jueves, 20 de mayo de 2010

DECLARACIÓN



Del Instituto de Filosofía Práctica acerca de la libertad sexual, la pedofilia y la hipocresía

Hace rato que socios y amigos se preguntan por nuestro silencio acerca de un tema sobre el cual diarios y revistas martillean en forma cotidiana: la pedofilia, los curas pedófilos, la responsabilidad de la Iglesia Católica en este oscuro y triste asunto. Pero aquí también preferimos esperar que “las brevas maduren”, para poder recoger suficiente cantidad de información útil que nos permitiera reflexionar mejor acerca de la cuestión.

I.-
En primer lugar, entendemos que el tema debemos encuadrarlo dentro de otro más amplio: el de la libertad, y dentro del mismo, el de la libertad sexual.

Existen pocas palabras tan confusas como libertad, porque la libertad del loco es locura, la del traidor, traición, la del santo, ascenso hacia Dios. Todo esto es así porque la libertad es un medio que se juzga por su fin, por su orientación, que puede ser hacia la verdad y el bien o hacia la mentira y el mal; así de sencillo. La primera, eleva al hombre, la segunda lo corrompe.
El hombre puede reclamar a la sociedad que respete su libertad en la medida en la cual ella lo conduzca a su perfección. No puede pedir la tutela social para degradarse.


II.-
Una grave desviación, ya señalada por Aristóteles es identificar el bien con el placer, porque el placer puede ser bueno o malo; el Estagirita nos enseña que pueden considerarse “como improbables todas las proposiciones que sólo pueden ser adoptadas por un corazón depravado y que son contrarias a la conciencia: por ejemplo, que el placer es el bien” (Tópicos, L. VIII, C. X).
Un representante entre nosotros de la identificación del placer con el bien es el Dr. Agustín Gordillo, expulsado por pornógrafo de la Universidad de Buenos Aires, durante el rectorado del Dr. Luis Cabral, y reintegrado con todos los honores por el Dr. Eugenio Buligyn como mártir de la libertad, en los oscuros tiempos de Alfonsín. Para el conocido especialista en Derecho Administrativo, el sexo es el motor de la historia, y “cualquier tipo de actividad sexual que sea gratificante es admisible y valiosa”, excepto que configure un delito.
En la búsqueda del placer identificado con el bien, Gordillo es muy abarcador: “los actos de masturbación, individual o en pareja, de homosexualidad y bisexualidad, de relación oral-genital, anal-genital, de relaciones sexuales grupales, el empleo de elementos o instrumentos coadyuvantes de cualquier índole, la complementariedad de otros elementos eróticos objetivos o subjetivos, todo es admisible…” y concluye su asquerosa argumentación con quejas contra el Estado, la Iglesia, la familia, la escuela, la Universidad que están “al servicio de la represión sexual” (Planificación, participación y libertad en el proceso de cambio, Macchi, Buenos Aires, 1973, p 351 y ss).

III.-
Si el placer se identifica con el bien nada más razonable que reclamar la libertad para buscarlo, sin admitir traba alguna, sin límites de sexo, edad, especie. Es lo postulado por el Partido holandés Caridad, Libertad y Diversidad, (Pnvd) partido pedófilo del amor fraterno, de la libertad, de la diversidad. El programa es sencillo: bajar el límite del consenso para los actos sexuales con menores a los 12 años, introducir la zoofilia, o sea la sexualidad con los animales, reclamar la libertad del nudismo, postular la legalización de la pornografía infantil, exigir la educación sexual para los niños, promover la proyección de películas pornográficas en horas diurnas, demandar la liberación de las drogas duras y blandas… El 17 de julio del 2006 los tribunales legitimaron al Partido, el cual, sin embargo, este año 2010 no pudo presentarse a elecciones por no haber conseguido las firmas suficientes.
Respecto a dicha decisión judicial, escribe Marina Corradi que cae el último baluarte: “la inviolabilidad de la infancia”; es la consecuencia práctica de la inexistencia “de ningún valor absoluto en las raíces de la convivencia civil, ya que todo es subjetivo y en nombre de la libertad de los individuos cualquier elección es admisible” (Olanda, sí al partido pedófilo, Corriere della Sera, 16/7/2006). Aquí vemos hasta donde llega una libertad, sin límites ni frenos, divorciada de la verdad y del bien, y advertimos con claridad las consecuencias del relativismo y del nihilismo.

