Por Luis Américo
Illuminati
Informador
Público, 9-12-2025
El gobierno ordenó
cerrar un espacio que era para rezar en el Congreso. En ese lugar había una
bandera argentina y otra del Vaticano. El oratorio fue instalado con la
conformidad de Victoria Villarruel, sin embargo, tras las quejas de pastores
evangélicos, ordenaron quitarlo. La bandera del Vaticano suscitó una dura
crítica del reconocido pastor Norberto Saracco, quien consideró que “la
presencia de la bandera del Vaticano que identifica a la Iglesia Católica no
sólo es un acto discriminatorio, sino que nos retrotrae a tiempos que creíamos
superados."
Es decepcionante que
desde las más altas esferas del poder se nos recuerde que en este país de
iguales algunos son más iguales que otros”. Analizadas las quejas, desde la
Casa Rosada ordenaron retirar toda simbología que haga referencia a la Iglesia
Católica, como banderas, escudos y crucifijos. La instalación del oratorio
se produjo en medio de la puja por los despachos que se produce cada vez que
hay renovación de senadores y los nuevos procuran ganar los de más amplio
espacio (Fuente: Crónica Política).
A primera vista
esta noticia parece una fake news, pero no lo es, por el contrario, es la
triste y cruda realidad. Ya en 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, el
PRO, junto con la UCR, presentaron un proyecto a los mismos fines y no obtuvo
mayoría. Lo que se discute es si dicha prohibición puede disponerse por
decreto. Desde mi punto de vista, no se puede. La Argentina es un país católico
por origen y tradición, respeta y acoge todos los demás credos, y por ser la
católica la religión cofundadora de nuestra identidad nacional, nos parece un
despropósito la exigencia de la iglesia evangélica, la cual no tienen ningún
derecho de prohibir nada sobre la religión católica.
Es lo mismo que si
en los países musulmanes los cristianos pretendieran que se prohibieran los símbolos
del Islam. Más aún. Tan católica es tradicionalmente la Argentina que hoy 8
de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción, es día feriado, lo mismo que
otras fechas religiosas: la Navidad (25 de diciembre) y el Viernes Santo último
de este año fue feriado. Y el 2º de la CN, reza -valga el término- «El Gobierno
federal sostiene el culto católico apostólico romano». Una medida tan
drástica ameritaba antes de ser un proyecto de ley un plebiscito o consulta
popular como se hizo en 1984 sobre el diferendo con Chile sobre el dominio de
las islas Picton, Nueva y Lennox, ubicadas en el Canal de Beagle, donde el “Sí”
obtuvo el 81,13% de los votos frente al 17,24% del “No” y un 1,63% en blanco,
con una participación del electorado del 70,17%.
Cabe concluir forzosamente
que, si esa consulta popular fue para decidir la suerte de unas remotas islas,
con mayor razón, cabe hacerlo para prohibir que el crucifijo y demás símbolos
sagrados sean desterrados o no de los edificios públicos, siendo que en los
momentos fundacionales de nuestra Nación, 25 de mayo de 1810 y 9 de Julio de
1816, los edificios que albergaron dichos actos estuvieron presentes
representantes (canónigos) de la Iglesia Católica. El Cabildo histórico donde
deliberó la Primera Junta y la Casa de Tucumán donde se declaró nuestra
Independencia, junto con la Catedral Metropolitana que alberga los restos del
Padre de la Patria, son prueba cabal de que la Iglesia Católica es parte
indivisa en el nacimiento y desarrollo de nuestra Patria.
Tenemos además
provincias que por su nombre tienen un vínculo indisoluble con el catolicismo y
sus santos patronos, San Luis, Santa Fe, Santa Cruz, San Juan, Misiones,
Santiago del Estero y Buenos Aires que fue fundada con el nombre de Ciudad de
la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre. Razones más que
suficientes para reconocer nuestras verdaderas raíces.