sábado, 22 de junio de 2024

TOMÁS MORO

 

ARQUETIPO DEL OBJETOR DE CONCIENCIA (1)

Mario Meneghini


Con motivo de recordar el santoral de hoy, a este santo, Patrono de los gobernantes y políticos

 

La objeción de conciencia constituye una forma de desobedecer al derecho positivo, motivada en razones éticas o religiosas (2). Enseña el magisterio de la Iglesia: “En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, adviertiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (3).


Precisamente por el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de la verdad sobre el poder, Santo Tomás Moro es venerado como ejemplo imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin supremo el servicio a la persona humana.


De profesión abogado, a los 27 años ya gozaba de gran prestigio, en los ámbitos profesional y cultural, cuando fue elegido para representar al condado de Londres en el Parlamento, comenzando su actuación en la función pública. Posteriormente, y en forma sucesiva, desempeña otros cargos: Sub-Sheriff de Londres, miembro del Consejo Privado del Rey, embajador en cortes europeas, Sub-tesorero del Reino, Canciller del Ducado de Lancaster y, finalmente, Canciller de Inglaterra. Este era el cargo de mayor jerarquía –equivalente a un primer ministro de hoy-, y el rey lo designa para ocuparlo, en un momento de crisis política y económica del país.


Como primer laico en ocupar este cargo –reservado habitualmente para obispos-, Tomás afrontó un período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a sus principios, se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532, no queriendo dar su apoyo a la pretensión de Enrique VIII de que Roma anulara su matrimonio, para volver a casarse, presentó su renuncia y se retiró de la vida pública.


Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el rey, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó prestar el juramento que se le pedía. Desde la prisión, le escribe a su hija Margarita: “A nadie impedí prestar el juramento; ni siquiera persuadí a ninguno para que lo resistiera. A nadie infundí escrúpulos por prestarlo, ni lo haré, sino que dejo a cada uno librado a su conciencia. Y encontraría razonable que se me permitiese seguir la mía” (4).


El hombre no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Esta es la luz que iluminó su conciencia. Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz.


La historia de Santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.

Cuando Moro acepta el sello de Canciller, en 1529, lo hace para intentar defender por medio de la acción lo que no puede sostener ya con la pluma. La aceptación de ese cargo ha sido considerado un error; pero, en realidad, no podía elegir. Antes de esa fecha, había explicado al rey Enrique VIII que no transigiría en materia de divorcio; sabiendo esto, el rey prometió darle libertad de conciencia y emplearlo en otros asuntos. Por eso, no podía eludir la aceptación, pues como enseña la Suma Teológica (5): “Si un hombre domina sobre los demás por su ciencia y virtud, sería un mal que no emplease en provecho de los otros su superioridad, según las palabras del Apóstol San Pedro: Cada uno debe emplear en beneficio de los demás la gracia que recibiera”.

Moro lo explicaba así: Desanimo y temor impiden a una persona realizar el bien para el que estaría capacitado si sumergiese su ánimo en la confianza de la ayuda divina. Muchas veces la cobardía se enmascara de humildad (6).


Moro creía que podría detener algunos de los desastres que preveía. Era el deber que él mismo había afirmado en su libro “Utopía”, en el diálogo con Rafael: Si no conseguís realizar todo el bien que os proponéis, vuestros esfuerzos disminuirán por lo menos la intensidad del mal (7).


Cumpliendo funciones en la corte, era natural para Moro obedecer al Rey y a su superior directo, el Cardenal Wolsey (8). Siempre actuó con lealtad, pero distinguía entre opiniones, que pueden ser discutidas, y certezas, cosas que tenía por seguras, por motivos de fe o de conciencia. La disconformidad parcial, no tenía por qué llevarlo a la desobediencia ni a la necesidad de renunciar. Moro consideraba que no tenía que justificarse ante Dios por la política de Inglaterra, sino únicamente por el cumplimiento honrado de sus funciones.

En el Libro Primero de la “Utopía”, sintetiza magistralmente su posición: Un buen actor encarna sus personajes de la mejor manera posible, sea cual fuere la obra que represente, pero no turba el conjunto con la mera finalidad de añadir un trozo mejor de otra. En esa forma conviene proceder cuando se interviene en los negocios del Estado y en los consejos de los príncipes. La imposibilidad de suprimir en seguida prácticas inmorales y corregir defectos inveterados no vale como razón para renunciar a la función pública. El piloto no abandona su nave en la tempestad porque no puede dominar los vientos (9).


Consideramos que la posición indicada coincide con la doctrina tradicional del “mal menor”. Como señala León XIII en la Encíclica Libertas: no pudiendo la autoridad humana impedir todos los males, debe permitir y dejar impunes muchas cosas que son, sin embargo, castigadas justamente por la divina Providencia (San Agustín, De libero arbitrio) (10). El Papa agrega que la tolerancia al mal es un postulado propio de la prudencia política.


