domingo, 24 de febrero de 2019

PERONISMO



¿RESPONSABLE DE LA DECADENCIA ARGENTINA?

Ante los pertinaces comentarios que atribuyen al peronismo ser el responsable de la decadencia argentina, es necesario difundir, en especial entre los jóvenes, la historia verdadera. Se han publicado varios libros que demuestran con documentación precisa los aportes concretos de la gestión de los primeros gobiernos peronistas[1], al progreso argentino. Al menos los primeros ocho años (1946-1953), representaron un avance significativo para el país en todos los rubros principales. Además, las acciones prácticas se ajustaron estrictamente a la orientación doctrinaria; nunca ni antes ni después existió un partido político que se aproximara más a la tradición histórica nacional y a la cosmovisión cristiana.
Precisamente por ello, tanto el menemismo, como el kirchnerismo consistieron en desviaciones explícitas del justicialismo, aunque haya habido peronistas que participaron de dichas experiencias.

En el documento que se considera como el testamento político del general Perón, el Modelo Argentino para el proyecto nacional, presentado oficialmente ante la Asamblea Legislativa el 1 de mayo de 1974, se encuentran muchas definiciones que muestran con claridad cuáles fueron los principios sostenidos y aplicados por el fundador del justicialismo, mantenidos sin cambio durante tres décadas.   Conviene recordar las más importantes:

-Existe una cabal coincidencia entre nuestra concepción del hombre y del mundo, nuestra interpretación de la justicia social y los principios esenciales de la Iglesia.
-Un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios, realizando su existencia como sujeto histórico que desempeña en el mundo una mística espiritual entre los seres de la Creación.
-En este sentido, no sólo los principios filosóficos guardan plena coherencia; la Iglesia y el Justicialismo instauran una misma ética, fundamento de una moral común, y una idéntica prédica por la paz y el amor entre los hombres”.
-No pretendo evaluar integralmente la concepción de la Iglesia a los propósitos de un modelo temporal como es el Modelo Argentino. Pero estoy seguro, eso sí, que el llamamiento de las cartas encíclicas, las constituciones pastorales y las cartas apostólicas –particularmente las más recientes- constituyen para nosotros un aporte claro y profundo. Pienso que, en este terreno, el Modelo Argentino sólo necesita que ese mensaje sea adoptado eficientemente.
Presento un Modelo Nacional, Social y Cristiano.
-La ruta que debemos recorrer activamente es la misma que definen las Escrituras: un camino de fe, de amor y de justicia, para un hombre argentino cada vez más sediento de verdad.[2]

Los conceptos transcriptos guardan coherencia con lo que un cuarto de siglo antes, Perón había expuesto en la Doctrina Peronista:
-El cristianismo, que constituyó la primera gran revolución, la primera liberación humana, podría rectificar felizmente las concepciones griegas, pero esa rectificación se parecería mejor a una aportación.
Enriqueció la personalidad del hombre e hizo de la libertad, teórica y limitada hasta entonces, una posibilidad universal (…).
Lo que le faltó a Grecia para la definición perfecta de la comunidad y del Estado fue, precisamente, lo aportado por el Cristianismo: su hombre vertical, eterno, imagen de Dios”.[3]

En un momento de crisis profunda de la sociedad argentina, es necesario destacar que, al margen de preferencias partidistas, el núcleo básico de la doctrina política del justicialismo puede ser compartida hoy por muchos, y contribuir al esclarecimiento de los ciudadanos, sin desconocer los errores y desviaciones ideológicas de quienes han pretendido aplicar dicha doctrina en el pasado. Precisamente, en la actualidad asistimos a una profunda embestida cultural que pretende destruir desde el gobierno nacional, las mismas bases de la nación argentina, en abierta contradicción con los principios del justicialismo.




Constitución de 1949

La reforma realizada en esa fecha, por una Convención Constituyente con amplia mayoría del peronismo no modificó ninguna de las funciones de los tres poderes clásicos, ni aumentó las atribuciones del Poder Ejecutivo. Al respecto, es interesante repasar lo expresado por el miembro informante, Dr. Arturo Sampay:
“No se trata de modificar las instituciones que tiene la República basadas en su Constitución Nacional; sino adecuar su accionar a la hora presente.”
“El alma de la concepción política que propicia la reforma constitucional está inmersa en un dogma que sustenta la primacía de la persona humana y su destino. Tal como lo proclama Perón tantas veces: El Estado debe estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio del Estado. De esto debemos deducir que el Estado debe promover el bienestar común en un orden justo.
El totalitarismo es la contrafigura de esta concepción política, porque degrada al hombre a la situación de ser instrumento del Estado.
La aparición de los totalitarismos, uno arengando al sometimiento de la voluntad personal mediante la premisa del bien común;  otro utilizando el sistema violento de someter a otros pueblos y razas con el Estado-Dios, amante de la guerra de conquistas”.[4]

Política pro-vida
En las actuales circunstancias, en que se promueve activamente el aborto libre, seguro y gratuito, favorecido por la reciente autorización para la venta del misoprostol en las farmacias, vale la pena recordar el Decreto 659/74, firmado por el general Perón. En dicho instrumento legal se disponía el control de la comercialización y venta de productos anticonceptivos, y se “prohibía el desarrollo de actividades destinadas, directa o indirectamente, al control de la natalidad”. Además, se programaba “llevar a cabo una campaña intensiva de educación sanitaria a nivel popular que destaque los riesgos de las prácticas anticonceptivas”.
Perón fue el último gobernante en formular una política de población[5], contenida en el Plan Trienal 1974-77, previéndose medidas para aumentar la fecundidad, reducir la mortalidad y fomentar la inmigración, con la advertencia de las serias consecuencias sociales del envejecimiento de la población. Se creó la Comisión Nacional de Política Demográfica, con la misión de intensificar el crecimiento cuantitativo y cualitativo de la población argentina y su más adecuada distribución territorial. Se fijó el objetivo de alcanzar los 50 millones de habitantes para el año 2000, meta no lograda todavía en el 2019.



ATENEO DE ESTUDIOS NACIONALES
Córdoba, 23-2-19






[1] V.: López, Ernesto. “El primer Perón”; Capital Intelectual, 2009. Sidicaro, Ricardo. “Los tres peronismos”; Siglo XXI, 2017.
[2] Op. cit., pp. 135 y 136.
[3] Perón, Juan Domingo. Doctrina Peronista; Buenos Aires, Ediciones Macacha Guemes, 1973, p. 67.
[4] Beccacece, Héctor Nazario. “Comparativo de la Constitución Argentina 1853-1949”; Edición del autor, 1985, pp. 62/63.
[5] Infobae, 3-3-2018.