viernes, 11 de julio de 2014

PASIÓN K POR LA ECONOMÍA RETRO


Por Ramón Frediani.

La Voz del Interior

Luego de seis años y medio como presidenta, Cristina Fernández ha alcanzado lo que hasta ahora ningún Premio Nobel de Física con sus investigaciones y prácticas en laboratorio: el enigma de dominar una de las dimensiones del Universo, el tiempo, ya que logró el misterio de trasladar la economía del país del presente hacia el pasado.

Así, este año la producción nacional de automóviles será de entre 550 mil y 600 mil vehículos, el nivel que ya habíamos alcanzado siete años atrás, en 2007 (570 mil unidades).

Las reservas del Banco Central están ahora en 29 mil millones de dólares, un nivel incluso inferior al que teníamos 17 años atrás, pues en diciembre de 1997 estaban en 31.270 millones de dólares.

En materia de pobreza, que según diversas estimaciones fluctúa en torno del 25 por ciento de la población total, es un nivel que ya existía en el país a mediados de la década de 1990, en plena época menemista (tan cuestionada por los autodenominados progresistas) y que también se observaba a mediados de los ’80, durante la gestión de Raúl Alfonsín. De manera que la montaña de subsidios concedidos en los últimos años no ha logrado reducirla en lo más mínimo.

En desocupación, la tasa actual de 7,5 por ciento ya existía durante la hiperinflación de julio de 1989.

Asistimos a 22 años de involución en producción de petróleo, pues estamos en 31 millones de metros cúbicos por año, el nivel que ya producía Argentina en 1992.

A modo de comparación, ya en 1999 el país había alcanzado el récord histórico de extraer 49 millones de metros cúbicos por año. En gas, estamos en 41 mil millones de metros cúbicos por año, el nivel que ya teníamos en 1999, aunque el máximo de 52 mil millones de metros cúbicos anuales se había alcanzado en 2004.

En stock ganadero, tenemos 51 millones de vacunos, que era el volumen alcanzado en 1997, pero 10 millones debajo del máximo de 60 millones de 1978.

La última cosecha de trigo finalizada en diciembre pasado fue de 8,2 millones de toneladas, igual a la de 1975 (¡40 años atrás!).

Actualmente, el total de la deuda pública, en todas las monedas emitidas (pesos, dólares, euros y yenes), equivale a 236 mil millones de dólares, volumen superior al máximo histórico de 2004, que fue de 191 mil millones. Recordemos que en el momento del default de diciembre de 2001 estaba en 145 mil millones.

En cuanto a inflación para 2014, nos aproximamos a la velocidad de la luz a un 40 por ciento anual, porcentaje que ya padecíamos en 1972, 42 años atrás.

Y si el próximo 31 de julio alcanzamos –Kicillof mediante– un nuevo default , ¿no habremos retornado a la noche del 23 de diciembre de 2001, cuando en el Congreso Nacional todos los legisladores exultantes, de pie, a los gritos y aplaudiendo a rabiar, lo declararon como si el país hubiera alcanzado con ello un patriótico orgasmo nacional y popular?

En síntesis, si imaginamos a la Argentina como una nave espacial, estamos en ella viajando de manera acelerada hacia el pasado.

Y no podría ser de otra manera, ya que eso es fruto de persistir caprichosamente en el diseño y la adopción de políticas públicas irracionales y pasadas de moda –para colmo, ejecutadas sin profesionalismo y con mala praxis– que se ensayaron en otras oportunidades y fracasaron sin excepción. Nos resta preguntarnos, para aportarle a esta pasión por esta economía retro una pincelada de humor: en los próximos festivales de música popular, ¿escucharemos temas de Mario Clavel, Pedrito Rico y Xavier Cugat? ¿Vendrá de gira por Córdoba la cantante brasileña Carmen Miranda, con su peinado lleno de coloridas frutas?

Dada la actual crisis energética, ¿reemplazaremos nuestras estufas y calefactores a gas por un programa social de la Anses de distribución de bolsas de agua caliente para todos y todas?

En los días de intenso frío, ¿reaparecerán los olvidados sabañones? Para combatir la gripe, ¿el Ministerio de Salud repartirá en las escuelas bolsitas de alcanfor para uso obligatorio en las camisetas de los niños?

En materia de modas, ¿los hombres volverán a la gomina y a calzar galochas los días de lluvia y las mujeres a usar enaguas, hombreras y ligas?

En casos de desnutrición, ¿los médicos retornarán a recetar aceite de hígado de bacalao?

Es surrealista imaginar que estas cuestiones risueñas vuelvan a ser realidad. Pero así como vamos, todo es posible en la dimensión desconocida de la involución a que nos transportan quienes hoy, desde el máximo nivel político, se autoproclaman salvadores de la patria.


Fuente: La Voz del Interior