lunes, 29 de abril de 2024

EL ESPÍRITU DE LA GESTA DE MALVINAS


Por Jorge Martín Flores

La Prensa, 28.04.2024

 

En tanto “Gesta religiosa”, Malvinas es escuela de ejemplos, de referentes de vida, de héroes y santos, que supieron es su grado encarnar virtudes morales y teologales, las cuales consumaron en un sacrificio amoroso ofrecido a Dios y la Patria.

Estos ejemplos de nuestros héroes, tanto vivos como muertos, son un faro luminoso y seguro para nuestra vida personal, familiar y social. Las historias de los héroes de Malvinas, son un canto al amor verdadero, que es un amor unido al sacrificio y constituye un ejemplo supremo y cabal de patriotismo desinteresado hacia el bien común temporal y trascendente de la Patria.


El espectro arquetípico es gigante. Por ello, decidimos traerle al lector al menos estos tres casos relevantes, invitando a que más allá de los mencionados, investiguen y hallen las historias y los referentes que más los conmuevan y movilicen para dejarse transformar por esta escuela amorosa, por este inmenso tesoro ejemplar e inagotable que se llama: Malvinas.

 

PRIMER EJEMPLO

El Mayor de la Fuerza Aérea Argentina, Juan José Falconier. Pertenecía al Escuadrón Fénix, con cuyos aviones valientemente, sin capacidad defensiva y sin capacidad de eyección, realizaban misiones muy arriesgadas de reconocimiento del terreno y de las posiciones enemigas, destacándose especialmente en los llamados “vuelos fantasmas” los cuales servían de engaño, de señuelo para distraer la atención de los radares de las fragatas inglesas y de los aviones Sea Harriers que, al lanzarse en su persecución, dejaban el campo libre para el ataque de nuestros aviones de caza sobre la flota invasora.


En una misión arriesgada del Escuadrón Fénix, su avión Learjet fue derribado por un misil inglés, cayendo en las Islas Borbón, Gran Malvina. Aquí el mayor Falconier junto a sus compañeros, ofrecían sus vidas por amor a la Patria. Antes de partir a las Islas Malvinas se despedía de su familia con la siguiente carta para sus hijos, la cual constituye una herencia de valores, coraje y fe.


“A Ñequi y Mononi: Su padre no los abandona, simplemente dio su vida por los demás, por ustedes y vuestros hijos… y los que hereden mi Patria.

Les va a faltar mi compañía y mis consejos, pero les dejo la mejor compañía y el más sabio consejero, a Dios; aférrense a El, sientan que lo aman hasta que les estalle el pecho de alegría, y amen limpiamente, que es la única forma de vivir la "buena vida", y cada vez que luchen para no dejarse tentar, para no alejarse de ÉL, para no aflojar. Yo estaré junto a ustedes, codo a codo aferrando el amor. Sean una "familia", respetando y amando a mamá, aunque le vean errores, sean siempre solo "uno", siempre unidos. Les dejo el apellido: Falconier para que lo lleven con orgullo y dignifiquen, no con dinero ni bienes materiales, sino con cultura, con amor, con belleza de las almas limpias, siendo cada vez más hombre y menos "animal" y por sobre todo enfrentando a la vida con la "verdad", asumiendo responsabilidades, aunque les "cueste" sufrir sinsabores, o la vida misma.

 

Les dejo:

– Muy poco en el orden material

– un apellido: "Falconier", y

– a DIOS (ante quien todo lo demás no importa)

Papá

 

Para que mis hijos lo lean desde jóvenes y hasta que sean viejos, porque a medida que pasen los años, adquieran experiencia, o tengan hijos, le irán encontrando nuevo y más significado a estas palabras que escribí con amor de padre”.

 

SEGUNDO EJEMPLO

El gendarme integrante del escuadrón Alacrán y sargento ayudante Ramón Gumersindo Acosta, quien luego de salvar a sus camaradas le escribía un 2 de junio de 1982 a su hijo de 12 años el siguiente testamento: “Querido hijo Diego, ¿qué tal muchacho? ¿Cómo te encuentras?


Perdóname que no me haya despedido de ti, pero es que no tuve tiempo, por eso es que te escribo para que sepas que te quiero mucho y te considero todo un hombrecito y sabrás ocupar mi lugar en casa cuando yo no estoy. Te escribo desde mi posición y te cuento que hace dos días íbamos en un helicóptero y me bombardearon, cayó el helicóptero y se incendió, murieron varios compañeros míos, pero yo me salvé y ahora estamos esperando el ataque final. Yo salvé tres compañeros de entre las llamas. Te cuento para que sepas que tienes un padre del que puedes sentirte orgulloso y quiero que guardes esta carta como un documento por si yo no vuelvo: o si vuelvo para que el día de mañana cuando estemos juntos me la leas en casa.


