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El mayor castigo para quienes no se interesan por la política, es que serán gobernados por personas que sí se interesan. (Arnold Toynbee)
ARQUETIPO DEL
OBJETOR DE CONCIENCIA (1)
Mario Meneghini
Con motivo de recordar el santoral de hoy, a este santo, Patrono de los gobernantes y políticos
La objeción de
conciencia constituye una forma de desobedecer al derecho positivo, motivada en
razones éticas o religiosas (2). Enseña el magisterio de la Iglesia: “En lo más
profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no
se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando
es necesario, en los oídos de su corazón, adviertiéndole que debe amar y
practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el
hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia
consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente” (3).
Precisamente por
el testimonio, ofrecido hasta el derramamiento de su sangre, de la primacía de
la verdad sobre el poder, Santo Tomás Moro es venerado como ejemplo
imperecedero de coherencia moral. Y también fuera de la Iglesia, especialmente
entre los que están llamados a dirigir los destinos de los pueblos, su figura
es reconocida como fuente de inspiración para una política que tenga como fin
supremo el servicio a la persona humana.
De profesión
abogado, a los 27 años ya gozaba de gran prestigio, en los ámbitos profesional
y cultural, cuando fue elegido para representar al condado de Londres en el
Parlamento, comenzando su actuación en la función pública. Posteriormente, y en
forma sucesiva, desempeña otros cargos: Sub-Sheriff de Londres, miembro del
Consejo Privado del Rey, embajador en cortes europeas, Sub-tesorero del Reino,
Canciller del Ducado de Lancaster y, finalmente, Canciller de Inglaterra. Este
era el cargo de mayor jerarquía –equivalente a un primer ministro de hoy-, y el
rey lo designa para ocuparlo, en un momento de crisis política y económica del
país.
Como primer laico
en ocupar este cargo –reservado habitualmente para obispos-, Tomás afrontó un
período extremadamente difícil, esforzándose en servir al rey y al país. Fiel a
sus principios, se empeñó en promover la justicia e impedir el influjo nocivo
de quien buscaba los propios intereses en detrimento de los débiles. En 1532,
no queriendo dar su apoyo a la pretensión de Enrique VIII de que Roma anulara
su matrimonio, para volver a casarse, presentó su renuncia y se retiró de la
vida pública.
Constatada su gran
firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el rey,
en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres dónde fue sometido a
diversas formas de presión psicológica. Tomás Moro no se dejó vencer y rechazó
prestar el juramento que se le pedía. Desde la prisión, le escribe a su hija
Margarita: “A nadie impedí prestar el juramento; ni siquiera persuadí a ninguno
para que lo resistiera. A nadie infundí escrúpulos por prestarlo, ni lo haré,
sino que dejo a cada uno librado a su conciencia. Y encontraría razonable que
se me permitiese seguir la mía” (4).
El hombre no se
puede separar de Dios, ni la política de la moral. Esta es la luz que iluminó
su conciencia. Y fue precisamente en la defensa de los derechos de la
conciencia donde el ejemplo de Tomás Moro brilló con intensa luz.
La historia de
Santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética
política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas
injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía
de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En
esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la
naturaleza del hombre.
Cuando Moro acepta
el sello de Canciller, en 1529, lo hace para intentar defender por medio de la
acción lo que no puede sostener ya con la pluma. La aceptación de ese cargo ha
sido considerado un error; pero, en realidad, no podía elegir. Antes de esa
fecha, había explicado al rey Enrique VIII que no transigiría en materia de
divorcio; sabiendo esto, el rey prometió darle libertad de conciencia y
emplearlo en otros asuntos. Por eso, no podía eludir la aceptación, pues como
enseña la Suma Teológica (5): “Si un hombre domina sobre los demás por su
ciencia y virtud, sería un mal que no emplease en provecho de los otros su
superioridad, según las palabras del Apóstol San Pedro: Cada uno debe emplear
en beneficio de los demás la gracia que recibiera”.
Moro lo explicaba
así: Desanimo y temor impiden a una persona realizar el bien para el que
estaría capacitado si sumergiese su ánimo en la confianza de la ayuda divina.
Muchas veces la cobardía se enmascara de humildad (6).
Moro creía que
podría detener algunos de los desastres que preveía. Era el deber que él mismo
había afirmado en su libro “Utopía”, en el diálogo con Rafael: Si no conseguís
realizar todo el bien que os proponéis, vuestros esfuerzos disminuirán por lo
menos la intensidad del mal (7).
Cumpliendo
funciones en la corte, era natural para Moro obedecer al Rey y a su superior
directo, el Cardenal Wolsey (8). Siempre actuó con lealtad, pero distinguía
entre opiniones, que pueden ser discutidas, y certezas, cosas que tenía por
seguras, por motivos de fe o de conciencia. La disconformidad parcial, no tenía
por qué llevarlo a la desobediencia ni a la necesidad de renunciar. Moro
consideraba que no tenía que justificarse ante Dios por la política de
Inglaterra, sino únicamente por el cumplimiento honrado de sus funciones.
