Por Carlos Manuel Acuña
Mientras se aprestaba a participar de una reunión de análisis político, el coronel Mohamed Alí Seineldín manifestó a sus amigos que tenía un fuerte dolor de pecho. Minutos después dio claras señales de que el malestar se acentuaba y mientras se tomaba el pecho con ambas manos sufrió un desvanecimiento. Rápidamente fue trasladado a una clínica ubicada en la zona céntrica pero fueron inútiles los esfuerzos realizados para reanimarlo.
El coronel Seineldín expresaba una corriente de pensamiento orientada hacia el nacionalismo más tradicional. Era de firmes creencias religiosas y sus posturas políticas - especialmente durante el período inconcluso de Ricardo Alfonsín - lo llevaron a liderar reacciones militares de notable resonancia durante la época. Esto le costó cárcel y toda clase de persecuciones pero también simpatías de amplios sectores de la población.
Seineldín, un hombre moral y espiritualmente íntegro, fue un referente claro y preciso para quienes resistieron el creciente proceso de izquierdización que comenzó a manifestarse desde 1983. Infante, tuvo importantes destinos militares y fue asesor del gobierno panameño para la formación de sus fuerzas de defensa. Un católico militante, como profesional se destacó como un instructor nato, fue un táctico por naturaleza, respetado por amigos y enemigos, entre todo lo bueno que puede recordarse de este jefe castrense es el profundo sentido moral de su trayectoria, su amor al Ejército donde despertó adhesiones y pasiones encontradas y su verdadera militancia en los valores tradicionales de la argentinidad. Austero hasta lo inimaginable, últimamente se dedicó en su retiro a las administraciones agropecuarias. Fue un soldado.
Política y Desarrollo, 2-9-09