miércoles, 26 de abril de 2023

LAS MANIOBRAS DE CONTRABANDO

 


 impiden al Estado elaborar políticas sociales”

 

Infobae, 25 Abr, 2023

 

En el aula 217 del segundo piso de la Faculta de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se presentó la segunda edición ampliada y actualizada del libro “El delito de contrabando”. La publicación fue dirigida por Mariano Borinsky, juez de la Cámara Federal de Casación Penal, Pablo Turano, fiscal en lo Penal Económico, y Daniel Schurjin Almenar, subsecretario letrado de la Procuración General de la Nación. Los coautores y coautoras del libro son Lucas Bello, Fabián M. Caffaro, Pablo Cavaignac, Nancy Garçon, Deborah Lichtmann, Juan I. Pascual, Magdalena Rodríguez y Silvana Yanichevsky.

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Borinsky, a su turno, señaló: “La delincuencia económica, en ocasiones, está emparentada con el crimen organizado, que es la actividad sistemática ilegal para obtener poder o beneficios económicos. De por sí, el crimen organizado es tan antiguo como el gobierno y las leyes, y tan internacional como el comercio. Muchos vinculan aquel término en un sentido menos preocupante para los gobiernos y los intereses comerciales: con las organizaciones mafiosas. Así, se convierte en una amenaza para la sociedad y no en parte de ella. Las grandes maniobras de evasión tributaria, contrabando y fraude a la administración pública (entre otros delitos económicos) impiden al Estado financiarse y elaborar políticas sociales que tiendan a paliar las necesidades de los menos privilegiados, eliminando así el principio de solidaridad, base de la organización social”.

 

Asimismo, el juez recordó: “En la década de los ´80 se estimó que únicamente en impuestos a las ganancias, al valor agregado y a las contribuciones previsionales la falta de pago de los contribuyentes y aportantes llegó a la suma de 52 mil millones de dólares, equivalentes casi al monto total de la deuda externa que heredó en 1983 el gobierno democrático posterior a la última dictadura militar nacional. Todo ello en medio de una crisis socio-económica sin precedentes, donde empezaba a ser imposible la prestación normal de los servicios públicos y el pago regular y actualizado a los índices inflacionarios de sueldos, jubilaciones y pensiones, con una transferencia de ingresos en la sociedad cada vez más notoria en beneficio de pequeños grupos de poder económico-financiero, conectados al capital internacional y condicionantes del ejercicio del poder político”.

 

Y agregó: “En este contexto, la doble contabilidad, las maniobras en perjuicio de la hacienda pública y el trabajo ‘en negro’ fueron comportamientos habituales ante la ineficacia de los organismos fiscalizadores y de represión, quienes carecían del respaldo de una decisión política firme de combatir la evasión y desarrollaban su labor en medio de carencias materiales significativas, con una opinión social media que veía como una ‘viveza criolla’ a la realización de maniobras deliberadamente ardidosas y la posterior omisión de pago de los tributos correspondiente por parte del delincuente evasor. Inclusive, muchos grandes evasores completaron sus maniobras llevándose las ganancias a los denominados ‘paraísos fiscales’. La descripta precedentemente es una foto de hace 40 años. Cualquier similitud con la actualidad, no es pura coincidencia”.

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Borinsky concluyó: “En definitiva, en la era de la globalización, los Estados se procuran los instrumentos necesarios para combatir la delincuencia económica organizada ya sea mediante la sanción a los funcionaros y otras personas físicas con penas efectivas de prisión; pero también mediante el sistema de sanciones a las corporaciones que cometieron delitos, con penas pecuniarias; como así también mediante la implementación de las vías independientes para devolver de forma definitiva los cosas, bienes o valores equivalentes fuere del dinero que le apropiaron al propio Estado, para que pueda volver a la sociedad mediante el cumplimiento de alguna de las funciones básicas estatales: educación, salud, seguridad y justicia”.

 

 

martes, 25 de abril de 2023

EL NACIONALISMO CATÓLICO

 

 y la guerra al terrorismo marxista (II)

 

POR FERNANDO ROMERO MORENO

 

La Prensa, 23.04.2023

 

En la parte I de este artículo intentamos refutar la acusación de que fueron el Nacionalismo Católico y el “integrismo” los principales responsables de la violencia en los años ‘70. Es así que, partiendo de unas consideraciones certeras de Jean Ousset, fundador de La Ciudad Católica, expusimos ideas favorables a la Guerra contrarrevolucionaria pero contrarias a la represión ilegal de referentes importantes del Nacionalismo Católico como Carlos A. Sacheri, Jordán B. Genta, el P. Alberto Ezcurra, Edmundo Gelonch Villarino, así como también las revistas Cabildo y Verbo. En esta segunda parte completamos el elenco de pensadores del Nacionalismo Católico que criticaron la metodología criminal de combatir al terrorismo marxista.

 

Acerca del golpe de Estado de 1976, hubo nacionalistas que se opusieron mientras que otros lo incentivaron, al igual que la mayoría de la dirigencia política, empresarial, mediática, intelectual, etc. de la Argentina. Entre los primeros se encontraba Francisco “Pancho” Bosch, quien había sido interventor en la Facultad de Derecho de la UBA bajo la dirección de Alberto Ottalagano, siendo ministro de Educación Oscar Ivanissevich.

 

Lo primero que hizo como interventor fue exigir que desaparecieran de esa Facultad las bandas parapoliciales. Luego, junto a otros juristas nacionalistas, propuso reestablecer la Cámara Federal en lo Penal que había actuado con seriedad y eficacia entre 1971 y 1973. Francisco M. Bosch le había expresado al ministro de Justicia Ernesto Corvalán Nanclares que “el asesinato como resolución de un tema político, no sólo es la peor de todas sino que envilece al que la practica” [15]. El ministro le dijo que después de la disolución del “Camarón”, del asesinato del Juez Quiroga y del exilio de sus otros miembros, no había ningún magistrado dispuesto a firmar una sentencia contra los terroristas, dado el riesgo que implicaba. Pasados unos días, “Pancho” Bosch entregó una lista con 200 personas que sí aceptarían ese riesgo pero su propuesta fue rechazada.