En el Libro
Primero de la “Utopía”, sintetiza magistralmente su posición: Un buen actor
encarna sus personajes de la mejor manera posible, sea cual fuere la obra que
represente, pero no turba el conjunto con la mera finalidad de añadir un trozo
mejor de otra. En esa forma conviene proceder cuando se interviene en los
negocios del Estado y en los consejos de los príncipes. La imposibilidad de
suprimir en seguida prácticas inmorales y corregir defectos inveterados no vale
como razón para renunciar a la función pública. El piloto no abandona su nave
en la tempestad porque no puede dominar los vientos (9).
Consideramos que
la posición indicada coincide con la doctrina tradicional del “mal menor”. Como
señala León XIII en la Encíclica Libertas: no pudiendo la autoridad humana
impedir todos los males, debe permitir y dejar impunes muchas cosas que son,
sin embargo, castigadas justamente por la divina Providencia (San Agustín, De
libero arbitrio) (10). El Papa agrega que la tolerancia al mal es un postulado
propio de la prudencia política.
Para alcanzar la
prudencia, es inteligente pedirla a Dios, ya que se trata de una virtud y,
según señala el P. Ribadeneira “así como el gusto estragado juzga mal de los
sabores, así la voluntad estragada con alguna pasión se ciega y juzga mal de
las cosas. Y por eso, dice Aristóteles que es imposible que sea prudente el que
no es virtuoso” (11).
Contrasta la
actitud de Moro con la de muchos hombres de hoy, inteligentes y honestos, que parecen
creer que la acción cívica sólo se justifica cuando existen garantías de
acceder al poder para aplicar íntegramente la sana doctrina. Como explicó Juan
Pablo II: Para el cristiano de hoy, no se trata de huir del mundo en el que le
ha puesto la llamada de Dios, sino más bien de dar testimonio de su propia fe y
de ser coherente con los principios, en las circunstancias difíciles y siempre
nuevas que caracterizan el ámbito político (Discurso, 4-11-2000).
El mismo
pontífice, 31 de octubre del año 2000, proclamó a Santo Tomás Moro “Patrono de
los Gobernantes y de los Políticos”, afirmando: Su vida nos enseña que el
gobierno es, antes que nada, ejercicio de las virtudes (Carta de Proclamación).
Al respecto,
debemos destacar que la Política debe ser regida por la virtud de la prudencia,
no por el arte, ya que pertenece al campo de lo agible, no de lo factible. Como
enseña Santo Tomás: el arte versa sobre las cosas factibles, es decir que están
constituídas en la materia exterior, como la casa, el cuchillo y semejantes; y
la prudencia, sobre las operables, a saber, las que están en el mismo operante
(12).
El juicio
prudencial debe evaluar la situación concreta del aquí y el ahora, y determinar
la decisión de lo que debe hacerse y cómo hacerlo. Por ello Moro conserva su
cargo de Canciller mientras parecía haber una mínima posibilidad de impedir el
divorcio del rey. Exactamente hasta el 15 de mayo de 1532, en que se sometieron
los obispos y el rey se declaró cabeza de la Iglesia de Inglaterra en lugar del
Papa. A partir de entonces, continuar en el cargo hubiese significado
complicidad, por eso renuncia ese día y no otro. Pero se va en silencio, sin
criticar al rey; simplemente se abstiene de opinar. Varios años antes había
escrito sobre la orden de Cristo a sus discípulos de que, si los perseguían en
una ciudad huyeran a otra. Los cristianos, decía Moro, no deben perseguir el
martirio y ponerse en riesgo de negar a Cristo por no poder soportar alguna
tortura.
Con este sentido
de la prudencia, asume el martirio, recién cuando no puede evitar hablar,
porque para el rey y su nuevo canciller, sólo servía un Moro que callaba porque
estaba muerto, o que vivía porque asentía.
Finalizamos con
palabras de Juan Pablo II: Que por intercesión de Santo Tomás Moro todos los
hombres y mujeres comprometidas en la vida pública se preocupen por el bien
común y actúen siempre de acuerdo con la verdad y su conciencia (5-11-2000).
NOTAS
1) Tomamos la
expresión de Portela (ob. cit., p. 80).
2) Portela, ob.
cit., p. 30.
3) Constitución
pastoral Gaudium et Spes, 7-12-1965, nº 16.
4) Moro, Tomás.
“Palabras de animación”; Buenos Aires, Editorial Guadalupe, 1980, pp. 56/57.
5) Suma Teológica,
Ia. Iiae, c. XCVI, a. 4.
6) Moro,Tomás.
“Consuelo en la Tribulación, II.13; cit. en “Palabras…”, ob. cit., p. 80.
7) Utopía; Buenos
Aires, Sopena Argentina, 1944, p. 64.
8) No se priva
Moro, sin embargo, a decirle al Cardenal: “Yo creo que los hombres de estado
que renuncian a su propia conciencia en atención a sus deberes políticos, no
hacen más que llevar a su país al caos por el camino más corto”.
