“la mujer más valiente de México” huyó a EE.UU.
Por Augusto Assía
Un día, a mediados de octubre, todos los periódicos se pusieron de acuerdo para contar la historia de Marisol Valles. Una historia titulada “la mujer más valiente de México”. No era para menos. Con veinte años y un bebé recién nacido, como si fuera una película del lejano Oeste, Marisol había dado un paso al frente y había aceptado el puesto que ningún hombre quería al convertirse en jefa de policía del polvoriento Práxedis, un miserable pueblo a 75 kilómetros de Ciudad Juárez, una de las zonas más violentas del mundo.
La revista New Yorker , The Washington Post , The New York Times o el propio Clarín hicieron largos reportajes sobre ella.
Televisiones y radios de Colombia, Francia o Japón se acercaron hasta el pueblo atraídos por la historia de la joven mamá que decidió plantar cara al miedo y al ‘narco’, protegida sólo por unas coquetas gafas de pasta y unas barrocas uñas rosa. Los últimos hombres que habían ejercido el cargo habían sido ejecutados o habían dimitido un minuto antes de que llegaran los sicarios.
Poco después se unieron a ella dos amas de casa, Verónica Ríos y Olga Herrera, que dejaron a todos con la boca abierta al aceptar un puesto similar como jefas de policía en dos municipios vecinos. Ambas vieron a Marisol en televisión y dijeron “si una chiquilla de 20 años puede hacerlo, por qué yo no” explicó Olga a este diario hace ya un tiempo.
De la mano de Marisol, la historia de “una flor en el fango”, como llegó a escribir un columnista, iba camino de convertirse en un ramo. El Valle de Juárez, epicentro de la sangrienta guerra entre cárteles de la droga que vive este país, empezaba a florecer y muchos hablaron de “esperanza”.
A todos los medios llamó la atención no sólo la historia de Marisol si no la de un movimiento silencioso y femenino que, ridiculizando el machismo atávico de la región, se extendía por el Valle gritando simplemente: “¡Basta!”.
Parecía que las cosas empezarían a cambiar en el Valle de la muerte hasta que esta semana a la “esperanza” se la zampó la realidad y la mujer “más valiente de México” cruzó la frontera: se largó a Estados Unidos y hasta pidió asilo político en ese país.
Marisol Valles lleva una semana sin aparecer por la comisaría de Práxedis . Cientos de muertos a su alrededor y las amenazas recibidas en su teléfono son los motivos para salir corriendo con su hijo sin avisar a nadie.
El fiscal del estado de Chihuahua, Jorge González, confirmó que la joven “recibió una amenaza y eso justificó que se retirara a Estados Unidos junto a toda su familia”. Según el alcalde del pueblo, si el lunes no se presenta a trabajar su plaza quedará vacante. Todo una ironía para un puesto que no quiere nadie.
Marisol aguantó poco más de cuatro meses en el cargo. Su tarea la realizaba en una oficina con manchas de humedad, una silla a la que se le sale el relleno y tres balazos en la puerta. Desde ahí cada día, visitaba a los vecinos, redactaba sus problemas y se los pasaba al edil para que actuara. Pero lo hacía sin armas ni presupuesto. Durante todos estos meses Marisol también se ocupó de conceder decenas de entrevistas en las que siempre le preguntaban lo mismo: “¿y no tienes miedo?”.
La prensa se ocupaba de recordar una y otra vez que han sido asesinados decenas de alcaldes y activistas de Derechos Humanos; que los ataques son continuos en la zona y que de los 18 policías que había en Práxedis, la mitad fue asesinado.
Y ella, con su sonrisa casi adolescente, repetía siempre lo mismo: “Claro que tengo miedo, todos tenemos miedo ahorita pero mi trabajo es diferente y está enfocado en lo social”.
Marisol entonces añadía un latiguillo: “Necesitamos que el miedo no nos venza. Me arriesgo porque quiero que mi hijo viva en un pueblo y un ambiente diferente a lo que hoy tenemos”. Esa fue la respuesta que le dio a Clarín cuando la entrevistó en la oficina de los tiros en la puerta en noviembre de 2010.
Cuatro meses después, y con casi 400 muertos en los últimos sesenta días, ya no es “la más valiente de México” pero al menos su hijo tiene esperanza....en Estados Unidos.