Nosotros no nos entregaremos, pelearemos hasta el final y si Dios y la Virgen permiten nos salvaremos. En estos momentos estamos rodeados y será lo que Dios y la Virgen quieran.

Recen por nosotros y fuerza hasta la victoria final.

 

Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana – cuídalos muchos, como un verdadero Acosta. Estudia mucho.

¡VIVA LA PATRIA!

Papá”.

 

TERCER EJEMPLO

Traemos la historia del soldado Carlos Mosto, a quien apodaron “el curita” y “el ángel de los pozos”. Mosto se la pasaba haciendo el bien a sus camaradas y encargándose de sus necesidades físicas y espirituales. Entrerriano, nacido en Gualeguaychú, era estudiante avanzado de medicina. Se ofreció como voluntario para defender a la Patria. Tenía 23 años. Allí, integró la sección del mayor Baneta, que se instaló en el ex cuartel de los Royal Marines en Moody Brook. Asistió a un camarada herido alcanzado por una esquirla, salvándole la vida. Hay un hermoso video filmado en las islas donde los protagonistas de la escena son entrevistados por Eduardo Rotondo. Su compañero refleja un rostro de alegría e iluminación cada que vez que menciona que fue salvado por el “soldado Mosto”. Mientras que él con total humildad y sin considerarse digno de algún mérito, responde con total naturalidad y simpleza al entrevistador. Mosto era así, habitualmente, virtuosamente: Renunciando a su descanso, relevando guardias, visitando las trincheras y velando por cada uno de sus compañeros, sacándoles sonrisas, levantándoles el ánimo, con un chocolate, con un café caliente, pero especialmente con la lectura del Santo Evangelio que llevaba siempre bajo su brazo y con la oración del Santo Rosario.

 

En una carta escrita a su familia y citada por Nicolás Kasanzew, decía lo siguiente: “Vieja, no reces por mí, porque yo estoy con Dios; rezá por las madres y las novias inglesas, que nunca van a ver llegar a sus hijos y sus novios... Yo, cuando llegué acá, me puse en las manos de Dios y que se hiciera en mi la voluntad de Él, no la mía. Lo único que yo le pedí fue que le enseñara a mis viejos a vivir sin mí... Estoy muy orgulloso de estar acá, estoy orgulloso de mi jefe, el mayor Baneta, orgulloso de ser de los primeros en ver un 25 de mayo flamear mi bandera en las islas; nunca la había visto tan linda, como la veía ahora... Mami, estoy de guardia, escribiéndote desde un manantial de una belleza incomparable y pienso: ¿por qué no podemos vivir en amor?... Mirá, tengo un francotirador, que cada vez que salgo, me tira. No le he visto la cara y no se la quiero ver. Porque no quiero odiar a nadie. Los hombres no saben vivir sin odiar, no saben vivir en el amor. Pedile a Dios que los ilumine... Viejo, no rezongues por la plata, seguí ayudando a Cáritas, que es lo único que te va a dejar algo valioso... Ayer recibí el Evangelio que les había pedido, ahora soy feliz porque estoy completo. Tengo la Palabra y se las leo a mis camaradas... Doy gracias a Dios de ser como soy y poder levantar a mis compañeros... Recen para que esto se termine (...)”.


El 7 de junio logró hablar por teléfono a su casa. Sus últimas palabras fueron: “Mami, estén siempre unidos y recen mucho”.

El 11 de junio había terminado su guardia y fue a llevar café a sus compañeros que estaban en el pozo de zorro. Uno de ellos le pide azúcar. Carlitos regresa a buscarla. Estando dentro del cuartel del Royal Marines recibe un bombardeo enemigo que lo conduce a la muerte junto a dos compañeros más. Había convertido lo pequeño en grande. Había muerto como había vivido: Sirviendo a los demás.


“Por la Patria y por Cristo bien valía la pena morir -afirmó su madre en entrevista al corresponsal de guerra y VGM Nicolás Kasanzew- Yo respeto su decisión, él fue como voluntario y murió por su ideal. Todos tenemos que creer eso: que las Malvinas son nuestras. Y estando nuestros caídos allá, con más razón.”

 

JALONES DE SOBERANIA

Uno no puede permanecer indiferente ante semejantes testimonios. Estás palabras “son palabras que valen porque están rubricadas con la vida y con la sangre”, al decir del Padre Alberto Ignacio Ezcurra, quien se ofreció voluntariamente como capellán de guerra durante el conflicto del 82, pero al no ser convocado se dedicó a asistir a las familias de los combatientes en continente, siendo un puntal fundamental para transmitir el sentido espiritual que revistió la Gesta del Atlántico Sur.


Como podemos ver, nuestros héroes son los verdaderos jalones de soberanía en el Atlántico Sur y en las moradas eternas, conquistando la gloria al precio de su sangre derramada, la cual fue unida desde la fe a la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo y como tal, al Verdadero, Único y Santo Sacrificio de la Redención.