Para alcanzar la prudencia, es inteligente pedirla a Dios, ya que se trata de una virtud y, según señala el P. Ribadeneira “así como el gusto estragado juzga mal de los sabores, así la voluntad estragada con alguna pasión se ciega y juzga mal de las cosas. Y por eso, dice Aristóteles que es imposible que sea prudente el que no es virtuoso” (11).


Contrasta la actitud de Moro con la de muchos hombres de hoy, inteligentes y honestos, que parecen creer que la acción cívica sólo se justifica cuando existen garantías de acceder al poder para aplicar íntegramente la sana doctrina. Como explicó Juan Pablo II: Para el cristiano de hoy, no se trata de huir del mundo en el que le ha puesto la llamada de Dios, sino más bien de dar testimonio de su propia fe y de ser coherente con los principios, en las circunstancias difíciles y siempre nuevas que caracterizan el ámbito político (Discurso, 4-11-2000).


El mismo pontífice, 31 de octubre del año 2000, proclamó a Santo Tomás Moro “Patrono de los Gobernantes y de los Políticos”, afirmando: Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de las virtudes (Carta de Proclamación).

Al respecto, debemos destacar que la Política debe ser regida por la virtud de la prudencia, no por el arte, ya que pertenece al campo de lo agible, no de lo factible. Como enseña Santo Tomás: el arte versa sobre las cosas factibles, es decir que están constituídas en la materia exterior, como la casa, el cuchillo y semejantes; y la prudencia, sobre las operables, a saber, las que están en el mismo operante (12).


El juicio prudencial debe evaluar la situación concreta del aquí y el ahora, y determinar la decisión de lo que debe hacerse y cómo hacerlo. Por ello Moro conserva su cargo de Canciller mientras parecía haber una mínima posibilidad de impedir el divorcio del rey. Exactamente hasta el 15 de mayo de 1532, en que se sometieron los obispos y el rey se declaró cabeza de la Iglesia de Inglaterra en lugar del Papa. A partir de entonces, continuar en el cargo hubiese significado complicidad, por eso renuncia ese día y no otro. Pero se va en silencio, sin criticar al rey; simplemente se abstiene de opinar. Varios años antes había escrito sobre la orden de Cristo a sus discípulos de que, si los perseguían en una ciudad huyeran a otra. Los cristianos, decía Moro, no deben perseguir el martirio y ponerse en riesgo de negar a Cristo por no poder soportar alguna tortura.


Con este sentido de la prudencia, asume el martirio, recién cuando no puede evitar hablar, porque para el rey y su nuevo canciller, sólo servía un Moro que callaba porque estaba muerto, o que vivía porque asentía.


Finalizamos con palabras de Juan Pablo II: Que por intercesión de Santo Tomás Moro todos los hombres y mujeres comprometidas en la vida pública se preocupen por el bien común y actúen siempre de acuerdo con la verdad y su conciencia (5-11-2000).

 

NOTAS

1) Tomamos la expresión de Portela (ob. cit., p. 80).

2) Portela, ob. cit., p. 30.

3) Constitución pastoral Gaudium et Spes, 7-12-1965, nº 16.

4) Moro, Tomás. “Palabras de animación”; Buenos Aires, Editorial Guadalupe, 1980, pp. 56/57.

5) Suma Teológica, Ia. Iiae, c. XCVI, a. 4.

6) Moro,Tomás. “Consuelo en la Tribulación, II.13; cit. en “Palabras…”, ob. cit., p. 80.

7) Utopía; Buenos Aires, Sopena Argentina, 1944, p. 64.

8) No se priva Moro, sin embargo, a decirle al Cardenal: “Yo creo que los hombres de estado que renuncian a su propia conciencia en atención a sus deberes políticos, no hacen más que llevar a su país al caos por el camino más corto”.

9) Ibid., p. 64.

10) Encíclica Libertas; Nº 23.

11) Ribadeneira, P. Pedro de. “El Príncipe Cristiano”; Buenos Aires, Sopena Argentina, 1942, p. 147.

12) Suma Teológica; Cuestión XLVII, art. V.

 

Fuentes:

-Boletín Acción, Nº 53 (julio 2001).

-Juan Pablo II. Carta Apostólica en forma de Motu Propio, para la proclamación de Santo Tomás Moro como Patrono de los Gobernantes y los Políticos, 31-10-

-Portela, Jorge Guillermo. “La justificación iusnaturalista de la desobediencia civil y de la objeción de conciencia”; Buenos Aires, EDUCA, 2005.

