Dr. E. Peralta
(Se publica sin gráficos)
Como es notorio, existe una permanente campaña de demonización y desinformación, argumentando razones “Ecológicas”, acerca de las operaciones mineras a cielo abierto.
Dicha campaña se basa en numerosas y descaradas falacias, aprovechando el nulo conocimiento del tema minero por parte del público argentino desprevenido. Sus autores sostienen que ese método de explotación ha sido prohibido en los países del primer mundo (falacia total) y algunos hasta “sugieren” que sólo podrían autorizarse explotaciones subterráneas. Por supuesto que no mencionan la escasez de tonelajes de reservas minerales de alto grado, capaces de soportar este último tipo de minería lo cual, de cumplirse, causará el inmediato desabastecimiento de la industria mundial, con una escasez y encarecimiento absurdo de las materias primas, aumento desmedido de su cotización y la obvia crisis económica-desocupación a escala global.
Por supuesto que los teóricos “consejeros” ni siquiera se molestan en proponer soluciones prácticas efectivas (sólo las “políticamente efectistas”) para ese problema. Todo se reduce al “nó al cielo abierto”. Eso sí: que no falten los insumos que necesitan para las comodidades que disfrutan en la vida moderna, tales como bicicletas, suelas para zapatos, autos, trenes, transporte público en general, computadoras celulares, viviendas, rutas, puentes, electricidad, Internet, etc, etc., de las cuales no parecen desesperados por privarse. Es lo mismo que serruchar la rama del árbol donde están sentados.
Es conveniente arrojar algo de luz al menos, sobre este asunto.
Se presenta al supuestamente “innecesario” minado a cielo abierto, como si fuera una cuestión de “capricho” del capitalista o simple “avaricia” para obtener el máximo beneficio económico de la producción minera.
La realidad es muy distinta.
En muchas disciplinas científicas hay leyes o principios básicos ineludibles, como los “principios de la termodinámica” en la Física, el “cambio continuo” en Geología (también resumido como Ciclo Geológico natural, donde ...“todo lo que aflora se meteoriza, todo lo que se meteoriza se erosiona, todo lo que....”, etc) y que sin duda existen también en otros campos que no conozco.
En el caso de la Economía, existe el elemental principio de la “Eficiencia de escala”, muy bien desarrollado hace tiempo en estas mismas páginas por el CPN Carlos A.Ortiz (frecuente colaborador de Estrucplan) con su ejemplo de los camiones, intentando explicar lo que significa “racionalidad” en la magnitud de las plantas de generación de energía. Lo curioso es que al público le parece natural pagar 18$ por una docena de alfajores (valor unitario 1.5$.) pero que le cobren 2$ por unidad si los compra de a uno. ¿En que quedamos?. La respuesta normal es “ ¡ por supuesto: siempre resulta mas barato cuando se compra por cantidad !”.
De eso se trata, pero parece que muy pocos logran entenderlo cuando se trata de minería.
Sin pretender opacar ni competir en claridad didáctica con el CPN Ortiz, quisiera destacar que la llamada “economía de escala” se basa también en dos principios ineludibles, que no se pueden “trampear”y que la obsesión por prohibir las explotaciones mineras a cielo abierto, en realidad apunta contra esas dos leyes económicas básicas, claro que sin confesarlo.
Ellas son: 1) Ley de los costos decrecientes
2) Ley de los rendimientos decrecientes
Por la primera ley, el costo por tonelada disminuye mientras más toneladas diarias se extraigan y procesen en planta, pero para lograr un aumento de producción, se debe aumentar la inversión.
Al mismo tiempo, cuando aumenta la inversión el porcentaje de utilidad tiende a disminuir paulatinamente (“Ley de Rendimientos decrecientes”). Ejemplo: si una inversión (cualquiera) de sólo un millón de dólares rinde 20% de utilidad, duplicando la inversión rendirá, sólo el 16 o 17%, triplicándola el 15% y así sucesivamente hasta volverse marginal o incluso dejar de ser rentable.