Que desde el cielo y en eternas guardias donde interceden por nosotros cada día y desde donde esperan la Resurrección del último día, nos permitan hacer carne la máxima evangélica que afirma que “No hay mayor amor que dar la vida por los amigos” (Jn. 15-13).

 

UCRANIA EN ABRIL DE 2022


 ¿Qué tan cerca estaban las partes de poner fin a la guerra?

 

Cnl My (R) Grabiel Camilli

 

La Prensa, 28.04.2024

 

Tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana del año pasado, en las últimas semanas se ha difundido en los medios internacionales, reflejados en nuestros artículos semanales en La Prensa, la noticia de la inminente derrota de Ucrania provocada por una grave falta de hombres, armas y municiones, así como por una terrible moral de las tropas. Mientras tanto, los rusos avanzan, aunque lentamente, en casi todas partes.


El tiempo parece estar del lado de Moscú y en contra de Kiev y la Otan. Llegados a este punto surge la hipótesis concreta de la necesidad de llegar, tarde o temprano, a un acuerdo negociado con los rusos: más bien una "congelación" del conflicto según el modelo coreano, que un verdadero acuerdo de paz, que parece muy lejos de cualquier perspectiva realista. Entre otros lo ha pedido el Papa Francisco.


Los ucranianos corren el riesgo de llegar a la mesa de negociaciones en una posición decididamente más débil que en 2022, cuando habían logrado importantes victorias estratégicas, mientras los rusos se preparan para tomar Járkov, la segunda ciudad más poblada del país.


Entonces la pregunta que muchos se hacen es: ¿no se podría haber encontrado antes una salida al conflicto, evitando así decenas de miles de muertes en ambos lados?


Según el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, el 12 de abril de 2022 se había llegado a un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania, pero fue abortado. Este “podría ser la base para nuevas negociaciones, pero no hay señales de que Kiev esté preparada para las conversaciones”. El acuerdo incluía cláusulas que exigían a Ucrania adoptar un estatus de neutralidad y no unirse a la OTAN, limitar el tamaño de sus fuerzas armadas y otorgar un estatus especial al este de Ucrania.

 

LOS HECHOS

Recordemos como se desarrollaron los acontecimientos. En las primeras horas del 24 de febrero de 2022, la fuerza aérea rusa atacó objetivos en toda Ucrania. Al mismo tiempo, la infantería y los blindados de Moscú invadieron el país desde el norte, el este y el sur. En los días siguientes, los rusos intentaron rodear Kiev.


Estos fueron los primeros días y semanas de una invasión que bien podría haber resultado en la derrota y el sometimiento de Ucrania por parte de Rusia. En retrospectiva, parece casi milagroso que no fuera así.


Lo que ocurrió en el campo de batalla, se comprende y se conoce hoy en 2024, relativamente bien. Lo que se entiende menos es la intensa diplomacia simultánea que involucró a Moscú, Kiev y una serie de otros actores, que podría haber resultado en un acuerdo apenas unas semanas después de que comenzara la guerra.


A finales de marzo de 2022, una serie de reuniones presenciales en Bielorrusia y Turquía y compromisos virtuales por videoconferencia habían producido el llamado Comunicado de Estambul, que describía un marco para un acuerdo. Luego, los negociadores ucranianos y rusos comenzaron a trabajar en el texto de un tratado, logrando avances sustanciales hacia un acuerdo. Pero en mayo las conversaciones se interrumpieron, la guerra continuó y desde entonces ha costado decenas de miles de vidas en ambos bandos.


¿Qué pasó? ¿Qué tan cerca estaban las partes de poner fin a la guerra? ¿Y por qué nunca llegaron a cerrar un trato? (Ver https://www.foreignaffairs.com/ukraine/talks-could-have-ended-war-ukraine)

 

LA OPOSICIÓN DE BORIS JOHNSON

A pesar de la noticia de la masacre de Bucha a principios de abril, las conversaciones continuaron, hasta el borrador del 15 de abril, que preveía que se podría alcanzar un acuerdo en dos semanas. ¿Por qué se detuvieron las conversaciones? Según el líder ruso Vladimir Putin, bajo la presión de Occidente, y en particular de Boris Johnson, entonces primer ministro británico, el Reino Unido obligó a los ucranianos a seguir luchando. “La respuesta occidental a estas negociaciones –admite la revista ‘Foreign Affairs’– fue ciertamente tibia. Washington y sus aliados se mostraron profundamente escépticos sobre las perspectivas de la vía diplomática que surgiera de Estambul”.


