martes, 23 de agosto de 2022

NO HAY ESTADO


 sin una adecuada Inteligencia estatal

 

Por Miguel Angel Toma

 

Foro Patriótico Manuel Belgrano, 21-8-22

 

El mal funcionamiento de las instituciones no se arregla  destruyéndolas. Cuando funcionan mal se las debe reconstruir.Esto tiene  particular significación cuando de inteligencia se trata.

 

Si no se  tiene claro qué hacer con ella, lo que no se debe es decir que hay que  deshacerla simplemente porque es políticamente correcto o porque queda  bien frente a un progresismo al que hay que seducir por conveniencia  electoral.

 

Plantear su disolución es, en el mejor de los casos,  irresponsable, propio de una visión comarcal que no entiende la  naturaleza y profundidad de las amenazas internas y externas que afectan  los intereses estratégicos de la Nación.

 

Veamos cómo fue la  conducta del kirchnerismo al respecto. Cuando la Secretaría de  Inteligencia no fue funcional a sus intereses como gobierno, la  desfinanció y gestó una estructura ilegal y paralela en cabeza militar,  como en los tiempos del terrorismo de Estado.

 

Esto ocurrió  mientras se negociaba el Memorándum de la Impunidad con Irán y dicha  Secretaría era una piedra en el zapato por apoyar al fiscal Alberto  Nisman en la investigación del atentado a la AMIA, que confirmaba  palmariamente la responsabilidad de ese país y de Hezbollah en la  voladura.

 

Y como en los años de plomo, el fiscal terminó asesinado  y la estructura de inteligencia legal que lo apoyaba, destruida por la  purga que barrió con sus mejores oficiales.

 

Periodistas,  empresarios, opositores, curas y todo otro que implicara una amenaza a  los fines de mantener en el poder a la nomenklatura gobernante, era  objeto de seguimientos o campañas de desprestigio producto de ese  espionaje interno, al que ya hemos definido como ilegal y paralelo.

 

Muchas  fueron las carpetas encontradas en la casa particular de la actual  Vicepresidente cuando el juez Bonadío allanó su domicilio en Calafate  con información o escuchas telefónicas ilegalmente obtenidas.

 

Al  desmantelar la Secretaría de Inteligencia se priorizó el interés  circunstancial de un gobierno por sobre los intereses permanentes de la  nación. Es que todas las autocracias confunden gobierno con Estado. Los  Luises decían “L’ etat c’est moi” . Max Weber las conceptualizó como la  visión patrimonialista del Estado.

 

Dicho de otra manera, si las  instituciones no sirven al interés faccioso y circunstancial del  gobernante autoritario, este las disuelve. Pero otros, no por  autócratas, sino por ignorantes, terminan diciendo lo mismo. Eso sí,  siempre argumentando algún fin moralmente elevado o políticamente  correcto.

 

Normalmente se recurre a la necesidad cierta de su  profesionalización. Esta propuesta es común a unos y a otros. Cuando en  realidad lo primero que hay que hacer es despartidizar, reestructurar y a  partir de ello recuperar los mejores cuadros desplazados o convocar a  provenientes de diversos ámbitos e instituciones y formar a las nuevas  generaciones. Y ni que hablar de la incorporación de nuevas tecnologías.

 

Las  instituciones de inteligencia no pueden ser la variable de  financiamiento de la militancia rentada ni sus fondos reservados  utilizados para pagar mano de obra externa para la persecución, el  control o la represión social.

 

Unos y otros también coinciden en  desmembrarla: la Inteligencia criminal sólo en las fuerzas de seguridad,  la inteligencia estratégica militar en manos de las Fuerzas Armadas y  la inteligencia exterior en la Cancillería.

 

Pero ¿quién sintetiza a  todas ellas? ¿Quién debe hacer la fusión en una visión integral que  permita también un combate integral contra esas amenazas?

 

Vayamos a  un ejemplo de lo que nos enfrentamos. Hoy en la Triple Frontera  conviven y se articulan el EPP (Ejército Popular Paraguayo), PCC (Primer  Comando Capital), CV (Comando Vermelho), Hamas, Hezbollah, opera la  inteligencia cubana e Iraní con apoyo de Venezuela, y la narcoguerrilla  remanente de las FARC y Sendero Luminoso.

 

Se sabe, por ejemplo,  que tienen vínculos con las CAM en Chile (ya a principios de los ‘90  Moshen Rabbani fundó una mezquita en Temuco). En nuestro país, las RAM  se vincularon con las FARC, concretamente con el prófugo Facundo Jones  Huala. Desde perfumes truchos hasta droga o un Kalashnikov se puede  comprar con delivery en Ciudad del Este.

 

Precisamente por esa  ciudad ingresó en 1994 a nuestro país Hussein Ibrahim Berro, el  militante de Hezbollah que se inmoló en la voladura de la AMIA. Y el  avión venezolano iraní tripulado por miembros de la fuerza AL Quds  estacionado en Ezeiza, casualmente hizo escala en esa ciudad.

 

Este  cocktail explosivo de grupos con objetivos distintos pero intereses  coyunturales convergentes se puso de acuerdo, cada uno puso su parte y  terminó asesinado en Colombia por sicarios el fiscal paraguayo Marcelo  Pecci, que los investigaba a todos ellos. Cualquier similitud con lo que  le pasó a Alberto Nisman no es pura casualidad.

 

El desafío de  eliminar estas amenazas que afectan la vida, los bienes y la libertad de  nuestro pueblo, la soberanía y la integridad territorial, como así  también agrede a nuestra instituciones por su enorme capacidad de  corromper ¿puede ser abordado por agencias separadas que no tengan un  punto de fusión que integre la información parcial, elabore inteligencia  estratégica y coordine las operaciones para neutralizarlas?

 

Bajo  ningún punto de vista, es la única respuesta posible. Queda claro,  finalmente, que sin un centro que integre, elabore y coordine lo que de  su ámbito específico obtienen las fuerzas de seguridad o las fuerzas  armadas, todo esfuerzo será parcial e inconducente. Y esa función es la  que define a una central de inteligencia, como sabiamente ha planteado  la ley 25.520.

 

(Publicado en Clarín) -

 

Miguel Angel Toma fue secretario de  Inteligencia y diputado nacional. Referente de la Fundación Encuentro  Federal del Peronismo Republicano.