9) Ibid., p. 64.
10) Encíclica
Libertas; Nº 23.
11) Ribadeneira,
P. Pedro de. “El Príncipe Cristiano”; Buenos Aires, Sopena Argentina, 1942, p.
147.
12) Suma
Teológica; Cuestión XLVII, art. V.
Fuentes:
-Boletín Acción,
Nº 53 (julio 2001).
-Juan Pablo II.
Carta Apostólica en forma de Motu Propio, para la proclamación de Santo Tomás
Moro como Patrono de los Gobernantes y los Políticos, 31-10-
-Portela, Jorge
Guillermo. “La justificación iusnaturalista de la desobediencia civil y de la
objeción de conciencia”; Buenos Aires, EDUCA, 2005.
-Prévost, André.
“Tomás Moro y la crisis del pensamiento europeo”; Madrid, Ediciones Palabra,
1972.
Los argumentos de la Iglesia para estar en contra de la Agenda 2030
Jesús Cabrera
El Debate,
12/06/2024
La irrupción en
los últimos años de la denominada Agenda 2030 en la vida cotidiana de
cualquiera ha motivado que cualquiera se pregunte qué piensa la Iglesia de esta
herramienta sociológica y la respuesta no suele ser acertada, ya que no son
suficientemente conocidos los argumentos con los que se opone a su implantación
y sus supuestas bondades no son tales
Con la finalidad
de desmontar las supuestas bondades de la Agenda 2030 y de dejar al descubierto
sus peligros el sacerdote Adolfo Ariza y el profesor Bernd Dietz, ambos
colaboradores de La Voz de Córdoba, ofrecieron sus argumentos ayer en el centro
parroquial Carmen Márquez Criado ante un auditorio que casi llenaba en su
totalidad el salón donde se celebró el acto.
Ambos
intervinientes partían de la coincidencia de estar en contra del documento
globalista aunque cada uno de ellos ofreció argumentos desde una perspectiva
distinta. Mientras Dietz lo hizo desde fuera, como seglar, Ariza ahondó en la
postura de los últimos pontífices, así como en las acciones desarrolladas desde
la Santa Sede.
El primero planteó
al comienzo de su intervención que «la Iglesia es nuestra principal arma contra
la Agenda 2030», que calificó de «gigantesco simulacro, un embeleco» formado
por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y por «169 metas de carácter
integrado e indivisible». El hecho de que sean, precisamente, indivisibles, ha
llevado a Dietz a afirmar que «hay una soberbia intelectual cuantiosa en la
Agenda 2030 y dime de lo que presumes y te diré de lo que careces».
En su opinión,
tras el documento globalista «están los dueños del mundo, multimillonarios y
sátrapas y como en un iceberg sólo asoma la punta». Descendiendo de nivel, en
España «el jefe supremo» ha sido Enrique Santiago, secretario general del
Partido Comunista, diputado por Córdoba, y autor de la frase de que «si se
dieran las mismas circunstancias» que en la Rusia de 1917 iría al Palacio de La
Zarzuela a por los Reyes. Santiago fue sustituido por Ione Belarra.
También ha
detallado lo que supone el desarrollo de la Agenda 2030, como la cultura de la
muerte, la disolución de la familia y de los ideales nacionales, así como el
sometimiento «a un poder omnímodo e indivisible y a consignas orwellianas, como
'en 2030 no tendrás nada y serás feliz'».
Según Bernd Dietz,
dentro de los postulados amparados por el documento globalista, «la
islamización galopante de Europa es un caballo de Troya más contra nosotros»,
así como que «el ecologismo radical está cargado de odio contra el ser humano»,
alertando de la implantación de un léxico dañino, con términos como
resiliencia, sostenibilidad, perspectiva de género o el gran reseteo.
Adolfo Ariza, por su
parte, ha partido en su intervención desde el punto en el que «la razón más
profunda de la dignidad humana es la de ser imagen y semejanza de Dios», algo
contra lo que actúa la Agenda 2030.
Este sacerdote ha
recordado que en 2015, a los diez días de la presentación del documento,
intervino el Papa Francisco en las Naciones Unidas y dijo que «esto es un
nominalismo declaracionista». Un año más tarde, el actual nuncio en España,
Bernardito Auza, que en aquel entonces era observador permanente ante la ONU elaboró
un documento con las reservas de la Iglesia a la Agenda 2030.
Este sacerdote
desmontó algunas de sus afirmaciones como la insistencia en la centralidad de
la persona al afirmar que «no es coherente hablar de centralidad cuando no hay
un respeto a la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural». Sobre
la dignidad humana, equiparada a los derechos de los animales, afirmó que
«desdibujamos la realidad de la persona, de sus derechos y deberes y es una
prolongación de quien la dirige por caminos que la persona no conoce».
La Iglesia también
muestra su rechazo a la denominada ideología de género por contener «un plan
para desdibujar la idea de varón, de la paternidad y de todo lo que ello
implica». Del mismo modo, «no tiene sentido hablar de vida sana cuando van en
contra de los no nacidos o de los discapacitados con un genocidio».
