Compromiso Cristiano en Política
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
El Concilio Vaticano II denunció un solo pecado: el dualismo de la Fe y la vida. Es la incoherencia de llamarse cristiano y hasta de participar en ceremonias religiosas y concurrir a la Misa Dominical y luego pensar y obrar sin tener en cuenta el proyecto de Dios sobe la vida de cada persona. Esto acontece, principalmente, cuando se trata de la Política.
Más de uno pensará que es un tema reiterativo. Ciertamente lo es. Sin embargo, sigue vigente la urgencia de tratarlo.
Si el Papa Pío XI, hace casi cien años, ha afirmado que el quehacer político, en el cristiano, es un supremo acto de caridad cristiana, ¿cómo es que sigue, todavía, en los bautizados católicos la indiferencia al compromiso político.? Más aún, existe una mayoría católica que piensa que la política es sucia. Y no pocos que entienden que “hacer política” significa buscar su propio interés o el “acomodo” o tener la suficiente habilidad para ganarse votos a su favor.
Es preciso, entonces, proseguir una constante mentalización en las comunidades cristianas sobre el valor humano- cristiano del quehacer político como lo viene haciendo el Magisterio de la Iglesia Católica.
Por eso, Pío XII además de numerosas recomendaciones sobre el compromiso político en sus alocuciones, trata el tema nada menos que en una Encíclica sobre la Democracia. Y Paulo VI sorprende con la admirable Encíclica Populorum Progresio y otros lúcidos documentos de su pontificado cuya motivación abierta al compromiso del laicado cristiano a la actividad política queda explícita para la evangelización del mundo moderno. Así es claro y terminante el nº 70 E.N. citado, más de una vez, en estas Homilías: “Su tarea primera e inmediata- refiriéndose al laicado cristiano- no es la institución y desarrollo de la comunidad eclesial-esa es función específica de los Pastores- sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas, escondidas pero activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política…”
Juan Pablo II ha dedicado al tema social político tres Encíclicas y numerosas referencias al compromiso político en sus Discursos y Catequesis.
Actualmente y en forma reiterativa Bendicto XVI recuerda la misión cristiana de laicas y laicos coherentes con la Fe Cristiana en siguientes términos:
“Corresponde a los fieles laicos -dijo- mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, que la fe permite leer en modo nuevo y profundo la realidad y transformarla”.
“Los fieles laicos deben participar activamente en la vida política, de manera siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en el proceso democrático y en la búsqueda de un consenso amplio con todos los que se preocupan de la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Se necesitan políticos auténticamente cristianos, pero sobre todo fieles laicos que sean testigos de Cristo y del Evangelio en la comunidad civil y política. Esta exigencia debe estar claramente presente en los programas educativos de las comunidades eclesiales y requiere nuevas formas de acompañamiento y apoyo por parte de los pastores. La pertenencia de los cristianos a las asociaciones de fieles, a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, puede ser una buena escuela para estos discípulos y testigos, sostenidos por la riqueza carismática, comunitaria, educativa y misionera de estas realidades”.[1]
Según el Magisterio de la Iglesia Católica, los Pastores han de formar al laicado en los valores políticos humanos-cristianos y los laicos los han de poner en práctica desde “saber votar de acuerdo al Evangelio de Jesús” hasta ejercer la función política como servicio de”Caridad Cristiana”. Es decir ser testigos del Amor.
Miguel Esteban Hesayne
[1] Discurso de Benedicto XVI al Pontificio Consejo para los Laicos Roma 21.05.2010
Nuevo Encuentro, 5-9-10
Por Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma
El Concilio Vaticano II denunció un solo pecado: el dualismo de la Fe y la vida. Es la incoherencia de llamarse cristiano y hasta de participar en ceremonias religiosas y concurrir a la Misa Dominical y luego pensar y obrar sin tener en cuenta el proyecto de Dios sobe la vida de cada persona. Esto acontece, principalmente, cuando se trata de la Política.
Más de uno pensará que es un tema reiterativo. Ciertamente lo es. Sin embargo, sigue vigente la urgencia de tratarlo.
Si el Papa Pío XI, hace casi cien años, ha afirmado que el quehacer político, en el cristiano, es un supremo acto de caridad cristiana, ¿cómo es que sigue, todavía, en los bautizados católicos la indiferencia al compromiso político.? Más aún, existe una mayoría católica que piensa que la política es sucia. Y no pocos que entienden que “hacer política” significa buscar su propio interés o el “acomodo” o tener la suficiente habilidad para ganarse votos a su favor.
Es preciso, entonces, proseguir una constante mentalización en las comunidades cristianas sobre el valor humano- cristiano del quehacer político como lo viene haciendo el Magisterio de la Iglesia Católica.
Por eso, Pío XII además de numerosas recomendaciones sobre el compromiso político en sus alocuciones, trata el tema nada menos que en una Encíclica sobre la Democracia. Y Paulo VI sorprende con la admirable Encíclica Populorum Progresio y otros lúcidos documentos de su pontificado cuya motivación abierta al compromiso del laicado cristiano a la actividad política queda explícita para la evangelización del mundo moderno. Así es claro y terminante el nº 70 E.N. citado, más de una vez, en estas Homilías: “Su tarea primera e inmediata- refiriéndose al laicado cristiano- no es la institución y desarrollo de la comunidad eclesial-esa es función específica de los Pastores- sino el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas, escondidas pero activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora, es el mundo vasto y complejo de la política…”
Juan Pablo II ha dedicado al tema social político tres Encíclicas y numerosas referencias al compromiso político en sus Discursos y Catequesis.
Actualmente y en forma reiterativa Bendicto XVI recuerda la misión cristiana de laicas y laicos coherentes con la Fe Cristiana en siguientes términos:
“Corresponde a los fieles laicos -dijo- mostrar concretamente en la vida personal y familiar, en la vida social, cultural y política, que la fe permite leer en modo nuevo y profundo la realidad y transformarla”.
“Los fieles laicos deben participar activamente en la vida política, de manera siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en el proceso democrático y en la búsqueda de un consenso amplio con todos los que se preocupan de la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Se necesitan políticos auténticamente cristianos, pero sobre todo fieles laicos que sean testigos de Cristo y del Evangelio en la comunidad civil y política. Esta exigencia debe estar claramente presente en los programas educativos de las comunidades eclesiales y requiere nuevas formas de acompañamiento y apoyo por parte de los pastores. La pertenencia de los cristianos a las asociaciones de fieles, a los movimientos eclesiales y nuevas comunidades, puede ser una buena escuela para estos discípulos y testigos, sostenidos por la riqueza carismática, comunitaria, educativa y misionera de estas realidades”.[1]
Según el Magisterio de la Iglesia Católica, los Pastores han de formar al laicado en los valores políticos humanos-cristianos y los laicos los han de poner en práctica desde “saber votar de acuerdo al Evangelio de Jesús” hasta ejercer la función política como servicio de”Caridad Cristiana”. Es decir ser testigos del Amor.
Miguel Esteban Hesayne
[1] Discurso de Benedicto XVI al Pontificio Consejo para los Laicos Roma 21.05.2010
Nuevo Encuentro, 5-9-10