Ciertamente, no es ningún misterio que Boris Johnson, que fue a Kiev en esos días, le dijera a Zelensky que cualquier tipo de acuerdo negociado representaría una victoria para Vladimir Putin. Como relató Davyd Arakhamiia, uno de los principales asesores del líder ucraniano, “tras nuestro regreso de Estambul, Boris Johnson visitó Kiev y nos dijo que no deberíamos firmar nada con los rusos y seguir luchando”. De hecho, durante su visita a Ucrania, Johnson dijo: “Putin es un criminal de guerra, hay que presionarlo” y tres días después de que el entonces primer ministro británico abandonara Kiev, Putin declaró públicamente que las conversaciones con Ucrania habían terminado repentinamente “en un callejón sin salida”. Evidentemente algo había sucedido, como también lo confirman fuentes gubernamentales.


Como revela el ‘Washington Post’ (https://www.washingtonpost.com/national-security/2022/07/09/blinken-lavrov-diplomacy/), la diplomacia estadounidense también se opuso al acuerdo de abril de 2022 con Moscú.


En una entrevista en la televisión israelí, el ex primer ministro de ese país, Naftali Bennett, confirmó que los Estados Unidos y el Reino Unido bloquearon el acuerdo y esta tesis también está respaldada por el testimonio directo de un diplomático ucraniano que formó parte de la delegación de Estambul.


Se trata del embajador Oleksandr Chalyi quien, durante un acto público en Ginebra, Suiza, recordó lo "cerca" que estaban Kiev y Moscú de poner fin a "nuestra guerra con una solución pacífica". Putin, destacó, "trató de hacer todo lo posible para concluir un acuerdo con Ucrania" y "realmente quería llegar a una solución pacífica". Y en Estambul las dos partes "consiguieron llegar a un verdadero compromiso". Sin embargo, "por algunas razones" que el embajador no especificó mejor, ese compromiso "fue pospuesto".


Ahora, gracias a una serie de testimonios y documentos, sabemos por qué y podemos llegar a la conclusión de que Occidente, liderado por los angloamericanos, nunca quiso la paz en Ucrania.

Evidentemente existen intereses e interesados, empresas y organizaciones que se benefician con esta guerra larga e irrestricta que venimos anunciando en esta columna.

 

GESTA DE MALVINAS

No podemos evitar recordar un hecho referido a nuestra propia experiencia en la Gesta de Malvinas y el artero accionar de Gran Bretaña.

En un libro de lectura obligada para quien quiera entender la trama del conflicto permanente que mantenemos con ‘Gran Bretaña: Malvinas: cinco días decisivos’ (escrito por el Lic. J.E. García Enciso y el Alte. Benito Rotolo), encontramos un documento que no ofrece un relato puramente bélico ni un relato puramente diplomático. Ofrece un relato único y detallado de los pormenores de la negociación para demostrar cuán cerca estuvimos de lograr la paz, mientras presenta simultáneamente las consecuencias y vivencias de ese proceso en la zona de guerra. El ataque que no fue y la paz que se hundió. En cinco días se condensa toda la tragedia.


Allí, vemos las intensas negociaciones entre el presidente del Peru, Fernando Balaúnde Terry, quien llamaría al Tte Grl L. Galtieri reiteradamente, con bases firmes para un cese al fuego.


Según nos dice Juan Bautista Yofre: “A las 14.50 del 2 de mayo, Belaúnde volvió a llamar a Galtieri”. El mandatario peruano le preguntó: “¿En el día de hoy ha habido ataques?”. Y Galtieri le respondió: “En principio no, han terminado a media noche y en el día, parece que hasta ahora, no sé si se han tomado domingo libre, no ha habido ataque hoy”.


Mientras se intentaba recrear un espacio de negociación, el mismo 2 de mayo, tras 30 horas de persecución, el submarino nuclear Conqueror hundió al crucero General Belgrano. Con una tripulación de 1.093 la acción provocó la muerte de 323 tripulantes. Fue hundido fuera de la zona de exclusión establecida o autoimpuesta por Gran Bretaña.


El mismo día, también, fue atacado el Aviso Alférez Sobral, muriendo su capitán y siete tripulantes. La ofensiva británica en medio de negociaciones muy avanzadas para lograr un cese de hostilidades fue una provocación para evitar cualquier tipo de acuerdo negociado. Los ingleses solo buscaban una victoria a sangre y fuego. Jamás quisieron negociar.

