jORGE LANATA
Clarìn, 15-2-19
Fiel a su costumbre de que lo que no se nombra no sucede, el
kirchnerismo sigue en silencio respecto de cualquiera de los delitos
de los que fue protagonista. Aún en medio de la lenta y venal máquina de la justicia
hay hoy 28 empresarios y ex funcionarios de Cristina en las cárceles de
Ezeiza y Marcos Paz. Son, para los K, “presos políticos”, perseguidos por
su pensamiento sobre el rol del Estado, la Patria Latinoamericana y las
asignaciones por hijo. Están encarcelados por su lucha social.
El problema son las propiedades, los barcos, los aviones, las cuentas en
efectivo, las cajas de seguridad, los bolsos en el convento, las empresas, la
evasión y las joyas. Nadie entra en detalles y la única estrategia K fue
darse un baño de agua cívica y buenos modales para entrar a los comicios con el
animo conciliador de cerrar la grieta.
Da toda la sensación de que, si ganaran, los huéspedes de Ezeiza y Marcos
Paz serían liberados de inmediato. Pero no lo dicen. El peronismo
tiene una larga tradición en amnistías. Cerrar la grieta sin castigo sería
suicida y la mejor garantía de que todo volvería a pasar, pero bajo una lente
de realidad aumentada.
En el fondo piensan que los compañeros caídos en desgracia no hicieron mal
en robar, sino en haber sido descubiertos. “Aquél la hizo bien”, se
dice cuando no quedaron huellas. “Este es un traidor”, se califica a los
arrepentidos. Nada indica que, de volver al gobierno, la lógica de Néstor
de robar para la política vaya a ser modificada. La sostienen desde los
setenta, cuando robaban con armas y han pasado ahora a robar con lapiceras.
A nivel personal han empeorado: antes “combatían” en la clandestinidad y
ahora exponen a sus hijos en los directorios. Mantienen, también, las mismas
estrategias de ataque: creen que acusar a otro de lo mismo los vuelve
inocentes a ellos. Si Stornelli coimeo, los cuadernos se disuelven. En
este maratón de negaciones algunos de los candidatos más importantes esperan
aún que se defina su situación judicial en varias causas. Podrían estar
detenidos a la hora del comicio, pero ni siquiera mencionan el punto.
Los únicos argumentos K frente a los delitos probados son Panamá Papers,
Calcaterra, Quintana, Correo. Los repiten como una letanía.
Demostrar que los otros son iguales. El poder, así, se transforma en una
guarida. Cerrar la grieta sin justicia es de la frivolidad de un productor de
TV que lleva a su panel uno a favor y otro en contra.
Desencantados con Macri y temerosos del kirchnerismo pensamos que nos merecemos
poco; no nos importa que todo quede impune si las tarifas pueden bajar de nuevo.