(los cordobeses también pensamos)
Por José Antonio Riesco
A mi distinguido amigo el doctor Ovo Víctor Biondi, médico especializado en Europa y además siempre preocupado por la suerte del país, le place conjugar dos términos (“causalidad y casualidad”) que, emparentados sintácticamente, no responden al mismo sentido. Como me contagié del asunto, mediando nuestros diálogos sobre la realidad cultural y política, se me ocurrió explorar estos elementos de la reflexión.
La relación “causa-efecto” está en el corazón de las ciencias físico-químicas y en esa gran pluralidad de objetos “materiales” a que ellas se refieren. Y cuyo enunciado permitió poner orden en los fenómenos y sus conexiones : no hay acontecimiento o componente tangible que no tenga detrás un factor que lo determine o mueva. Y según las cosas son, el maridaje causa-efecto fue impugnado por David Hume en el siglo XVIII, y relativizado severamente por el principio de “indeterminación” de Werner Heisembérg (S. XX). De todos modos, aún averiada, la vieja ley sigue siendo imprescindible para no caer en el caos mental y de allí al divan del psicoanalista.
El cólera, por ejemplo, fue la causa del fallecimiento de dos importantes figuras en 1831, apenas con dos días de diferencia; en Berlín murió el filósofo G. Hegel el 14 de noviembre y, en esa misma ciudad, el 16 del mismo mes y año el llamado “filósofo de la guerra” Carl von Clausewitz.
Los identificó, ciertamente, la causa de la muerte física, ¿algo más..? – No parece, aunque Hegel había santificado la guerra como un componente dinámico del crecimiento y expansión de los Estados; y Clausewitz ha sido reconocido como estudioso de las tesis de Enmanuel Kant, pensador idealista y a quien se considera el antecesor de Hegel. Sólo, pues, por un esfuerzo argumentativo se podría afirmar que Hegel y Clausewitz fueron “un solo corazón”. Esto pese a que Marx, treinta años más tarde, insertó a la dialéctica hegeliana en sus elucubraciones históricas y económicas, por lo menos para que no resultaran aburridas. Y a principios del siglo XX Wladimir Ilich (“Lenín”) el realizador revolucionario de las propuestas del marxismo dedicó muchas horas al estudio de las obras de Clausewitz convencido de que el “partido de los bolcheviques” debía desarrollar una estructura para-militar y a esa idea, luego, la imprimió en el Estado de que fue fundador en 1917.
Un tema actual y llamativo se refiere a cómo enlazar el destino de un país, el nuestro, que teniéndolo todo (población sana, buen nivel cultural, significativo desarrollo económico, etc.), lleva empero décadas empantanado como colectivo y arrastrando cuestiones y déficits en verdad en plena mora. El economista Lester C. Thurow, al comparar la realidad de Japón y Argentina, supo decir que el primero no teniendo nada en cuanto a recursos naturales es una nación desarrollada y que nosotros, teniendo todo nos mantenemos en buena medida en el subdesarrollo. “Causalidad o casualidad..?”, tal el dilema semántico con que el doctor Biondi provoca a sus amigos.
Según se aprecia, el concepto de “causalidad” en el campo político es menos simple y directo que en los fenómenos naturales. La continuidad que acabamos de ver entre actores diferentes (en el tiempo, en las ideologías y en las circunstancias de lugar) está sujeta a la influencia de los contextos socioeconómicos y sus elementos sometidos a las variaciones que les introduce la libertad o los caprichos de los hombres y de los grupos. ¿Qué porción de contenidos debe la teoría del materialismo histórico al hecho de que su creador, Marx, sufriera de hemorroides y soportara periódicamente la aparición de los dolorosos forúnculos “ántrax”..? ¿Cuánto al hecho de que siendo el autor del mito del proletariado se unió en matrimonio con la hija de un barón..?
En la historia humana una misma causa puede generar no una sola sino una variedad de consecuencias. Si Lenín, derrotado en las internas del Partido Socialdemócrata ruso, no hubiera reconstituido su poder de convocatoria al margen del mismo hasta llegar a convertirse en el núcleo del poder revolucionario, con más el aporte de la incapacidad del Zar para manejar la crisis de Rusia, seguramente su teoría de la militarización del partido bolchevique y enseguida del Estado no se hubiese registrado históricamente.
