dólar, precios, prófugos y policías
Héctor Gambini
Clarín, 19/04/2019
Con la economía
bajo fuego, vuelve la seguridad a la agenda pública. Esta vez, aplicando
sistemas de última tecnología para vigilar a prófugos... y policías.
Tras el derrumbe
de las acciones argentinas en Nueva York, la trepada del riesgo país, la
particular autocrítica de Dujovne acerca de que con la inflación el Gobierno
tuvo "un optimismo exagerado" y el congelamiento de precios,
empezaron a descongelarse anuncios sobre seguridad, acaso para recuperar la
iniciativa en un tema sensible que ahora luce menos detonado que la economía.
En la Ciudad
anunciarán esta semana la puesta en marcha de un sistema de reconocimiento
facial de prófugos mediante un software con 8.000 cámaras.
En estaciones de
subtes, trenes y en grandes avenidas podrá detectarse si pasa por allí alguno
de los 55.000 prófugos que tiene la Argentina. La cantidad de gente buscada por la Justicia equivale
a una Bombonera repleta, con gente parada hasta en los pasillos.
El
reconocimiento facial quizá contenga aspectos legales discutibles. Un Gran
Hermano generalizado para "pescar" criminales es un mediomundo que
puede dejar en la red mucha más información que sobre gente buscada. "El
software sólo será cargado con rostros de prófugos", juran en el Gobierno
de la Ciudad. Pero aún si estalla el debate con jueces reacios a aceptarlo,
ONGs que pongan el grito en el cielo o abogados listos para la chicana eterna,
no importará tanto como abrir otra ventana sobre la que hablar que no sea la
inflación maldita.
El proveedor del
sistema es Mario Montoto, ex dirigente montonero, padrino de una de las hijas
de Firmenich y ahora exitoso empresario del rubro seguridad. Fue quien hace una década sembró de cámaras el
conurbano haciendo acuerdos con los intendentes durante el kirchnerismo y
también quien le vendió al gobierno porteño de Rodríguez Larreta el anillo
digital que detecta las patentes de los autos. Negocios son negocios.
En la Provincia
la cosa va, cuándo no, por ajustarle las tuercas a la Bonaerense. La Policía de
la Provincia tiene tuercas de jabón: nunca se las puede ajustar lo necesario.
La cuestión es
ahora tratar que los 90.000 policías bonaerenses -el mayor "ejército"
armado de la Argentina- cumplan su horario. Que no lleguen tarde, no se vayan
antes del trabajo ni "dibujen" su presencia cuando falten.
¿Es necesario?
Parece que sí: el Ministerio de Seguridad bonaerense ya tuvo que devolverles
21 millones de pesos a los clubes de fútbol por sobrefacturaciones que les
hacía la Policía. Cobraban adicionales por 500 agentes en partidos a los que
enviaban 350, o menos. ¿La Policía estafaba a los clubes? Es una manera de
decirlo.
Por eso el
ministro Ritondo comenzará en estos días a instalar equipos en las jefaturas
departamentales de La Plata para que cada agente fiche su horario poniendo la
huella digital. El sistema -provisto por una empresa francesa- se extenderá
luego al conurbano y finalmente a toda la Provincia.
Mientras se
miran las góndolas para mantener a raya los precios de la yerba, la leche o el
asado, la Argentina precaria usa tecnología de punta para intentar mantener a
raya también a los criminales prófugos. Y a los policías que deberían
encontrarlos.