-Prévost, André. “Tomás Moro y la crisis del pensamiento europeo”; Madrid, Ediciones Palabra, 1972.

martes, 18 de junio de 2024

EL PADRE DE MILEI

 

https://stripteasedelpoder.com/2024/06/bajo-la-sombra-de-milei-padre-vinculado-con-dota-los-subsidios-al-transporte-crecieron-sustancialmente-usd-5-millones-por-dia

LOS ARGUMENTOS DE LA IGLESIA

 

Los argumentos de la Iglesia para estar en contra de la Agenda 2030

 

Jesús Cabrera

El Debate, 12/06/2024

 

La irrupción en los últimos años de la denominada Agenda 2030 en la vida cotidiana de cualquiera ha motivado que cualquiera se pregunte qué piensa la Iglesia de esta herramienta sociológica y la respuesta no suele ser acertada, ya que no son suficientemente conocidos los argumentos con los que se opone a su implantación y sus supuestas bondades no son tales

 

Con la finalidad de desmontar las supuestas bondades de la Agenda 2030 y de dejar al descubierto sus peligros el sacerdote Adolfo Ariza y el profesor Bernd Dietz, ambos colaboradores de La Voz de Córdoba, ofrecieron sus argumentos ayer en el centro parroquial Carmen Márquez Criado ante un auditorio que casi llenaba en su totalidad el salón donde se celebró el acto.

 

Ambos intervinientes partían de la coincidencia de estar en contra del documento globalista aunque cada uno de ellos ofreció argumentos desde una perspectiva distinta. Mientras Dietz lo hizo desde fuera, como seglar, Ariza ahondó en la postura de los últimos pontífices, así como en las acciones desarrolladas desde la Santa Sede.

 

El primero planteó al comienzo de su intervención que «la Iglesia es nuestra principal arma contra la Agenda 2030», que calificó de «gigantesco simulacro, un embeleco» formado por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y por «169 metas de carácter integrado e indivisible». El hecho de que sean, precisamente, indivisibles, ha llevado a Dietz a afirmar que «hay una soberbia intelectual cuantiosa en la Agenda 2030 y dime de lo que presumes y te diré de lo que careces».

 

En su opinión, tras el documento globalista «están los dueños del mundo, multimillonarios y sátrapas y como en un iceberg sólo asoma la punta». Descendiendo de nivel, en España «el jefe supremo» ha sido Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista, diputado por Córdoba, y autor de la frase de que «si se dieran las mismas circunstancias» que en la Rusia de 1917 iría al Palacio de La Zarzuela a por los Reyes. Santiago fue sustituido por Ione Belarra.

 

También ha detallado lo que supone el desarrollo de la Agenda 2030, como la cultura de la muerte, la disolución de la familia y de los ideales nacionales, así como el sometimiento «a un poder omnímodo e indivisible y a consignas orwellianas, como 'en 2030 no tendrás nada y serás feliz'».

 

Según Bernd Dietz, dentro de los postulados amparados por el documento globalista, «la islamización galopante de Europa es un caballo de Troya más contra nosotros», así como que «el ecologismo radical está cargado de odio contra el ser humano», alertando de la implantación de un léxico dañino, con términos como resiliencia, sostenibilidad, perspectiva de género o el gran reseteo.

 

Adolfo Ariza, por su parte, ha partido en su intervención desde el punto en el que «la razón más profunda de la dignidad humana es la de ser imagen y semejanza de Dios», algo contra lo que actúa la Agenda 2030.

 

Este sacerdote ha recordado que en 2015, a los diez días de la presentación del documento, intervino el Papa Francisco en las Naciones Unidas y dijo que «esto es un nominalismo declaracionista». Un año más tarde, el actual nuncio en España, Bernardito Auza, que en aquel entonces era observador permanente ante la ONU elaboró un documento con las reservas de la Iglesia a la Agenda 2030.

 

Este sacerdote desmontó algunas de sus afirmaciones como la insistencia en la centralidad de la persona al afirmar que «no es coherente hablar de centralidad cuando no hay un respeto a la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural». Sobre la dignidad humana, equiparada a los derechos de los animales, afirmó que «desdibujamos la realidad de la persona, de sus derechos y deberes y es una prolongación de quien la dirige por caminos que la persona no conoce».

 

La Iglesia también muestra su rechazo a la denominada ideología de género por contener «un plan para desdibujar la idea de varón, de la paternidad y de todo lo que ello implica». Del mismo modo, «no tiene sentido hablar de vida sana cuando van en contra de los no nacidos o de los discapacitados con un genocidio».

 

Adolfo Ariza se ha preguntado que «dónde queda la libertad religiosa en la Agenda 2030», cuando la sociedad actual viene «de una tradición cristiana, que es escuela de la más verdadera humanidad» y nada de esto se tiene en cuenta. Por ello, apunta que «este olvido denota que se reduce el hecho religioso a una subcultura o a algo anecdótico, por no decir que es rayano en lo supersticioso».

 

Por último, este sacerdote ha reivindicado la Doctrina Social de la Iglesia, que hunde sus raíces en el pontificado de León XIII, y ha apelado a su uso como respuesta a todas estas cuestiones.

