en la Argentina es el kirchnerismo
Alberto
Buela (*)
A partir de la primera
asunción a la presidencia por Trump comenzó hablarse desde Steve Banon de la
idea de Deep State y luego miles de comentaristas y analistas políticos
siguieron con el tema.
El Estado Profundo es una
realidad permanente compuesta por todos aquellos- funcionarios, militares,
administradores, jueces, gobernadores, sindicalistas, periodistas, profesores,
eclesiásticos, lobbies comunitarios, banqueros, etc.- que siguen en sus puestos
más allá de los ciclos electorales y cambios de régimen.
Ahora bien, como bien
sostiene el investigador italiano Gabrielle Adinolfi: El "Estado
profundo" no se puede desmantelar porque eso equivaldría a desmantelar
todo el orden social y estatal. Se puede atacar a las minorías sediciosas que
contaminan el sistema”.
Y esta es la gran ventaja que per se
ipsum posee el Estado Profundo. No se lo puede combatir abiertamente porque
no ofrece un frente de combate. De modo que hay que ir contra la minorías
precisas. Es decir, es un combate en muchos frentes (abortistas, indigenistas,
Lgtb, gnósticos, progresistas, etc.).
En este sentido el kirchnerismo, que ha
gobernado Argentina, prácticamente, todo
el siglo XXI (el gobierno de Macri ha sido un kirchnerismo de buenos modales)
se constituyó en el Estado Profundo de Argentina.
Canales de TV, banqueros, sindicalistas,
curas, profesores, docentes de todo tipo, artistas, canales streaming, diarios,
radios, gobernadores, jueces, intendentes, diputados y senadores, lobbies
comunitarios, etc., son todos kirchneristas. Los vínculos entre ellos son
personales e históricos.
Pero así como Trump, que está personalmente
en contra de los asesinatos masivos en Gaza, no logra dejar de enviar ayuda a
Israel, de la misma manera Milei lucha contra “la casta” política y sus listas
partidarias están llenas de candidatos de “la casta”.
En una palabra, lo dejaron combatir la
inflación galopante que padecíamos y logar el equilibrio fiscal, pero nada más.
Imposible modificar algunos aspectos de nuestra realidad política-social y
económica. Porque esa realidad beneficia a los actores del Estado Profundo.
Puede acaso Milei declarar la
nacionalización de los depósitos de la banca? Puede modificar las leyes
laborales, o las patrañas de la educación inclusiva o las leyes que rigen la
minería o la organización por regiones del país, o la ley de pesca, o la
recuperación de los ferrocarriles o nuestra flota mercante y marítima? No.
No lo puede hacer Milei ni nadie, porque
todo ello afectaría a los intereses del Estado Profundo.
Viene ahora la pregunta ¿tiene el Estado Profundo una ideología? Por
supuesto que sí. Es la del progresismo. Esa mezcla de liberalismo y marxismo
cultural que rige el mensaje de nuestros días.
Esto se ve claro en Usa y en Europa. En
Usa son los demócratas y republicanos del Este norteamericano que ven en Trump
al diablo y en Europa dirigentes como Macron en Francia, Merz en Alemania,
Sánchez en España o Starmer en Gran Bretaña que ven a Rusia como el diablo.
Así, la guerra ruso-ucraniana tiene que
continuar sine die para beneficio de los lobbies de armas que se
enriquecen con ella. Ursula von der Leyen, presidente de la Unión Europea, es
una antigua lobbista de arnas.
Todo cierra perfecto, el círculo
hermenéutico está acabado. Hoy los Estados nacionales gobiernan hasta cierto
punto a partir del cual le es imposible avanzar. La soberanía política, el
ideal por antonomasia de los Estados Nación modernos, ha desaparecido del
panorama político. Nuestros gobernantes son sólo administradores del caos o
desorden, como muy bien observó hace muchos años el filósofo Massimo Cacciari.
El Estado Profundo hizo desaparecer la teoría del complot según la cual
ciertos grupos privilegiados gobiernan el mundo (la judería, la masonería, la
iglesia, los illuminatis, los iniciáticos, etc.). En el Estado Profundo son
todos y no es ninguno. Se liqúa la responsabilidad del gran desorden mundial en
el que vivimos.
Israel bombardea a diestra y siniesta a
Gaza, provoca un genocidio, y no recibe ninguna sanción. Rusia ataca a Ucrania
y Europa la sanciona. Usa bombardea Irán y no
pasa nada. Los barcos chinos depredan el
mar argentino y solo falta que los feliciten. Maduro esquilma Venezuela
transformándola en un Estado Narco, huyen 8 millones de personas, y los chinos
los apoyan.
De la vigencia del Estado Profundo sólo
puede esperarse desolación para los pueblos. Pueblos que son manipulados a
izquierda y derecha por dicho Estado.
¿Qué nos está permitido esperar?, tal
fue la cuarta pregunta de Kant.
Que las contradicciones se agudicen de
forma tal que la vida en la tierra sea imposible. Y entonces, allí si, el
enfrentamiento entre los pueblos y el Estado Profundo se torne inevitable. Otra
posibilidad no barrunto.
Post scriptum: esto es lo que tiene de bueno el método festina
lente=apresurar con detenimiento. Porque nos permite enriquecer los
trabajos en una segunda redacción con la opinión de sus primeros lectores.
Una explicación metafísica del Estado
Profundo es aquella que nos dice que para conocer en profundidad debemos buscar
la reductio ad unum= reducir la multiplicidad a la unidad. Y el hombre
siempre busca en su conocer esto.
En el orden politológico Perón habló,
para explicar la realidad político-económica del mundo de su tiempo, de la
existencia de la sinarquía internacional donde convergía el comunismo, el
capitalismo, la masonería, la judería y la Iglesia: “que también entra cuando
le pagan”.
Pero estos eran sujetos concretos a
quienes dirigirse mientras que hoy el Estado Profundo no tiene responsables. En
una palabra, son todos y no es nadie.
Observemos al kirchnerismo. Es en gran
parte peronismo, pero también socialismo, progresismo, marxismo,
conservadurismo popular, democratismo, incluso liberales no conformistas como
Pichetto y otros. En una palabra, toca
todas las cuerdas de la guitarra. Es
algo que no tiene límites, y cómo definir es poner límites, el kirchnerismo es
indefinido.
Es todo y no es nada. Es ese
funcionariado del Estado que como “empleado
nacional vinchuca. Hijos cuentas, macanas y manteca, hasta que la vejez que lo
acurruca lo introduce en la Parca que lo seca”.
Jueces, políticos, sindicalistas,
empresarios, obispos, investigadores y docentes. Gobernadores e intendentes.
Todos colgados de la teta del Estado al que no permiten transformar para
beneficio del pueblo sino para beneficio propio.
Este Estado Profundo ahogó a la sociedad civil, sólo queda el recurso a la
comunidad que se encuentra desvalida.
Argentina hoy está y enfrenta un dilema, esto es un problema donde las dos
opciones son falsas. Y del dilema sólo se sale anulando la realidad que lo
produjo. En una palabra, ni Milei ni Cristina, hay que barajar y dar de nuevo.
(*) arkeguete, aprendiz constante