sábado, 9 de diciembre de 2023

KISSINGER


 y la Guerra contra la Población

 

 Steven W. Mosher

 

Adelante España, Diciembre 9, 2023

 

Habría una larga lista de cosas que criticar sobre la carrera de Henry Kissinger. Desde sectores de izquierda podrían señalar el bombardeo de Camboya durante la guerra de Vietnam, la complicidad estadounidense en el golpe de Estado en Chile que derrocó al régimen comunista de Salvador Allende o su interferencia en la política iraní.

 

Desde el bloque conservador se podría subrayar su traición a los survietnamitas y el abandono a la Taiwán democrática. Y además podrían agregar que catalogar de estadista erudito a Kissinger, como algunos lo hacen, no tiene sentido dado su servicio de décadas a la China comunista como lobbysta pagado y apologista del régimen comunista.

 

Pero en mi opinión, habría algo más grave en el que alguna vez fue un diplomático estadounidense.

 

Henry Kissinger, como Asesor de Seguridad Nacional de Nixon, fue quien supervisó la producción de un infame memorándum que convirtió el control de la población en un arma en la Guerra Fría. Incluso hoy en día, su argumento de que la seguridad nacional de Estados Unidos depende de librar una guerra contra la gente sigue siendo utilizado para justificar la promoción del aborto, la esterilización y la anticoncepción en todo el mundo.

 

El Memorando de Estudio de Seguridad Nacional 200 (NSSM 200 por sus siglas en inglés), era más comúnmente conocido como «El Informe Kissinger». El informe de 250 páginas, un esfuerzo conjunto de la NSA, la CIA, el Estado y el Pentágono se mantuvo en secreto, por obvias y deplorables razones, hasta que finalmente fue desclasificado en 1989.

 

Con la firme convicción de que la población es un factor crucial de poder, y preocupados por el declive demográfico de Occidente, estos practicantes de la realpolitik buscaron sin remordimientos una disminución de la fertilidad entre los pueblos más prolíficos. Y estaban totalmente preparados para engañar y forzar a otros países a hacerlo.

 

El Informe Kissinger advertía que, «Si las actuales tasas de fecundidad se mantuvieran constantes, la población mundial de 1974 de 3.900 millones aumentaría a 7.800 millones para el año 2000 y aumentaría a 103.000 millones teóricamente para el año 2075.» [resaltado añadido] Habiendo conjurado esta imposible inundación de seres humanos en el mundo, ¿cuáles fueron las consecuencias de las previsiones que tomaron las agencias «secretas» de Estados Unidos?

 

El informe argumentó que el rápido crecimiento de la población era una amenaza para la seguridad porque conduciría a la competencia por las materias primas necesarias para la economía de EE.UU. y brindaría oportunidades para que la Unión Soviética y China promuevan revoluciones comunistas y recluten estados clientes.

 

Así fue que el control de la población se transformó en un arma en la Guerra Fría. El resultado inmediato fue un gran salto en el gasto de control de la población de EE.UU. y sus aliados. Docenas de países de todo el mundo fueron identificados como objetivos, especialmente aquellos que se consideraban vulnerables a la insurrección comunista, como Tailandia y Filipinas, y aquellos sentados sobre metales valiosos, incluyendo las naciones del sur de África.

 

El control de la población, al preservar el acceso de EE.UU. a materias primas estratégicas y frenar la propagación del comunismo, eliminaría futuras amenazas a su seguridad nacional. De esta manera se preservaría la ventaja global de Estados Unidos en armas, riqueza y todo el músculo geopolítico.

 

La mayoría de los estadounidenses están convencidos de que su país es una fuerza para el bien en el mundo. El Informe Kissinger muestra a EE.UU. haciendo lo contrario, promoviendo la violencia, debilitando la democracia y obstaculizando el crecimiento económico de los competidores. En lugar de promover la libertad, alentó a los gobiernos a intervenir, incluso violentamente, en las decisiones más privadas de las familias. En lugar de fomentar la democracia, impone el control de la población sobre las naciones soberanas. En lugar de promover economías abiertas, obstaculizó el crecimiento económico al reducir el número de personas que es el capital más apreciado actualmente en nuestras economías.

 

La oscuridad siempre odia la luz. No es de extrañar que los autores de este informe no solo quisieran mantenerlo en secreto, sino que también querían que fuera llevado a cabo por sustitutos como UNFPA (Fondo de Población de la ONU) o el Banco Mundial. El informe explicaba sin disimulo que la involucración de tales agencias «multilaterales» ayudaría a ocultar el rol y el propósito de EE.UU. en la implementación de tales programas. «Es vital que el esfuerzo para desarrollar y fortalecer un compromiso por parte de los líderes de los PMA [países menos desarrollados] no sea visto por ellos como una política de los países industrializados para mantener sus fuerzas o para reservar recursos para los países ‘ricos’.»

 

Los «países clave» a los que se dirigía el NSSM 200 para el control de la población eran los que probablemente se convertirían en potencias regionales, los ricos en recursos naturales, o ambos. Brasil, que «domina claramente» América Latina en importancia demográfica, tiene el potencial de ejercer su influencia mucho más allá de sus fronteras. Su creciente población apunta a un «creciente poder para Brasil en América Latina y en la escena mundial en los próximos 25 años». En África se destacó a Nigeria: «Ya el país más poblado del continente, con un estimado de 55 millones de personas en 1970, la población de Nigeria a finales de este siglo se estima en 135 millones. Esto sugiere un creciente papel político y estratégico para Nigeria, al menos en África al sur del Sahara».