Adolfo Ariza se ha
preguntado que «dónde queda la libertad religiosa en la Agenda 2030», cuando la
sociedad actual viene «de una tradición cristiana, que es escuela de la más
verdadera humanidad» y nada de esto se tiene en cuenta. Por ello, apunta que
«este olvido denota que se reduce el hecho religioso a una subcultura o a algo
anecdótico, por no decir que es rayano en lo supersticioso».
Por último, este
sacerdote ha reivindicado la Doctrina Social de la Iglesia, que hunde sus
raíces en el pontificado de León XIII, y ha apelado a su uso como respuesta a
todas estas cuestiones.
la Iglesia, la
democracia
SE Mons. Giampaolo
Crepaldi
Obispo emérito de
Trieste
[Publicamos el
Editorial escrito por Mons. Crepaldi para el número del "Boletín de
Doctrina Social de la Iglesia", revista de nuestro Observatorio,
actualmente en distribución. ]
Este número del
"Boletín" dedicado a la democracia nace de la inspiración ofrecida
por la Semana social de los católicos italianos en Trieste (3-7 de julio de
2024), pero la coherencia de las contribuciones es tal que garantiza una
reflexión no ocasional y destinado a perdurar en el tiempo. En estas líneas
pretendo llamar su atención sobre dos aspectos o propósitos que caracterizan
este número del Boletín. Están bien vinculados entre sí.
El primero se
refiere a las Semanas Sociales y a esta Semana Social. Al examinar las
recientes intervenciones eclesiásticas y, sobre todo, la práctica de la Iglesia
y del mundo católico en general, queda muy claro que la democracia parece
haberse convertido en el objetivo principal del compromiso católico en la
sociedad y en el bien mayor que debe defenderse. Se puede decir que la validez
indiscutible de la democracia es un dogma nuevo. Volviendo aquí al título
general de este número, parece que la democracia se ha convertido en la forma
de gobierno tal como la consideraba la Iglesia, en el fundamento del gobierno y
de toda la vida social. Las razones están relacionadas con el cambio en curso
en la teología (especialmente en la teología moral), que desdeña las cuestiones
de principio o doctrinales, consideradas abstractas, favoreciendo al mismo
tiempo una praxis existencial que permitiría una relación más viva con los
demás con fines pastorales. Sucede así que la participación en la vida
democrática se vuelve incluso más importante que los contenidos que, a través
de dicha participación, se aprueban y deliberan. También sucede que ya no
importa con quién se colabora en la vida democrática, sino que basta con
colaborar y se hace posible hacerlo con todos. Ocurre también que, para no
dificultar demasiado la participación democrática, evitamos indicar los
"principios no negociables" que la harían verdadera y buena pero que
pondrían obstáculos a la colaboración. Ya se ha difundido (y se enseña) la idea
de que es importante participar, estar ahí, caminar junto a los demás, sobre la
base de una fraternidad previa a la diferenciación de opciones religiosas y
políticas. Ésta es una de las muchas aplicaciones empíricas del "giro antropológico"
en teología.
Esta forma de
razonar y operar parece haberse apoderado también de las Semanas Sociales,
llevándolas a resultados muy diferentes de los que tuvieron en los años 1990,
en el momento de su relanzamiento después de las incertidumbres posconciliares
sobre estas cuestiones. Como describí en mi libro-entrevista a Stefano Fontana,
el relanzamiento se produjo bajo la presión de otro relanzamiento, el de la
Doctrina Social de la Iglesia querida por Juan Pablo II. Para Italia el punto
de demarcación fue la conferencia eclesial de Loreto de 1985 y sobre todo el
directorio de pastoral social "Evangelizar lo social" aprobado por la
Conferencia Episcopal Italiana en 1991. La reanudación de las Semanas Sociales,
después de un largo período de abandono, tomó lugar en este contexto, es decir,
como evangelización de lo social, como aplicación de un corpus doctrinal, con
clara identidad de propuesta cultural, como momento y lugar de puesta en
práctica de una formación transmitida, tal como prevé el documento
"Evangelizar a los social", por una serie de sujetos eclesiales
designados al efecto (pienso en escuelas de formación para el compromiso social
y político, cursos específicos de grado y máster sobre la doctrina social de la
Iglesia, etc.). Esto permitió, aunque no de forma totalmente satisfactoria y
con todas las dificultades que un relanzamiento de este tipo implicaba,
garantizar una presencia visible, católicamente identificable, doctrinalmente
fundamentada, instrumento de evangelización y expresión del valor público de la
Iglesia. Religión católica.
Hoy la situación
ya no es ésta. Eventos recientes de la Semana Social, por ejemplo Cagliari
(2017) o Taranto (2021), han colocado el evento en un contexto muy diferente.
