jueves, 14 de abril de 2022

LA HISTORIA SE REPITE

Carlos A.N, Rivero


En el secundario, cursé la materia Historia de la Literatura Española Antigua y Medieval, utilizando como libro de texto el de Fermín Estrella Gutiérrez (era un libro ameno y novedoso que releí varias veces, a pesar de que cursaba la especialidad perito mercantil - bachiller). Al estudiar las páginas de  los mesteres  de clerecía y juglaría, recuerdo que al pié de una había una cita que me causó gracia pero quedó en mi memoria a pesar del tiempo transcurrido: decía que normalmente las monarquías tenían problemas económicos por el nivel de gastos de la nobleza, por lo que entre los escritos de la clerecía y los cantos de la juglaría solían aparecer individuos que no aconsejaban reducir los gastos (lo que posiblemente en el mejor de los casos le hubiese costado prisión), sino que inventaban nuevas fuentes de recursos para el noble (serían acaso  el germen de los actuales legisladores o economistas?) y daba un ejemplo, el consejero preguntaba qué número de  vasallos tiene el noble y cuál es el gasto de cada uno por día para comer, supongamos 5.000 y un maravedí respectivamente, entonces que cada vasallo ayune un día y aporte un maravedí, con lo que el Tesoro contaría con 5.000 maravedís adicionales (alguna analogía con nuestra realidad?).

Pero la costumbre de gastar por sobre los recursos -que empobrecía a las masas que debían afrontar mayores gabelas-, se puede encontrar también en los cantos goliardos (monjes y universitarios pobres) de los siglos XII y XIII, con los que se quejaban de la falta de comida, placeres mundanos y recursos materiales que tenían la Nobleza y las Jerarquías de la Iglesia, que constituían el poder en aquellas épocas. Estos cantos que fueron anotados en un códice descubierto en el siglo 19, y sirvieron para que en la primera mitad del siglo 20 Carl Orff compusiese la cantata Carmina Murana, donde el movimiento de apertura y cierre O Fortuna goza de singular éxito en la actualidad. Por lo que podemos decir que la existencia de gobiernos con malos administradores de los recursos públicos es de larga data.

 

Pero volvamos a la actualidad y a nuestro país, hace décadas que recurrimos al crédito para solventar los déficits presupuestarios y sin solución al problema seguimos recurriendo al préstamo, ningún gobierno supo definir y aplicar un plan de reducción de gastos, al que le han puesto un nombre que nadie se anima a pronunciar, salvo que sea para rechazarlo: “Ajuste”.

En la última campaña de renovación parlamentaria no se escucharon candidatos con programas de reducción de gastos, algunos de refirieron al problema, pero sin profundizarlo y uno de los que específicamente habló de reducir el gasto legislativo, a la semana de asumir había confirmado más de 20 agentes.

 

En este momento en el ámbito nacional hay 257 diputados electos para los cuales trabajan 4.990 agentes (o sea 19.4 agentes por cada legislador) y los 72 senadores en funciones tienen 4.937 entre planta transitoria, permanente y contratos (68.5 agentes por senador). ¿Podrán nuestros legisladores explicar que trabajo realiza cada uno de dichos agentes y donde prestan servicios? Similar situación de puede apreciar en la Administración Pública Nacional y entes autárquicos.

 

Decía Aristóteles que cuando la democracia se corrompe se transforma en demagogia, yo me animo a completar el pensamiento diciendo que la demagogia para mantenerse necesita de la existencia de la anarquía. Contemplemos el comportamiento de nuestra dirigencia política y la podremos ver diariamente.