 

SACANDO CONCLUSIONES

Ambos hechos históricos, en 1982 y en 2022 muestran un modo de operar, hay otros ejemplos históricos que por cuestión de espacio no podemos reseñar que indican como precede Gran Bretaña para conseguir sus objetivos políticos. El que quiera entender que entienda…

 


domingo, 28 de abril de 2024

EXPERIMENTANDO CON MENORES


un estudio inglés cuestiona los tratamientos de transición de género que aquí se aplican libremente

 

Claudia Peiró

Infobae,  28 Abr, 2024

 

En la Argentina, una concepción terraplanista de género -negación de la biología y del binarismo sexual- ha llevado a la adopción en 2012 de una legislación que habilita, entre otras cosas, las terapias hormonales en menores (Ley n° 26.743). Esa misma concepción ha desatado una fiebre por la ESI: con la excusa de la educación sexual, se difunde entre niños y adolescentes la idea de que la transición de género es natural y hasta deseable, de que sexualmente hablando somos una página en blanco y podemos diseñarnos como se nos antoje.

 

En el mundo al revés de hoy, si alguien dice que la tierra es plana, lo tratan de chiflado, pero se puede afirmar tranquilamente que el sexo es asignado arbitrariamente al nacer y que podemos cambiarlo a piacere. Nadie se escandaliza. O todos fingen no escandalizarse porque lo contrario es políticamente incorrecto. Pero si alguien dice que la humanidad se compone de hombres y mujeres y que no existe un tercer sexo, inmediatamente será censurado y tildado de transfóbico. Y se cancelará todo debate.

 

Una cosa es que haya un puñado de fanáticos que crea y promueva esto; pero la ideología trangénero se ha difundido y ha permeado todas las esferas de la vida social, asociaciones, gobiernos y medios.

 


En una entrevista con Infobae, el actor Imanol Arias habló de unos “rarísimos tipos multimillonarios que se han adueñado de la medicina, la alimentación, el transporte y la moral”. En el caso del transgenerismo, todas las ONG que “militan” esa causa están financiadas por los multimillonarios de los que habló el artista español, sin que se sepa con qué derecho o legitimación, más allá del poder del dinero. Uno de ellos se sinceró: “Hay que imponer a la fuerza los cambios woke”.

 

 

Con este respaldo han logrado que, progresivamente, las universidades se plieguen a este discurso, los legisladores promuevan leyes dictadas por los supuestos intereses de estas minorías, las autoridades del sistema sanitario los pongan al tope de sus prioridades, las escuelas dicten clases de ESI impregnadas de doctrina queer, etc. Hasta las empresas marcan el paso, exponiendo sus políticas de “diversidad”. Y guay del que se atreva a exponer una duda. Ni preguntar se puede.

 


No se refiere esto al ínfimo porcentaje de personas (adultas) que verdaderamente viven una incongruencia de género, sino a la liviandad de promover la reasignación de sexo en base a la sola expresión del interesado, incluso si se trata de un niño, tal como lo habilita la ley argentina, y autorizar la hormonización e incluso la cirugía en menores.

 


Esta naturalización del transgenerismo explica la explosión de casos que se viene verificando en los últimos años. Pero un hecho muy relevante y de alto impacto acababa de irrumpir en este panorama. De pronto, las inquietudes y objeciones expresadas por muchos tienen correlato y respaldo científico, con la publicación del Informe Cass, uno de los más contundentes en exponer los extravíos del transgenerismo. Esta “Revisión independiente de los servicios de identidad de género para niños y jóvenes” fue encargada por el gobierno inglés.

 

En realidad, no es el primer estudio que cuestiona la idea de que la transición de género es un juego de niños, o el disparate de que los menores están en condiciones de expresar con claridad su “identidad de género”, separada de su genitalidad, y de que el único camino es afirmarlos en esa “autopercepción”.

 

Los países pioneros en transición de género -hormonal, quirúrgica y legal- ya están revisando las prácticas excesivamente liberales que admitían hasta hace poco; así lo han hecho Suecia, Finlandia, Noruega y ahora Inglaterra.

 


Uno de los argumentos estrella del transactivismo es que los adolescentes que padecen de disforia de género deben ser apoyados por sus padres en su transición y nunca contrariados, ya que hacerlo los empujaría al suicidio. Se ejerce sobre los padres un chantaje emocional: ¿qué prefieren: un hijo trans o un hijo muerto?

 

Pero el 17 de febrero pasado el British Medical Journal publicó un estudio realizado en Finlandia por espacio de 20 años, de 1996 a 2019, que muestra que, aunque la tasa de suicidios entre los adolescentes y jóvenes que experimentan incongruencia de género es más elevada que la media, ello puede deberse a otros factores, ajenos al impedimento de transicionar: uno es que la mayoría sufre de otros desórdenes -depresión, anorexia, trastornos del espectro autista, etc-. El estudio también demuestra que la cirugía de reasignación de sexo no desemboca en la disminución de esa tasa de suicidio.

 

Otro argumento muy meneado por los activistas transgénero es que los efectos de los bloqueadores de pubertad, además de ser inocuos, son perfectamente reversibles. En el documental ¿Qué es una mujer?, una pediatra explica con total soltura que dar bloqueadores es como frenar la reproducción de un DVD: ponemos pausa, se detiene, ponemos play, vuelve a arrancar.

