domingo, 30 de septiembre de 2012

GENERAR CONFIANZA EN UN MUNDO GLOBALIZADO




Luis María Caballero (hijo)

Para lograr mutar nuestro crecimiento en verdadero desarrollo, se torna imprescindible un marco de reglas claras que genere confianza hacia dentro y hacia fuera de nuestro país.
En el mundo actual, el cuestionarse si hay que estar “a favor” o “en contra” de la globalización se ha convertido en un verdadero despropósito.
La globalización es un hecho irreversible, y lo que tenemos que plantearnos es cómo enfrentar los desafíos que esta realidad presenta, y de qué manera nuestro país puede aprovechar sus ventajas.

Nunca antes hubo tanta gente en el mundo con tanto interés en comprar a excelentes precios los productos, bienes y servicios que la Argentina puede producir de manera competitiva. Eso es, sin dudas, un gran desafío y una tremenda oportunidad que no podemos dejar pasar.
La clave. Si bien para algunos alcanza con el aumento del producto interno bruto (PIB) que parece haber tenido nuestro país en los últimos años, es claro que, para que un ciclo de crecimiento económico se convierta en desarrollo, hace falta más que voluntarismo estatal y rapidez de reflejos.

Para lograrlo, el elemento clave es la confianza. La sustentabilidad de un proyecto requiere insuflar esa confianza en los actores sociales e inspirarla en los actores globales.
Las experiencias internacionales exitosas (si se deja de lado la crisis europea actual) indican que no es posible lograr el desarrollo a fuerza de controles, sin articular funcionalmente al Estado con la sociedad civil.

La Argentina tiene el potencial de producir alimentos para más de 400 millones de personas, y con un poco de esfuerzo es posible comenzar a exportar alimentos elaborados en vez de limitarnos a exportar grano y carne.
Con una buena e inteligente inversión en infraestructura, por otra parte, el país puede convertirse rápidamente en uno de los principales destinos turísticos a nivel global, gracias a la diversidad de sus paisajes, a la benignidad de su clima y a la belleza de muchos de sus centros urbanos. Su lugar en el ranking global de “marca país” 2011 (32º) es una muestra de ello.

El mundo quiere y necesita una Argentina que explote y desarrolle su potencial.
Nuestros profesionales en ciencia y tecnología (y no sólo en esos rubros) han demostrado un gigantesco talento, y para obtener resultados en esas áreas sólo necesitan apoyo y oportunidades para no tener que buscar nuevos horizontes.
Son muchísimas las ventajas comparativas con las que cuenta nuestro país, y para poder aprovecharlas, atrayendo inversiones de empresarios argentinos y del exterior, sólo hace falta generar confianza.

La única manera de hacerlo es a través de reglas claras y estables y de instituciones fuertes e independientes.
Hace mucho que no logramos que eso suceda en nuestro país, y por eso hemos oscilado entre breves bonanzas y grandes depresiones. Muchísimos observadores, inversores, y economistas (excepto Joseph Stiglitz, forzoso es aclararlo) señalan que la falta de una política de largo plazo nos dificulta salir adelante, y mencionan como ejemplos a Chile, Brasil y Uruguay, que mantienen en los últimos decenios un mismo proyecto.

Nadie niega que en los tres países se sufren aun gravísimos problemas, pero mirando la película –no sólo la imagen estática– los tres parecieran estar haciendo su trabajo mejor que nosotros. Para tener un proyecto de nación se necesita gobernar con estrategias y no con reacciones.

*Abogado. Miembro de Civilitas, Esperanza Federal

La Voz del Interior, 29-9-12