 

Y Henry Kissinger se salió con la suya. El Informe Kissinger fue formalmente adoptado como política exterior de EE.UU. por el Memorando de Decisión de Seguridad Nacional 314 (NSDM 314), que fue firmado el 26 de noviembre de 1975 por el sucesor de Kissinger como Asesor de Seguridad Nacional, Brent Scowcroft, en nombre del presidente Gerald Ford.

 

La guerra contra la gente estaba en marcha. Un informe de seguimiento, publicado en 1976 por el Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre Política Demográfica para el Comité de Subsecretarios del Consejo de Seguridad Nacional, pregunta y sugiere respuestas a algunas preguntas inquietantes:

 

¿Se consideraría la alimentación un instrumento del poder nacional? (Sí.)

¿Sobre qué base se deben proporcionar esos recursos alimentarios? (Solo a los países que cuentan con programas de control de la población.)

¿Nos veremos obligados a tomar decisiones sobre a quién podemos ayudar razonablemente, y si es así, los esfuerzos de población deben ser un criterio para dicha asistencia? (Sí.)

¿Son las medidas obligatorias de control de la población apropiadas para los EE.UU. y/ u otros? (Tal vez.)

¿Está EE.UU. preparado para aceptar el racionamiento de alimentos para ayudar a las personas que no pueden/ no quieren controlar su crecimiento demográfico? (No.)

El informe de 1976 también apoyó virtualmente las tácticas de mano dura para llevar a cabo programas de control de la población:

 

Los programas de población han sido particularmente exitosos cuando los líderes han dejado sus posiciones claras, inequívocas y públicas, al tiempo que mantienen la disciplina a lo largo de la línea desde el nivel nacional hasta el nivel de las aldeas, reuniendo a los trabajadores del gobierno (incluyendo la policía y el ejército), médicos y motivadores para ver que las políticas de población están bien administradas y ejecutadas. . . En algunos casos, se ha dado una dirección firme a incentivos como el pago a los aceptantes de la esterilización, o desincentivos como dar poca prioridad en la asignación de viviendas y la escolarización a las personas con familias numerosas. Tal dirección es la condición sine qua non de un programa eficaz.

 

El informe del Consejo de Seguridad Nacional podría haber estado describiendo el mecanismo de aplicación de la política de un solo hijo anunciada en China, que durante décadas se basó en un programa «bien administrado y ejecutado» de aborto forzado, esterilización forzada y anticoncepción forzada para eliminar el exceso de nacimientos.

 

En ese momento, la India estaba en medio de su infame campaña de esterilización, en la que 6,5 millones de hombres fueron vasectomizados. El informe del Consejo de Seguridad Nacional, aunque elogió secretamente el programa de la India, advirtió fuertemente de no realizar elogios públicos. «Recomendamos que los funcionarios de EE.UU. se abstengan de comentar públicamente sobre las medidas de ritmo forzado, como las que actualmente se están considerando activamente (!) en la India . . . [porque eso] podría tener un impacto desfavorable en los programas voluntarios existentes.»

 

El informe de 1976 también recomendó maneras de silenciar el número creciente de críticas del mundo en desarrollo dirigidas a la nueva política exterior de EE.UU. Para responder a las acusaciones del imperialismo cultural, actores locales iban a ser contratados para rebatir las críticas a los nuevos programas de población. Para evitar la aparición del neocolonialismo, la financiación del control de la población de los EE.UU. debía canalizarse a través de organizaciones internacionales como UNFPA, como se hacía en China, o a grupos privados como la IPPF y Family Health International. Y, sobre todo, los funcionarios de EE.UU. nunca deberían usar frases como “control de población” o “control de natalidad”.

 

El informe cínicamente aconsejó a los funcionarios de EE.UU. que fingieran una falta total de interés en cualquier cosa que se pareciera al control de la población: «[A]anular el lenguaje de ‘control de la natalidad’ a favor de ‘planificación familiar’ o ‘paternidad responsable’, con el énfasis puesto en el espaciamiento de los hijos en interés de la salud del niño y la madre…”

 

Los programas también iban a ser reempaquetados. Para desarmar a los críticos en el mundo en desarrollo, los programas de control de la población debían ser representados como «atención de salud reproductiva», «atención de salud materna» e incluso programas de «supervivencia infantil». Como aconsejó en su momento un grupo financiado por la USAID, los proyectos de población que «se centran demasiado en la planificación familiar como solución» suscitan sospechas entre los funcionarios del país anfitrión. La solución que propusieron sigue en uso hoy en día: Los proyectos de población debían ser «Integrar[d] … con la prestación de servicios de salud materno-infantil.» »

 

Tanto las tácticas como la racionalización para el control de la población establecidas en el Informe Kissinger y sus actividades de seguimiento continúan en uso hoy en día. Durante más de 50 años, los controladores de población han llevado a cabo un programa gigantesco, costoso e inhumano para reducir el número de personas. Han abusado de mujeres, han atacado a minorías raciales y religiosas, han socavado la atención primaria de la salud y han abortado a innumerables bebés. Incluso respaldaron la campaña de control de la natalidad más brutal de la historia humana: la infame política china de un solo hijo.

 

Y uno de los principales padrinos de la guerra contra la población no fue otro que el difunto Henry Kissinger.

 

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Steven W. Mosher | Presidente de Population Research Institute y autor de The Devil and Communist China (en prensa)