jueves, 18 de abril de 2019

ENCUENTRO VECINAL CÓRDOBA




Alfil, 17 abril, 2019
Por Bettina Marengo

Según quien mire y cómo le convenga, las elecciones del domingo pasado fungen y no de encuesta electoral sobre el 12 de mayo. Pero para todos, sin excepción, son una foto que permite pulir rumbos y estrategias de campaña.
Una de las fuerzas políticas que festejó el 14 de abril fue Encuentro Vecinal Córdoba que lleva a Aurelio García Elorrio como candidato a gobernador-legislador y a Juan Pablo Quinteros para intendente-concejal de la ciudad de Córdoba. García Elorrio abrió el partido y sumó al ex legislador juecista con la intención de sumar votos de sectores políticamente de centro y geográficamente de la periferia. Es decir, votos de barrios populares a los que al EVC le cuesta llegar y entre los que Quinteros se movería con más comodidad.
Los cinco concejales y dos tribunos de cuenta obtenidos en Santa María de Punilla, Alpa Corral y Mataldi son consideradas cosecha personal de García Elorrio como jefe del espacio, aunque él, con buenos modales políticos, se empeñe en ponderar la valía de los candidatos locales y en destacar la lucha política contra los aparatos dominantes.
En ese sentido, el primer efecto de la buena elección que hizo el espacio en el interior es que a Quinteros se le elevó la vara en Capital. García Elorrio seguirá haciendo campaña en la provincia de cara al 12 de mayo, y al ex vocal del Ersep le meten presión para que rinda electoralmente en la ciudad de Córdoba, para “justificar” su incorporación. “Ahora queremos ver qué suma Quinteros”, es la frase que resume el sentir.
A título de comparación, porque son instancias distintas, cabe recordar que en las elecciones legislativas nacionales del 2017, Encuentro Vecinal Córdoba obtuvo el 3,53%, con casi 73 mil votos, y con una gran cosecha en el departamento Colón. En esos comicios, este vecinalismo quedó cuarta fuerza, superando al Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).
El objetivo de mayo es consolidar el partido a nivel nacional y lograr sitio en el Concejo Deliberante, donde la dificultad es mayor que en la Legislatura porque el partido que gana tiene garantizado la mitad más una de las 31 sillas, mientras que el resto se divide proporcionalmente las otras bancas. El principal interesado en llegar al piso mínimo es el propio Quinteros, que dio el salto del juecismo al elorrismo sólo con su experticia territorial y su experiencia en temas de servicios públicos. “Si donde no había nada, se obtuvieron buenos resultados, donde hay una base es más probable crecer”, acepta el desafío el candidato a concejal. En el espacio juegan con la idea de que la elección está definida en todos los tramos y que hay poco lugar para el voto útil o el voto con la nariz tapada. Por lo tanto, habrá más chances de votos convencidos y/o interesados en hacer crecer determinadas fuerzas.