TRIUNFO DE LA IDONEIDAD
La Nación, editorial, 16 de junio de 2018
Acaba de producirse el nombramiento de Ignacio
Rodríguez Varela como juez de la Cámara de Apelaciones en lo Penal. La noticia
podrá parecer intrascendente para quienes no conozcan los antecedentes de este
caso, al que uno de nuestros lectores calificó, con razón, de "reparación
histórica".
La primera vez que nos referimos a la larga
persecución ideológica sufrida por Rodríguez Varela por la mera portación de
apellido -su padre fue ministro de Justicia durante el gobierno militar- fue en
2013. En un editorial titulado "Discriminado por portación de
apellido", denunciábamos que había sido ternado nueve veces, y clasificado
en el primer puesto en seis de esas ternas. Pero nunca fue nombrado. Peor aún,
también advertimos ese año sobre la arbitraria disolución de la Secretaría de
Investigaciones Penales (SIPE), dirigida por Rodríguez Varela, y la forzada
diáspora de su equipo de investigadores, reos todos para la exprocuradora
general Alejandra Gils Carbó del crimen de investigar la "ruta del dinero
K".
En 2015, volvimos sobre el tema, que ya en ese
entonces resultaba escandaloso, pues el funcionario se había presentado en
todos los concursos de fiscales o jueces, nacionales y federales, y había
alcanzado el primer puesto en la mayoría de ellos. Indefectiblemente otros eran
los nombrados. Recurrió a la Justicia, donde una sentencia reconoció que fue
proscripto, pero no podía anularse el último concurso objetado. Finalmente, en
2016 denunciamos nuevamente esta proscripción, extendida al tiempo del cambio
de gobierno a 35 ternas en todos los fueros e instancias penales, y reclamamos
que se respetara el principio de idoneidad.
Para eliminar la grieta y sanar la profunda herida
abierta entre los argentinos, es necesario reparar este tipo de proscripciones
por filiación o venganza, que ignoran las disposiciones constitucionales sobre
la igualdad de los ciudadanos para acceder a los cargos públicos. ¿De qué
sirven los concursos si el dedo ideologizado, partidista o revanchista decide
por sobre el mérito?
En el fondo de la cuestión subyace también una
concepción peyorativa de la Justicia, que ha conducido a la lamentable
situación actual. Se razona así: no debe ser juez el mejor candidato, sino el
que me responda política o ideológicamente. No interesa tener una Justicia de
calidad, sino una Justicia adicta, obediente, sumisa, capaz de
"cajonear", postergar, y desde luego, nunca cuestionar al gobierno
que la nombró.
Mientras los concursos no sean serios, no habrá
posibilidad de que lleguen los mejores. La Justicia continuará así con su mala
imagen.
A pesar del resentido voto negativo con el que
Cristina Kirchner y sus senadores se opusieron al acuerdo, sin mediar
fundamentos ni impugnaciones, confesando así la proscripción, el nombramiento
de Rodríguez Varela no solo repara una gravísima y prolongada injusticia, sino
que augura una esperanza respecto de futuras designaciones judiciales.