IV.-
Y ahora, un poco de historia. La pedofilia o pederastia existió siempre, desde que existieron los hombres, las mujeres y los menores. Pero es interesante señalar algunos casos, porque hoy, para casi todos los medios de comunicación, es sólo patrimonio de los curas.
Juan Jacobo Rousseau, apóstol de la educación infantil, autor del “Emilio”, escribió complacido haber comprado en Venecia una niña de diez años que lo liberó de la depresión.
Daniel Cohn-Bendit, jefe de las revueltas en París en 1968 y hoy líder de los “verdes” en el Parlamento Europeo, se vanagloria, no sólo de haber recomendado, sino además practicado el sexo con menores cuando era profesor. Mario Mieli, ideólogo y promotor del homosexualismo en Italia, considera una “obra redentora” el sexo intergeneracional con menores.
En 1977, en Francia, Libération publicó un manifiesto en defensa de la libertad sexual y de tres hombres detenidos por tener relaciones con menores. En el mismo, exigían la derogación de leyes anacrónicas que no tenían en cuenta la libertad y la maduración sexual de los chiquilines. Entre los firmantes se encuentran Louis Aragon, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Michel Foucault, André Glucksman, Jack Lang.

V.-
La pedofilia tiene vínculos con el comportamiento homosexual. Según el Gay Report, que con seguridad no tiene prevenciones contra los sodomitas, “las estadísticas muestran que el 23% de los homosexuales y el 6% de las lesbianas habían tenido contactos sexuales con menores”. SIECUS (Sex Information and Educational Council), en los Estados Unidos; “se ha empeñado ya en el año 1970 a proponer como naturales sea los contactos sexuales entre niños, sea la sexualidad intergeneracional” (G. J. M. van den Aargweg, “‘Matrimonio’ omosexuale & affidamento a omosessuali”, p. 506).
Lo que hoy asombra y repugna es la hipocresía de los habituales apóstoles de la “revolución sexual”, quienes en nuestros días aparecen disfrazados de moralistas escandalizados , señalando sólo los males y el pecado en el seno de la Iglesia, regocijándose y regodeándose en ellos y olvidando toda su obra espiritual y social. Y más aún: en el colmo de su hipocresía, y, sin embargo, siguen postulando el “derecho” de eliminar a los más pequeños entre los pequeños, los engendrados en el seno materno.

VI.-
El tema de la pedofilia sirve hoy como un pretexto más para atacar al catolicismo y especialmente a Benedicto XVI. Las fuerzas oscuras de la impiedad no pueden enfrentarse en forma directa con el Papa-teólogo, a quien, ante los problemas que se plantean, le sobran argumentos naturales y sobrenaturales.
No soportan la coherencia del Pontífice, quien, junto a su obra de limpieza, por tanta porquería acumulada en el seno de la Iglesia, “proclama su magisterio en materia de sexualidad y familia contra el relativismo contemporáneo, recordando que ciertos picos de inmoralidad, verdaderamente terribles, son además el fruto de una sociedad que ha abandonado aquellos principios éticos elementales que unen la sexualidad al amor, a la donación recíproca de sí mismo, y reducen el sexo a mercancía, que puede ser vendida o comprada, a puro placer inmediato y sin futuro”. Y concluye el historiador Carlo Cardia: “Creo que se puede decir que la obra valerosa de Benedicto XVI, su condena a miembros indignos de la Iglesia, refuerzan su magisterio crítico hacia una cultura que todo lo relativiza, que desconoce valores antropológicos perennes, y que se encuentra en el origen de la degradación del hombre y de su ética” (Gli scandali, gli attachi al Papa e l’universalitá rinata della Chiesa”, en Corriere della Sera, 4/5/2010).

Los casos de pedofilia son hoy los más resonantes, los que meten más ruido, los que causan más escándalo; por eso en ellos se regodean torpes comunicadores sociales, ignorantes periodistas, voraces politiqueros; sin embargo, es un tema más, entre los señalados por Ernesto Galli Della Logia que sirven para atacar a la Iglesia: “el celibato, el machismo, el autoritarismo jerárquico, la manipulación de la verdadera figura de Jesús, la adulteración de los textos fundacionales, la complicidad en la persecución de los judíos, la especulación financiera, el sexismo contra los homosexuales, el desconocimiento del deseo de paternidad y maternidad, la hostilidad al uso de preservativos y, como consecuencia, el apoyo de hecho a la difusión del Sida, la desconfianza respecto de la ciencia, el dogmatismo y la intolerancia congénita” (Un’Italia Anticristiana, Corriere della Sera).

