domingo, 27 de abril de 2014

EL DETERIORO DEGENERATIVO DE LOS LÓBULOS FRONTOTEMPORALES DEJAN EN RIDÍCULO A CFK




Guillermo Cherashny

InformadorPúblico, 26-4-14



Esta semana la presidente, en varios actos televisados para comunicar su gestión, en tres oportunidades tuvo el mal gusto de referirse a la parte trasera del cuerpo humano. En efecto, primero dijo: “el que te jedi quedó mirando al norte”; después, consultándolo a Jorge Capitanich, habló del “tránsito lento”, y finalmente, hablando de las exportaciones de arroz para China, dijo: “no como arroz, porque me constipa”. En las redes sociales se comentaron esos dichos presidenciales y hubo coincidencia en que fueron de mal gusto, de carácter escatológico y totalmente inapropiados para una presidente de la Nación que habitualmente se queja de que no le respetan su investidura. Estas palabras hacen recordar a otras, cuando en una teleconferencia con una fábrica, al dirigirse a un obrero de la misma, lo hizo en los siguientes términos: “vos sos el que le llenás el pomo a tu novia”, con una risa cómplice. Estos actos histriónicos y desinhibidos son síntomas característicos del Síndrome de Pick, que es un deterioro degenerativo de los lóbulos temporales, enfermedad en el cual el neurólogo Facundo Manes es un especialista y que generalmente se produce en personas de avanzada edad, como Liliane Bettencourt, la heredera del emporio L’Oreal, a la cual sus hijos le hicieron juicio.

Cinismo o irrealidad

El caso es que la presidente, pese a sus enfermedades, no dilapida su patrimonio personal, que cada vez es más robusto, sino el patrimonio público, a través de la emisión monetaria, con el fin de fortalecer lo que ella llama el “proceso de inclusión social”, que está fracasando rotundamente, ya que el gobierno no puede mostrar los índices reales de pobreza en el nuevo IPCnu. Ayer, cerca de las 20 hs., ella lanzó una catarata de tweets relatando una obra de refacción de una iglesia, agregando que la primera obra que dispuso Néstor Kirchner como presidente fue reparar la Basílica de Luján, cuando allí estaba el arzobispo Rubén di Monte, perteneciente al ala conservadora del episcopado argentino, con el fin de ningunear al cardenal Jorge Bergoglio. Esta conducta siguió durante once años, hasta que fue elegido Papa. Esta designación motivó un súbito cambio místico en la presidenta, que expresó ayer su devoción por el culto católico y finalizó sus tweets refiriéndose a Jessica Belgrano, chozna de Manuel Belgrano que, según ella, le dijo: “si Manuel Belgrano viviera, sería kirchnerista”, para concluir con la frase: “¿qué tul?”

Esta semana también coincidió en su obsesión por la herencia que le dejará al próximo gobierno, diciendo lo mismo de siempre: que recibieron el gobierno en el fondo del infierno y que ahora está todo bárbaro, que los restaurantes están llenos de gente y que la ciudad de Nueva York se encuentra repleta de argentinos que rompen récords en los shoppings, cuando la realidad es que muchos aviones salen y vuelven semivacíos y eso que los viajes aéreos de un fin de semana largo, cuando mucho, pueden llegar a 300 pasajeros por avión. Es un número irrisorio al lado de las cifras globales de la población y los restaurantes que se llenan los fines de semana o son tradicionales o están de moda.

El problema de Cristina, sobre el cual se preguntan todos, es si se cree todas las mentiras que dice o bien tiene una alta dosis de cinismo y utiliza la mentira como política de Estado. De todos modos, el deterioro degenerativo de los lóbulos que le afectan las neuronas del cerebro es progresivo y lento y no tendría problemas para terminar su mandato. Pero de seguir así, su “plan Bachelet” para volver en el 2019 sería imposible.