martes, 24 de mayo de 2016

SOBRE LA ESTRATEGIA DE LEGALIZACIÓN DE UNIONES HOMOSEXUALES


Víctor Hugo VALDA, ingeniero
catolicos-on-line, 24-5-16

Ante la nueva arremetida de la ideología de género en Bolivia y ante la gravedad del tema me permito compartir algunas reflexiones basada en el magisterio de la Iglesia Católica, con la esperanza de que estas consideraciones nos ayuden a todos estar atentos ante tentativas de la legalización de la uniones entre personas del mismo sexo y a no dejarnos engañar con las falacias de los lobbys de la ideología mencionada,

La dignidad de la persona, el respeto y la no discriminación a las personas homosexuales

En primer lugar, expreso mi profunda convicción en que toda persona, por el puro hecho de serlo, es digna del máximo respeto y consideración en cuanto fue creada por amor a imagen y semejanza de Dios, por ello hombres y mujeres con tendencias homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza y que se debe evitar, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta.”

Base Filosófica de la Ideología de Genero

La ideología de género, es una corriente ideológica que menosprecia la grandeza y belleza de cada vida humana, la dignidad y el valor de la familia y el matrimonio. Esta corriente es parte de una cultura de la muerte que en el mundo pretende llevar a cabo una estrategia de marketing y reingeniería social para confundir a la sociedad. En Bolivia, ya tiempo atrás han iniciado con una campaña que busca equiparar el matrimonio con las uniones entre personas del mismo sexo y legalizar el aborto y la eutanasia a través de diferentes mecanismos.

Para la ideología de género “el sexo sería un mero dato biológico: no configuraría en modo alguno la realidad de la persona. El “sexo”, la “diferencia sexual” carecería de significación en la realización de la vocación de la persona al amor”, y por consiguiente “el ser humano seria el resultado del deseo de la elección, de manera que, «sea cual sea su sexo físico», la persona -sea mujer o varón- «podría elegir su género» y modificar su opción cuando quisiera: homosexualidad, heterosexualidad, transexualismo, etcétera”3. Es decir, para esta ideología no existe naturaleza y la corporeidad es insignificante.

Argumento tramposo de Discriminación y Justicia

Los propulsores de la legalización de las uniones homosexuales pretenden engañar a la población utilizando descarada y muy hábilmente la falacia “Ad Misericordiam” que es una apelación a la piedad o lástima del interlocutor o público para que acepten su postura, ósea se recurre a las emociones dejando de lado la lógica, el bien, la verdad y el razonamiento.

Hemos escuchado en estos tiempos que algunos utilizan a los principios de tolerancia y no discriminación para sostener la solicitud de legalización de las uniones homosexuales, no obstante en estos casos no puede invocarse estos principios ya que “distinguir entre personas o negarle a alguien un reconocimiento legal o un servicio social es efectivamente inaceptable sólo si se opone a la justicia”4; “dado que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común”. Además, como todos los ciudadanos, también las personas homosexuales, gracias a su autonomía privada, pueden siempre recurrir al derecho común para obtener la tutela de situaciones jurídicas de interés recíproco.

Por el contrario, “constituye una grave injusticia sacrificar el bien común y el derecho de la familia con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social”, “no es justo que actividades que no representan una contribución significativa o positiva para el desarrollo de la persona y de la sociedad puedan recibir del estado un reconocimiento legal específico y cualificado.”

Pretenden obscurecer la comprensión de los principios morales fundamentales.

Las leyes civiles son principios que estructuran la vida del hombre en sociedad, para bien o para mal. Ellas “desempeñan un papel muy importante y a veces determinante en la promoción de una mentalidad y de unas costumbres”. “Las formas de vida y los modelos en ellas expresados no solamente configuran externamente la vida social, sino que tienden a modificar en las nuevas generaciones la comprensión y la valoración de los comportamientos. La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.”

El tema de la solicitud de la legalización de las uniones de personas del mismo sexo no pretende solo la derogación y aprobación de leyes conforme a la ideología de género sino que “busca, sobre todo, impregnar de esa ideología el ámbito educativo. Porque el objetivo –para los propulsores de la ideología de género- será completo cuando la sociedad –los miembros que la forman– vean como “normales” los postulados que se proclaman. Eso solo se conseguirá si se educa en ella, ya desde la infancia, a las jóvenes generaciones.”

Por el bien de las futuras generaciones debemos afirmar claramente el “carácter inmoral de este tipo de uniones y recordar al Estado la necesidad de contener el fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad pública y, sobre todo, que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría, además, a la difusión del fenómeno mismo”.

Afirmación del matrimonio entre varón y mujer por la dignidad de la persona humana y el bien común

La ley natural y nuestra cultura boliviana nos deja claro que el matrimonio solo es posible entre varón y mujer y que “ninguna ideología puede cancelar del espíritu humano la certeza de que el matrimonio en realidad existe únicamente entre dos personas de sexo opuesto, que por medio de la recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus personas y a la generación y educación de nuevas vidas.”12 Y el bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad.


“Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad.”