VII.-
Es verdad que los casos de pedofilia son gravísimos, como lo son los casos de sodomía. Pero también interesa, apelando a algunas estadísticas redimensionar el alcance de la cuestión.
En Italia, según un estudio de Eurispes, el 66% de los abusos sexuales ocurren en el seno de la familia y se distribuyen así: el padre en el 35,8%; de los casos; la madre, 30,8%; hermano/hermana, 2%; otros parientes 4,8%; conviviente con padre/madre: 2,1%; amigo/conocido: 8%; enseñante: 4,4%; extraños: 3,7%.
Los sacerdotes en Italia son cerca de 36.000. En medio siglo condenados por pedofilia: 17. En juicio: 10. Los casos por año son unos 21.000.
En los Estados Unidos, según datos del profesor de sociología de la Pennsylania State University, Philip Jenkins, sólo el 0,2% ha estado implicado por abusos en cincuenta años.
Además han existido denuncias falsas. Un caso importante en el país del Norte fue el del arzobispo de Chicago, Cardenal Bernardin, quien probó su inocencia.

VIII.-
Lo expresado no pretende amenguar ni mucho menos justificar la gravísima responsabilidad de los autores de estos hechos horrendos. El Papa Benedicto XVI ha tomado el toro por las astas enfrentando los escándalos. Incluso cuando era Cardenal trató de aplicar la política de tolerancia 0. Ha pedido perdón. Se ha humillado por pecados que no son suyos. No ha dudado en enfrentarse con poderosos intereses, como en el penoso caso de Marcial Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo. Tampoco ha dudado en conversar con las víctimas, darles su apoyo y rezar junto a ellas (Ratzinger in lacrime responde alle vittime “Non so perché è successo”, Corriere della Sera, 19/4/2010).

Asimismo, el Papa no ha vacilado en denunciarlos, echando por tierra el argumento tan traído durante los últimos años, según el cual los escándalos dentro de la Iglesia debían taparse siguiendo el ejemplo de los hijos de Noé, que cubrieron la desnudez de su padre con un manto. Por el contrario, Benedicto XVI acaba de sacudir al mundo al decir que “los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, de una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye la justicia.” (12/5/2010, Declaraciones a los periodistas durante el vuelo Roma-Lisboa).

En la Argentina los escándalos sexuales llegaron al orden episcopal, con la pedofilia de Mons. Storni y la sodomía de Mons. Maccarone. La reacción de la Santa Sede fue inmediata al comprobarse los casos.
No así entre nosotros. Mons. Maccarone continúa siendo profesor emérito de una universidad pontificia, y en el ámbito hebraico, el rabino Marshall Meyer, ex integrante de la CONADEP, continúa siendo homenajeado, a pesar de “practicar la pederastia con los jóvenes bajo su guarda en la comunidad Bet-El”, según acusación de Nissim Elnecave, director de la revista “La Luz”, confirmada por la sentencia del juez Eduardo Malbrán, quien en el fallo escribió que Meyer “con su obrar ha mancillado los honores de su cargo religioso, ha defraudado a la legión de sus admiradores, ha proferido una ofensa a todos quienes por motivo de sus tareas tienen a su cargo la enseñanza, el acercamiento sano y la comunicación con las generaciones adolescentes”.

IX.-
Una reflexión para terminar. La inmensa mayoría de los sacerdotes y religiosos cumplen con su deber, a veces en circunstancias muy difíciles; afrontan la persecución, el odio, el desprecio, la pobreza, la miseria, pero lo hacen en silencio, sin ruido; por eso no son noticia. Nosotros, que no somos santos sino pecadores, los acompañamos y acompañamos al Papa en esta humillación, con la esperanza que se haga luz en todo este asunto, que se eviten, en la medida de lo posible, los crímenes en el futuro y que si suceden, nunca se oculten, aplicando la justicia y la misericordia, como lo ha hecho Benedicto XVI, exhortando a los culpables al arrepentimiento y a la penitencia, pero a la vez, a confiar en el perdón de Dios y en el valor de la oración.

Buenos Aires, mayo 18 de 2010.

Presidente: Bernardino Montejano
Secretario: Orlando Gallo