LA SEMANA SOCIAL DE TRIESTE

 


la Iglesia, la democracia

 

SE Mons. Giampaolo Crepaldi

Obispo emérito de Trieste

 

[Publicamos el Editorial escrito por Mons. Crepaldi para el número del "Boletín de Doctrina Social de la Iglesia", revista de nuestro Observatorio, actualmente en distribución. ]

 

Este número del "Boletín" dedicado a la democracia nace de la inspiración ofrecida por la Semana social de los católicos italianos en Trieste (3-7 de julio de 2024), pero la coherencia de las contribuciones es tal que garantiza una reflexión no ocasional y destinado a perdurar en el tiempo. En estas líneas pretendo llamar su atención sobre dos aspectos o propósitos que caracterizan este número del Boletín. Están bien vinculados entre sí.

 

El primero se refiere a las Semanas Sociales y a esta Semana Social. Al examinar las recientes intervenciones eclesiásticas y, sobre todo, la práctica de la Iglesia y del mundo católico en general, queda muy claro que la democracia parece haberse convertido en el objetivo principal del compromiso católico en la sociedad y en el bien mayor que debe defenderse. Se puede decir que la validez indiscutible de la democracia es un dogma nuevo. Volviendo aquí al título general de este número, parece que la democracia se ha convertido en la forma de gobierno tal como la consideraba la Iglesia, en el fundamento del gobierno y de toda la vida social. Las razones están relacionadas con el cambio en curso en la teología (especialmente en la teología moral), que desdeña las cuestiones de principio o doctrinales, consideradas abstractas, favoreciendo al mismo tiempo una praxis existencial que permitiría una relación más viva con los demás con fines pastorales. Sucede así que la participación en la vida democrática se vuelve incluso más importante que los contenidos que, a través de dicha participación, se aprueban y deliberan. También sucede que ya no importa con quién se colabora en la vida democrática, sino que basta con colaborar y se hace posible hacerlo con todos. Ocurre también que, para no dificultar demasiado la participación democrática, evitamos indicar los "principios no negociables" que la harían verdadera y buena pero que pondrían obstáculos a la colaboración. Ya se ha difundido (y se enseña) la idea de que es importante participar, estar ahí, caminar junto a los demás, sobre la base de una fraternidad previa a la diferenciación de opciones religiosas y políticas. Ésta es una de las muchas aplicaciones empíricas del "giro antropológico" en teología.

 

Esta forma de razonar y operar parece haberse apoderado también de las Semanas Sociales, llevándolas a resultados muy diferentes de los que tuvieron en los años 1990, en el momento de su relanzamiento después de las incertidumbres posconciliares sobre estas cuestiones. Como describí en mi libro-entrevista a Stefano Fontana, el relanzamiento se produjo bajo la presión de otro relanzamiento, el de la Doctrina Social de la Iglesia querida por Juan Pablo II. Para Italia el punto de demarcación fue la conferencia eclesial de Loreto de 1985 y sobre todo el directorio de pastoral social "Evangelizar lo social" aprobado por la Conferencia Episcopal Italiana en 1991. La reanudación de las Semanas Sociales, después de un largo período de abandono, tomó lugar en este contexto, es decir, como evangelización de lo social, como aplicación de un corpus doctrinal, con clara identidad de propuesta cultural, como momento y lugar de puesta en práctica de una formación transmitida, tal como prevé el documento "Evangelizar a los social", por una serie de sujetos eclesiales designados al efecto (pienso en escuelas de formación para el compromiso social y político, cursos específicos de grado y máster sobre la doctrina social de la Iglesia, etc.). Esto permitió, aunque no de forma totalmente satisfactoria y con todas las dificultades que un relanzamiento de este tipo implicaba, garantizar una presencia visible, católicamente identificable, doctrinalmente fundamentada, instrumento de evangelización y expresión del valor público de la Iglesia. Religión católica.

 

Hoy la situación ya no es ésta. Eventos recientes de la Semana Social, por ejemplo Cagliari (2017) o Taranto (2021), han colocado el evento en un contexto muy diferente. Se prefirió diluir las referencias doctrinales, suavizar las visiones específicamente católicas, abrirse a muchas otras colaboraciones seculares, asumir puntos de vista ajenos a la tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, hasta asumir la responsabilidad social. y a veces ideológicas por sí solas. Al abordar cuestiones actuales, como la medioambiental, nos hemos adaptado para colaborar en objetivos preestablecidos por la opinión pública que es objeto de educación ideológica masiva. Este parece ser también el contexto de la Semana Social de la Democracia. Existe, por tanto, el riesgo de que se confirme una visión de la democracia que hoy es popular, escapando al difícil trabajo de excavación, incluso de principio y doctrinal, a la luz de la tradición tanto de la reflexión razonadora como del magisterio eclesial. Es probable, pero no deseable, que la Iglesia de Trieste diga poco de lo suyo y mucho de lo que el mundo quiere oír. De este modo se podría confirmar la visión que presenté al inicio de una democracia considerada como algo bueno y evangélico en sí mismo, a lo que aún se puede dar adhesión y compromiso.