Se prefirió diluir las referencias doctrinales, suavizar las visiones
específicamente católicas, abrirse a muchas otras colaboraciones seculares,
asumir puntos de vista ajenos a la tradición de la Doctrina Social de la
Iglesia, hasta asumir la responsabilidad social. y a veces ideológicas por sí
solas. Al abordar cuestiones actuales, como la medioambiental, nos hemos
adaptado para colaborar en objetivos preestablecidos por la opinión pública que
es objeto de educación ideológica masiva. Este parece ser también el contexto
de la Semana Social de la Democracia. Existe, por tanto, el riesgo de que se
confirme una visión de la democracia que hoy es popular, escapando al difícil
trabajo de excavación, incluso de principio y doctrinal, a la luz de la
tradición tanto de la reflexión razonadora como del magisterio eclesial. Es
probable, pero no deseable, que la Iglesia de Trieste diga poco de lo suyo y
mucho de lo que el mundo quiere oír. De este modo se podría confirmar la visión
que presenté al inicio de una democracia considerada como algo bueno y evangélico
en sí mismo, a lo que aún se puede dar adhesión y compromiso.
La democracia
actual, que podríamos definir como democrática liberal, está corroyendo la
realidad misma del pueblo mientras lo llama retóricamente soberano, como lo
demuestra Bernard Dumont en su artículo publicado en este número. Es posible
que olvidemos las enseñanzas sobre la democracia que nos transmitió León XIII
(ver el artículo de Guido Vignelli) o Giuseppe Toniolo (artículo de Silvio
Brachetta) o que utilicemos el término como un "perchero" donde
colgar sus diversos significados sin distinguir entre ellos (artículo de
Calogero D'Ugo). Lo principal que hay que evitar -pero es muy probable que la
Semana Social de Trieste no lo haga- es no distinguir entre democracia en el
sentido clásico y democracia en el sentido moderno, como hace Danilo Castellano
en estas páginas respondiendo a una entrevista. con Don Samuele Cecotti.
Precisamente esta distinción motiva el título de este número del
"Boletín": para la visión clásica y católica la democracia es una
forma de gobierno, para la moderna es, por el contrario, el fundamento del
gobierno. Por último, también es necesario aclarar claramente el concepto de
"democracia económica", como hace Marco Ferraresi en su artículo.
Véase G. Crepaldi
(con S. Fontana), La Iglesia italiana y el futuro de la Pastoral Social,
Cantagalli, Siena 2017.
por la Unión de los Argentinos
(Roberto Armando
Rigo. Buenos Aires Diciembre de 2023. Ed. Dunken.)
Marcelo Luis
Breide Obeid
El autor de esta
obra, Ricardo Armando Rigo, ha prestado un servicio trascendente a la Historia
Nacional, por el hecho de haber rescatado del oprobio y del olvido definitivo,
al General Juan José Valle y sus compañeros de infortunio. Una de las muchas deudas
que la Historiografía nacional tiene con el lector interesado en la Historia
Patria.
Lo poco que
sabemos del General Valle es que fue fusilado en la Penitenciaría que se
ubicaba en la Av. Las Heras de la ciudad de Buenos Aires y que fue demolida,
porque era vieja, fea y sobre todo, porque era un mudo monumento de la tragedia
que ocurrió dentro de sus muros. La supuesta causa que se difundió por
conspirar contra la Revolución Libertadora y pretender el retorno del derrocado
Presidente Perón. Y ya sabemos que los políticos representantes de grupos
sectarios de la Argentina arrasan con todo vestigio de la Historia para hacer
olvidar sus crímenes y traiciones. Así fue como arrasaron con la casa de Rosas
en San Benito de Palermo y encima construyeron el monumento a Urquiza
precisamente sobre el sitio en que se ubicaba el escritorio del
Restaurador.
Pero ¿quién era
este general que para los pocos que lo recuerdan ? ¿Pasó a la Historia como un
militar peronista que quería traer a Perón recientemente derrocado y que estaba
en el exilio? Aquí es donde el libro se vuelve imprescindible gracias a la
investigación del autor Valle no caerá en la segunda muerte, que en la
literatura clásica era el olvido y la difamación. Así que el primer fruto de
este libro es de cumplimiento a un deber de Caridad Cristiana.
Valle siendo
teniente se sumó a las fuerzas del General José Félix Uriburu en la Revolución
del 30. Y después al movimiento del Grupo de Oficiales Unidos (GOU). Fue
enviado a Francia para la adquisición de armamento. Adhirió filosóficamente a
las ideas del Mariscal del Imperio Alemán y Otomano Barón Von der Goltz autor
del concepto y doctrina de “El Pueblo en Armas” escrito en 1883, de la que el
general Valle fue profesor en la Escuela Superior Técnica del Ejército, que
fuera la impulsora de la industrialización y de la tecnificación como medio de
fortalecer y darle una mayor autonomía al país.
Un dato
interesante es que en el Ministerio de Guerra fue amigo del General Pedro
Eugenio Aramburu, con quien pasó veranos de descanso juntos y del que además
fue socio en un emprendimiento inmobiliario en Mar del Plata. También le debía
a Valle ayuda en sus ascensos puesto que Valle era más antiguo que él en el
escalafón e intervino en la Junta de Calificaciones.