 


Sin embargo, un estudio dirigido por el genetista Nagarajan Kannan, de la Clínica Mayo, publicado en marzo pasado, (“Puberty Blocker and Aging Impact on Testicular Cell States and Function”) indica que los bloqueadores de pubertad tienen efectos sobre la salud y no son reversibles. Por ejemplo, entre los adolescentes varones, generan atrofia testicular, comprometiendo su fertilidad futura.

 

Pero un golpe decisivo a la irresponsabilidad de los promotores de estos tratamientos en menores lo propinó el Informe Cass, publicado el 9 de abril pasado. Es una revisión de cómo encara el Servicio de Salud Inglés (NHS) el tratamiento de menores con disforia de género, dirigido por Hilary Cass, ex presidente del Real Colegio de Pediatría, con la cooperación de la Universidad de York. Iniciado en 2020, se extendió por 4 años.

 

Una consecuencia inmediata del informe es que, por decisión del gobierno, ya no se dará bloqueadores de pubertad a los niños, salvo en contexto de estudios clínicos; su disforia será tratada con psicoterapia. Decisión tomada a partir de la inquietante constatación de que las evidencias que han servido hasta ahora para justificar el uso de bloqueadores y hormonas para masculinizar o feminizar el cuerpo son absolutamente insuficientes. Más aún, los intentos “por mejorar la base de evidencia se han visto frustrados por la falta de cooperación de los servicios de género”.

 


El Informe Cass hace un poco de historia recordando que cuando se creó el Servicio de Desarrollo de Identidad de Género (GIDS, por sus siglas en inglés), en 1989, se “atendía a menos de 10 niños al año” y “el enfoque principal era terapéutico, con solo una pequeña proporción derivada para tratamiento hormonal alrededor de los 16 años”.

 

Todo esto cambió con la aparición de un Protocolo Holandés que promocionaba la “intervención temprana”, o sea, el uso de bloqueadores de pubertad. Sin embargo, “los resultados preliminares del estudio de intervención temprana en 2015-2016 no demostraron beneficios”. Y aunque “no hubo resultados positivos mensurables”, desde el año 2014, en el Reino Unido, “los bloqueadores de la pubertad pasaron de ser un protocolo de investigación a estar disponibles en la práctica clínica de rutina y se administraron a un grupo más amplio de pacientes que no habrían cumplido con los criterios de inclusión del protocolo original”.

 

Es decir que, pese a la poca evidencia, se siguió aplicando el protocolo con pretensión científica. “La adopción de un tratamiento con beneficios inciertos sin un mayor escrutinio es un alejamiento significativo de la práctica establecida”, dice el informe.

 

Lo que cabe subrayar entonces es que todos los tratamientos hechos hasta ahora con bloqueadores de pubertad han sido experimentales. Se ha estado experimentando con menores.


Otra conclusión importante del Informe Cass es que “el sentido de identidad de los jóvenes no siempre es fijo y puede evolucionar con el tiempo”. “Los clínicos nos han dicho que no pueden determinar con certeza qué niños y jóvenes tendrán una identidad trans duradera”, señalan.

 

Una constatación que aconsejaría prudencia. “Nuestra comprensión actual de los impactos a largo plazo de las intervenciones hormonales es limitada”, advierten.

 

Según las conclusiones del Informe Cass, todos los tratamientos aplicados hasta ahora con bloqueadores de pubertad han sido experimentales. Se ha estado experimentando con menores

También señalan algo lógico: que “muchos clínicos” tienen dudas acerca de “su capacidad y competencia” en el tema y “algunos tienen miedo dado el debate social que los rodea”. Los profesionales de la salud se sienten presionados por las autoridades y por el transactivismo, en el sentido de que ante estos casos sólo cabe la reasignación de género.

 

Ya en 2022, la Revisión dirigida por Hilary Cass resaltó “las grandes lagunas y debilidades en la base de investigación que respalda el manejo clínico de niños y jóvenes con incongruencia y disforia de género”, en especial, por lo poco que se sabe sobre los resultados a mediano y largo plazo de los tratamientos.

 


La revisión también constató un fenómeno que por su anormalidad debería llamar a la reflexión a los promotores de la hormonización de menores: el aumento exponencial de casos y el hecho de que es desproporcionado el porcentaje de mujeres en el total de adolescentes que presentan incongruencia o disforia de género.

 

Una encuesta realizada por MANADA (Madres de Niñas y Adolescentes con Disforia Acelerada) entre las familias que se contactan con esa asociación argentina arroja una proporción de 90,8% de mujeres.

 

El informe Cass descarta que el aumento exponencial de casos de los últimos 10 años se deba a una salida del placard masiva, otro argumento queer. “El cambio exponencial [en] un período de tiempo particularmente corto es mucho más rápido de lo que se esperaría para la evolución normal de la aceptación de un grupo minoritario”, dicen.