 

La democracia actual, que podríamos definir como democrática liberal, está corroyendo la realidad misma del pueblo mientras lo llama retóricamente soberano, como lo demuestra Bernard Dumont en su artículo publicado en este número. Es posible que olvidemos las enseñanzas sobre la democracia que nos transmitió León XIII (ver el artículo de Guido Vignelli) o Giuseppe Toniolo (artículo de Silvio Brachetta) o que utilicemos el término como un "perchero" donde colgar sus diversos significados sin distinguir entre ellos (artículo de Calogero D'Ugo). Lo principal que hay que evitar -pero es muy probable que la Semana Social de Trieste no lo haga- es no distinguir entre democracia en el sentido clásico y democracia en el sentido moderno, como hace Danilo Castellano en estas páginas respondiendo a una entrevista. con Don Samuele Cecotti. Precisamente esta distinción motiva el título de este número del "Boletín": para la visión clásica y católica la democracia es una forma de gobierno, para la moderna es, por el contrario, el fundamento del gobierno. Por último, también es necesario aclarar claramente el concepto de "democracia económica", como hace Marco Ferraresi en su artículo.

 

Véase G. Crepaldi (con S. Fontana), La Iglesia italiana y el futuro de la Pastoral Social, Cantagalli, Siena 2017.

 

 

 

 

 

lunes, 17 de junio de 2024

SABER MORIR

 

 

 por la Unión de los Argentinos

 

(Roberto Armando Rigo. Buenos Aires Diciembre de 2023. Ed. Dunken.)

 

Marcelo Luis Breide Obeid

 

El autor de esta obra, Ricardo Armando Rigo, ha prestado un servicio trascendente a la Historia Nacional, por el hecho de haber rescatado del oprobio y del olvido definitivo, al General Juan José Valle y sus compañeros de infortunio. Una de las muchas deudas que la Historiografía nacional tiene con el lector interesado en la Historia Patria.

 

Lo poco que sabemos del General Valle es que fue fusilado en la Penitenciaría que se ubicaba en la Av. Las Heras de la ciudad de Buenos Aires y que fue demolida, porque era vieja, fea y sobre todo, porque era un mudo monumento de la tragedia que ocurrió dentro de sus muros. La supuesta causa que se difundió por conspirar contra la Revolución Libertadora y pretender el retorno del derrocado Presidente Perón. Y ya sabemos que los políticos representantes de grupos sectarios de la Argentina arrasan con todo vestigio de la Historia para hacer olvidar sus crímenes y traiciones. Así fue como arrasaron con la casa de Rosas en San Benito de Palermo y encima construyeron el monumento a Urquiza precisamente sobre el sitio en que se ubicaba el escritorio del Restaurador.    

 

Pero ¿quién era este general que para los pocos que lo recuerdan ? ¿Pasó a la Historia como un militar peronista que quería traer a Perón recientemente derrocado y que estaba en el exilio? Aquí es donde el libro se vuelve imprescindible gracias a la investigación del autor Valle no caerá en la segunda muerte, que en la literatura clásica era el olvido y la difamación. Así que el primer fruto de este libro es de cumplimiento a un deber de Caridad Cristiana. 

 

Valle siendo teniente se sumó a las fuerzas del General José Félix Uriburu en la Revolución del 30. Y después al movimiento del Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Fue enviado a Francia para la adquisición de armamento. Adhirió filosóficamente a las ideas del Mariscal del Imperio Alemán y Otomano Barón Von der Goltz autor del concepto y doctrina de “El Pueblo en Armas” escrito en 1883, de la que el general Valle fue profesor en la Escuela Superior Técnica del Ejército, que fuera la impulsora de la industrialización y de la tecnificación como medio de fortalecer y darle una mayor autonomía al país.

 

Un dato interesante es que en el Ministerio de Guerra fue amigo del General Pedro Eugenio Aramburu, con quien pasó veranos de descanso juntos y del que además fue socio en un emprendimiento inmobiliario en Mar del Plata. También le debía a Valle ayuda en sus ascensos puesto que Valle era más antiguo que él en el escalafón e intervino en la Junta de Calificaciones.  