 

ANTICIPO

 

Producido el golpe de estado del 24 de marzo de 1976, el ex-interventor de la Facultad de Derecho de la UBA publicó un libro titulado Indexación o soberanía (recomendado por la revista Cabildo), en el cual criticaba la represión ilegal y anticipaba lo que sucedería a las Fuerzas Armadas por tomar esa pésima decisión. “El heroísmo segregado de un orden civilizado no es más que crueldad y en última instancia, crueldad envilecedora de los mismos que a diario arriesgan su vida con las mejores intenciones subjetivas (…) Éxito material logrado sin duda por las Fuerzas Armadas, pero que paradójicamente no podrá ser capitalizado por éstas porque indefectiblemente se les pasará factura en la que documentarán los hechos ilícitos que acompañaron el aniquilamiento de la subversión. Ello importará la catastrófica retirada de las Fuerzas Armadas (que no podrán soportar el ‘estado de conciencia’ que los órganos de opinión, hoy llamados a discreto silencio, implementarán en su momento) de la palestra política” [16]. Como dijo con ocasión de su muerte Luis María Bandieri, “bajo Videla [Francisco M. Bosch] y asumiendo un riesgo personal que no dejaron sus oyentes militares de recalcarle, a veces con registro de amenaza, criticó la infeliz decisión de combatir el terrorismo por vías subrepticias y no a la luz de la ley. La reversión histórica que se impone en nuestros días, según la cual los únicos terroristas son hoy los que combatieron a los terroristas de ayer, le ha dado póstuma y lamentablemente la razón” [17].

 

También se opuso a la represión ilegal, antes del golpe militar, otro conocido militante nacionalista, Enrique Graci Susini, por entonces jefe de la Policía de San Juan (1973-1976). Y un reconocido jurista y pensador del Nacionalismo Católico como lo es el Dr. Bernardino Montejano enseñó conceptos parecidos en una conferencia dictada en Mendoza en 1979 en la que afirmó: “Antes que la victoria sin honra, preferimos la derrota” [18], frase inspirada en los versos de Rafael Sánchez Maza: “A la victoria que no sea clara, caballeresca y generosa, preferimos la derrota”.

 

Similar actitud tuvieron destacados militares nacionalistas. Comencemos por la postura del entonces Mayor Mohamed Alí Seineldín. Por de pronto estuvo en contra del golpe del 24 de marzo de 1976, a diferencia de otros referentes del Nacionalismo Católico. Pero ante el hecho consumado, se propuso “moralizar la fuerza”, como lo explica minuciosamente su biógrafo el Prof. Sebastián Miranda. El 23 de febrero de 1976 había sido enviado en comisión para entrenar a la Policía Federal Argentina (PFA) en técnicas militares contrarrevolucionarias y anti-subversivas. Cuando el 31 de marzo del mismo año el General de Brigada Cesáreo Ángel Cardozo (asesinado vilmente poco después por el terrorismo marxista) fue nombrado jefe de la PFA, uno de sus objetivos fue terminar con la “guerra sucia” y encarar la represión de manera integral, es decir, desde lo moral, lo doctrinal, lo militar y lo psicológico. Para eso eligió a Seineldín quien escribió entonces un Manual de temas ético espiritual-moral, cuyo punto 12 decía que “La lucha contra la subversión requiere la adhesión de una concepción cristiana del hombre y de la sociedad”.

 

LIBERALES Y MASONES

 

Sebastián Miranda explica que “la fundamentación filosófica, religiosa y política era esencialmente católica, antimarxista y antiliberal, lo que le valió la oposición” de “importantes sectores dentro de las propias FF.AA que respondían a la ideología liberal y a la masonería” (basta recordar que militares del “Proceso” como Massera, Suárez Mason, Corti y Barttfeld eran masones de la logia P2 y otros tenían estrechos vínculos con los fundadores de la globalista Comisión Trilateral, como era el caso de José Alfredo Martínez de Hoz, amigo de David Rockefeller). El libro de Seineldín era una síntesis de las enseñanzas de Chateau Jobert (militar francés católico y nacionalista), Jordán B. Genta y Carlos A. Sacheri.

 

En la misma época Seineldín escribió un Manual Práctico para el personal subalterno, en cuyas páginas pueden leerse textos como el siguiente: “Concretada una detención, no deberá adoptar más medidas de seguridad que las necesarias para evitar la fuga. No deberá mortificar al detenido sin necesidad, ni usará con él un lenguaje que pueda irritarle o humillarle, porque una conducta semejante provocará a no dudar la resistencia del detenido y creará antipatías o sentimientos hostiles. Un policía debe caracterizarse por sus buenos sentimientos. Cualquier actitud agresiva que adopte contra un detenido revelará una prepotencia cobarde y deshonrará a quien, olvidando elementales deberes de cultura y temperancia, se coloque en una situación desfavorable entre la opinión de los demás” [19].

 

Así comenta esta visión de la guerra antisubversiva un militar que estuvo en relación con Seineldín en aquellos años y también después: “Éramos capitanes por entonces y estábamos entrando en la Escuela Superior de Guerra. Convivimos durante tres años. El coronel Mohamed Alí Seineldín nos llevó a un grupo con él, en la Policía Federal. El general Cardozo le pidió que fuéramos a la policía porque había excesos, falta de honestidad. Nos llevó a varios de nosotros a hacer un curso de formación contrarrevolucionaria. Después se diseñó un cursillo de 7 días, con aislamiento, con alto contenido técnico y formativo especializado para actuar en cuestiones contra la subversión. Eso se sistematiza en la Policía Federal” con “varios cursos. De allí surgió una escuela especial que primero se llamó Centro de Instrucción Contrarrevolucionaria y luego CAEP (algo así como Centro de Actividades Especiales Policiales). Ahí se fue formando una corriente con un alto contenido ideológico antimarxista, pero también con fundamentación política (…). Después empezamos a ver cómo el Proceso se corrompía, y sobre todo, lo de la represión ilegal”. La reacción fue “procurar que la gente no se contaminara o se contaminara lo menos posible. Tratar de resistir. Éramos prácticamente el único grupo que trataba de moralizar la guerra con un éxito relativo, porque terminamos convirtiéndonos en elementos molestos. En donde se pudo, se hizo algo, y eso dio oportunidad a que, dado el ambiente en que se desarrollaron los hechos, se produjeran muchas adhesiones. Un ejemplo: ‘los muertos no aparecían porque si no, no iban a venir los préstamos’, según decían...y otras cosas raras. Nosotros creíamos que las cosas no iban a ser así, y fue cuando comenzamos a sentir la hostilidad de la cúpula militar hacia el sector nacionalista” [20].

 

GENERALES

 

En el Ejército los generales nacionalistas Juan Antonio Buasso y Rodolfo Clodomiro Mujica, contrarios a la represión ilegal, se ofrecieron para integrar tribunales militares que juzgaran a los detenidos y, de ser necesario, dictar sentencia condenatoria, haciendo que se aplicara públicamente la pena de muerte a los terroristas. Videla lo recuerda en el libro-reportaje que le hiciera Ceferino Reato [21]. La propuesta fue rechazada y ambos militares pasaron a retiro. Otros nacionalistas vinculados a las Fuerzas Armadas intentaron influir de manera privada (por considerar que era peligroso hacer denuncias públicas que podrían ser utilizadas por la izquierda que ya dirigía una campaña anti-argentina desde el exterior), recordando todos estos criterios morales a las autoridades correspondientes.