 

También afirma que, entre los jóvenes que sufren de disforia de género, existe una proporción mayor que la media de individuos que presentan otros trastornos psicosociales, desde maltrato familiar a esquizofrenia, pasando por el autismo, la depresión o la anorexia.

 

Esto habilita a pensar que muchos diagnósticos de disforia son errados e incluso están orientados por la ideología. Conclusiones que deberían además conllevar responsabilidades en quienes de una forma tan ligera vienen administrando tratamientos invasivos a menores de edad.

 

En 2018, un psiquiatra del GIDS, David Bell, publicó un informe sobre las prácticas médicas dudosas de ese servicio; en particular, la velocidad con la cual se diagnosticaba disforia de género a niños y adolescentes y se los orientaba hacia tratamientos de transición, como bloqueadores, hormonas y cirugías.


La realidad es que estos tratamientos se aplicaban y se siguen aplicando sin el suficiente respeto por el rigor científico ni por las normas éticas de la medicina. El Informe Cass denuncia que los servicios que los brindan ni siquiera conservan bases de datos apropiadas como para asentar conclusiones científicas.

 

También está en la mira la entidad que todos los promotores de la reasignación de sexo temprana citan como respaldo: la Asociación Internacional de Profesionales de la Salud de las personas transgénero (WPATH), de la que emana los “Estándares de atención para los desórdenes de la identidad de género“, que operan como guía para estos tratamientos en los países que los aceptan, Argentina incluida.

 

Para WPATH todo se reduce a la autodeterminación: son las personas trans las que deben decidir qué cuidados o qué tratamientos desean recibir, y cualquier negativa o simple freno, objeción o sugerencia en contrario por parte de los profesionales conlleva el peligro de agravar su malestar. Es como si un paciente le impusiera al médico su diagnóstico y su tratamiento…

 

A comienzos de marzo, el sitio Environmental Progress publicó varios documentos internos de WPATH fechados entre 2021 y 2024 que revelan que los médicos de la entidad improvisaban muchas veces los tratamientos, que desconocían sus efectos a mediano plazo; que eran conscientes de que los niños y adolescentes tratados no estaban en condiciones de dar un consentimiento válido, porque no podían comprender realmente los efectos de estas intervenciones en sus vidas. Varios de estos pacientes padecían además otros trastornos psicológicos o se encontraban en situación de alta precariedad socioeconómica.

 


En concreto, los documentos revelaron una liviandad peligrosa a la hora de determinar tratamientos y sugerir criterios por parte de la WPATH.

 

Todo esto constituye un gran mentís para los que reaccionan acusando de transfobia a quienes tienen reparos frente a los contextos en que se aconsejan estos tratamientos. Queda claro que sí hay fundamento para preocuparse por estas prácticas poco seguras y que toman a los pacientes como conejillos de indias. La transición hormonal y quirúrgica de sexo todavía está en una etapa experimental.

 

Quienes en Argentina se dedican alegremente a estas transiciones deberían poner las barbas en remojo.

 

Hilary Cass propone en su informe un nuevo modelo de atención para los menores con disforia de género que implique un enfoque integral “centrado en el paciente y la familia” y “con fuertes vínculos con los servicios de salud mental”, incluyendo por ejemplo “servicios para niños, niñas y jóvenes con autismo y otras situaciones de neurodiversidad”. Y, en caso de que se decida un tratamiento médico, “acceso a los servicios de endocrinología y de fertilidad”.

 

“Las lagunas más significativas están relacionadas con el tratamiento con bloqueadores de la pubertad”, dice Cass. “El desafío consiste en determinar cuándo se alcanza un punto de certeza sobre la identidad de género en un adolescente que se encuentra en un estado de maduración, desarrollo de la identidad y fluidez”, agrega.

 


Se desconoce en profundidad el rol que juegan las hormonas sexuales en el desarrollo de la identidad sexual, por lo tanto no puede afirmarse con certeza que “pausar” este desarrollo no tenga consecuencias en la conformación de la identidad sexual. Es decir, no puede saberse si, en vez de ganar tiempo para tomar una decisión, no se está condicionando esa elección.

 

Según el informe “otro motivo de preocupación” es que “la maduración del cerebro puede verse interrumpida temporal o permanentemente por los bloqueadores de la pubertad, lo que podría tener un impacto significativo en la capacidad de toma de decisiones complejas y de gran riesgo, así como posibles consecuencias neuropsicológicas a largo plazo”.

 

El Informe Cass es impactante: revela la falta de respaldo científico y estadístico de los tratamientos aplicados hasta ahora y en Inglaterra ha tenido por resultado el cambio de enfoque, en una primera etapa, en lo que concerniente a niños y adolescentes. Pero se prevé que en un futuro, se revise también el servicio dado a adultos trans.