Clarín, 6-3-11
Por Augusto Assía
Un día, a mediados de octubre, todos los periódicos se pusieron de acuerdo para contar la historia de Marisol Valles. Una historia titulada “la mujer más valiente de México”. No era para menos. Con veinte años y un bebé recién nacido, como si fuera una película del lejano Oeste, Marisol había dado un paso al frente y había aceptado el puesto que ningún hombre quería al convertirse en jefa de policía del polvoriento Práxedis, un miserable pueblo a 75 kilómetros de Ciudad Juárez, una de las zonas más violentas del mundo.
La revista New Yorker , The Washington Post , The New York Times o el propio Clarín hicieron largos reportajes sobre ella.
Televisiones y radios de Colombia, Francia o Japón se acercaron hasta el pueblo atraídos por la historia de la joven mamá que decidió plantar cara al miedo y al ‘narco’, protegida sólo por unas coquetas gafas de pasta y unas barrocas uñas rosa. Los últimos hombres que habían ejercido el cargo habían sido ejecutados o habían dimitido un minuto antes de que llegaran los sicarios.
Poco después se unieron a ella dos amas de casa, Verónica Ríos y Olga Herrera, que dejaron a todos con la boca abierta al aceptar un puesto similar como jefas de policía en dos municipios vecinos. Ambas vieron a Marisol en televisión y dijeron “si una chiquilla de 20 años puede hacerlo, por qué yo no” explicó Olga a este diario hace ya un tiempo.
De la mano de Marisol, la historia de “una flor en el fango”, como llegó a escribir un columnista, iba camino de convertirse en un ramo. El Valle de Juárez, epicentro de la sangrienta guerra entre cárteles de la droga que vive este país, empezaba a florecer y muchos hablaron de “esperanza”.
A todos los medios llamó la atención no sólo la historia de Marisol si no la de un movimiento silencioso y femenino que, ridiculizando el machismo atávico de la región, se extendía por el Valle gritando simplemente: “¡Basta!”.
Parecía que las cosas empezarían a cambiar en el Valle de la muerte hasta que esta semana a la “esperanza” se la zampó la realidad y la mujer “más valiente de México” cruzó la frontera: se largó a Estados Unidos y hasta pidió asilo político en ese país.
Marisol Valles lleva una semana sin aparecer por la comisaría de Práxedis . Cientos de muertos a su alrededor y las amenazas recibidas en su teléfono son los motivos para salir corriendo con su hijo sin avisar a nadie.
El fiscal del estado de Chihuahua, Jorge González, confirmó que la joven “recibió una amenaza y eso justificó que se retirara a Estados Unidos junto a toda su familia”. Según el alcalde del pueblo, si el lunes no se presenta a trabajar su plaza quedará vacante. Todo una ironía para un puesto que no quiere nadie.
Marisol aguantó poco más de cuatro meses en el cargo. Su tarea la realizaba en una oficina con manchas de humedad, una silla a la que se le sale el relleno y tres balazos en la puerta. Desde ahí cada día, visitaba a los vecinos, redactaba sus problemas y se los pasaba al edil para que actuara. Pero lo hacía sin armas ni presupuesto. Durante todos estos meses Marisol también se ocupó de conceder decenas de entrevistas en las que siempre le preguntaban lo mismo: “¿y no tienes miedo?”.
La prensa se ocupaba de recordar una y otra vez que han sido asesinados decenas de alcaldes y activistas de Derechos Humanos; que los ataques son continuos en la zona y que de los 18 policías que había en Práxedis, la mitad fue asesinado.
Y ella, con su sonrisa casi adolescente, repetía siempre lo mismo: “Claro que tengo miedo, todos tenemos miedo ahorita pero mi trabajo es diferente y está enfocado en lo social”.
Marisol entonces añadía un latiguillo: “Necesitamos que el miedo no nos venza. Me arriesgo porque quiero que mi hijo viva en un pueblo y un ambiente diferente a lo que hoy tenemos”. Esa fue la respuesta que le dio a Clarín cuando la entrevistó en la oficina de los tiros en la puerta en noviembre de 2010.
Cuatro meses después, y con casi 400 muertos en los últimos sesenta días, ya no es “la más valiente de México” pero al menos su hijo tiene esperanza....en Estados Unidos.
Clarín, 6-3-11