Los oficiales del
GOU que hicieron la Revolución del 4 de junio de 1943, adhirieron casi en su
totalidad al primer Gobierno Justicialista mientras éste mantuvo los principios
de la Revolución del año 1943. En esa época los valores patrióticos y religiosos
eran ideales comunes a la mayoría de la población. Pero a medida que el régimen
peronista fue cambiando, la desilusión de los católicos cundió en todos lados y
también afecto a Valle sobre todo después de la quema de las Iglesias. La
solución vino de la mano del General Lonardi quién al asumir el poder declaró:
“Ni vencedores ni vencidos”. Lonardi era garantía de respeto a la Constitución
Nacional de 1949 ya los valores cristianos. Sin embargo el ala liberal de las
FFAA, muy influidas por los grupos cerrados del poder económico querían
derrocar a Lonardi e imponer una vuelta a la vieja Constitución de 1853, como
si no hubieran habido hechos trascendentales que la dejaron obsoleta. Los
hechos a los que ignoraron eran la crisis del 30; las dos guerras mundiales; la
guerra fría que estaba en desarrollo y los grandes principios de la Doctrina
Social de la Iglesia como que nunca hubieran existido, ni se hubieran discutido
ni se diesen por explícitos. Era un simple volver a 1853.
Entonces Valle
buscó respaldo intelectual en el poeta católico Leopoldo Marechal y creo el
Movimiento de Recuperación Nacional. Lanzó una proclama ante la traición de los
militares y civiles que derrocaron al General Lonardi y se opuso a la nueva
fase de la “Revolución Libertadora”. El valor moral de Juan José Valle no podía
ser tolerado por los traidores a Lonardi y luego de entregarse por la
pacificación, sin juicio, fue fusilado cobardemente. La grandeza moral de Valle
se mide precisamente por la forma en la que encaró la muerte. Se entregó a sus
enemigos para que no sigan fusilando gente como lo hicieron en José León
Suárez. Su muerte nos recuerda la muerte de otro militar que va camino a los
altares, el Coronel Argentino del Valle Larrabure. Curioso es que ambos en su
apellido llevansen el sustantivo “Valle”. Los dos supieron perdonar a sus
asesinos y que no haya venganza contra ellos. Es que estaban hechos en ese
formidable molde que es la Vocación del Militar Cristiano. He aquí el fruto de
los ejemplos de los generales Belgrano y San Martín que rezaban el Santo
Rosario antes de las batallas. Y que nombraron Generala de sus ejércitos a la
Santísima Virgen María.
Las ideas de Valle
están contenidas en su “Proclama al Pueblo de la Nación” y en las cartas de
despedida a su esposa y su hija. Así como en los conceptos que escribe al
General Aramburu. El autor destaca que Perón demostró que la revolución del 9
de junio de 1956 fue imprudente y que lo habían traicionado. (Carta de Perón a
John William Cooke).
El presente libro
es una reparación histórica que el General Valle merece y que es sólo el
comienzo de la recuperación de su legado. El General Valle no murió por Perón,
murió por Dios y por la Patria. Deberíamos saber de cado uno de los otros
fusilados sus biografías. Seguro que la mayoría de ellos eran excelentes
personas.
Curiosamente el
General Aramburu que se hizo responsable de este homicidio correrá con un
destino similar. Sin juicio y clandestinamente va a ser fusilado por los
“Montoneros” el 1ro. de junio de 1970. Catorce años después. ¿Habrá pensado que
era el destino que lo tenía así determinado? ¿Habrá recordado las palabras de
la carta que le envió a Juan José Valle antes de su fusilamiento?
Yo creo que sí.
Que Aramburu debe haber recordado la muerte de Valle pues según sus asesinos
simularon un juicio sumario por los fusilamientos del año 1956. ¡Qué duro debe
haber sido para él revivir aquellos errores! Él era el Presidente y se hizo
cargo de los fusilamientos. ¿Pero era el culpable, el instigador, el causante?
Es justo decir que Aramburu mostró dignidad ante la muerte y dijo con calma a
su ejecutor según lo relataron ellos mismos: “¡Proceda!”. Antes había pedido a
un sacerdote que confesara y se lo negaran. No existe mayor crueldad.
Escribiendo este
comentario no puedo dejar de asociar las muertes del Coronel Larrabure, con la
del General Juan José Valle dos víctimas inocentes del odio entre los
argentinos, que perdonaron y no buscaron venganza. Ambos lo dejaron escrito de
puño y letra.
Si creemos que la
Historia enseña a no repetir estos errores éste libro escrito por Roberto
Armando Rigo es imprescindible pero es además una obra que tiene otro valor
más: como abogado hizo la defensa que no tuvo el General Juan José Valle antes
de ser fusilado. Rigo ha puesto a Valle ante el Tribunal, que es el de la
Historia. El General Valle fue asesinado dos veces, el día de su fusilamiento y
cuando ocultaron y olvidaron su sacrificio y su ejemplo.