 

Los oficiales del GOU que hicieron la Revolución del 4 de junio de 1943, adhirieron casi en su totalidad al primer Gobierno Justicialista mientras éste mantuvo los principios de la Revolución del año 1943. En esa época los valores patrióticos y religiosos eran ideales comunes a la mayoría de la población. Pero a medida que el régimen peronista fue cambiando, la desilusión de los católicos cundió en todos lados y también afecto a Valle sobre todo después de la quema de las Iglesias. La solución vino de la mano del General Lonardi quién al asumir el poder declaró: “Ni vencedores ni vencidos”. Lonardi era garantía de respeto a la Constitución Nacional de 1949 ya los valores cristianos. Sin embargo el ala liberal de las FFAA, muy influidas por los grupos cerrados del poder económico querían derrocar a Lonardi e imponer una vuelta a la vieja Constitución de 1853, como si no hubieran habido hechos trascendentales que la dejaron obsoleta. Los hechos a los que ignoraron eran la crisis del 30; las dos guerras mundiales; la guerra fría que estaba en desarrollo y los grandes principios de la Doctrina Social de la Iglesia como que nunca hubieran existido, ni se hubieran discutido ni se diesen por explícitos. Era un simple volver a 1853.  

 

Entonces Valle buscó respaldo intelectual en el poeta católico Leopoldo Marechal y creo el Movimiento de Recuperación Nacional. Lanzó una proclama ante la traición de los militares y civiles que derrocaron al General Lonardi y se opuso a la nueva fase de la “Revolución Libertadora”. El valor moral de Juan José Valle no podía ser tolerado por los traidores a Lonardi y luego de entregarse por la pacificación, sin juicio, fue fusilado cobardemente. La grandeza moral de Valle se mide precisamente por la forma en la que encaró la muerte. Se entregó a sus enemigos para que no sigan fusilando gente como lo hicieron en José León Suárez. Su muerte nos recuerda la muerte de otro militar que va camino a los altares, el Coronel Argentino del Valle Larrabure. Curioso es que ambos en su apellido llevansen el sustantivo “Valle”. Los dos supieron perdonar a sus asesinos y que no haya venganza contra ellos. Es que estaban hechos en ese formidable molde que es la Vocación del Militar Cristiano. He aquí el fruto de los ejemplos de los generales Belgrano y San Martín que rezaban el Santo Rosario antes de las batallas. Y que nombraron Generala de sus ejércitos a la Santísima Virgen María.            

 

Las ideas de Valle están contenidas en su “Proclama al Pueblo de la Nación” y en las cartas de despedida a su esposa y su hija. Así como en los conceptos que escribe al General Aramburu. El autor destaca que Perón demostró que la revolución del 9 de junio de 1956 fue imprudente y que lo habían traicionado. (Carta de Perón a John William Cooke).  

 

El presente libro es una reparación histórica que el General Valle merece y que es sólo el comienzo de la recuperación de su legado. El General Valle no murió por Perón, murió por Dios y por la Patria. Deberíamos saber de cado uno de los otros fusilados sus biografías. Seguro que la mayoría de ellos eran excelentes personas.

 

Curiosamente el General Aramburu que se hizo responsable de este homicidio correrá con un destino similar. Sin juicio y clandestinamente va a ser fusilado por los “Montoneros” el 1ro. de junio de 1970. Catorce años después. ¿Habrá pensado que era el destino que lo tenía así determinado? ¿Habrá recordado las palabras de la carta que le envió a Juan José Valle antes de su fusilamiento?

 

Yo creo que sí. Que Aramburu debe haber recordado la muerte de Valle pues según sus asesinos simularon un juicio sumario por los fusilamientos del año 1956. ¡Qué duro debe haber sido para él revivir aquellos errores! Él era el Presidente y se hizo cargo de los fusilamientos. ¿Pero era el culpable, el instigador, el causante? Es justo decir que Aramburu mostró dignidad ante la muerte y dijo con calma a su ejecutor según lo relataron ellos mismos: “¡Proceda!”. Antes había pedido a un sacerdote que confesara y se lo negaran. No existe mayor crueldad.     

 

Escribiendo este comentario no puedo dejar de asociar las muertes del Coronel Larrabure, con la del General Juan José Valle dos víctimas inocentes del odio entre los argentinos, que perdonaron y no buscaron venganza. Ambos lo dejaron escrito de puño y letra.

 

Si creemos que la Historia enseña a no repetir estos errores éste libro escrito por Roberto Armando Rigo es imprescindible pero es además una obra que tiene otro valor más: como abogado hizo la defensa que no tuvo el General Juan José Valle antes de ser fusilado. Rigo ha puesto a Valle ante el Tribunal, que es el de la Historia. El General Valle fue asesinado dos veces, el día de su fusilamiento y cuando ocultaron  y olvidaron  su sacrificio y su ejemplo.  

 

La Marcha de la Libertad decía “Mil veces una muerte Argentina” yo me pregunto: ¿Cuántos héroes más después de Valle tuvieron que ofrecer  sus  vidas para que exista una Argentina Cristiana y Soberana?

