lunes, 9 de diciembre de 2013

TREINTA AÑOS DE DEMOCRACIA





Denes Martos
8-12-13



El mejor argumento contra la democracia
es una conversación de cinco minutos
con el votante promedio.
Winston Churchill

La democracia sustituye la designación
de los pocos corruptos por la elección
de los muchos incompetentes.
George Bernard Shaw

La democracia es el proceso mediante el cual
el pueblo elige a la persona a quién le echará la culpa.
Bertrand Russell


El próximo 10 de Diciembre – aniversario de la asunción como presidente de Raul Alfonsín en 1983 – se cumplirán 30 años de gobiernos democráticos en la República Argentina. Constituye el período más prolongado de continuidad de la democracia desde la Ley Sáenz Peña de sufragio universal dictada en 1912. Sin embargo, si uno se toma el trabajo de analizar un par de números y de nombres, los resultados no dejan de ser curiosos y, al menos en parte, opuestos a lo que registra el imaginario popular.

Pongamos un poco los números en orden.

Por de pronto, desde 1955 a la fecha, la cuenta en números redondos da que durante esos 58 años – vale decir: medio siglo largo – los militares con sus gobiernos de facto solo gobernaron durante 19 años (contando como gobierno de facto incluso el año y medio aproximado de José María Guido). Los otros 39 años fueron de gobiernos civiles. Dicho en otras palabras: durante el último medio siglo los civiles gobernaron algo más del doble de tiempo que los militares.

Durante ese período, al frente del Estado argentino se sucedieron 12 militares (contando al General Perón entre ellos) y 15 civiles; o sea 27 personas en total. De ellos, el que más duró en el cargo fue Menem (10,42 años) y los de más corta duración fueron Ramón Puerta y Eduardo Camaño con 2 días cada uno. Los Kirchner, Néstor y Cristina, a Diciembre de 2013 llevaban en la presidencia prácticamente el mismo tiempo que Menem: 10.54 años.

De estos últimos 30 años – desde Diciembre de 1983 hasta Diciembre de 2013 – 7.61 años corresponden a los radicales (Alfonsín y de la Rúa) y 22.39 años a los peronistas (Menem: 10.42 años, Puerta-Rodriguez Saá-Camaño: 0.03 años, Eduardo Duhalde: 1.4 años y los dos Kirchner: 10.54 años).

O sea que los peronistas gobernaron el 74.63% del tiempo contra un 25.37% de  los radicales. Digamos que, en números redondos, una cuarta parte del tiempo gobernaron los radicales y durante tres cuartas partes del tiempo los peronistas.

Veamos el desempeño de unos y otros.

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Hace 30 años asumía la presidencia de la nación, con el aval del 51.7% de los votos, una persona cuyo lema de campaña había sido "con la democracia se come, con la democracia de  cura, con la democracia se educa" y remataba recitando el preámbulo de la Constitución de 1853.

Hoy, después de 30 años, la democracia sigue teniendo sus serios problemas para cumplir con esa afirmación-promesa. Según la última medición del Barómetro de la Deuda Social Argentina de la UCA en las ciudades de la Argentina viven 10.8 millones de pobres de los cuales 2.1 millones son indigentes. Lo cual, sobre 41 millones de habitantes, hace al 26,34% de la población del país. En otras palabras: más de la cuarta parte de la población no tiene lo mínimo para vivir decentemente en materia de ingresos, empleo, vivienda y salud. Con un agravante adicional: tenemos al menos 900.000 jóvenes "ni-ni"; es decir: que ni estudian ni trabajan.

Como siempre, no hay que perder de vista el brulote de George Bernard Shaw quien decía que la estadística es el arte de mentir con números. Si bien los números del INDEC mienten (groseramente) también es de tener en cuenta que los números de otras instancias también pueden mentir (quizás algo menos groseramente). Pero basta con salir a la calle y recorrer un poco la Argentina desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego para darse cuenta de que ni los planes asistenciales, ni la Asignación Universal por Hijo (que sigue siendo otorgada por decreto porque los señores legisladores no la convirtieron en ley hasta el día de hoy), ni los parches de una política de subsidios improvisada para tapar agujeros han conseguido resolver un problema que existía hace 30 años atrás y que sigue existiendo. Lamentablemente.

Decir que con la democracia que supimos conseguir hace 30 años no se come, no se cura y no se educa sería, en verdad, exagerado. Pero decir que, con esta democracia, millones de argentinos comen mal, se curan mal y se educan mal no estaría muy alejado de la verdad.

Probablemente, teniendo en cuenta a Martínez de Hoz y a la más que objetable gestión económica de los gobiernos militares en general, más cerca de lo correcto sería decir que en la Argentina, el problema de millones de personas es que siguen comiendo mal, siguen curándose mal y se educan cada vez peor.

Sin embargo, más allá de que el problema – y sobre todo las raíces profundas del problema – son de larga data, la pregunta que cabe hacer es: ¿por qué en 30 años la democracia no ha conseguido resolverlo?

La respuesta, por supuesto, es compleja.