En estos días la Iglesia atraviesa un torbellino donde concurre más de una causa : el avance musulmán sobre Europa, el debate reabierto sobre el concilio Vaticano II, la admirable vocación de teólogo del Papa, el escándalo de la pedofilia y de las operaciones bancarias, las difíciles relaciones con el judaísmo, y el choque entre los cardenales en el Vaticano. ¿Cuál de estos factores tiene prioridad y jerarquía de causa fundamental..? No hay dudas que todo sería más sencillo si entre esa variedad se pudiese seleccionar uno del cual aferrarse; pero entonces entraríamos en las ventajas y desventajas del unilateralismo, cuando no de la dogmática. Nos parece útil reproducir el siguiente párrafo de un autor ilustre aunque lo haya dicho en los años 30 del siglo pasado. Por aquello de que la verdad no tiene edad biológica :
“-Mientras la causalidad en el terreno de la Física, expresa relaciones de equivalencia puramente cuantitativas, es decir, que en el efecto nunca hay más de lo que la causa contiene, la causalidad en el terreno histórico significa que en el efecto hay algo nuevo con respecto a la causa, o sea, que se trata de una relación de producción cualitativa. Si Napoleón, después de la batalla de Waterloo, renuncia a la corona, se suicida o huye al extranjero, son cosas que no estaban, ciertamente, contenidas en el hecho de la batalla, aunque ésta, sin duda, ofreció fundamento real para esas tres posibilidades.” (Heller, p. 62).
A propósito de la crisis argentina (actual, vigente) el doctor Biondi suele preguntarse si a ella llegamos por casualidad o responde a “causas” concretas en orden a sucesos y personajes. A su juicio en esta materia “las casualidades no existen”, ¿y entonces..? – En uno de sus envíos alude al desmantelamiento del proyecto de Nación que en otro tiempo estuvo a plena marcha como potencial hacia el futuro en el terreno industrial, aeronáutico, agrícolo-ganadero, etc. “Y resulta que a esos espacios terminó ocupándolos Brasil”. Se refiere, claro está, a los sucesivos núcleos de poder (legales y fácticos) que “bastardearon esos y otros proyectos para destruir lo conseguido”. De ahí que hubo causas (decisiones, responsables) y no fue un simple tirar al moneda.
La idea de casualidad suele ser común en la vida cotidiana. Quien cruzó la calle a la mitad de cuadra y sorteó que lo atropellara un vehículo, dice “Tuve suerte..!”, y sobre otro que, mediando maniobras, chicanas e inconductas resulta en la lista de diputados o senadores electos, sus amigos lo califican de “suertudo”. O sea lo tocó la fortuna o lo bendijo el azar. ¿Cuál sería el caso del ex secretario de transporte Ricardo Jaime..? Un ex ministro europeo al comentar la captura de cientos de miles de esclavos africanos supo afirmar : “Tuvieron suerte, se los sacó de la selva y se los acercó a la civilización”.
Casual, según el diccionario, es lo que sucede sin que se lo pueda prever. Más, Casualidad : “combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar y cuyas causas se ignoran”. Y llegamos a que la palabra casualidad señala aquello que existiendo no tiene causa o si la tiene es ignota, como el origen del universo. Hace poco, el doctor Oscar José David, odontólogo y profesor universitario, en un comentario sobre la similitud de las crisis financieras y sociales de España, Grecia y Portugal, subraya : “Qué coincidencia...los únicos tres países del viejo continente con gobiernos socialistas”. Y agrega : “Es una casualidad..?!”
Cada acontecimiento en la historia tiene detrás una causa, o varias que concurren; y por eso llevan el nombre del responsable. “No hay casualidad, sino causalidades”, sostiene el doctor Biondi. Nos queda una pregunta : Néstor Kirchner, aterrizó en el poder (todo el poder..!) de la Argentina por una casualidad, ¿o algo tuvo que ver la asombrosa interna del movimiento mayoritario en 2002 con más la complacencia del resto de la partidocracia..? La cuestión es que nadie reconoce haber sido la causa de tamaño estropicio histórico-político.-
Por José Antonio Riesco
A mi distinguido amigo el doctor Ovo Víctor Biondi, médico especializado en Europa y además siempre preocupado por la suerte del país, le place conjugar dos términos (“causalidad y casualidad”) que, emparentados sintácticamente, no responden al mismo sentido. Como me contagié del asunto, mediando nuestros diálogos sobre la realidad cultural y política, se me ocurrió explorar estos elementos de la reflexión.