 

¡Cuánto dolor desperdiciado! Rescatar la memoria de los héroes y de los mártires es una labor de Justicia que en el caso del General Juan José Valle y gracias a éste libro se ha cumplido.

 

 

 


miércoles, 12 de junio de 2024

NOMBRAMIENTOS

 

Durante la primera semana de junio, el gobierno designó a 110 funcionarios

 

Perfil, 12-6-24

 

Tras la renuncia de Posse, a quien se le reclamó no haber completado en seis meses el nombramiento de personal en distintas delegaciones, la administración Milei formalizó a varios cuadros propios.

 

La Fundación Innovación con Inclusión dio a conocer un informe sobre los funcionarios gubernamentales designados por decretos, decisiones administrativas y resoluciones ministeriales dictados por las diversas autoridades del Poder Ejecutivo Nacional. El periodo vinculado del documento es del lunes 3 de junio al viernes 7 de junio inclusive.

 

La organización no gubernamental tomó como fuente de información, para la elaboración del reporte, la página oficial del Boletín Oficial de la República Argentina. En el escrito digital se pudo corroborar las nuevas designaciones que se desarrollaron en tan solo 5 días. El numero total alcanzó los 110 funcionarios, en las distintas carteras del gobierno conducido por Javier Milei.

 

Los organismos del ejecutivo que sumaron nuevos funcionarios designados fueron: Presidencia de la Nación (15), Jefatura de Gabinete (7), Ministerio de Justicia (7), Ministerio de relaciones exteriores, Comercio Exterior y Culto (4), Ministerio del interior (8), Ministerio de Seguridad (6), Ministerio de Capital Humano (14), Ministerio de Economía (37), Ministerio de Salud (7) y Ministerio de Defensa (5).

 

De estas designaciones la mayoría perteneció a la cartera económica, conducida por el ministro Luis Caputo, seguido por Presidencia de la Nación y, tercero en el podio, el cuestionado Ministerio de Capital Humano. En la semana evaluada, se anunció en el Boletín Oficial un total de 175 actos publicados. Se contaron 82 Resoluciones, 54 Decisiones Administrativas, 36 Decretos, 2 Resoluciones Generales, una sola Resolución Conjunta y ningún DNU. 

 

Una de las mayores criticas al ex jefe de Gabinete, Nicolas Posse, fue su lentitud en nombrar designaciones en los diversos ministerios del gobierno que él, como coordinador de ministros, no llegó a solventar en tiempo y forma. En su primera y última comparecencia en el Senado de la Nación, se pudo verificar que continuaban en sus cargos jerárquicos 1867 funcionarios designados por ex presidente Alberto Fernández.

 

La eyección temprana de Posse del gobierno libertario, lo ubicaron como el jefe de Gabinete que menos tiempo ocupó el cargo, desde que se creo ese rol en la década de los noventa. Un tipo de patrón a tener en cuenta, conociendo las sistemáticas bajas de diversos funcionarios alineados a  La Libertad Avanza, en las distintas carteras, desde la asunción de Javier Milei como Presidente de la Nación.

EL VOTO EUROPEO

 


 es un “no” rotundo al verticismo y a las ideologías de las élites

 

Eugenio Capozzi

 

Brújula cotidiana, 11_06_2024

 

 

Los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo han sido claros e inequívocos. A pesar de las diferencias -algunas apreciables- entre un país y otro, la imagen general es la de un giro rotundo a la derecha, con el fortalecimiento de los grupos del PPE (Partido Popular Europeo), Identidad y Democracia (Id) y los Conservadores y Reformistas (Ecr), mientras que han confirmado el hundimiento de los liberal-centristas de Renew Europe y los Verdes, y el mantenimiento en la izquierda únicamente de los Socialistas.

 

Si además nos paramos a observar de cerca los grandes temas sobre los que ha girado principalmente la campaña electoral y la distribución de los éxitos y fracasos en los respectivos países, la victoria de la derecha adquiere un significado muy preciso, igualmente inequívoco, a menos que se quiera fingir no verlo. Los votantes de los países que conforman la Unión han utilizado su voto para expresar un rotundo rechazo a las principales agendas políticas apoyadas por la clase dirigente continental en la Comisión dirigida por Ursula von der Leyen y en el Consejo, y por el eje político entre la Francia de Emmanuel Macron y la Alemania de Helmudt Scholz; contra la raíz abstracta e ideológica de esas agendas; contra el método verticalista con el que han tratado de imponerlas a los ciudadanos europeos, y de demonizar y censurar a quienes discrepan de ellas.

