para las energías renovables
Msia Informa, 3
de abril de 2018
La realidad de las pseudosoluciones propuestas para
hacer frente al problema de la supuesta influencia de los combustibles fósiles
en la dinámica climática mundial se infiltra lentamente entra las grietas de la
estructura de intereses creada para explotarlas. Resulta irónico que la novedad
más reciente provenga del Reino Unido, uno de los principales polos de difusión
del ambientalismo y del catastrofismo climático, por iniciativa de su propio
gobierno.
El Departamento de Negocios, Energía y Estrategia
Industrial (BEIS, por sus siglas en inglés) encargó en julio de 2017 al
economista Dieter Helms, especialista en energía de la Universidad de Oxford,
un estudio para revisar los costos del abastecimiento de energía del país. El
estudio se publicó en octubre y demostró, entre otras cosas, que el objetivo de
la suspensión de emisiones de carbono impuesto por la Ley de Cambios Climáticos
de 2008 se podría haber obtenido por una fracción de las más de 100 mil
millones de libras esterlinas despilfarradas hasta entonces, culpables del alza
de 20 por ciento de los costos de energía. El blanco principal de las críticas
fue la selección de técnicas generadoras “inmaduras,” como las fuentes eólicas
y solares, las sustitutas primordiales del carbón, lo cual se hizo con fuertes
subsidios y reajustes de precios constantes. No causa sorpresa que el informe
fuera ignorado virtualmente por el gobierno, el Parlamento y por la prensa,
siempre tan atenta a las cuestiones ambientales y energéticas.
En un estudio sobre el documento, publicado por Global
Warming Policy Foundation (GWPF), una activa organización crítica del alarmismo
climático, Peter Lilley, ex ministro de Comercio e Industria, destacó de forma
contundente las conclusiones del estudio del profesor Helms, con duras criticas
a lo que llamó el “complejo industrial-climático”
De acuerdo a él:
“Nosotros estamos seguros que las fuentes eólicas y
solares son competitivas respecto a los combustibles fósiles, o que lo serán em
breve, pero que acabar con los subsidios que se les otorgan sería desastroso.
La industria de las energías renovables afirmó recientemente que las propuestas
vencedoras de las dos haciendas eólicas marinas planeadas prueban que los
costos se redujeron de forma espectacular. Lo cierto es que la reducción de los
precios se debe al establecimiento de precios por el gobierno, que dejó de
referirse a cada fuente renovable, para usar, en su lugar, subastas. (…) Nadie
identificó un súbito avance en la técnica de los generadores de electricidad
eólica que haya reducido los costos a la mitad desde 2015. Helms recomienda las
subastas para desalentar los intereses constituidos (…)”.
“Además, cuanta más capacidad (de generación)
intermitente instalemos, mayor será el costo de la capacidad “firme” de reserva
necesaria para cuando el viento no esté soplando o no brille el Sol. Al lobby
de las energías renovables le gusta ignorar esos costos adicionales cuando
afirma que estas fuentes de energía ya alcanzaron la “paridad de base” (“grid
parity”, en el original). Helms propone lidiar con esto exigiendo que las
fuentes de energía renovables compitan en una “base equivalente con la energía
firme” en otras palabras, deben contratar una empresa generadora o trasmisora
capaz de proporcionar electricidad cuando no haya viento o Sol.
“En resumen, se planta de cara con todos los intereses
constituidos -no solo comerciales, sino burocráticos, políticos y académicos-
que están involucrados en el actual mecanismo de subsidios e intervenciones.
Sus propuestas erosionarían sus ingresos, revolverían sus papeles y destruirían
su credibilidad. No sorprende que hayan maldecido su estudio con una
apreciación pálida, antes de consagrarlo al olvido (Peter Lilley, “The Helms
Review and the climate-industrial complex.” GWPF, 2018)”.
Lilley se refirió a la célebre advertencia hecha por
el presidente estadounidense Dwight Eisenhower (1953-1961) en su discurso de
despedida, sobre la emergencia de un “complejo industrial-militar,” al afirmar
que “la perspectiva de dominación de los académicos de la nación sobre el
empleo federal, adjudicación de proyectos y el poder del dinero siempre está
presente y se debe considerar con gravedad.”
Según, él, “en el Reino Unido estamos viendo la
aparición de un poderoso ‘complejo industrial-climático.”
Y, a pesar de ser favorable a la tesis de la
influencia humana en el clima, afirma:
“Además de esto, si el complejo industrial-climático
puede mostrar una desconsideración tan grande con las verdades económicas
elementales, hay un peligro de que pueda ser igualmente descuidado al exagerar
los peligros de la ciencia del calentamiento global (cuya verdad elemental,
como científico, acepto enteramente). La mayoría de los científicos permanece
escrupulosamente objetiva en su trabajo. Pero ellos saben que hay más en juego
en sus carreras que cuestionar argumentos exagerados que otros puedan hacer
sobre la escala, sobre la rapidez o sobre los efectos del calentamiento mundial.
Los argumentos alarmistas, pues, permanecen sin cuestionamiento, mientras que
las pruebas de que nosotros podríamos adaptarnos al calentamiento global, -en
lugar de tratar de evitarlo-, son desautorizadas.
A pesar no descalificar en su totalidad el alarmismo
climático, tanto el estudio del Helms como el comentario del ex ministro Lilley
son pasos importantes en esa dirección. ¿Quién sabe? Quizá podamos ver un
Brexit de las energías “renovables.”