La relación “causa-efecto” está en el corazón de las ciencias físico-químicas y en esa gran pluralidad de objetos “materiales” a que ellas se refieren. Y cuyo enunciado permitió poner orden en los fenómenos y sus conexiones : no hay acontecimiento o componente tangible que no tenga detrás un factor que lo determine o mueva. Y según las cosas son, el maridaje causa-efecto fue impugnado por David Hume en el siglo XVIII, y relativizado severamente por el principio de “indeterminación” de Werner Heisembérg (S. XX). De todos modos, aún averiada, la vieja ley sigue siendo imprescindible para no caer en el caos mental y de allí al divan del psicoanalista.
El cólera, por ejemplo, fue la causa del fallecimiento de dos importantes figuras en 1831, apenas con dos días de diferencia; en Berlín murió el filósofo G. Hegel el 14 de noviembre y, en esa misma ciudad, el 16 del mismo mes y año el llamado “filósofo de la guerra” Carl von Clausewitz.
Los identificó, ciertamente, la causa de la muerte física, ¿algo más..? – No parece, aunque Hegel había santificado la guerra como un componente dinámico del crecimiento y expansión de los Estados; y Clausewitz ha sido reconocido como estudioso de las tesis de Enmanuel Kant, pensador idealista y a quien se considera el antecesor de Hegel. Sólo, pues, por un esfuerzo argumentativo se podría afirmar que Hegel y Clausewitz fueron “un solo corazón”. Esto pese a que Marx, treinta años más tarde, insertó a la dialéctica hegeliana en sus elucubraciones históricas y económicas, por lo menos para que no resultaran aburridas. Y a principios del siglo XX Wladimir Ilich (“Lenín”) el realizador revolucionario de las propuestas del marxismo dedicó muchas horas al estudio de las obras de Clausewitz convencido de que el “partido de los bolcheviques” debía desarrollar una estructura para-militar y a esa idea, luego, la imprimió en el Estado de que fue fundador en 1917.
Un tema actual y llamativo se refiere a cómo enlazar el destino de un país, el nuestro, que teniéndolo todo (población sana, buen nivel cultural, significativo desarrollo económico, etc.), lleva empero décadas empantanado como colectivo y arrastrando cuestiones y déficits en verdad en plena mora. El economista Lester C. Thurow, al comparar la realidad de Japón y Argentina, supo decir que el primero no teniendo nada en cuanto a recursos naturales es una nación desarrollada y que nosotros, teniendo todo nos mantenemos en buena medida en el subdesarrollo. “Causalidad o casualidad..?”, tal el dilema semántico con que el doctor Biondi provoca a sus amigos.
Según se aprecia, el concepto de “causalidad” en el campo político es menos simple y directo que en los fenómenos naturales. La continuidad que acabamos de ver entre actores diferentes (en el tiempo, en las ideologías y en las circunstancias de lugar) está sujeta a la influencia de los contextos socioeconómicos y sus elementos sometidos a las variaciones que les introduce la libertad o los caprichos de los hombres y de los grupos. ¿Qué porción de contenidos debe la teoría del materialismo histórico al hecho de que su creador, Marx, sufriera de hemorroides y soportara periódicamente la aparición de los dolorosos forúnculos “ántrax”..? ¿Cuánto al hecho de que siendo el autor del mito del proletariado se unió en matrimonio con la hija de un barón..?
En la historia humana una misma causa puede generar no una sola sino una variedad de consecuencias. Si Lenín, derrotado en las internas del Partido Socialdemócrata ruso, no hubiera reconstituido su poder de convocatoria al margen del mismo hasta llegar a convertirse en el núcleo del poder revolucionario, con más el aporte de la incapacidad del Zar para manejar la crisis de Rusia, seguramente su teoría de la militarización del partido bolchevique y enseguida del Estado no se hubiese registrado históricamente.