 

En relación a la escasa mención que el Nacionalismo Católico hizo de crímenes concretos cometidos en el marco de la represión ilegal, hay que entender que era una cuestión prudencial. Por un lado, se trataba de la corriente política que con mayor profundidad se había ocupado del fenómeno del terrorismo castro-comunista en la Argentina, algunas de cuyas características (como la aparición y el peligro de un “nacionalismo marxista”) ya habían sido denunciada con muchos años de anticipación por el padre Julio Meinvielle y, más cerca de los ’70 por Jordán B. Genta. Además, fue obra de Carlos A. Sacheri haber estudiado la infiltración marxista dentro de la estructura temporal de la Iglesia Católica en la Argentina, fruto de lo cual fue la publicación de su libro La Iglesia clandestina. Por el otro había un obstáculo no menor: con la hipocresía que los caracteriza y con la excusa de los DD.HH, el progresismo mundial había organizado una campaña global contra nuestra patria mediante la presión de la Administración Carter en EE.UU, organismos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), instituciones como Amnesty International, el Consejo Mundial de Iglesias, la socialdemocracia, ciertos sectores del Estado Vaticano, el Comité Noruego del Premio Nobel, los teólogos de la liberación, etc. Al no tratarse de instituciones imparciales sino otros tantos engranajes de la progresía global, era lógico que el Nacionalismo Católico no quisiera hacer críticas públicas permanentes que podían ser utilizadas no para defender la verdadera dignidad humana y los derechos naturales de la persona, sino para desprestigiar a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, alentando a su vez a quienes seguían con la lucha armada y los que, con más perspicacia, habían optado ya por la Revolución Cultural, siguiendo a Gramsci y a la Escuela de Frankfurt.

 

El Nacionalismo Católico hizo lo que se podía y se debía hacer en ese momento, mal que les pese a los que no tienen enemigos a la izquierda, sobre todo mediante la ayuda, el consejo y el asesoramiento realizados de manera privada. Hoy es difícil juzgar esas acciones (“podrían haber hecho más”, “no fue suficiente”, etc.), porque desconocemos todas las circunstancias conforme a las cuales decidieron actuar del modo en el que lo hicieron. De todas maneras recordemos, por poner sólo un ejemplo, que mientras en el juzgado en el que era secretario Ricardo S. Curutchet (hijo del director de Cabildo y nacionalista como su padre) se tramitaban hábeas corpus presentados por familiares de detenidos/desaparecidos, el ahora “campeón de los DD.HH” (con película y todo) Dr. Julio C. Strassera (que había jurado por los “Estatutos” del Proceso) pidió infinidad de veces su rechazo, sin haber realizado investigación alguna, en contra del criterio que tenía el Juzgado donde trabajaba Curutchet. Ironías de la historia.

 

MONSEÑOR TORTOLO

 

En cuanto a la persona de Mons. Adolfo Tortolo, por entonces Arzobispo de Paraná y Vicario castrense, muy querido y apreciado en los ambientes del Nacionalismo Católico, llevaba un fichero con todas las denuncias que le llegaban acerca de personas desaparecidas, a fin de interceder por ellas ante las autoridades militares. Nos consta que en una ocasión consultó por el paradero de una mujer desaparecida y por ser quien era Mons. Tortolo, los militares que la habían secuestrado, la dejaron en libertad. Algunos meses después esa misma mujer fue partícipe de un operativo terrorista, en el cual murió. Los militares en cuestión le dijeron entonces a Mons. Tortolo: “A usted lo respetamos mucho, pero por favor no interceda más por nadie”. Eso, en cierto modo, “ató las manos” del Vicario Castrense, para quien fue más complicado, a partir de ese momento, ayudar a los familiares de los desaparecidos. Descontamos su recta intención y buena fe. Acerca de lo que hizo y lo que dejó de hacer, no podemos hacer un juicio de valor concluyente, pues únicamente él –y tal vez sus colaboradores más cercanos– podían justipreciar el mayor o menor condicionamiento que las circunstancias le habían impuesto. Sólo Dios, ante cuyo Tribunal ya compareció hace 37 años, sabe qué hizo bien, qué hizo mal y qué podría haber hecho mejor.

 

Al finalizar este breve recorrido sobre la acción del Nacionalismo Católico frente a la subversión marxista y la represión ilegal, no podemos olvidar la noble gestión que hiciera el padre Leonardo Castellani en favor del escritor (políticamente de izquierda) Haroldo Conti, en la reunión que tuvieron Videla y Villarreal con algunos referentes del mundo de la cultura como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Esteban Ratti y el propio Castellani. La historia es conocida y no la vamos a repetir en detalle aquí. Pero lo cierto es que Castellani entregó una carta a Videla pidiendo por Conti y tiempo después pudo verlo y administrarle el sacramento de la Unción de los Enfermos [22].

 

Todo lo dicho parece indicar que bajo ningún aspecto puede culparse al Nacionalismo Católico de la metodología criminal que de hecho se adoptó en el marco de la guerra antisubversiva, sea con anterioridad o con posterioridad al 24 de Marzo de 1976. La mayor o menor culpabilidad corresponde a las máximas autoridades políticas y militares que rigieron los destinos de la Argentina en aquellos años, ninguna de las cuales perteneció a esta corriente política. Los delitos que eventualmente puedan haber cometido algunos nacionalistas individualmente, sea por propia iniciativa o por obediencia debida, es responsabilidad suya y no del Nacionalismo Católico.

 

Hubiera sido mejor que la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA) estudiara si no hubo más culpabilidad en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM), en las organizaciones terroristas del peronismo (de izquierda u ortodoxas), en la logia masónica P2, en varios de los partidos políticos que actuaron entre 1973-1976 y/o en los que tomaron decisiones de fondo durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983), cuya filiación política fue, según los casos, liberal, radical, desarrollista, filo-peronista, demócrata progresista o socialista, más no nacionalista y católica. Los pocos referentes de esta corriente que colaboraron con el Proceso y no sin beneficio de inventario, lo hicieron en puestos subalternos y de nula influencia respecto de la Guerra contra la subversión marxista.

 

Notas

 

[15] Miranda, Sebastián, Mohamed Alí Seineldín, Grupo Argentinidad, CABA, 2018, pág. 138.

