lunes, 23 de abril de 2012

EL SUPREMO TRIBUNAL DE KICILLOF Y LA FAMILIA MILITAR





 Sorge, 23-4-12

Quien esto escribe, comprende ahora la verdadera dimensión de las palabras vertidas en su alocución por el joven economista ante el Senado de la Nación, Axel Kicillof, cuando el flamante dirigente -quien declama tener hipnotizada a la Señora Presidente- dijera: “LA SEGURIDAD JURÍDICA ES UNA PALABRA O CONCEPTO PROPIO DE CAPITALISTAS O EMPRESARIOS QUE NO TIENE VALIDEZ ALGUNA PARA ESTE GOBIERNO”. En otras palabras, pura retórica de leguleyos o cagatintas de manuales jurídicos.

A fines de la pasada semana, dióse a conocer una sentencia de la Corte Suprema de Justicia en el caso de los juicios por haberes militares y de Fuerzas de Seguridad -Caso Zanotti-, por el cual se dictaminan los cálculos que deben realizarse para la liquidación de sentencias judiciales ganadas en primera y segunda instancia. Tema este que el mismo Excelentísimo Tribunal había dirimido un año atrás, en diversos fallos de actualización de haberes, y siempre acorde a leyes como la 19.101 y/o 25.520.

En su momento -como correspondía-, la Corte emitió dictamen, reconociendo que, por haber, se comprende a todas las sumas que componen un salario, las eufemísticamente denominadas “No bonificables ni remunerativas” que el Estado Nacional suele abonar en distintas de las áreas bajo su administración y que luego, al momento del retiro o jubilación, no son contabilizadas para el correspondiente calculo del haber jubilatorio. En los casos ya fallados por el tribunal se reconocía, obviamente, el total de esas sumas en casos. Tal como sucediera con el denominado Caso Salas y/u Caso Oriolo, ex segundo jefe de la Policía Federal.

Pero hete aquí que estimamos que, por razones obvias de un modelo acabado -verdadero mamarracho económico-, el Gobierno Nacional se ha quedado sin caja. Muy sencillo y bien simple: está quebrado y no puede continuar subvencionando a todo el mundo todo el tiempo. Finalmente, opta por la herramienta más sencilla, esto es, manipular y dirigir sentencias judiciales… al mejor estilo bolivariano.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación resulta sugestivamente permeable a los deseos del Poder Ejecutivo. Los deseos de este último se convierten en órdenes; se dictan nuevas sentencias manu militari, siempre y cuando esas sentencias no perjudiquen a los supremos padres de la Patria en el pago del impuesto a las ganancias o sus jubilaciones de 95 mil pesos por mes, como lo reconoció la primera mandataria oportunamente.

Señores: la presente aberración jurídica demuestra palmariamente que en la Argentina no solo no existe la seguridad jurídica; tampoco existe la división de poderes, que resulta en una evidentísima entelequia. Nos encontramos en presencia de una Administración que puede jactarse de la frase del Luis XIV, monarca absolutista: “El Estado soy yo”.

¿Quién es hoy el Estado en la Argentina? ¿Acaso es La Cámpora? Se trata de los jovenzuelos que definen los modos de expropiar una firma, al mejor estilo de una dictadura militar, tomando por asalto el edificio central de la sede empresaria. Sus militantes son, hoy por hoy, quienes le redactan a una corte de veteranos beodos sus sentencias, porque hay que encontrarse en un verdadero estado de ebriedad para -en el mismo año- dictaminar no menos de tres sentencias diferentes respecto del mismo tema y con apreciaciones jurídicas violentamente disímiles. No quedan dudas de que la sentencia referida en el presente texto sólo tiene por objetivo beneficiar al Estado Nacional en la perpetuación de un deleznable latrocinio, en virtud de que lo que ayer significaba no menos que un reajuste del 100% y los correspondientes retroactivos, le representa hoy al Estado un promedio de actualización de 40%. Asistimos a un nuevo milagro del modelo “nacional y popular”, de aplicación exclusiva a las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Mientras tanto, y en simultáneo, los distintos sindicatos pautan paritarias que jamás reflejan porcentuales inferiores al 25% de incremento salarial.

El gravísimo incordio que significa para la familia militar que por años espero una resolución favorable a sus penurias y actualización a sus pauperizados haberes en un marco de inflación galopante solo puede ser enmendado acaso por un cuarto, quinto o tal vez sexto fallo, que repare esta injusticia. Será cuestión de atender a las distintas interpretaciones que le otorguen a este fallo los distintos tribunales. Quién sabe lo que decidirán a través de este sistema de Truco, más popularmente denominado Gallo. En él, participan tres jugadores que tienen la misión de desplazar a uno quedando en juego solo dos. Así, pues, podrían depositarse sobre la mesa los distintos fallos, Oriolo, Salas, Zanotti y, cual lotería o tragamonedas, si Salas resultara perdidoso, por ejemplo, entonces ingresaría Oriolo… o viceversa. O el resultado podría ser Zanotti y, como en la Perinola, el Estado Nacional “Toma Todo”.

Por estos momentos, la Administración Fernández Wilhelm de Kirchner me recuerda a aquel relato corto de Edgar Allan Poe, “El Doctor Alquitrán y el Profesor Trapasa”. La trama es sencilla; un señor se acerca para inspeccionar un neuropsiquiátrico. Se debaten, a continuación, distintos tópicos, desde los propiamente médicos a temas de la vida misma… Al finalizar el cuento, el inspector percibe que el nosocomio es conducido efectivamente por los “enfermos mentales” y los médicos se hallan hace tiempo en sus celdas.

Acaso suceda lo propio con los habitantes de la calle Talcahuano y con los ocupantes del rosado edificio sito en Balcarce 50.

Sorge
El Ojo Digital