martes, 28 de agosto de 2012

EN QUÉ SE PARECEN JULIAN ASSANGE Y CRISANTO




 Diego García Montaño*

El caso de Julian Assange tiene todos los condimentos necesarios para convertirse en poco tiempo en un gran éxito literario o cinematográfico.
Resumida, la historia es así: un australiano de 41 años, residente en Gran Bretaña, fue requerido penalmente por Suecia, ya que los escandinavos tenían y tienen fuertes sospechas de que Assange es responsable de haber cometido al menos dos delitos de índole sexual.
Sin embargo, no se puede proceder contra él, por el momento, dado que el gobierno de Ecuador decidió otorgarle asilo diplomático en su Embajada en Londres. Y las embajadas son inviolables.

Estados Unidos, por su parte, mira de reojo cómo se desenvuelven los acontecimientos y cuál será la suerte de uno de los mentores de WikiLeaks, donde hay publicaciones anónimas de informes y documentos secretos, que incluyeron, entre otros, la revelación de ciertas actividades de Estados Unidos en el exterior.
Un hombre en pugna. El presidente ecuatoriano Rafael Correa argumenta que decidió conceder el asilo diplomático a Assange dado que el periodista no contaría con todas las garantías del debido proceso en Suecia y, eventualmente, podría ser extraditado a los Estados Unidos, con riesgo incluso de ser condenado a la pena de muerte. Suecia negó tal posibilidad.
Gran Bretaña respondió que no otorgará a Assange el salvoconducto, instrumento necesario para que el asilado pueda abandonar la Embajada de Ecuador en Londres.

Los británicos han puesto sobre el tapete, además, una ley interna de 1987, por la que se les permitiría, en caso extremo, tomar la sede de la embajada por asalto.
A nuestro modo de ver, esta hipótesis no parece muy practicable, más allá de que existe y esté en vigor esta normativa inglesa que legitimaría tales procedimientos.
Una acción de tal envergadura podría provocar situaciones análogas contra las embajadas de Gran Bretaña en todo el mundo. Y los británicos son, ante todo, pragmáticos.
Lo que no se ha dicho con suficiente énfasis es que Assange entró a la legación ecuatoriana en Londres el 19 de junio pasado, rompiendo con las condiciones impuestas sobre su libertad personal, las que lo obligaban a residir en Norfolk, al este de Inglaterra, y a someterse a un control diario de revisión.
Assange no cumplió con la palabra empeñada ante las autoridades británicas.

La figura del asilado.
El asilo, ya sea el territorial o el diplomático, es la protección que un Estado ofrece a personas que no son nacionales suyos, cuya vida o libertad están en peligro por actos, amenazas o persecuciones de las autoridades de otro Estado, o incluso por personas o multitudes que hayan escapado al control de dichas autoridades. El asilo es una gracia que otorga un Estado y no un derecho del individuo.
En el caso que nos ocupa, Gran Bretaña no reconoce el asilo diplomático, ya que se trata de un instituto de raigambre americana y, por lo tanto, no receptado en las leyes inglesas.
Para agregar más incertidumbre, la Corte Internacional de Justicia, en el histórico fallo “Haya de la Torre”, afirmó que no se puede dar por probado que exista una costumbre, ni siquiera regional, en relación con el asilo diplomático. Por lo tanto, no puede esgrimirse que exista una práctica constante y uniforme, que deba ser aceptada por los estados como derecho internacional.
La Convención de Caracas de 1954, sobre Asilo Diplomático, ha sido ratificada sólo por un 40 por ciento de los estados americanos. Estados Unidos no la ratificó.

Baltasar Garzón, uno de los defensores de Assange, habla de “victoria histórica” cuando se refiere al asilo del divulgador australiano.
Uno de los argumentos del ex juez español es que en Suecia no estarían dadas todas las garantías para llevar adelante un proceso penal efectivo.
En la década de 1970, Suecia era considerada una de las mejores opciones para el refugio de los combatientes guerrilleros y perseguidos políticos. ¿Por qué ahora cambia de opinión el letrado Garzón?
Los abogados de Assange deberán probar también que se trata de un perseguido político y no de un reo común, ya que en este último caso el asilo no procede.

La estrategia de la defensa, como es obvio, es tratar de mezclar y relacionar los dos tipos de escándalos, los informáticos y los sexuales, para dar legitimidad al asilo.
Resulta paradójico que el presidente Correa, para justificar la medida adoptada, haya dicho que Assange es un perseguido al que se le impide su derecho a la libertad de expresión.
Sería bueno que el presidente ecuatoriano recordara que el 21 de junio de este año, el relator de la ONU para la Libertad de Expresión informó, precisamente, que en ese país se censuraba a la prensa.
Como hemos visto, se trata de un tema político y judicial; por lo tanto, la resolución definitiva del caso tendrá un poco de cada cosa.
Coincidencia. Para finalizar, es interesante exponer un caso reciente menos difundido que presenta ciertas similitudes con el de Assange.

Franklin Fernando Quevedo Conde, alias “Crisanto”, de “profesión” parapsicólogo o manosanta, ecuatoriano de 45 años, revolucionario bolivariano que trabaja para el gobierno del presidente Correa, fue requerido por la Justicia de nuestra provincia de Córdoba a la Justicia de Ecuador, donde reside.
Se lo acusa de haber cometido reiterados abusos sexuales en perjuicio de menores de edad, entre junio de 2010 y mayo de 2011, en la localidad de San Pedro, en el norte de la provincia de Córdoba. Previamente ya había cumplido una condena por someter a varias mujeres adultas.
Antes de que la policía argentina intentara detenerlo, “Crisanto” pudo huir hacia su ciudad natal, en Ecuador.
La respuesta a la solicitud de extradición de la Justicia argentina fue la liberación de Quevedo Conde, ya que no se hizo lugar al pedido formulado por las autoridades argentinas.
Tanto a Assange como al parapsicólogo se los acusa de haber cometido delitos de índole sexual. El primero obtuvo el asilo diplomático; el segundo, un refugio territorial. La coincidencia habla por sí sola.

Profesor por concurso de Derecho Internacional Público en la UNC
diegogmont@yahoo.com.ar

La Voz del Interior, 28-8-12