 

En concreto, los votantes han mostrado su rechazo a las políticas “verdes” radicales, basadas en el objetivo irreal y extremadamente costoso de eliminar los combustibles fósiles; en la electrificación forzosa e igualmente irreal del sector del automóvil, que destruye la industria continental para beneficiar únicamente a China; en las absurdas obligaciones de adaptar viviendas y edificios, con desembolsos insostenibles para los propietarios; en criterios totalmente arbitrarios de “neutralidad” de las emisiones de CO2. Han dicho “no” rotundamente a una política de inmigración igualmente ideologizada, obstinada todavía en la prioridad de la “acogida” y en los dogmas del relativismo cultural, indiferente a los temores justificados de las poblaciones autóctonas y a los riesgos cada vez mayores para la seguridad, la habitabilidad y la convivencia según los principios de la civilización occidental.

 

También han dicho “no” -aunque pocos lo admitan- al poder avasallador de la agenda LGBT en las políticas de la UE y a la reducción de los derechos civiles a una complacencia con los deseos de poder de minorías prepotentes en detrimento de los más débiles, con la correspondiente “mortificación” de la familia, de la maternidad y la paternidad, de la protección de la vida y la infancia. Por último, han expresado su claro rechazo a una política exterior de polarización y exacerbación del enfrentamiento con Rusia por el conflicto ucraniano, hasta la evocación concreta e inaudita de una posible implicación bélica directa de los países de la UE.

 

Algunos comentaristas afines al establishment “perdedor” de la UE han negado o minimizado este último significado específico de la votación con el argumento de que las formaciones de derechas que han aumentado su consenso, con limitadas excepciones (la AfD alemana) mantienen posiciones sobre esta cuestión que son cualquier cosa menos simpatizantes de Putin (contrariamente a la representación alarmista de la “extrema derecha” presentada insistentemente por los medios progresistas continentales). Pero es imposible no vincular precisamente el rotundo éxito de AfD (Alternativa para Alemania), el correspondiente hundimiento de los socialdemócratas y liberales alemanes, y la debacle del partido Renacimiento de Macron, doblado por el Rassemblement National de Marine Le Pen en Francia, al hecho de que fueran precisamente Macron y el Gobierno de Scholz quienes representaban las posiciones más agresivas y militaristas (en el caso del presidente francés hasta los límites de lo grotesco) contra Rusia.

 

Ahora bien, hay que subrayar por supuesto (y ya lo han subrayado ampliamente muchos analistas, que tienen la esperanza de que nada cambie dentro del statu quo en la cúpula de la Unión) que el incuestionable éxito político de la derecha conservadora, soberanista y “eurorrealista” no puede traducirse actualmente en términos aritméticos en una inversión de la “mayoría” en el Parlamento Europeo (en la medida en que este término puede tener un significado técnico en una institución como ésta, que no está dotada de poder legislativo), ya que la coalición “Ursula” (Populares, Renovar Europa, Socialistas) sigue teniendo formalmente la mayoría de los votos en la asamblea. Pero el hecho político de estos resultados, en un complejo sistema de equilibrios y contrapesos como el de las instituciones de la UE, es mucho más importante que el abstractamente numérico, y puede interferir fuertemente en él.

 

Si los partidos de la mayoría “Ursula” no tienen en cuenta el mensaje enviado por los electores, y no se abren a un diálogo concreto con las fuerzas de derecha (en el que los dos grupos de Id y los conservadores avanzan hacia una coordinación creciente, cuando no hacia la unificación) sobre los principales temas, asumirán una enorme responsabilidad, crearán una polarización radical que no tienen armas para gobernar (especialmente en el grupo del PPE, en el que las posiciones conservadoras son cada vez más influyentes) y pueden encontrarse con sorpresas muy desagradables. En primer lugar, en la investidura del próximo presidente de la Comisión: recordemos que ya en el anterior ciclo que comenzó en 2019, a pesar de que la mayoría prevista era mucho más sólida, Ursula von der Leyen, “atada” por un gran número de “francotiradores”, se impuso sólo gracias a la ayuda in extremis de catorce eurodiputados del Movimiento 5 Estrellas de Italia. Ahora la situación es mucho más incierta, el PPE está mucho más inclinado a la derecha como se ha dicho, y además los “no alineados” han superado los cien miembros, y son una misteriosa reserva de la que podrían salir resultados impredecibles.

 

Las atrevidas y excesivamente oportunas declaraciones de von der Leyen, que cantó victoria para “su” coalición a pesar los resultados que ofrecía el escrutinio, y apostó por su continuidad, son más una demostración de debilidad percibida que una señal de fortaleza, y un intento de anticiparse a los “contraataques” de sus adversarios. Como también lo es la precipitada decisión de Macron de disolver la Asamblea Nacional francesa, retando a Le Pen a un combate singular y esperando el habitual reflejo de “santa unión” de progresistas y liberales franceses contra el monstruo de la “invasión bárbara” de la derecha. Veremos si su línea es compartida por los demás componentes del “bloque” europeo de centro-izquierda, o si finalmente se abre en su seno un saludable proceso de replanteamiento y diálogo, con la corrección sustancial de la gobernanza de la UE.