 

[16] Bosch, Francisco M., Indexación o Soberanía, Buenos Aires, Ediciones Leonardo Buschi, 1981, pág.10. El autor había expresado conceptos similares en la publicación El Derecho (UCA) en 1977.

 

[17] Bandieri, Luis María, “Francisco Miguel Bosch en el recuerdo”, en La Nueva (edición digital), Bahía Blanca, 01/06/2006.

 

[18] Montejano, Bernardino, “Antes que la victoria sin honra, preferimos la derrota”, Ciclo de Conferencias organizada por la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, 1979.

 

[19] Miranda, Sebastián, Mohamed Alí Seineldín, Grupo Argentinidad, CABA, 2018, pág. 138.

 

[20] Simeoni, Héctor - Allegri, Eduardo, Línea de fuego. Historia oculta de una frustración, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1991, págs. 41-42.

 

[21] Reato, Ceferino, Disposición final. La confesión de Videla sobre los desaparecidos, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 2012, pág.40.

 

[22] Beraza, Luis Fernando, Nacionalistas. La trayectoria política de un grupo polémico (1927-1983), Cántaro Ensayos, Bs. As., 2005, págs. 350-352 y 376.

domingo, 23 de abril de 2023

EL MODELO PESQUERO

 


 ATRASA 50 AÑOS

 

Dr. César Lerena

 

Si estuviéramos en la década del 70 el Subsecretario de Pesca de hoy y el Consejo Federal Pesquero (CFP) bajo su presidencia, no podrían siquiera estar a la altura de aquel tiempo de inicio industrial en la Argentina. Ya han pasado 50 años y podríamos calificar al funcionario de hoy como un gris agente público que “parece que administra” el sector, donde los escasos éxitos son obra de la maravillosa naturaleza marina y del esfuerzo de empresarios y trabajadores pesqueros que, sobreponiéndose a las dificultades de un Estado bobo, que ha sido incapaz de potenciar una actividad, que a esta altura, debería estar exportando por diez mil millones de dólares y, que hoy, solo está cerca de los dos mil, además que, en 2022 tuvo una de las exportaciones más bajas del quinquenio.

 

Aún sin creer que la Ley Federal de Pesca (24.922) sea la más adecuada para el desarrollo nacional pesquero y territorial, ya que debería ser reformada para modernizar este modelo pesquero que atrasa 50 años, la Subsecretaría de Pesca no ha cumplido siquiera, con su Artículo 1º que dice: «La Nación Argentina fomentará el ejercicio de la pesca marítima en procura del máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos marinos. Promoverá la protección efectiva de los intereses nacionales relacionados con la pesca y promocionará la sustentabilidad de la actividad pesquera, fomentando la conservación a largo plazo de los recursos, favoreciendo el desarrollo de procesos industriales ambientalmente apropiados que promuevan la obtención del máximo valor agregado y el mayor empleo de mano de obra argentina».

 

Para fundamentar esta afirmación, comenzaremos por recordar que el recurso pesquero es del Estado Nacional y de los Estados Provinciales y, no de las empresas. Se trata de concesiones del Estado para la explotación de los recursos con «…el máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos marinos» dice el citado artículo 1º de la Ley.

El Estado debe administrar adecuadamente el recurso pesquero, cuestión que supone tres acciones básicas: “investigar, conservar y distribuir” y, nosotros agregamos: diseñar, acordar y controlar la concesión. Ninguna de estas cuestiones ha sido cumplida adecuadamente por la Subsecretaría de Pesca en este período, aunque tampoco lo hicieron los anteriores gobiernos.

 

La investigación. Las escasas campañas de estudio sobre las principales especies, se limitaron a la Zona Económica Exclusiva Argentina (ZEE) sin avanzar sobre alta mar adonde llegan las especies migratorias originarias del mar argentino o viceversa; ello, no solo atenta contra la sostenibilidad del recurso sino que impide elaborar estratégicas destinadas a mostrar a los organismos internacionales y a quienes operan en la región, el daño que la pesca sin control por parte de buques extranjeros en alta mar está ocasionando al ecosistema. Es decir, se incumple con el artículo 1º citado, que indica: «el máximo desarrollo compatible con el aprovechamiento racional de los recursos vivos marinos».

 

La conservación, no está garantizada, por cuanto, como ha dicho la Convención de las Naciones sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR) la explotación del recurso debe tratarse “en forma integral y en su conjunto”, por lo tanto, es imposible conservar el recurso sino se lo hace en la ZEE, pero también, en alta mar, con una política acordada y equitativa entre los Estados de pabellón y los ribereños. Aquí tampoco se ha cumplido con el artículo 1º de la Ley 24.922 que dice: «Promoverá la protección efectiva de los intereses nacionales relacionados con la pesca y promocionará la sustentabilidad de la actividad pesquera, fomentando la conservación a largo plazo de los recursos».

 

La distribución. Como ya nos hemos referido (César Lerena “Capaciten al Subsecretario de Pesca”, 10/4/2023) esta Subsecretaría han producido la concentración y desnacionalización más importante empresaria de la actividad pesquera de todos sus tiempos, donde el 70% de las exportaciones está en manos de 20 empresas y de ese 70% el 70% son empresas extranjeras, cuyo 60% de las exportaciones son materias primas de bajo valor agregado, reduciéndose notablemente el empleo registrado; etc. Es decir, se incumple con el citado artículo 1º que dice: «favoreciendo el desarrollo de procesos industriales ambientalmente apropiados que promuevan la obtención del máximo valor agregado y el mayor empleo de mano de obra argentina». Cuando se exporta con bajo valor agregado se está regalando la mano de obra a las naciones desarrolladas que transforman las materias primas en sus países de destino o las reexportan procesadas.

 

Las concesiones a la pesca. La subsecretaría de Pesca no ha diseñado, acordado y controlado las concesiones y ocupa su tiempo en otorgar o transferir permisos, cuotas y autorizaciones y, a través de esta “política”, lo que ha hecho es concentrar en unos pocos el total del stock de recursos disponibles, promoviendo una creciente dependencia de las pequeñas y medianas empresas a estos grandes grupos que, al igual que en el sector agropecuario, concentran la producción nacional y hacen más difícil su exportación directa, poniendo en riesgo la “unidad económica pesquera” de cada una de ellas.