Como se observará, las ventajas de aumentar la escala operativa son obvias, sobre todo al principio pero, en los dos casos, dichas ventajas tienden a disminuir hacia la derecha. En otras palabras: llega un momento en que por mucho que se aumente la inversión, la disminución de costos se irá haciendo cada vez mas imperceptible. Lo mismo sucede con la rentabilidad de la inversión que, mientras mayor sea, rendirá menor porcentaje de beneficio hasta que deja de justificarse e incluso suele transformarse en negativa (fenómeno conocido como “sobreinversión”).
Los efectos de ambas leyes tienden a neutralizarse o complementarse entre sí y de su combinación óptima, depende la escala operativa adecuada para cada caso.
La gente normal, por supuesto, ignora que a semejanza de la fábrica de alfajores, los yacimientos sólo son “rentables” dentro de ciertos límites de escala operativa y que “por debajo” (y también “por encima”) de cierto volumen-escala de producción diaria dejan de serlo.
Los grandes yacimientos de baja ley (cuyas reservas aseguran el consumo por bastantes décadas y en algunos rubros minerales incluso por siglos y hasta milenios) son vitales para abastecer el consumo industrial de la humanidad en forma casi indefinida, pero muchos de ellos sólo son explotables aprovechando ese “efecto virtuoso de escala” que sólo ofrece la minería a cielo abierto. Ejemplo: Existen minas subterráneas de cobre como El Teniente o próximamente Chuquicamata (ambos en Chile) y muy pocas más, que permiten extraer mas de 50000Ton/diarias, pero la estadística es clara : casi no hay ejemplos mundiales de minas subterráneas que produzcan mas de 10000 Ton / día, porque sus costos son muy superiores y para ser rentables necesitarían mineral mucho mas rico que el que podría operarse cómodamente a cielo abierto. Ergo: es ilusorio creer que se puede abastecer a costos razonables la demanda industrial del mundo solamente con mineral rico proveniente de minas subterráneas. Se puede decir que “las reservas de mineral rico son escasas pero no así las de baja ley”.
La insistencia de tantas ONGs “ecologistas”, actores teatrales (¿o teatreros?) , demagogos y “opinólogos” en general, para prohibir la explotación minera a cielo abierto, en realidad busca hacer desaparecer las ventajas del uso virtuoso de ambas leyes de la Economía, sacándolas de la franja de óptimo uso del capital invertido. En el caso argentino, pretenden que nuestra industria (y la que podríamos llegar a tener algún día) se siga abasteciendo con importaciones, mientras “San Soja” siga pagando todo y goce de buena salud.
Conclusión: la campaña de difamación mediática y prédica contínua en contra de las explotaciones mineras a cielo abierto, emplea la excusa de un ecologismo fanático, pero no es mas que una hábil maniobra de acción-distracción psicológica disfrazada, urdida para impedir que se puedan hacer las grandes ahorros de costos, necesarios para aprovechar yacimientos de baja ley.
La campaña no es “Ecológica” sino meramente Ideológica y anticapitalista. De este modo, demonizando la minería a “Cielo abierto” se atacan las reglas básicas de la economía dentro del sistema capitalista (Inversión privada) . En otras palabras, este pretendido “Ecologismo antiminero” tan en boga, es en su mayor parte un “Ecologismo sandía” (verde por fuera, pero rojo comunoide por dentro).
Lo curioso es que los países socialistas siempre fueron y siguen siendo“mineros”. Para ello emplean siempre que es posible, el mismo método de explotación a “Cielo abierto” y aplican los mismos principios económicos elementales que usan los países capitalistas (principios que parecen indescifrables para buena parte de los argentinos). Aquí se incluye el caso de Cuba (en este momento el tercero o cuarto productor mundial de Níquel y en menor grado Cobalto, Cromo, Platino y Cobre) pero que tampoco “le hace asco” al inversor privado-capitalista, donde el principal tipo de yacimientos se explota a cielo abierto y donde la minería es el principal ingreso económico de la isla.
Espero que al menos algún lector, comience a “ver las patas de la sota” como decía el recordado maestro Don Arturo Jauretche, lamentablemente ya fallecido, quién sin duda, ya habría incluido al “Ecologismo sandía” dentro de su excelente “Manual de zonceras argentinas”, todas ellas opuestas al desarrollo nacional y al futuro de la Patria.
Es mi opinión.
Por: Dr E. H. Peralta (Geólogo)
estrucplan.com.ar , 28-10-10