Por José Antonio Riesco
Asistida
por los aportes del camporista Axel
Kicilloff, suerte de maestro ciruela de la economía-- la decisión de la Sra. Presidente de manotear los
recursos de la Ansés
para financiar tortuosamente la construcción de 400 mil viviendas, tiene más de
una cara. En primer lugar enmascarar los
reiterados errores y fallos de su gestión gubernativa y a la vez reiniciar otra
campaña electoral con medios espurios, similar a la que en 2011 la llevó al 54%
de apoyos electorales. Y sin que la oposición lo denunciara.
Por que es
un hecho que el “modelo” se presenta hoy en pleno estallido. Luego de largos
años de violar las leyes objetivas de la
economía y la buena administración, de derrochar los dineros públicos en el
clientelismo y en el enriquecimiento ilícito de jerarcas y funcionarios, el
régimen K se encuentra ahora a la intemperie. Desaparecieron los dólares, la
inflación supera el 25% anual, por lo menos,. De paso, el gasto público se
descontroló, la política energética mostró un fracaso total y Ella anda viajando
para conseguir las inversiones que despreció una y otra vez obnubilada por el
consumismo. Entretanto los jueces KK,
con Oyarbide a la cabeza, siguen absolviendo a la corrupción.
La segunda
faz de la crisis consiste en practicar “manotazos de ahogado” –propios de un
elenco de ineptos desesperados-- echando
mano, nada menos, a los recursos del Ansés, que es la caja donde los jubilados,
millones de personas, tienen en depósito sus ahorros de toda una vida de
trabajo. Se los va a confiscar violando groseramente la Constitución , o sea
el derecho de propiedad sobre esos valores de millones de personas, mediante el
uso y abuso de un decreto de necesidad y urgencia que la “escribanía” (léase el
Congreso) con mayoría oficialista va a convalidar previo los discursos de los
voceros kirchneristas Rossi y Pichetto.
Si es que la Corte Suprema no tiene la
ocurrencia, al resolver una acción de amparo, de ponerle freno al estropicio,
algo que no sabemos si lo previó Nostradamus--
no solamente denuncia una medida absolutamente ilegal, sino que, de
manera relevante, constituye un acto de poder autoritario y arbitrario,
decididamente antisocial, y signado por la crueldad. La agresión se pretende
hacer contra una masa de jubilados que, por diversas razones, carece casi
absolutamente de capacidad de resistencia. No se lo hacen a los gremios obreros
que, al ser agredidos por algo similar, pueden realizar protestas contundentes;
ni a los centros financieros internacionales que ocupan áreas vitales de
nuestra actividad financiera. Le pegan a los más débiles e indefensos, en
nombre del lema de los 70 : ”con un arma en la mano hago lo que quiero”.
Hay un
tercer rostro del comportamiento oficial que no cabe desconocer. Luego de
varios meses, acaso desde diciembre o antes, que se fue advirtiendo cómo se
desmoronaba “el modelo”
y al
avanzar la crisis, nada se le ocurrió al régimen salvo montar y hacer funcionar
un enorme aparato informativo-publicitario y poner en marcha una serie de
procedimientos policíacos como viene pasando con las restricciones al comercio
exterior y a la técnica abusiva de correr a los ciudadanos con perros para impedirles que compren o vendan dólares.
Para ejecutar semejante genialidad del “kicilloffismo” económico se convirtió a
Guillermo Moreno en una especie de John Maynard Keynes de la situación.
Nadie del
elenco K, siquiera por respeto al 54% del electorado que los apoyó el 23 de
octubre pasado, atinó todavía a dar alguna explicación sobre lo que viene
pasando con la economía y con la suerte de 40 millones de ciudadanos. La Sra. Presidente
habla en público casi a diario, varias veces por Radio Nacional, y salvo eso de
”el mundo se me tiró encima”, en cada inauguración de un gallinero o una
alcantarilla que Ella preside, nada en su oratoria le sirve al 54% (y menos al
otro 46% que no la votó) para orientarse en medio de la nube negra que, con la
recesión industrial y comercial en avance, ya golpea sobre el país.-