En estos días la Iglesia atraviesa un torbellino donde concurre más de una causa : el avance musulmán sobre Europa, el debate reabierto sobre el concilio Vaticano II, la admirable vocación de teólogo del Papa, el escándalo de la pedofilia y de las operaciones bancarias, las difíciles relaciones con el judaísmo, y el choque entre los cardenales en el Vaticano. ¿Cuál de estos factores tiene prioridad y jerarquía de causa fundamental..? No hay dudas que todo sería más sencillo si entre esa variedad se pudiese seleccionar uno del cual aferrarse; pero entonces entraríamos en las ventajas y desventajas del unilateralismo, cuando no de la dogmática. Nos parece útil reproducir el siguiente párrafo de un autor ilustre aunque lo haya dicho en los años 30 del siglo pasado. Por aquello de que la verdad no tiene edad biológica :
“-Mientras la causalidad en el terreno de la Física, expresa relaciones de equivalencia puramente cuantitativas, es decir, que en el efecto nunca hay más de lo que la causa contiene, la causalidad en el terreno histórico significa que en el efecto hay algo nuevo con respecto a la causa, o sea, que se trata de una relación de producción cualitativa. Si Napoleón, después de la batalla de Waterloo, renuncia a la corona, se suicida o huye al extranjero, son cosas que no estaban, ciertamente, contenidas en el hecho de la batalla, aunque ésta, sin duda, ofreció fundamento real para esas tres posibilidades.” (Heller, p. 62).
A propósito de la crisis argentina (actual, vigente) el doctor Biondi suele preguntarse si a ella llegamos por casualidad o responde a “causas” concretas en orden a sucesos y personajes. A su juicio en esta materia “las casualidades no existen”, ¿y entonces..? – En uno de sus envíos alude al desmantelamiento del proyecto de Nación que en otro tiempo estuvo a plena marcha como potencial hacia el futuro en el terreno industrial, aeronáutico, agrícolo-ganadero, etc. “Y resulta que a esos espacios terminó ocupándolos Brasil”. Se refiere, claro está, a los sucesivos núcleos de poder (legales y fácticos) que “bastardearon esos y otros proyectos para destruir lo conseguido”. De ahí que hubo causas (decisiones, responsables) y no fue un simple tirar al moneda.
La idea de casualidad suele ser común en la vida cotidiana. Quien cruzó la calle a la mitad de cuadra y sorteó que lo atropellara un vehículo, dice “Tuve suerte..!”, y sobre otro que, mediando maniobras, chicanas e inconductas resulta en la lista de diputados o senadores electos, sus amigos lo califican de “suertudo”. O sea lo tocó la fortuna o lo bendijo el azar. ¿Cuál sería el caso del ex secretario de transporte Ricardo Jaime..? Un ex ministro europeo al comentar la captura de cientos de miles de esclavos africanos supo afirmar : “Tuvieron suerte, se los sacó de la selva y se los acercó a la civilización”.
Casual, según el diccionario, es lo que sucede sin que se lo pueda prever. Más, Casualidad : “combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar y cuyas causas se ignoran”. Y llegamos a que la palabra casualidad señala aquello que existiendo no tiene causa o si la tiene es ignota, como el origen del universo. Hace poco, el doctor Oscar José David, odontólogo y profesor universitario, en un comentario sobre la similitud de las crisis financieras y sociales de España, Grecia y Portugal, subraya : “Qué coincidencia...los únicos tres países del viejo continente con gobiernos socialistas”. Y agrega : “Es una casualidad..?!”
Cada acontecimiento en la historia tiene detrás una causa, o varias que concurren; y por eso llevan el nombre del responsable. “No hay casualidad, sino causalidades”, sostiene el doctor Biondi. Nos queda una pregunta : Néstor Kirchner, aterrizó en el poder (todo el poder..!) de la Argentina por una casualidad, ¿o algo tuvo que ver la asombrosa interna del movimiento mayoritario en 2002 con más la complacencia del resto de la partidocracia..? La cuestión es que nadie reconoce haber sido la causa de tamaño estropicio histórico-político.-