La Marcha de la
Libertad decía “Mil veces una muerte Argentina” yo me pregunto: ¿Cuántos héroes
más después de Valle tuvieron que ofrecer
sus vidas para que exista una
Argentina Cristiana y Soberana?
¡Cuánto dolor
desperdiciado! Rescatar la memoria de los héroes y de los mártires es una labor
de Justicia que en el caso del General Juan José Valle y gracias a éste libro
se ha cumplido.
Durante la primera
semana de junio, el gobierno designó a 110 funcionarios
Perfil, 12-6-24
Tras la renuncia
de Posse, a quien se le reclamó no haber completado en seis meses el
nombramiento de personal en distintas delegaciones, la administración Milei
formalizó a varios cuadros propios.
La Fundación
Innovación con Inclusión dio a conocer un informe sobre los funcionarios
gubernamentales designados por decretos, decisiones administrativas y
resoluciones ministeriales dictados por las diversas autoridades del Poder
Ejecutivo Nacional. El periodo vinculado del documento es del lunes 3 de junio
al viernes 7 de junio inclusive.
La organización no
gubernamental tomó como fuente de información, para la elaboración del reporte,
la página oficial del Boletín Oficial de la República Argentina. En el escrito
digital se pudo corroborar las nuevas designaciones que se desarrollaron en tan
solo 5 días. El numero total alcanzó los 110 funcionarios, en las distintas
carteras del gobierno conducido por Javier Milei.
Los organismos del
ejecutivo que sumaron nuevos funcionarios designados fueron: Presidencia de la
Nación (15), Jefatura de Gabinete (7), Ministerio de Justicia (7), Ministerio
de relaciones exteriores, Comercio Exterior y Culto (4), Ministerio del
interior (8), Ministerio de Seguridad (6), Ministerio de Capital Humano (14),
Ministerio de Economía (37), Ministerio de Salud (7) y Ministerio de Defensa
(5).
De estas
designaciones la mayoría perteneció a la cartera económica, conducida por el
ministro Luis Caputo, seguido por Presidencia de la Nación y, tercero en el
podio, el cuestionado Ministerio de Capital Humano. En la semana evaluada, se
anunció en el Boletín Oficial un total de 175 actos publicados. Se contaron 82
Resoluciones, 54 Decisiones Administrativas, 36 Decretos, 2 Resoluciones
Generales, una sola Resolución Conjunta y ningún DNU.
Una de las mayores
criticas al ex jefe de Gabinete, Nicolas Posse, fue su lentitud en nombrar
designaciones en los diversos ministerios del gobierno que él, como coordinador
de ministros, no llegó a solventar en tiempo y forma. En su primera y última
comparecencia en el Senado de la Nación, se pudo verificar que continuaban en
sus cargos jerárquicos 1867 funcionarios designados por ex presidente Alberto
Fernández.
La eyección
temprana de Posse del gobierno libertario, lo ubicaron como el jefe de Gabinete
que menos tiempo ocupó el cargo, desde que se creo ese rol en la década de los
noventa. Un tipo de patrón a tener en cuenta, conociendo las sistemáticas bajas
de diversos funcionarios alineados a La
Libertad Avanza, en las distintas carteras, desde la asunción de Javier Milei
como Presidente de la Nación.
es un “no” rotundo al verticismo y a las
ideologías de las élites
Eugenio Capozzi
Brújula cotidiana,
11_06_2024
Los resultados de
las elecciones al Parlamento Europeo han sido claros e inequívocos. A pesar de
las diferencias -algunas apreciables- entre un país y otro, la imagen general
es la de un giro rotundo a la derecha, con el fortalecimiento de los grupos del
PPE (Partido Popular Europeo), Identidad y Democracia (Id) y los Conservadores
y Reformistas (Ecr), mientras que han confirmado el hundimiento de los
liberal-centristas de Renew Europe y los Verdes, y el mantenimiento en la
izquierda únicamente de los Socialistas.
Si además nos
paramos a observar de cerca los grandes temas sobre los que ha girado
principalmente la campaña electoral y la distribución de los éxitos y fracasos
en los respectivos países, la victoria de la derecha adquiere un significado
muy preciso, igualmente inequívoco, a menos que se quiera fingir no verlo. Los
votantes de los países que conforman la Unión han utilizado su voto para
expresar un rotundo rechazo a las principales agendas políticas apoyadas por la
clase dirigente continental en la Comisión dirigida por Ursula von der Leyen y
en el Consejo, y por el eje político entre la Francia de Emmanuel Macron y la
Alemania de Helmudt Scholz; contra la raíz abstracta e ideológica de esas
agendas; contra el método verticalista con el que han tratado de imponerlas a
los ciudadanos europeos, y de demonizar y censurar a quienes discrepan de
ellas.