 

Por otra parte, en la Argentina se da el absurdo que mientras embarcaciones chinas depredan nuestros recursos migratorios en alta mar, empresas chinas del Estado chino, tienen permisos de pesca otorgados por la Autoridad de Aplicación para pescar en la ZEE Argentina y, también España, que ha reconocido la soberanía argentina en Malvinas y, que como Estado de pabellón está obligada a controlar los buques que pescan a distancia, tiene buques capturando los recursos argentinos en Malvinas, asociados o no a los isleños británicos y, a su vez, empresas españolas que tienen también permisos para pescar en la ZEE de jurisdicción nacional. Por supuesto, que las negociaciones necesarias, destinadas a asegurar intereses, derechos y obligaciones de las partes, para ajustar la política a nuevo modelo, no es algo que esta Subsecretaría esté en capacidad de realizar. La más liberal de las políticas no hubiera concentrado de tal forma la actividad.

 

La pérdida del trabajo y el trabajo no registrado. El modelo pesquero actual es esencialmente extractivo, como resultado del escaso valor agregado de las exportaciones y el bajo consumo interno. Se transfirió el trabajo a los países importadores, promoviendo, además, el trabajo no registrado ante las dificultades económicas y financieras en las que se colocó a las industrias procesadoras de transformación en tierra. En la década del 70 el empleo estaba concentrado en las plantas industriales. Debido a la alta conflictividad laboral mutó hacia plantas fasoneras de fileteado; luego, como producto de las demandas laborales por solidaridad (art. 30 LCT) éstas se transformaron en seudo cooperativas tratando de evitar responsabilidades al proveerles el pescado y, salvo excepciones, nunca funcionaron como tales, precarizando aún más el trabajo. Esta Subsecretaría, con este modelo extractivo y de concentración del negocio, profundizó aún más la pérdida del trabajo nacional, transfiriéndolo a terceros países transformadores e importadores desarrollados. Debido a ello, estimamos una pérdida laboral del orden del 100%; a la par, que al quitarle competitividad a los procesos en tierra se precarizó y aumentó el trabajo no registrado. Los bajos números de afiliados a los sindicatos son una prueba elocuente y la producción total no coincide con la mano de obra ocupada según el rendimiento promedio. Como tampoco no coinciden los desembarcos declarados, con los stocks en cámaras y las toneladas exportadas. La Subsecretaría de Pesca está lejos de intervenir en la política laboral del sector y optimizar el aprovechamiento de los recursos pesqueros.

    

La pesca ilegal (INDNR) en aguas argentinas y alta mar. Como ya nos hemos referido (César Lerena “Capaciten al Subsecretario de Pesca”, 10/4/2023) el Subsecretario de Pesca declaró, que «no hay pesca ilegal en Atlántico Sur y la pesca en alta mar es legal» (Urgente 24, 30/3/2023). Una lamentable declaración que desconoce que Malvinas y sus aguas están ubicadas dentro del “mar argentino” y del Atlántico Sur y, donde todos los años, los británicos a través de licencias ilegales extraen 250.000 toneladas de recursos pesqueros argentinos por un valor de unos mil millones de dólares y, unos 6 mil millones en el valor final de comercialización. No considerar ilegal esta pesca es desconocer también la Constitución Nacional y las Leyes 24.543; 24.922; 26.386 y 27.564 y, la consecuencia, es no tener en esta gestión (y en las anteriores) ninguna estrategia al respecto, ni colocar sanción alguna a los buques extranjeros que pescan sin habilitación ni control argentino en el área de Malvinas y, donde los Estados de pabellón, no pueden desconocer la soberanía argentina (por ejemplo, España) y la Resolución ONU 31/49 que estableció en 1976 que no se podía innovar en Malvinas, cuestión ratificada por la Res. ONU 37/9 del 4/11/1982. Del mismo modo no se ha llevado ninguna acción destinada a terminar con la pesca ilegal (INDNR) de los recursos migratorios originarios de la ZEE en alta mar o viceversa, porque este Subsecretario considera esta práctica legal y, nosotros -en las antípodas- sostenemos que es ilegal (INDNR), al menos, por tres cuestiones básicas:

 

1) El Estado de pabellón al que pertenece el buque que captura a distancia no controla su pesca (Art. 91º, 92º, 94º, 211º, 212º, 217º y ss, CONVEMAR) y, si solo lo hace mediante sistemas satelitales, estos no son suficientes para precisar si el buque está realizando o no pesca ilegal (INDNR); si este aplica la legislación del país de origen (descartes, etc.); si el personal trabaja en forma esclava y/o trafica droga, etc.;

 

2) La sostenibilidad en la integridad que refiere la CONVEMAR no se puede obtener sino se efectúan en alta mar (y en relación a la ZEE) los estudios e investigaciones pertinentes para determinar la “Captura Máxima Sostenible” (Art. 119º, 197º, 200º, 201º, 255º, 257º y ss, CONVEMAR); lo que provoca, que no solo la pesca en alta mar insostenible sino también la ZEE. Aquí aplica el principio precautorio, porque la pesca en alta mar, sin estos parámetros básicos, no se puede realizar sin depredar, menos aún, cuando no hay control del Estado de pabellón como hemos indicado y,

 

3) Los Estados Miembros deben tener presente que su pesca en alta mar y la ZEE no afecte los intereses de terceros Estados (Preámbulo y Art. 59º, 87º, 116º a 118º, CONVEMAR); por lo tanto, si no hay acuerdos entre los Estados, cuando en alta mar se pesca sin control, sin conocer los stocks y sin acuerdos con los Estados ribereños, la pesca es ilegal (INDNR). Este tipo de pesca alcanza también a la realizada por los buques extranjeros con redes de arrastre de fondo en la plataforma continental extendida argentina más allá de las 200 millas, cuestión que la Subsecretaría y el CFP, raramente, no han prohibido.

 

La pesca ilegal (INDNR) en la ZEE se realiza cuando ingresan a esta buques extranjeros; pero, también, cuando buques nacionales descartan especies capturadas por las razones que fuesen (por ejemplo, supuesta falta de valor comercial o especies no objetivo); cuando se sustituyen o subdeclaran las especies que se desembarcan o cuando se superan las cuotas autorizadas o se realizan otras prácticas que provocan en todos los casos sobrepesca cuando se efectúan operaciones prohibidas por la ley vigente desde 1998; a la par del daño económico, laboral y sanitario que se ocasiona a la Argentina. Se depreda en alta mar en una magnitud incompatible con la sostenibilidad de las especies por las razones ya indicadas y, se depreda en la ZEE, por una falta de control adecuado de la Autoridad de Aplicación. En ambos casos, con graves implicancias para el ecosistema, cuya responsabilidad recae en la Subsecretaría de Pesca y el CFP que, por las citadas declaraciones del Subsecretario, parecieran ignorar que existe pesca ilegal (INDNR) en el Atlántico Suroccidental. Mientras ello ocurre, Latinoamérica y el Caribe pierden unos 20.000 millones de dólares anuales por pesca ilegal (INDNR).