 

Por todas estas lagunas, Cass considera imprescindible más investigación en estas “áreas con poca evidencia”. También propone foros de discusión y de ética para los “casos complejos” o “cuando haya incertidumbre o desacuerdo”; y “una auditoría nacional”, entre otras cosas.

 

En concreto, una serie de salvaguardas que permitan tratar el tema con la seriedad y el rigor científico que merece, por involucrar la vida y el bienestar futuro de las jóvenes generaciones. Huelga decir que todo esto debería implementarse también en la Argentina.

 


Otro aspecto importante es que el informe invita a poner fin a esa idea absurda de que niños de apenas 11 o 12 años pueden tomar decisiones que implican cambios irreversibles en sus vidas. Lo increíble de todo esto no son las conclusiones del Informe Cass, sino el hecho de que se haya considerado “normal”, “recomendable”, “saludable”, frenar el desarrollo de un niño en su transición a la edad adulta, interferir en su maduración y creer que eso es inocuo.

 

Pero hay otro efecto -o no efecto- del Informe Cass: es el silencio estruendoso con el que fue recibido en nuestro país, como si la Argentina fuese ajena a la realidad que allí se describe. No se registró ninguna reacción, refutación o explicación por parte de quienes aquí promueven y realizan estas prácticas con absoluta inconsciencia y, hasta ahora, con total impunidad.

 

Lo increíble no son las conclusiones del Informe Cass, sino el hecho de que se haya considerado “normal”, “recomendable”, “saludable”, frenar el desarrollo de un niño en su transición a la edad adulta, interferir en su maduración y creer que eso es inocuo

Los mismos que celebraron los 10 años de nuestra Ley de Identidad de Género o Ley Trans, guardan silencio hoy frente al Informe Cass, a pesar de que una revisión análoga en nuestro país sin lugar a dudas revelaría la misma falta de rigor y las mismas lagunas en materia de respaldo científico.

 

En las páginas del gobierno de la Ciudad, por ejemplo, se informa que la ley “dispone que los servicios de salud brinden la cobertura de terapias hormonales e intervenciones quirúrgicas totales y parciales para modificar el cuerpo de acuerdo a la identidad de género autopercibida, sin que para ello se requiera autorización judicial, administrativa, médica, psiquiátrica y/o psicológica”.

 

Se informa sobre los “distintos tipos de cirugías” disponibles: “aumento de pechos y glúteos, la extirpación de mamas, testículos, útero, ovarios y trompas así como la construcción de genitales que puede requerir el uso de prótesis”.

 


“Estas intervenciones quirúrgicas -dice la página del gobierno de la Ciudad- son una posibilidad más del proceso de construcción corporal” de cada persona. Como se ve, se promociona como lo más natural del mundo la extirpación de órganos sanos. Y se califica a la terapia hormonal como “práctica no invasiva”.

 

Se aclara además que, en virtud del Código Civil y Comercial de 2015, las “personas de 16 o más años son consideradas como adultas/os”, por lo tanto “las terapias hormonales pueden ser administradas a toda persona de 16 años o más”, con “la sola firma de su consentimiento informado”.

 

A raíz del 10 aniversario de la Ley, el sitio Open Democracy (financiado por los millonarios de los que habla Imanol Arias) publicó un artículo que decía que “cuando la ley de identidad de género fue aprobada en 2012, las instituciones todavía se negaban a reconocer que niños y niñas trans tenían capacidad para expresar su identidad”.

 

Esta misma idea de autonomía infantil está presente en un documento del gobierno de Santa Fe, provincia que fue vanguardia en estos temas mientras el narco se enseñoreaba de ella, y que dice que “uno de los campos en los cuales más claramente se expresan prejuicios es en el de las infancias, fundamentalmente por la dificultad de reconocer en las niñas, niños y niñes, sujetes de derechos autónomes, y no objetos propiedad de un o una adulta encargada de determinar cuál será la orientación sexual, identidad o expresión de género ‘deseada’ o ‘esperable’ obstaculizando la libre expresión y vivencia de aquello que se siente, que se autopercibe”.

 


Es decir que, para el gobierno provincial de entonces, considerar que los niños carecen del suficiente grado de madurez como para tener autonomía es un prejuicio.

 

Sin sorpresas, el documento santafesino cita como autoridad en la materia a la cuestionada Asociación Internacional de Profesionales de la Salud de Personas Transgénero (WPATH).

 

Es decir que estas prácticas, alegremente promovidas en la Argentina por diferentes administraciones, están tan flojas de papeles como las del Servicio de Salud inglés. En especial en lo que concierne a los menores de edad, estos enfoques ameritarían un debate científico y ético y una auditoría nacional. Un mínimo grado de prudencia y de responsabilidad que evite la experimentación con niños.