En concreto, los
votantes han mostrado su rechazo a las políticas “verdes” radicales, basadas en
el objetivo irreal y extremadamente costoso de eliminar los combustibles
fósiles; en la electrificación forzosa e igualmente irreal del sector del
automóvil, que destruye la industria continental para beneficiar únicamente a
China; en las absurdas obligaciones de adaptar viviendas y edificios, con
desembolsos insostenibles para los propietarios; en criterios totalmente
arbitrarios de “neutralidad” de las emisiones de CO2. Han dicho “no”
rotundamente a una política de inmigración igualmente ideologizada, obstinada
todavía en la prioridad de la “acogida” y en los dogmas del relativismo
cultural, indiferente a los temores justificados de las poblaciones autóctonas
y a los riesgos cada vez mayores para la seguridad, la habitabilidad y la
convivencia según los principios de la civilización occidental.
También han dicho
“no” -aunque pocos lo admitan- al poder avasallador de la agenda LGBT en las
políticas de la UE y a la reducción de los derechos civiles a una complacencia
con los deseos de poder de minorías prepotentes en detrimento de los más
débiles, con la correspondiente “mortificación” de la familia, de la maternidad
y la paternidad, de la protección de la vida y la infancia. Por último, han
expresado su claro rechazo a una política exterior de polarización y
exacerbación del enfrentamiento con Rusia por el conflicto ucraniano, hasta la
evocación concreta e inaudita de una posible implicación bélica directa de los
países de la UE.
Algunos
comentaristas afines al establishment “perdedor” de la UE han negado o
minimizado este último significado específico de la votación con el argumento
de que las formaciones de derechas que han aumentado su consenso, con limitadas
excepciones (la AfD alemana) mantienen posiciones sobre esta cuestión que son
cualquier cosa menos simpatizantes de Putin (contrariamente a la representación
alarmista de la “extrema derecha” presentada insistentemente por los medios
progresistas continentales). Pero es imposible no vincular precisamente el
rotundo éxito de AfD (Alternativa para Alemania), el correspondiente
hundimiento de los socialdemócratas y liberales alemanes, y la debacle del
partido Renacimiento de Macron, doblado por el Rassemblement National de Marine
Le Pen en Francia, al hecho de que fueran precisamente Macron y el Gobierno de
Scholz quienes representaban las posiciones más agresivas y militaristas (en el
caso del presidente francés hasta los límites de lo grotesco) contra Rusia.
Ahora bien, hay
que subrayar por supuesto (y ya lo han subrayado ampliamente muchos analistas,
que tienen la esperanza de que nada cambie dentro del statu quo en la cúpula de
la Unión) que el incuestionable éxito político de la derecha conservadora,
soberanista y “eurorrealista” no puede traducirse actualmente en términos
aritméticos en una inversión de la “mayoría” en el Parlamento Europeo (en la
medida en que este término puede tener un significado técnico en una
institución como ésta, que no está dotada de poder legislativo), ya que la
coalición “Ursula” (Populares, Renovar Europa, Socialistas) sigue teniendo
formalmente la mayoría de los votos en la asamblea. Pero el hecho político de
estos resultados, en un complejo sistema de equilibrios y contrapesos como el
de las instituciones de la UE, es mucho más importante que el abstractamente
numérico, y puede interferir fuertemente en él.
Si los partidos de
la mayoría “Ursula” no tienen en cuenta el mensaje enviado por los electores, y
no se abren a un diálogo concreto con las fuerzas de derecha (en el que los dos
grupos de Id y los conservadores avanzan hacia una coordinación creciente,
cuando no hacia la unificación) sobre los principales temas, asumirán una
enorme responsabilidad, crearán una polarización radical que no tienen armas
para gobernar (especialmente en el grupo del PPE, en el que las posiciones
conservadoras son cada vez más influyentes) y pueden encontrarse con sorpresas
muy desagradables. En primer lugar, en la investidura del próximo presidente de
la Comisión: recordemos que ya en el anterior ciclo que comenzó en 2019, a
pesar de que la mayoría prevista era mucho más sólida, Ursula von der Leyen,
“atada” por un gran número de “francotiradores”, se impuso sólo gracias a la
ayuda in extremis de catorce eurodiputados del Movimiento 5 Estrellas de
Italia. Ahora la situación es mucho más incierta, el PPE está mucho más
inclinado a la derecha como se ha dicho, y además los “no alineados” han
superado los cien miembros, y son una misteriosa reserva de la que podrían
salir resultados impredecibles.
Las atrevidas y
excesivamente oportunas declaraciones de von der Leyen, que cantó victoria para
“su” coalición a pesar los resultados que ofrecía el escrutinio, y apostó por
su continuidad, son más una demostración de debilidad percibida que una señal
de fortaleza, y un intento de anticiparse a los “contraataques” de sus
adversarios. Como también lo es la precipitada decisión de Macron de disolver
la Asamblea Nacional francesa, retando a Le Pen a un combate singular y esperando
el habitual reflejo de “santa unión” de progresistas y liberales franceses
contra el monstruo de la “invasión bárbara” de la derecha. Veremos si su línea
es compartida por los demás componentes del “bloque” europeo de
centro-izquierda, o si finalmente se abre en su seno un saludable proceso de
replanteamiento y diálogo, con la corrección sustancial de la gobernanza de la
UE.