viernes, 23 de julio de 2010

CROMAGNON

Actitud contraproducente

EL 30 de diciembre próximo se cumplirán seis años de la tragedia de Cromagnon, el incendio en que perecieron 194 personas cuya única intención era presenciar un recital de rock. Ríos de tinta han sido consumidos para informar, analizar y juzgar un episodio que colmó de pena a todo el país, pero cuya propia significación no admite el injustificado empeño de los deudos de esas víctimas en mantener cerrada al tránsito Bartolomé Mitre, la calle en la cual se encontraba ese local.

Cuando se produjo la catástrofe, los apesadumbrados familiares cortaron, a modo de homenaje y reclamo de justicia, aquella transitada arteria que, téngase en cuenta, enlaza el oeste de la ciudad con la zona céntrica. Una suerte de verja da sustento a fotografías, prendas de vestir y cartelones que se hacen eco de aquel luctuoso episodio.

Así y todo, la persistencia del improvisado monumento representa, mal que pese, una grave molestia para los medios de transporte y los vecinos de esa porción del barrio de Balvanera. Más de una veintena de líneas de colectivos deben hacer un rodeo de cinco o más cuadras para superar esa barrera y, lo peor, suman su presencia a la de las que circulan por Hipólito Yrigoyen: los atascamientos son, pues, monumentales durante casi todo el transcurso de los días laborables.

No parece ser cierto, tampoco, que los vecinos estén de acuerdo con la subsistencia del improvisado monumento. Este diario ha recogido numerosos testimonios que, aun interpretando y comprendiendo el pesar de los familiares de las víctimas de Cromagnon, preferirían que la calle fuese liberada y tornase a la normalidad que perdió hace casi seis años.

De hecho, el gobierno local ha ofrecido construir un monumento en ese lugar, con unificación del solado, las veredas y la plaza de la memoria ya existente. Pero los familiares continúan resistiéndose a que desaparezca un testimonio de la memoria cuya subsistencia es como una flecha clavada en el plexo de una justicia que, tal vez por morosidad o acaso por mera impotencia, acaba de dejar que fuesen cerradas cuatro causas conexas con la principal.

Los sufrimientos que han padecido y el dolor que nadie en este mundo alcanzará a consolar no los habilita ni los faculta para insistir en la comisión de una molestia que afecta al resto de la sociedad. En realidad, si los deudos de Cromagnon transigiesen con la apertura de Bartolomé Mitre y aceptasen el razonable homenaje que les ofrecen las autoridades locales, se redoblaría el reconocimiento que desde aquella infausta jornada se les ha venido tributando y, asimismo, estarían dando plausibles muestras de que en ellos laten los mismos sentimientos solidarios que algunos personajes todavía impunes les negaron a sus deudos.



La Nación, editorial, 20-7-10