Por el Lic. Carlos Pacha
Los cuatros acontecimientos más importantes de su vida transcurrieron en el mes de marzo, de allí el título metafórico de esta nota. Paradigmático gobernante de nuestro país, nadie tan polemizado y estigmatizado como él.
Nació el 30 de marzo de 1793; se casó un 16 de marzo (1813). Asumió su 2º gobierno de Buenos Aires el 7 de marzo de 1835 (que fue el más importante ya que fue reelecto y prosiguió por 17 años consecutivos en el poder; falleció un 14 de marzo (1877). O sea, los cuatros acontecimientos más importantes de su vida transcurrieron en el mes de marzo, de allí el título metafórico de esta nota.
Paradigmático gobernante de nuestro país, nadie tan polemizado y estigmatizado como él. Prácticamente dividió en dos la enseñanza de nuestra historia. A la caída de su gobierno, sus vencedores intentaron borrarlo de la historia como si nunca hubiera existido, extravagante artilugio que un siglo después se repetiría con Perón con la diferencia que en este último caso se hizo por decreto ley Nº 4161 (5 de junio de 1956).
Lo que elogiaron:
a) La acendrada defensa de la soberanía nacional, no sólo la territorial sino también la económica aplicando el proteccionismo a través de la Ley de Aduanas de 1835. Valga como gesta emblemática el Combate de la Vuelta de Obligado en el contexto de la guerra del Paraná en donde se enfrentó a las principales potencias de la época –Francia e Inglaterra y Brasil- acción que fue reconocida por el Libertador General San Martín quien le legó su sable corvo.
b) Derogó las famosas reformas rivadavianas que tanto daño provocaron al país. Creó la Casa de la Moneda, se preocupó por la educación; impuso el orden alejando el fantasma de la anarquía. Alejó el peligro de las tribus salvajes que asolaban nuestro sur con su Campaña al Desierto que no fue de exterminio como la de Roca sino que promovió alianzas con caciques amigos y combatió a los irreductibles.
c) Realizó una administración de gobierno impecable cuestión demostrada en el hecho que se usaron epítetos de todo calibre para denostarlo pero nadie pudo acusarlo de ladrón ya que no se apropio de un céntimo del erario público. Creó la carrera de Contador público.
d) La defensa de la fe católica y su religión, restableció las relaciones con la Santa Sede que estaban suspendidas desde 1810.
Lo que le criticaron:
Las sangrientas represiones ejecutadas por sus seguidores aunque justo es decir que la crueldad era moneda corriente en la época: quien perdía una batalla lo perdía todo, incluso la vida. Se fusilaba o degollaba en masa a los vencidos en ambos bandos. La ferocidad que cundía en las luchas civiles del siglo XIX, no eran privativas de Rosas, muchos otros caudillos, tanto unitarios como federales emplearon similar método: José M. Paz; Urquiza; Paunero; Barcalá; Lamadrid, etc.
Se lo acusó del asesinato de Quiroga, vil trama infundada pergeñada por unitarios. No tenía sentido, Rosas había cobijado a Quiroga en Buenos Aires luego de las derrotas de La Tablada y Oncativo.
El fusilamiento de Camila y el cura, medida exigida por Sarmiento, por exiliados y hasta por el propio padre de la Rea.
La demora en sancionar la Constitución con la teoría que primero se necesitaba unificar el país. El tiempo pareció darle la razón ya que en el alumbramiento de la misma, Buenos Aires dividió el territorio nacional segregándose del resto de la Confederación.
El refugiarse en Inglaterra a la que tanto había combatido. La explicación posible es que era el único país que podía ofrecer garantías de vida, no olvidemos que hasta San Martín estuvo a punto de abandonar el exilio francés para trasladarse a Inglaterra ya que aquella dejó de ofrecer seguridad por las convulsiones sociales de la década del 40.
No murió en combate como muchos otros que prefirieron el exilio, quienes murieron con las armas en la mano en la mayoría de los casos no habían elegido ese destino, simplemente, la fatalidad los alcanzó. Hay que reconocer que el lugar elegido favoreció los intereses británicos ya que en su territorio lo neutralizaron totalmente, de haberlo matado lo hubieran convertido en un mártir.
Pero todo lo que se pueda argumentar en contra de Rosas queda opacado por la defección de Urquiza quien no trepidó en aliarse a extranjeros para saciar su codicia. Caseros fue una victoria brasileña y debió llamarse Morón que fue el lugar en que se enfrentaron los jefes. Se llamó Caseros en homenaje a los brasileños que combatieron en ese lugar ya que la artillería acantonada en el palomar de Caseros al mando de Martiniano Chilavert, bombardeaba al grueso del ejército brasileño. Si hasta esperaron 17 días para realizar el desfile de la victoria el día 20 de febrero para tomarse desquite de la batalla de Ituzaingó.
En Caseros Urquiza pronunció la nefasta frase “Ni vencedores ni vencidos” falaz mendacidad que caería en letra muerta, tal como aconteció un siglo después a la caída de Perón.
Rosas fue el prócer argentino de más compleja psicología y de más intensa ejecutoria. Apreciarlo por aspectos parciales de su acción de gobierno o condenarlo por detalles circunstanciales o episódicos, es desintegrar la historia.
Las generaciones que le sucedieron carecieron de aptitud para juzgarlo no sólo por la falta de esa perspectiva que da el tiempo, sino también porque no pudieron percibir, de inmediato, la gravitación de su política, profundamente americanista, reservaba el futuro de la América española y de la Argentina en particular.
El gran timador de la llamada “Historia Oficial” fue Vicente Fidel López y luego Bartolomé Mitre sin olvidar la maniquea “Civilización y Barbarie” de Sarmiento.
Afortunadamente y gracias a Adolfo Saldías, quien accedió a los documentos de gobierno de Rosas, facilitados por Manuelita. Se pudo reconstruir su memoria y esto dio nacimiento a la corriente revisionista en la cual militaron eximios historiadores como Ernesto Quesada; Carlos Ibarguren; Manuel Gálvez; Julio Irazusta; Vicente Sierra; Ernesto Palacio; José María Rosa y muchos otros.
Hasta obtuvo el reconocimiento de Alberdi que lo había combatido y a su regreso del exilio cambió de parecer y hasta acuño esa famosa frase de “Mientras levantamos altares a la memoria de San Martín, su sable descansa en Southampton sobre el féretro de Rosas”. Este giro ideológico está retratado por Juan Pablo Oliver en su obra “El verdadero Alberdi”.
Hoy todo es fruto del pasado, carece de sentido debatirlos con revanchismo, toleremos todas las posiciones, porque además hoy sus restos descansan en nuestra patria, en el cementerio de la Recoleta, panteón de la familia Ortiz de Rozas, su verdadero apellido.
Lic. Carlos Pachá
Presidente
Fundación Historia y Patria
politicaydesarrollo , 14-03-2011