 

Falta de desarrollo de la Acuicultura. La Subsecretaría tiene jurisdicción sobre la “Pesca y la Acuicultura”; pero esta última actividad tiene el más bajo desarrollo en la Argentina en relación a lo que ocurre en Latinoamérica. La producción mundial total fue de 177,8 millones de toneladas en 2020; de las cuales 87,5 M provinieron de la Acuicultura continental y marina; es decir, un 49% del total producido. Brasil un 39%; Chile un 54%; Colombia un 51%; Ecuador un 49% etc. y la Argentina el 0,31%, lo cual nos permite estimar que el país está perdiendo al menos 2 mil millones de dólares por año, a la par de no ampliar la oferta destinada al consumo interno. Es evidente que esta Subsecretaría no ha hecho nada al respecto, lo que hubiera permitido triplicar el empleo con esta actividad (Chile duplica el empleo argentino por ello) y radicar emprendimientos en distintas provincias del país, evitando el asentamiento en el conurbano bonaerense, donde habitan 14 millones de personas.     

 

Consumo nacional de pescados. El consumo per cápita mundial por año alcanza a 20.2 Kg. En Europa a 24 Kg. y en África 10 kg. En la Argentina no hay política y el pescado es inaccesible a los argentinos. El consumo de pescado es muy importante porque esta especie provee grasas insaturadas y una proteína esencial solo comparable con la leche materna, motivo por el cual, su consumo, debería ser vital para mejorar la dieta de los argentinos y agregar valor en toda la cadena comercial. El consumo en el país ha retrocedido y en 2021, según el Consejo para el Cambio Estructural, fue de solo 4,8 kg per cápita; es decir, el más bajo de Latinoamérica y el Caribe que, en promedio, consume 9,8 Kg. per cápita. Por su parte, Brasil alcanzó los 10,5 Kg, Chile 15,8 Kg, Panamá 20,5 Kg, Costa Rica 17 Kg. etc. y, mientras los médicos en nuestro país aconsejan consumirlo dos o tres veces por semana, la Subsecretaria promueve su consumo los días 19 de cada mes porque en los sueños significa “el pescado”. Una prueba elocuente de la poca seriedad con la que se toma el tema la Subsecretaría. 

     

Construcción de buques pesqueros. La política en esta materia nos remite al siglo XVIII. Mientras Argentina es proveedora de materias primas a España, las empresas españolas que extraen nuestros recursos en la ZEE, fabrican sus buques en Vigo. De igual manera, empresas argentinas e, incluso, el mismo Estado argentino que ha construido los buques de investigación del INIDEP en Astilleros españoles. Ello se debe, no a una imposibilidad técnica de hacerlo en Astilleros Públicos o Privados argentinos, sino a la inexistencia de una política de promoción y financiación de una actividad que generaría miles de empleos calificados y, ello, no debería implicar poner como garantía permisos y recursos propiedad del Estado, como ocurrió con el Art. 3º del DNU 145/2019; una cuestión que algún fiscal debería analizar.  

                 

La ignorancia y la falta de políticas nacionales, somete a los pueblos a la colonización, a la expoliación sus recursos esenciales, a la falta de desarrollo industrial y poblacional de sus territorios y le roba el bienestar a todos los argentinos.

EL CASO EVERGREEN

 


 días de locura colectiva en una universidad tomada por el wokismo

 

Claudia Peiró

 

Infobae, 23 Abr, 2023

 

El caso del Evergreen State College, cercano a Seattle, estado de Washington, ocurrido en 2017, es una muestra o anticipo del extremo a que pueden llegar algunas reivindicaciones identitarias en boga. Escraches, insultos, cancelación de profesores y apriete a las autoridades en nombre de la lucha contra un racismo inexistente.

 

Cabe aclarar que el Evergreen State College está en el top ten de las universidades más “liberales”, en el sentido estadounidense del término, o sea progresistas, incluso izquierdistas, de ese país.

 

Los profesores se presentan ante los estudiantes con fórmulas tales como (textual): “Soy cisgénero, mujer negra y hetero”; “soy una mujer cisgénero [Nota: la neolengua llama cisgénero a quien se identifica con su sexo de nacimiento], blanca, queer, no soy discapacitada, soy gorda”; “mi color de piel es diferente a la de mucha gente poderosa, soy un hombre, cisgénero, hetero, muy educado, mi campo son las matemáticas y la física, lo que a muchos les da espacio para decir ‘la ciencia no está para ocuparse de la justicia social, la ciencia se ocupa de la verdad’...” etcétera. Nótese el mensaje de que la ciencia no debe ocuparse de la verdad y ya podemos percibir el clima que se respira en Evergreen.

 

Esto explica también por qué a algunas universidades argentinas se les ocurrió pedir a sus docentes que se reempadronaran de acuerdo a su autopercepción de género: cis, binarios, trans, etc. Toda moda llega.

 

Los profesores de Evergreen no se presentan como individualidades, sino que se identifican por su pertenencia a grupos definidos por rasgos físicos, incluso raciales, de género o de orientación sexual.

 

Ahí no acaba la cosa. Si alguna de esa identidades conlleva privilegios, deben hacer acto de contrición. Reconocer públicamente su condición de privilegiados. “De la lista de identidades que aportan privilegios, puedo marcarlas todas: mujer, blanca, educada…” -confiesa una, lo que no la va a salvar de la agresión cuando estalle el motín-; “cuando entro a un lugar, no sé si prima el privilegio masculino, el blanco, el educado, los tengo todos, soy un blanco, cisgénero, heteronormado, que trata de saber qué hacer con todas esas cartas de privilegio para hacer avanzar la justicia social en forma respetuosa…”, dice otro culpable.

 

En el universo Evergreen, hay dos categorías: se es víctima o victimario, oprimido u opresor. Los blancos son todos victimarios.

 

Presentación de los profesores en la Universidad de Evergreen, en 2016

Guay del que se atreva a poner en duda que hay racismo. En Evergreen sólo se debate sobre cómo se manifiesta el racismo en cada situación. El statu quo racial es cómodo para los blancos, dicen. Los profesores blancos gozan de una mayor legitimidad.

 

La realidad es que Evergreen no tenía problemas de racismo, siendo una institución tan progresista. De hecho, no existían quejas ni denuncias concretas. Pero sí un relato impuesto que dictaminaba la necesidad de una lucha permanente contra el racismo “estructural”, omnipresente y a la vez invisible.

 

De nuevo, ¡qué casualidad que el inefable Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) haya declarado en 2020 que en Argentina existe un racismo estructural…!

