interior de la realidad histórica los cristianos, actuando como ciudadanos individuales, o de manera asociada, constituyen una fuerza beneficiosa y pacífica de cambio profundo, favoreciendo el desarrollo de las capacidades internas en la realidad misma. Es ésta la forma de presencia y de acción en el mundo propuesta por la doctrina social de la Iglesia, que apunta siempre a la madurez de las conciencias como condición de válidas y duraderas transformaciones.

Debemos ahora preguntarnos: ¿en qué contexto nació, hace dos siglos, quien se convertiría, 68 años después, en el Papa León XIII? Europa sufría entonces la gran tormenta Napoleónica, seguida de la Revolución Francesa. La Iglesia y numerosas expresiones de la cultura cristiana se ponían radicalmente en discusión (piénsese, por ejemplo, en el hecho de contar los años ya no desde el nacimiento de Cristo, sino desde el inicio de la nueva era revolucionaria, o de quitar los nombres de los Santos del calendario, de las calles, de los pueblos...). Las poblaciones del campo no eran ciertamente favorables a estos trastornos, y permanecían ligadas a las tradiciones religiosas. La vida cotidiana era dura y difícil: las condiciones sanitarias y alimentarias muy pobres. Mientras tanto, se iba desarrollando la industria y con ella el movimiento obrero, cada vez más organizado políticamente. El magisterio de la Iglesia, en su más alto nivel, fue empujado y ayudado por las reflexiones y por las experiencias locales a elaborar una interpretación global y con perspectiva de la nueva sociedad y de su bien común. Así, cuando, en 1878, fue elegido al solio pontificio, León XIII se sintió llamado a llevarla a cabo, a la luz de su extenso conocimiento de alcance internacional, pero también de tantas iniciativas realizadas “sobre el terreno” por parte de comunidades cristianas y de hombres y mujeres de la Iglesia.

Fueron de hecho docenas y docenas los Santos y Beatos que, desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX, buscaron y experimentaron, con la creatividad de la caridad, múltiples caminos para llevar el mensaje evangélico al interior de las nuevas realidades sociales. Fueron sin duda estas iniciativas, con los sacrificios y las reflexiones de estos hombres y mujeres las que prepararon el terreno de la Rerum novarum y de los demás Documentos sociales del Papa Pecci. Ya desde el tiempo en el que era Nuncio Apostólico en Bélgica, él había comprendido que la cuestión social se podía afrontar de manera positiva y eficaz con el diálogo y la mediación. En una época de áspero anticlericalismo y de encendidas manifestaciones contra el Papa, León XIII supo guiar y sostener a los católicos en el camino de una participación constructiva, rica de contenidos, firme en los principios y con capacidad de apertura. Inmediatamente después de la Rerum novarum se verificó en Italia y en otros Países una auténtica explosión de iniciativas: asociaciones, cajas rurales y artesanas, periódicos,... un vasto “movimiento” que tenía en el siervo de Dios Giuseppe Toniolo el luminoso animador. Un Papa muy anciano, pero sabio y con visión de futuro, podría así introducir en el siglo XX a una Iglesia rejuvenecida, con la actitud correcta para afrontar los nuevos desafíos. Era un Papa todavía política y físicamente “prisionero” en el Vaticano, pero en realidad, con su Magisterio, representaba a una Iglesia capaz de afrontar sin complejos las grandes cuestiones de la contemporaneidad.

Queridos amigos de Carpineto Romano, no tenemos tiempo para profundizar en estas cuestiones. La Eucaristía que estamos celebrando, el Sacramento del Amor, nos atrae a lo esencial: la caridad, el amor de Cristo que renueva a los hombres y al mundo; esto es lo esencial, y lo vemos bien, casi lo percibimos en las expresiones de san Pablo en la Carta a Filemón. En esta breve nota, de hecho, se siente toda la dulzura y al mismo tiempo el poder revolucionario del Evangelio; se advierte el estilo discreto y a la vez irresistible de la caridad, que, como he escrito en mi Encíclica social, Caritas in veritate, “es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad” (n. 1). Con alegría y con afecto, os dejo por tanto el mandamiento antiguo y siempre nuevo: amaos como Cristo nos ha amado, y con este amor sed sal y luz del mundo. Así seréis fieles a la herencia de vuestro gran y venerado Conciudadano, el Papa León XIII. ¡Y así sea en toda la Iglesia! Amén. ¡Queridos hermanos y hermanas!

©Libreria Editrice Vaticana]

CARPINETO ROMANO, domingo 5 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-

domingo, 5 de septiembre de 2010

DEUDA

El Gobierno le pide al Banco Nación y la deuda estatal supera los $ 23.000 millones

El Gobierno volvió a tomar deuda de organismos estatales, en este caso a través de una "operación de financiamiento" de 1.200 millones de pesos obtenidos a través del Banco Nación, con lo que los compromisos con organismos estatales alcanzan en lo que va de 2010 a los 23.400 millones de pesos.

Mediante la resolución conjunta 133 y 43 de las secretarías de Hacienda y de Finanzas publicada hoy en el Boletín Oficial, se dispuso la operación que, de acuerdo con lo señalado en los considerandos, ya había sido aprobada por el Directorio del BNA el 20 de mayo de este año. Los 1.200 millones de pesos serán amortizados en 24 cuotas a partir del quinto día hábil de enero de 2011.


Clarín, 5-9-10