viernes, 19 de enero de 2018

EL CONSULTOR PONTIFICIO CONFIESA SU MARXISMO


Catapulta, 18-1-18

A fines del año pasado dijo Juan Grabois:

“Una rama de la Teología de la Liberación utilizaba el análisis marxista y yo utilizo categorías marxistas

Desde luego es falaz distinguir entre análisis y categorías marxistas, como si fuera cosas absolutamente distintas y separables. Wetter y Leonard lo explican en su clásica obra:
La filosofía soviética entiende por categoría los conceptos lógicos y fundamentales que representan las propiedades, aspectos y relaciones más comunes y generales de los objetos y de los fenómenos de la realidad”

(La ideología soviética,Herder,Barcelona,1964,p.81)

Que Grabois utiliza el análisis y las categorías del marxismo queda en claro en los “Cuadernos de la Economía Popular”, que escribió junto con Emilio Pérsico, otro buen compinche de Bergoglio. Sirvan estos párrafos de muestra:

 “También en nuestros tiempos existieron otros movimientos que plantearon este objetivo de igualdad, esta vez junto a los obreros, contra los capitalistas. Durante los siglos IX y XX, los socialistas, anarquistas y comunistas, con distintos matices, proclamaron la necesidad de distribuir los bienes y el trabajo de manera equitativa para que dejen de existir distintas “clases  sociales”. Para lograrlo, reclamaban que los obreros industriales se unan para liberarse de la explotación capitalista.

En algunos países, estas ideas tuvieron un gran éxito. En 1917 la revolución rusa de octubre, liderada por Vladimir Lenin, instauró el primer estado socialista en el mundo. La experiencia duró muchos años y se expandió a otros tantos países. En 1943 se produjo la gran revolución china, liderada por Mao Tse Tung y ya un tercio de la humanidad vivía en países que querían construir una sociedad sin clases. En América Latina, Fidel y el Che lideraron la revolución cubana. Sin embargo, por errores, crímenes, corrupción y traiciones de algunos de sus dirigentes, y por el ataque de las potencias imperialistas, la mayoría de los países socialistas se derrumbaron y volvieron al régimen capitalista.

Dijimos que el conflicto surge de una contradicción social, podríamos decir, de un problema social, que ya existía desde antes. En la sociedad capitalista hay miles de contradicciones, todos los días, en todos los lugares. Estas contradicciones o problemas particulares surgen de una contradicción o problema general que es la inequidad y la injusticia. Hasta que no se resuelva esa contradicción general, es decir, la inequidad y la injusticia, las contradicciones particulares como la que existe entre manteros y comerciantes seguirán existiendo. Y las organizaciones populares tenemos que ir asumiéndolas, comprendiéndolas y resolviéndolas una tras otra.

El conflicto es una contradicción puesta en movimiento, una contradicción que se activa, que se despierta como de un sueño… antes estaba latente, dormida, y por alguna razón se despertó, tal vez la despertamos nosotros mismos militando. Una vez despierta la contradicción, una vez que se activa el conflicto, tenemos que poner manos a la obra para llevarlo hacia la victoria”.


Sería aventurado afirmar que Bergoglio es marxista. Bergoglio no es nada. Es bergoglista y punto. Y alucinado por su proyecto de liderazgo mundial, a caballo del pobrismo demagógico. no trepida en utilizar a quien le convenga.