 

Evergreen adhiere a las teorías de la socióloga Robin DiAngelo, cultora del concepto de nuevo antirracismo crítico, y que en una charla en ese college explicaba: “El racismo es un sistema cuya existencia no depende de los individuos. Está profundamente anclado en la sociedad, en todas sus instituciones, normas prácticas, políticas, formas de enseñar la historia. Asegura una distribución desigual de absolutamente todo entre las personas de color y los blancos. Es inevitable que yo tenga pensamientos y comportamientos racistas”.

 

Por si no bastara con eso, agregaba: “Sólo el grupo dominante puede ser racista, sexista, clasista. Sólo los blancos pueden ser racistas. No se puede evitar ser socializado en una visión racista del mundo cuando se es blanco”.

 

En concreto, según la doctrina DiAngelo, se es racista por default, es decir, aunque uno no haga nada racista, es cómplice por el solo hecho de ser blanco. Si además es cisgénero, heterosexual y con un alto nivel educativo, su condición de privilegiado, opresor y victimario se potencia. Es la famosa interseccionalidad: identidades superpuestas que pueden acentuar el privilegio o la victimización.

 

La ideología oficial de Evergreen es por lo tanto el antirracismo interseccional, que los obliga a una vigilancia constante y que los ha llevado a elaborar 39 preguntas para los blancos, una suerte de guía para la detección de su racismo innato: ¿Cómo sabes que eres blanco? ¿Cuán seguido piensas en que eres blanco? ¿Cuándo caíste en la cuenta de que eres blanco? ¿Cómo te diste cuenta de que eres blanco? ¿Hablas con tus amigos acerca de ser blanco? Etcétera, etcétera…

 

Cuidado con atreverse a preguntar en qué o cómo se manifiesta la supremacía blanca en una de las universidades más progresistas de los Estados Unidos, porque la sola pregunta revela racismo.

 

Pero bueno, siempre hay un pez que quiere nadar contra la corriente y eso sucedió incluso en el paraíso de la corrección política.

 

Todos los años, en Evergreen se celebraba el Día de la Ausencia: una fecha en que los estudiantes y los profesores negros no asistían a clase. Así hacían notar -“visibilizaban”- lo que representan para la institución como personas y académicamente. Que el resto de la comunidad universitaria fuese consciente de lo mucho que aportan.

 

Pero en 2017 se decidió que esta vez eran los blancos los que debían ausentarse. Esto no le gustó a Bret Weinstein, profesor de biología con 15 años de antigüedad en Evergreen, y envió una carta al comité organizador para exponer sus argumentos. Una cosa era que un grupo se ausentara por su propia voluntad para expresar algo y otra muy distinta era que esa colectividad decidiera que otro grupo debía ausentarse. Eso le parecía contrario al espíritu de los derechos civiles. “Como judío, escribió Weinstein, cuando la gente empieza a decirme a dónde ir y a dónde no ir, me suenan las alarmas”.

 

El Comité publicó la carta en el periódico del College. Inmediatamente Weinstein vio su despacho rodeado por un grupo de estudiantes enardecidos. Fue escrachado, insultado y apretado para que renunciara. Racista fue lo más suave que le dijeron. El profesor intentaba explicar su postura, pero le costaba hacerse oír en medio del griterío. Una estudiante le hizo una pregunta pero luego no lo dejaba hablar. Weinstein: “¿Puedo responder?” Ella: “¡No!” Weinstein osó decir que no había actos de racismo en el campus. Le dijeron que había perdido su derecho a expresarse.

 

El escrache al profesor Bret Weinstein

La violencia iba en aumento. La policía apareció para sacar a Weinstein del tumulto y entonces los estudiantes que estaban patoteando al profesor pasaron a victimizarse, asegurando que éste no quería dialogar y que llamó a la policía para que atacara a los estudiantes negros. Los agresores llegaron a decir que habían temido por su vida, cuando nada grave pasó. No hubo golpes, ni heridos, nada. Pero el grupito radicalizado lanzó un “relato” victimizante.

 

Weinstein quiso dialogar y ellos lo llamaron “pedazo de mierda”. La interseccionalidad no funcionó acá: un profesor judío, que bien pudo haberse victimizado en nombre de la persecución a su pueblo, fue atacado por estudiantes negros que se sienten con derecho a la venganza por el esclavismo de siglos pasados.

 

Cuando el director de Evergreen, el muy progresista George Bridges, convocó a una asamblea y quiso hablar con los estudiantes, no le fue mejor: éstos reaccionaron con los habituales “fuck you” y hasta le exigieron que dejara de mover las manos al hablar porque eso era un comportamiento agresivo… y él les hizo caso. Más todavía, les dio la razón en todo y les prometió poner en caja a los profesores díscolos que, si no aceptaban ser reeducados, serían despedidos.

 

La visión de esa asamblea impacta por el nivel de grosería y las humillaciones a las que los estudiantes someten a Bridges [ver video más adelante]. La comida de la cafetería y las sillas fueron reservadas a los estudiantes negros. El reclamo de los exaltados era alucinante: denunciaban que la carta de Weinstein, su negativa a plegarse al Día de la Ausencia, había traído “al supremacismo blanco” a la puerta de Evergreen. Uno increpó a Bridges: “¿Qué vas a hacer desde ahora para asegurar nuestra protección? La blanquedad es el sistema más violento que existe. Mis ancestros eran esclavos, no los de ustedes. ¡A la mierda vos y a la mierda la policía!”

 

La palabra “blanquedad” es usada por el wokismo para designar el racismo innato de las personas blancas, a diferencia de “blancura” que sólo alude al color.

 

Recordemos que en Evergreen no había pasado nada violento contra los estudiantes; sí había habido un apriete de ellos al profesor. Que se extendió luego a todos los docentes y a las autoridades del college.

 

En una reunión con directivos, recriminaron: “Ustedes nos pusieron en peligro. Su silencio es el de la violencia blanca. El silencio blanco es violencia”.

 

La cosa fue in crescendo y se vio una escena lamentable en la cual los estudiantes gritaban: “¡Bajá las manos George! ¡Bajá las manos! ¡No señales con el dedo George! ¡No es correcto!”... y el director obedeció.

 

Los pocos estudiantes negros que osaron defender a Weinstein fueron acusados de “traidores a su raza”. La locura fue creciendo y un día después de la asamblea, el campus fue tomado por los ofendidos que hasta se armaron con gas pimienta para asegurarse de que nadie saliera, en especial los blancos.

