miércoles, 29 de agosto de 2012

EL SISTEMA REPUBLICANO, EN RIEGO




El problema no es una eventual reelección de Cristina Fernández en las elecciones presidenciales de 2015, sino que la reforma constitucional que se requiere para hacerla posible implique un cambio de fondo de nuestro sistema político-institucional.
Esa alteración podría significar el abandono de los principios liberales y republicanos que inspiran la Constitución de 1853 –modificada en algunos aspectos instrumentales con la reforma de 1994– y la instauración de un régimen presidencialista hegemónico y autoritario, con una democracia plebiscitaria a perpetuidad.
Es decir, habría una clara tendencia al partido único y a la ocupación de todo el poder por ese partido, con escaso lugar para las otras expresiones políticas. No hace falta subrayar que, en ese contexto, la libertad de prensa sería restringida o nula, tampoco se favorecería el pluralismo ideológico y sería cada vez más difícil la alternancia de diferentes partidos en el gobierno.

Lo lamentable es que el modelo tomado por los reeleccionistas argentinos sea el de Hugo Chávez en Venezuela, un país que alguna vez fue una democracia ejemplar, cuando la mayor parte del mapa de América latina estaba ocupado por dictaduras. Basta recordar que muchos exiliados argentinos fueron acogidos con generosidad por gobiernos democráticos venezolanos.
Por ese motivo, la adopción del modelo populista y autoritario del chavismo bolivariano significaría para nuestro país un retroceso histórico inaceptable, una abdicación de nuestros principios fundamentales y fundacionales. Esta es la cuestión de fondo que debe ser tenida en cuenta en un debate sobre la reelección; aunque, si nos ponemos serios, lo mejor sería que no hubiera ningún debate y que se respetara la Constitución desde el primero al último artículo.

Como reacción a esta tentativa oficial, está cobrando fuerza la conformación de un frente antirreeleccionista, integrado por todo el arco de partidos opositores, grandes sindicatos y entidades empresariales. “Es una irresponsabilidad total hablar de 2015 cuando hay tantos problemas”, dijo Hugo Moyano, líder de una de las dos CGT.
Otra opinión pertinente es la del jurista y legislador Ricardo Gil Lavedra, quien puntualizó que si el kirchnerismo estuviera interesado en adoptar un sistema parlamentarista, habría recurrido a algunos mecanismos semipresidencialistas que contempla nuestra Constitución tras la reforma de 1994, entre ellos, la posibilidad de que la Presidenta delegue facultades en el jefe de Gabinete. Sin alcanzar este el rango de un primer ministro, desempeña funciones parecidas, pero, hoy, ese funcionario “ni siquiera tiene atribuciones para convocar a una reunión de gabinete”.
Cada vez resulta más evidente que al kirchnerismo duro le interesa sólo tener todo el poder y ejercerlo sin límites, sin controles, sin oposición, sin pluralismo y sin una prensa libre.

La Voz del Interior, Editorial, 29-8-12