Recuerda la Conferencia episcopal mexicana
(InfoCatólica),
25-6-18
El próximo
domingo, 1º de julio, tendrá lugar las elecciones federales mexicanas, el
denominado Proceso Electoral Federal 2017-2018, que permitirá elegir al
Presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados federales.
En un comunicado publicado el domingo 24 de junio, la
Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) señaló el deber de participar «en
este importante ejercicio de responsabilidad cívica: jóvenes y adultos, mujeres
y hombres, habitantes de zonas urbanas y rurales».
Aunque en México el voto es obligatorio, en la
práctica la abstención no se sanciona. En el documento no hay orientaciones al
contenido de los programas políticos de los candidatos y se limitan a alentar a
los fieles a ejercer su derecho «para votar en consciencia, por el partido o el
candidato de nuestra preferencia que mejor represente el máximo bien posible».
La CEM hace una llamada al civismo en la jornada
después de una agria campaña. Varios puntos del comunicado se refieren a la
tensión generada:
El actual proceso electoral ha generado polarización y
encono no sólo entre los candidatos sino entre algunos de sus seguidores que en
muchas ocasiones parecieran privilegiar más la pasión que la razón, más la
descalificación que el argumento, más el deseo de destruir al adversario que la
construcción de puentes de cara a un México reconciliado.
Existe un gran dolor acumulado por las muertes
violentas de muchos ciudadanos en los últimos años y aún de muchos candidatos
en este proceso electoral. Estemos conscientes que no hay lágrimas estériles y
que todas ellas son una silenciosa oración por la justicia y la paz que nuestro
pueblo hoy tanto reclama.
«Estemos conscientes que no hay lágrimas estériles y
que todas ellas son una silenciosa oración por la justicia y la paz que nuestro
pueblo hoy tanto reclama».
Los obispos destacaron también que tras las elecciones
«es preciso tener en cuenta el futuro, el seguimiento imprescindible por parte
de todos, de la actuación de los funcionarios electos, y el necesario trabajo
de reconstrucción del tejido social que hoy se encuentra lastimado por graves y
diversas causas».
Los obispos destacaron que «las fuerzas meramente
humanas nunca alcanzan para volver a reunir los corazones, para reconciliar a
las familias, para hacer concordia entre los pueblos».
«Por eso, el Señor de la Historia en su providencia,
nos ha regalado la presencia constante de Santa María de Guadalupe».
La CEM alentó a los fieles a orar «como hermanos,
dirigiéndonos a nuestra Madre, por nuestros futuros gobernantes para que
siempre velen por la dignidad de la vida desde la concepción y hasta la muerte
natural, por los matrimonios y las familias, y por la vigencia de la más amplia
libertad religiosa para nuestro pueblo».
«Que la Virgen de Guadalupe interceda por todos, en
especial por las nuevas generaciones, en este momento trascendental para el
presente y el futuro de nuestra nación»