 

Se sirvieron de una discusión en la que un docente señaló con el dedo a una colega negra para inventar una agresión inexistente. Como esos rumores que se propagan en medio de una insurrección y generan escenas de terror, los estudiantes negros pasaron al extremo de la victimización, asegurando temer por su vida mientras encerraban a todos los blancos -docentes y administrativos- en una habitación bajo vigilancia y les decían que se pusieran a trabajar en cómo iban a satisfacer sus reclamos. Para ir al baño, los profesores tenían que pedir permiso y eran acompañados por un estudiante.

 

Los estudiantes de Evergreen insultan a los profesores y al director

Algunos activistas se paseaban por el campus con bates de béisbol en el rol de vigilantes. Entre las exigencias para poner fin a la toma estaban la de imponer a los profesores programas de reeducación política y el derecho a entregar sus trabajos con demora.

 

Cuando la noticia llegó finalmente a los medios nacionales, hubo más pedidos de expulsión de Weinstein con el argumento de que “había provocado una reacción violenta del supremacismo blanco”, al dar a conocer lo ocurrido. Una estudiante dijo que él había incitado acciones de supremacistas blancos y nazis en contra de ellos. “Y eso no debe ser protegido por la libertad de expresión”, sentenció, justificando su derecho a impedirle hablar.

 

El director apañó a los estudiantes, los felicitó y hasta nombró a uno de los cabecillas en el Consejo Asesor sobre Igualdad con la misión de reescribir el código de conducta estudiantil. Ante semejante indefensión, Bret Weinstein terminó renunciando, pero todo esto no fue gratuito para el College que debió indemnizarlo con medio millón de dólares.

 

Como la cosa ya se salía de cauce, intervinieron las autoridades estatales porque la universidad es pública. George Bridges tuvo que ir a dar explicaciones al Senado estatal. La matrícula de Evergreen se derrumbó al año siguiente. Y entonces esta lucha por la equidad llevó a la necesidad de aumentar el costo de inscripción y en consecuencia perjudicar aun más a los no privilegiados que todo este movimiento delirante decía querer defender.

 

También Weinstein fue convocado al Senado: “Lo que vi fue algo que funcionaba como una secta, cuyo objetivo sólo es entendido por los líderes y los demás están seducidos por una ficción hábilmente construida. La mayoría de los involucrados en este movimiento creen estar actuando por una causa noble: poner fin a la opresión. Sólo los líderes saben que se trata de crear una nueva opresión”, dijo en su testimonio.

 

Bret Weinstein había protestado ante sus colegas y autoridades por ese continuo machacar de que Evergreen era una institución racista sin que se diera la menor prueba o ejemplo de ello. El muy díscolo se atrevió a sugerir que se hiciera una consulta a los estudiantes y profesores que estaban sufriendo la “supremacía blanca”, para que dieran ejemplos de discriminación en Evergeen. La respuesta fue: “Debemos dejar de preguntarles, porque les hacemos daño. Preguntarles eso es Racismo con maýuscula”.

 

Hay racismo aunque no se lo vea. Punto.

 

Este caso de histeria colectiva, en que los individuos son arrastrados por el grupo y adoptan conductas que no tendrían aisladamente, demuestra además lo que las personas pueden hacer cuando desaparece la autoridad. Las escenas que se vieron en Evergreen parecían salidas de El señor de las moscas.

 

Pero esta radicalización y acción directa estudiantil no es un fenómeno limitado a Evergreen, aunque allí adquirió dimensiones impresionantes, sino una tendencia que se extiende a muchos campus.

 

Al concluir el 2017, Jonathan Haidt, psicólogo social, profesor en la Universidad de Nueva York, y uno de los intelectuales críticos del wokismo, hizo un balance: “Este año vimos un aumento en las tácticas de intimidación, el comportamiento incivil y la violencia real en el campus. Lo más alarmante es que los estudiantes se unieron a activistas locales para utilizar la violencia como herramienta para detener a oradores no deseados, primero en la Universidad de Berkeley y luego en el Middlebury College. En términos más generales, asistimos a un fuerte aumento del uso de tácticas de intimidación y de gritos organizados -el veto del interrumpidor- para detener a los oradores y disuadir a los estudiantes de asistir a las conferencias, como ocurrió en el Claremont McKenna College y en el Reed College. Vimos cómo toda una universidad se sumía en la anarquía cuando Bret Weinstein empezó a cuestionar las nuevas y engañosas políticas de equidad de la Evergreen State College”.

 

En un artículo en Causeur, el 13 de abril pasado, Jonathan Sturel, habló de “terror woke”: “Allá (en Estados Unidos), las feministas de pelo fluorescente, los ‘racistas’ antiblancos y los transidentificados se organizan en un ejército que intimida al resto del grupo, incluidos los profesores, que se ven obligados, por la presión social y la laxitud de la dirección, a dejar que se extienda el terror woke. Allí, cada palabra que dices, incluso la más insignificante, tiene que ser sopesada porque es probable que ofenda a alguien por una razón u otra. Como en el infierno estalinista, el infierno woke impone una autocensura permanente, ejerce una presión que constriñe la expresión de la palabra y, obviamente, la difusión de opiniones contrarias”.

 

Sturel también advierte sobre el riesgo de contagio a Francia de esta moda victimista por la que los supuestamente ofendidos se creen con derecho a ofender. Y no estamos a salvo en la Argentina, ya vimos anticipos de esto como la invención de un racismo estructural (o la del patriarcado) o la creciente uniformización del pensamiento en las universidades.

 

“El wokismo [N. de la R: del inglés woke -despierto- alude a la actitud vigilante ante el racismo y ante cualquier otro factor real o supuesto de desigualdad social]-concluye Sturel-, que es un asistencialismo mental que conduce a todo tipo de pereza social, intelectual y humana, debe combatirse con toda la energía necesaria. Más vale ser hoy el hijo de puta de unos pocos que mañana el verdugo de todos”.

 

Sturel advierte de que Evergreen es un ejemplo de “microsociedad woke” y que por lo tanto “no hace falta esforzarse en imaginar los daños causados” por esta tendencia.

 

Lo que está pasando con el nuevo antirrracismo, se asemeja a la radicalización del feminismo, que ha pasado de la lucha por los derechos politicos (sufragismo) y civiles (igualdad) de décadas anteriores, al revanchismo y la guerra de sexos de hoy, a un discurso cada vez más agresivo contra el sexo opuesto, culpable de todos los males, actuales y pasados.

 

Del mismo modo, en Estados Unidos, se pasó de la heroica lucha por los derechos civiles encabezada por Martin Luther King. que puso fin a las leyes de segregación racial, a la agresividad y el “derecho” a la venganza del presente, respaldado por la llamada teoría crítica antirracial que en el fondo justifica un racismo contra los blancos, un deseo de vengar en el presente agravios del pasado, cuyas víctimas y victimarios se remontan a varias generaciones atrás.