jueves, 17 de julio de 2014

OTRA SENTENCIA DEL JUEZ GRIESA


Por Carlos A. Manfroni.


Michele Sindona, que llevó a la quiebra al Franklin National Bank, integraba el grupo masónico de Licio Gelli, fuertemente vinculado a la Argentina.

Todos hablan de Thomas Griesa, el juez federal de Nueva York que dispuso que la Argentina debe pagar la totalidad de la deuda que mantiene con los fondos buitre. Casi nadie recuerda, sin embargo, que este magistrado, nacido en 1930 y designado en su cargo en 1972 a propuesta del presidente Richard Nixon (¡eso sí que es estabilidad!), ya había intervenido en otro caso de resonancia internacional que provocó un escándalo en Italia y, más tarde, en la Argentina.

En junio de 1980, Griesa impuso a Michele Sindona una pena de 25 años de prisión, una vez que el jurado lo encontró culpable de 65 cargos vinculados con la quiebra fraudulenta del Franklin National Bank, de Nueva York.

La quiebra del Franklin fue considerada la más grande en la historia de los Estados Unidos, ya que ese banco era el número 20 por su tamaño. Sindona había tomado el control de la institución gracias a una transferencia ilegítima de 40 millones de dólares que había recibido desde Italia, su país de origen, donde manejaba otras importantes entidades financieras.

La pena impuesta por Griesa fue la más dura conocida hasta ese momento para un delito “de cuello blanco”, y el juez declaró que había tomado en cuenta, para fijarla, la muy alta posición que Sindona había alcanzado en la comunidad de negocios internacional y la utilización de su influencia para propósitos delictivos. Pero el asunto no terminó ahí. Mientras el juicio se tramitaba en Nueva York, Sindona, que ocupaba un departamento en el hotel Pierre –cinco estrellas en la 5ª Avenida–, desapareció por dos meses y regresó denunciando que había sido secuestrado.

Los fiscales probaron ante Griesa, por medio de impresiones dactilares y otras evidencias, que no sólo el secuestro era una mentira, sino que Sindona había viajado a Europa con nombre simulado. El banquero, después de algunas escalas en Austria y en Grecia, se alojó en la casa de dos famosos integrantes de la mafia siciliana, a la que Sindona también pertenecía, y eludió así los controles de Estados Unidos y de Italia. Fue durante ese juicio cuando Thomas Griesa escuchó –quizá por primera vez– el nombre de Licio Gelli, una de las personas que habían ayudado a Sindona a ocultarse durante su breve fuga.

Tiempo después, trascendió que Sindona pertenecía a una poderosa logia italiana denominada Propaganda Due, también conocida como P2, que había conseguido captar, como miembros, a varios ministros e, incluso, primeros ministros de Italia, 43 legisladores del Parlamento, 54 funcionarios civiles de alta jerarquía, 183 oficiales de alto rango de las fuerzas armadas –incluyendo treinta generales y ocho almirantes–, 19 jueces, abogados, periodistas y jefes de los diversos servicios de inteligencia. La lista de la logia, con casi mil nombres, incluía al coronel Antonio Viezzer, jefe de la Secretaría de los Servicios Secretos de Inteligencia de Italia, también acusado por su complicidad en la fuga de Michele Sindona –junto con Licio Gelli– y por el asesinato del periodista Mino Pecorelli, quien poco antes de su muerte estaba por revelar asuntos de resonante importancia. Esa nómina había sido encontrada durante un allanamiento en la mansión de Gelli, considerado el jefe máximo de Propaganda Due.

Gelli, un ex militante fascista, había sido funcionario en el primer gobierno de Juan Domingo Perón, cuyo retorno había gestado, y viajó con el líder justicialista en el famoso vuelo de regreso de Alitalia. Después de eso, fue condecorado por el propio Perón con la Orden del Libertador y designado agregado económico de la embajada argentina en Roma, un puesto que mantuvo aun tras el golpe de 1976.

Si esto último parece increíble, podemos agregar que la publicación de la lista de Propaganda Due, en 1981, incluía los nombres de varios argentinos, entre ellos, el almirante Emilio Eduardo Massera –que luego del golpe controló la Cancillería–, el general Carlos Guillermo Suárez Mason, José López Rega y el presidente de la Cámara de Diputados durante el gobierno de Isabel, Raúl Lastiri.

Estos son algunos de los que se conocen. El propio Gelli declaró en una oportunidad que su logia tenía 2.400 miembros, y fuentes muy autorizadas han dicho, también, que el verdadero jefe de P2 era Giulio Andreotti, ex primer ministro de Italia y uno de los que más protegieron a Sindona en su propio país.

En realidad, la P2 era un triángulo trazado entre Italia, la Argentina y Libia, como cabeza por entonces del terrorismo islámico, al que Kadafi financiaba con los dólares procedentes del exorbitante precio que el petróleo había alcanzado en esos años.

Los negocios entre esos países estaban enfocados hacia el petróleo, el tráfico de armas y las finanzas. En Libia convergían Massera, López Rega y los montoneros, que entrenaron allí para su contraofensiva de 1979, bajo el visto bueno de Kadafi, algo que difícilmente hubiera sido posible sin la complacencia de Massera, quien mantenía buenas relaciones con el líder libio. Y se movían en Italia con absoluta impunidad, con armas, explosivos y pasaportes falsos.

Michele Sindona no llegó a cumplir la pena impuesta por el juez Griesa. A los tres años de su encarcelamiento, fue envenenado en su celda. Su sucesor en los negocios financieros en Italia, Roberto Calvi, apareció en 1982 colgado de un puente en Londres.

Sería bueno que los negociadores argentinos que intentarán conversar en los próximos días con Thomas Griesa tomaran en cuenta que este hombre no empezó su carrera judicial con los bonos de Argentina; tampoco parece guiarse por meras apariencias ni inquietarse por ideologías o palabras altisonantes. Ha visto demasiado.

Fuente: Perfil.com. El Observador


Reproducido de: Adecirverdad.com, 14-7-14