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Por un lado, los militares nunca dejaron que los políticos argentinos fracasaran como se merecían. El resultado fue que, después de cada fracaso de los militares – de quienes se suponía que venían para salvarnos del fracaso de los políticos ineptos – volvimos siempre, "salida electoral" mediante, a lo mismo de antes. Es decir: a un Estado ocupado por la misma camarilla de políticos ineptos que había desencadenado el proceso en primer lugar. En no pocos casos, golpeando la puerta de los cuarteles para luego ocupar cargos de gobernadores, intendentes, ministros, secretarios y otras funciones varias. Algunas de ellas decididamente "non sanctas"…

Con eso, mientras los militares se renovaban – gracias a los pases a retiro, a las camándulas internas de las FF.AA. y a los ascensos varios – los políticos profesionales siguieron siendo la misma cofradía de siempre y, en términos generales, con cuadros que se renovaban solo por defunción. Muy rara vez por desprestigio.

Por el otro lado, las alternativas económicas adoptadas por los sucesivos gobiernos – tanto militares como civiles – no consiguieron salir de los esquemas que aun hoy siguen aprisionando la mente de los economistas profesionales formados en las universidades del sistema. Desde los "Chicago Boys" de Milton Friedman y Martínez de Hoz, pasando por el "rodrigazo" de Celestino Rodrigo, siguiendo por las privatizaciones salvajes del "Harvard Gang" de Domingo Cavallo, hasta el actual oxímoron del marxismo keynesiano de Kicillof, aquí tuvimos y seguimos teniendo de todo.

Si desde 1955 a 2013 tuvimos 27 personas al frente del Estado, durante ese mismo lapso tuvimos 42 personas al frente de la economía. Algunos de ellos varias veces como, por ejemplo, Álvaro Alsogaray que estuvo más de un año y medio con Frondizi y luego 100 días con José María Guido. O José Martínez de Hoz, que estuvo casi 5 meses con Guido y luego 5 años con Videla. O José Ber Gelbard que tiene el raro privilegio de haber funcionado bajo 4 presidentes: Cámpora, Lastiri, Perón y María Estela Martínez de Perón.  O Roberto Alemann que estuvo tanto con gobiernos civiles como con militares; con Frondizi primero y con Galtieri después.

Pero, naturalmente, el que se lleva todos los premios de permanencia es el inefable Domingo Cavallo, con 6.18 años de gestión económica en total: 5.43 años con Menem y luego 0.75 años con de la Rúa. Y eso sin computar su tiempo como presidente del Banco Central bajo el militar Bignone ni su tiempo como Ministro de Relaciones Exteriores bajo el civil Menem.

Si tomamos los últimos 30 años de democracia tenemos una lista de 20 ministros de economía que va desde Bernardo Grinspun a Axel Kicillof.

La lista es algo larga pero vale la pena recordarla: Bernardo Grinspun, Juan Vital Sourrouille, Juan Carlos Pugliese, Jesús Rodriguez, Miguel Angel Roig, Néstor Rapanelli, Erman Gonzalez, Domingo Cavallo (con Menem), Roque Fernández, José Machinea, Ricardo López Murphy, Domingo Cavallo (con de la Rúa), Jorge Remes Lenicov, Roberto Lavagna (primero con Duhalde y luego con Néstor Kirchner), Felisa Miceli, Miguel G. Peirano, Martin Lousteau, Carlos Fernandez, Amado Boudou, Hernán Lorenzino y finalmente Axel Kicillof.

O sea que, desde liberales absolutos, pasando por neoliberales de distintas escuelas y hasta por simples improvisados para terminar finalmente en un marxista, la democracia de las tres últimas décadas lo ha intentado todo.

En parte, la incapacidad de la democracia para resolver el problema básico de millones de argentinos puede rastrearse justamente en este historial.

Porque en ese historial no hay continuidad; no hay consistencia; no hay un plan estratégico racional y coherente; no hay políticas de Estado sostenidas en el tiempo. En estos 58 años, el tiempo promedio de permanencia de un ministro de economía en el cargo (calculado por media aritmética simple) no llega a un año y hay varios que no duraron más que un par de días.

En resumen: durante más de medio siglo el Estado argentino estuvo ocupado por personas que demostraron ser incapaces de cumplir con dos de las tres funciones esenciales de todo Estado: planificar de cara al futuro y lograr la armonía de las fuerzas divergentes presentes en la sociedad.
Consecuentemente, tampoco supieron cumplir con la tercera función básica del Estado que es la de conducir. Porque, no habiendo un plan coherente a largo plazo y no existiendo una armonía generadora de consensos, no hay mucho para conducir tampoco.

La historia económica de los 30 años de democracia, va desde el Plan Austral de Sourrouille pasa por las privatizaciones y el 1 a 1 de Cavallo para desembocar en el "modelo" de los Kirchner que empezó siendo medianamente liberal con Lavagna para terminar siendo heterogéneamente marxista con Kicillof.

Con esa trayectoria no hay política que funcione.
No se puede hacer funcionar la incoherencia.